Partida Rol por web

El día siguiente pasó bastante rápido. Muchos se estaban moviendo para descubrir que había sucedido con Perceval, que planes podría tener Glaius, o alguna señal de algún ataque del enemigo... Al caer la noche, todos ya se habían compartido cierta información para poder avanzar:

Perceval había sido afectado por magia oscura que bloqueaba su consciencia, de modo que se podía pensar que era controlado por alguien; los sospechosos eran Glaius o su aprendiz. También se estaban haciendo avances para reconstruir la carta que inculpó al jujin, pero los alquimistas necesitarían un poco más de tiempo.

Se estaba planeando comunicar al reino del este sobre la situación del hada Fair, pero de momento no se les había avisado de nada. Igualmente, el representante de los enanos avisó de que en la semana llegaría otro para tomar el lugar de aquel que fue envenenado.

Aquella tarde pasó entre una combinación de tranquilidad y preocupación; no había ningún peligro a la vista, pero los más experimentados no podían dejar de tener la guardia alta nuevamente por si sucedía algo...

De esa forma cayo la noche, y todos recorrían el castillo a la espera de poder volver a descansar. Pero entonces...

Toda la ciudad se vio sacudida por un terremoto, seguido de bestial rugido proveniente del exterior. Nadie sabía quién fue el primero en ordenarlo, pero todos los caballeros empezaron a correr hacia afuera para ver que es lo que sucedía; mientras salían, escuchaban los gritos de las personas de la ciudad huyendo al interior del castillo, el cual mantenía sus puertas abiertas para darles protección a los inocentes. La familia real estaba resguardada en el castillo, mientras Zedron y otros caballeros de alto rango intentaban organizar a todos. No era necesario estar sobre la muralla o en otro punto alto para ver que era lo que se avecinaba.

Llegando a la ciudad en medio de la noche, con sus grandes alas y su enorme cola, aquella criatura de tamaño colosal avanzaba a paso lento, aplastando las casas bajo sus enormes patas que dejaban profundas huellas. Nadie lo había visto llegar, nadie lo había prevenido, pero allí estaba, avanzando hacia el castillo mientras lo miraba con esas luces rojas que hacían de ojos; definitivamente, si llegaba al hogar de los reyes y los caballeros, con ese tamaño no tendría problemas en tirarlo abajo, y todo a su paso con él.

Alanis había tenido una noche tranquila hasta ese momento, comprobando que el príncipe y el resto de la familia real estuvieran disfrutando de algo de tranquilidad a pesar de todo. Al igual que muchos, ella también estaba un tanto estresada por el ambiente de incertidumbre dada la facilidad con la que se había colado esa hada. Pero nadie esperaba un ataque de tal magnitud tan pronto. Vio por la ventana de uno de los pisos superiores aquellos puntos rojos y la figura sombría que se recortaba contra el firmamento nocturno, y comenzó a correr por el pasillo a toda velocidad, gritando órdenes a los caballeros de menor rango que avistó por el camino para que se pusieran en marcha a avispar al resto. Al estar siendo atacados por sorpresa, excepto los guardias en sus puestos el resto estaba en cualquier parte del castillo, y tendría que reaccionar lo mejor que pudiera en el corto margen que tenían antes de que la bestia llegara al castillo.

-¡¡HOMBRES A LAS BALISTAS!! -bramó encaminandose a la parte superior del castillo donde deberían estar apostadas balistas y catapultas en las almenas- Tú, ¡consigueme usuarios de magia de viento! ¡Gente que pueda colaborar a proveer vuelo a otros, o cualquiera con capacidades de volar! ¡Iluminación también sería bueno!

Incluso más allá de su deber, estaba el hecho de que el enemigo era un dragón, un dragón blanco de hecho. Los únicos tipos de dragones que compartían ese color eran los dragones de hielo o los dragones de luz. El segundo caso sería mucho más personal para ella, pero incluso siendo el primero...le era especialmente exasperante ver dragones levantados por medio de necromancia. Si habían muerto, deberían estar descansando en sus tumbas, no siendo marionetas inmundas.

Aquella noche estaba resultando ser un auténtico engorro...Griffith tenía la intención de descansar, de echarse, tal vez junto al fuego, leer un poco...charlar con algún compañero...pero no, todo empezó a poner patas arriba. 
Algo se aproximaba hacía el castillo y todos los caballeros se estaban preparando para el combate y defender la ciudad de aquella enorme criatura. Desde luego algo había claro en todo aquello, era mucha casualidad que las hadas, los gigantes, la bruja del bosque y todo estuviera desembocando en aquello...no pintaba nada bien y tenía la sospecha de que el causante de todo aquello no andaría muy lejos.
Con un fuerte gruñido salió aprisa de su estancia y fue a buscar a alguien...no tardaron en pasar un par de caballeros y Baeric los detuvo.

-Avisad a los caballeros de alto rango que estaré protegiendo a su alteza...mi deber es proteger a la familia real y esa bestia...algo me dice que irá a por ellos, estoy seguro...pero yo no lo permitiré, ánimo compañeros y no desfallezcais, lograremos derrotar a la bestia.-Les ánimo antes de poner rumbo a el lugar donde el creía que debía de estar. Defendiendo a la princesa.

El caballero corrió por el castillo, apurando el paso y subiendo y bajando escaleras hasta que llegó a las habitaciones de su alteza, donde llamó con vigorosidad a la puerta.

-Princesa, soy Baeric el caballero Halcón, vengo a protegerla y defenderla de la bestia, abra la puerta.-Le pidió con educación y cierta "armonía" al hablar, a fin de cuentas era famoso por ser elegante, educado y todo un galán. Una criatura gigante no le haría perder los papeles así como así. 
 

Estaba aún preocupado y pensativo sobre lo que Zedron le había comentado la noche anterior, sentía alguna especie de extraña sensación en el cuerpo y no le gustaba nada porque quería decir que algo malo iba a pasar, su caos interno, su propia oscuridad se estaba removiendo en su interior lo que auguraba algo que sería terrible pero por el momento parecía no ocurrir nada.

Había estado todo el día investigando sobre la magia oscura que había envuelto a Perceval, siendo que se lo dijo tanto a Elizabeth como a su hermana para que estas estuvieran al tanto de que quizá pudiera haber sido el "amigo" de Glaius pues a el tras el ataque anterior y la confesión del no muerto ya lo descartaba como malvado. Todo estaba demasiado tranquilo para Fío pues aunque su alrededor se encontrara en calma le ardían las entrañas y no era precisamente una descomposición, era su maná el que trataba de avisarle de algo que pronto comprendería.

Se encontraba en los patios de palacio buscando de nuevo a Frey ahora que tenía un rato libre cuando de pronto vio caer al suelo a los guardias a causa del seismo el cual solo podía visualizar dado que volaba. Rápido se fue a reunir con su hermana pudiendo visualizar en su camino a aquella colosal criatura que no habían visto venir.

" Sabía que algo no andaba bien..."

Tomó rápidamente la mano de Faith y tiró de ella mientras alzaba la voz para que se le escuchara entre los griteríos. - ¡Debemos encontrar a los demás y ayudar en lo que podamos, también hay que buscar a Glaius, será útil que nos guíe contra un ser así!

Habíamos hecho avances con el tema de Perceval y todo aquel rollo... realmente el tiempo se me pasó volando, como si de repente hubiéramos pasado de un día al otro como si nada. Quizás fue porque investigar y estar en el castillo en guardia por si hasta un meteorito se estrellara en el castillo se me hacia muuuuuy aburrido si lo comparaba con negociar, pelear o simplemente quedarme en mi casa... si, seguramente el motivo fuera ese. En fin... para no aburrirme le estaba sacando unas cuantas monedas a los nuevos reclutas que aún no me conocían con unos cuantos juegos de trilero en las almenas... hasta que todo se fue a la mierda con un terremoto.

¡Ostia puta!- obviamente lo primero que hice fue sorprenderme, y sin perder tiempo me dirigí hacia mi arma y mis cosas para salir corriendo afuera a ver que coño había pasado... ¡¿NO ME JODAS QUE LO DEL METEORITO HABÍA PASADO DE VERDAD?!

Pero no... no era precisamente un meteorito lo que causó el temblor... pero desde luego si fue algo de otro mundo -¡COÑO UN PUTO DRAGON ZOMBI!- exclamé anonadada al verlo desde encima de las murallas... ¡¿de donde coño había salido eso?! ¡¿Que coño hacemos contra eso?! ¡¿QUE ES ESO?!

No se, pero ya estaba empezando a escuchar ordenes cercanas a mi. Al parecer era Alanis que ya estaba preparándose para atacar... sinceramente, no tengo ni la más remota idea de que puede hacer una tendera contra un dragón por muy caballera diamante que sea, de momento andaba algo bloqueada... así que mejor me ponía a hacer algo -¡Eh, Alanis! ¡Yo me encargo de buscarte a toda esa gente!- le grité a la semidragona a pleno pulmón para que lo supiera... yo creo que sería más rápida que cualquier otro soldado de segunda... ¡motivada estaba desde luego!

Al contrario que todos los demás, yo me encontraba haciendo algo atipico. No me pude esperar aquello que espié junto a Cytla, y después de aquello y para su favor me puse muchisimo más obediente y menos juguetona que de costumbre... Me limité a seguir mi objetivo mientras que durante todo el tiempo en mi mente se pasaban repetidas veces aquellas palabras. Estaba medio quebrada y apenas si sabía lo que hacer. Durante la noche apenas si llegué a dormir siendo que estaba alicaida y al final opté por dar un paseo, andando. Cualquiera que pudiera verme notaría lo apagada que estaba, pero con mi hermano era diferente, por aquella conexión que teniamos podía notar que estaba confusa y preocupada.

Por ello fue que ante aquel terremoto me quedé quieta y clavada en el sitio hasta que Fio llegó a por mi - ¿Eh? ¿Qué? S-s-si... V-vamos - Con algo de duda alcé mi mano creando un portal hacia la habitación de Glaius para ir a por el y desde ahí cambiaría el portal a las almenas, donde ya nos reunimos con Alanis y Cytla la cual esta se fue corriendo a buscar gente. También pude ver el culpable del terremoto, no obstante mi expresión no cambió, seguía aturdida... pero tenía que hacer algo, no podía ser una inutil, no ahora.

-E-es... un dragon no muerto... M-mi magia de luz podría servir c-como su punto debil... Y sino... puedo generar escudos p-para que no avance... - Al contrario que otras veces decía mis posibilidades, pero no actuaba... - ¿Qué debo hacer? - Obviamente por lo que ya sabía, no solo no iba a actuar a la ligera... sino que tampoco mi cuerpo respondía a que lo hiciera. Estaba peor que solo por enterarme del hada que nos puso en jaque y vimos a través del portal.

Sin perder tiempo, Cycla fue al interior del castillo para buscar al resto de caballeros que podrían ser útiles para la defensa. Mientras tanto, los soldados ya estaban posicionados tras las balistas.

-¡Fuego! -gritó Zedron, dando la señal para que todos disparasen.

Los proyectiles volaron a gran fuerza y velocidad, pero no hicieron más que clavarse sobre el cuerpo muerto de la bestia sin siquiera causar reacción sobre esta.

-Eso no funcionará... -anunció Glaius que iba llegando gracias a la ayuda de Faith. Como era de esperarse, iba esposado de pies y manos. -. Es un No-Muerto de nivel alto... No pueden matarlo con herramientas. En alguna parte de su cuerpo, seguramente dentro del cráneo, debe haber un núcleo rojo con forma de esfera: ese es su punto débil, y el que debe ser destruido. A pesar de ser un esbirro, no parece haber nadie manejándolo... Seguramente piensa por si solo, o simplemente no piensa: Si le ponen un objetivo al que enfrentar, seguramente se detendrá para hacerlo.

-Entonces debemos actuar rápido. ¡Caballeros, prepárense para luchar! -Zedrón observo a todos los presentes, pensando rápidamente en un plan de acción. -. Alanís, Alessandro: Liderarán un grupo de caballeros para enfrentar directamente al dragón. El objetivo es distraerlo y sobrevivir, pero si son capaces de abrirle un agujero hasta el núcleo y atacar, no desaprovechen la oportunidad -se dio la vuelta para mirar a otro grupo. -. Faith, Fío: Ustedes organicen a los magos y preparen una lluvia de hechizos sobre el objetivo. Usen un Mago de Comunicación para avisar a Alanis y Muramasa del apoyo y que así puedan alejar al grupo del área de fuego. Yo recorreré la ciudad con otro grupo para ayudar a las personas que aún están huyendo: cuando todos estén dentro, cerraremos las puertas de las murallas y me uniré al combate. ¡Moveos!

Sin perder tiempo, Zedron salto de la muralla para aterrizar bruscamente contra el suelo, haciendo una seña con su espada para que un grupo de distintos caballeros se uniesen a él, entre ellos Eldruin.

Los caballos ya estaban listos para que que el grupo de Alanís y Alessandro pudiesen partir contra el coloso al que se enfrentarían. Caballeros de menor rango ayudaron a dividir la entrada para que por un lado entrasen las personas y por el otro pudiese salir el grupo.

Mientras tantos, los magos se reunían sobre la muralla, donde esperaban ordenes de las hadas.

-... -Glaius simplemente se quedaba en silencio, apartado para no llamar la atención y ver que harían los gemelos.

Entonces, la cruzada contra el dragón se puso en marcha.

Fue así como partieron cabalgando hacia la criatura que asediaba la ciudad principal de Aztora. Junto a ti, en su caballo marrón manchado, iba Alessandro Greyheart, padre del trío Cerberus y Caballero Diamante Rojo a poco tiempo de su jubilación.

-Supongo que no podía irme sin alguna historia para contar -comentó de camino con una leve sonrisa.

Entonces, al estar a varios metros del dragón, este se detuvo y empezó a abrir su boca para soltar un sonoro rugido que liberaría una ventisca, la cual hizo volar varios objetos pequeños por la calle mientras seguían avanzando.

Ya de cerca se podía apreciar mejor el tamaño de la inmensa criatura. Con una de sus patas perfectamente podría aplastar a cualquiera de los presentes, y era por eso que deberían actuar con prudencia.

Ustedes llegaron desde la parte que aún seguía en pie de la ciudad, siendo que se enfrentarían al dragón entre calles y casas de distintos tamaños. Por otro lado, por donde venía el dragón, había un gran camino de caos y destrucción que hacia un área "despejada" pero con muchos escombros y desniveles.

A modo de iniciación, Alessandro se tomó las molestias de fijarse bien en el entorno y en el enemigo en si, como si buscase algo con lo que poder sacar alguna ventaja, pero por su expresión no parecía haber conseguido nada útil...

Una vez el otro grupo y Zedron abandonasen la muralla, el nigromante sujetaría sus cadenas y las corrompería hasta que se rompiesen, siguiendo con hacer movimientos de muñecas.

-¿Que pensáis hacer? Vuestro poder perfectamente podría acabar con el dragón, pero también con toda la ciudad. Es momento de no pensar en atacar a lo bruto, y hacer un plan con todo lo que se les ofrece... -opinó señalando a la gran cantidad de magos que esperaban sus ordenes.

A lo lejos se podía ver como el dragón se detuvo para enfrentar al grupo de Alanís y Alessandro. De momento tendrían algo de tiempo para pensar.

Entonces, llegó a la muralla aquel caballero que conocían tan bien: Feris, el chico lobo que esa vez iba sin sus hermanas. Si expresión parecía un poco diferente a la de molestia usual, pero era el mismo caballero de siempre. Fue hasta ustedes, y escuchó lo que tenían que decir pacientemente antes de fijarse en Glaius.

-... -y sin previo aviso, el chico lobo sujetó firmemente su Naginata y lanzó una estocada hacia el pecho del nigromante.

Por suerte, Glaius pudo actuar a tiempo y moverse a un lado, terminando por sujetar la vara del arma que por poco lo atraviesa, mirando fijamente a lobo que ahora miraba al suelo...

Al llegar a la habitación de la princesa, te presentaste detrás de la puerta esperando su aprobación para entrar. Para tu sorpresa, no recibiste respuesta: esperaste un par de segundos por si era cosa tuya, pero entonces escuchaste un extraño ruido al otro lado. En una situación así, no te pudiste dar el lujo de seguir esperando, por lo que entraste en los aposentos de Artanis.

Allí estaba la princesa, con su armadura y su lanza, parada sobre la ventana buscando alguna manera de bajar. Desgraciadamente, tu presencia significaba que su plan de escape y unirse a la batalla había fracasado.

-Tsk... -chasqueo la lengua molesta, bajándose de la ventana sin esperar a que dijeses algo. -. Bien, bien... Me quedaré dentro del castillo. Mi familia debe estar en la sala del trono, vamos...

Por más que la princesa fuese una gran guerrera, era tu trabajo mantenerla segura, y dejarla ir a la pelea contra el dragón era todo lo contrario de seguro, por lo que la escoltaste a la sala del trono...

Luego de que recorrieses el castillo indicando lo sucedido y llamando al resto de caballeros, pasaste frente a la sala del trono, siendo llamada entonces por una voz familiar.

-¡Cytla, ven aquí! -te llamó Muramasa, dentro de la sala del trono con los demás que habían allí: El príncipe, la reina, el rey, Marshall, y muchos otros caballeros. -. Vaya desastre hay allá afuera... Nosotros debemos proteger a sus majestades: con todo el caos que hay, no me extrañaría que alguien más se volviese a meter...

Entonces, dos personas más llegaron a la sala...

Baeric trajo consigo a quién faltaba en la sala del trono, a la princesa Artanis, puesto que los demás miembros de la familia real ya estaban allí. El propio Marshall también estaba presente, y Cytla con Muramasa protegían el lugar con otros caballeros.

-¡Hermana! -el príncipe se quedo viendo nuevamente a Artanis, tal como aquella vez del incendio. -. No pensabas salir, ¿verdad? -era imposible no fijarse en el hecho de que la princesa iba con su armadura y su lanza, por lo que se podían deducir sus intenciones.

-Supongo que ya no... -admitió pesadamente la princesa, dirigiendo una mirada de molestia a su escolta antes de ir a su trono.

-Somos los únicos Diamantes aquí, los demás deben estar afuera contra el dragón -les dijo Muramasa empuñando su katana. -. Desearía estar afuera luchando, pero me pidieron que me quedase cuidando a los reyes... Creo que no han entendido que soy mejor matando que cuidando, ¡ha, ha, ha!

Entonces, alguien más llegó al salón. Sus fuertes pisadas resonaban por el lugar mientras se acercaba empuñando su lanza. Su expresión era muy diferente a la que estaban acostumbrados, pero seguía pareciendo el Frey de siempre.

La sala era amplia, con caballeros a los lados permitiendo el paso por el centro. Los reyes y Marshall estaban al fondo en la zona de los tronos, y ustedes esperaban en medio de la sala.

-... -sin decir nada, se acercó a ustedes, y se les quedo viendo unos segundos antes de fijarse en Baeric. -. Tu... -con una voz apagada, levantó su arma y lanzó un Rápido tajo en presencia de todos hacia el caballero halcón. Ahora podían deducir que algo andaba mal...

Llegó junto a su hermana y Glaius con rapidez gracias a un portal, pudiendo ver cómo todos se esforzaban por mantener a raya el colosal enemigo pero el nigromante tenía razón.  Escuchó atentamente a Zedron y asintió con total seriedad.

-Su escudo es el hueso, le reduciré la firmeza resquebrajando su interior.  Tengo un plan, necesito que 5 de los mejores lanceros se preparen en grupo para apuntar en un mismo lugar. Faith, debes crear un portal justo en el cráneo, donde Glaius te diga que está el punto débil. El trabajo de los lanceros será romper el hueso y atravesarlo.

Fío podria ser todo lo inseguro que uno quisiera pero cuando tocaba pelear cambiaban las tornas con su hermana y más, era frío, calculador y... Rezumaba poder por cada poro de su piel a causa del caos interno. Las hadas ya no podían hacer nada  no más, el resto quedaba en manos de los guerreros así que una vez dijo eso marchó junto con Glaius y su hermana hacia la muralla donde todos los magos se habían unido para ser comandados. 

Fío ayudó a Glaius a acabar rápido con sus cadenas, le parecía estúpido tenerlo atado cuando lo necesitaban con todas sus cualidades así que no dudó en corromper la estabilidad de las mismas. -Magos atención, voy a corromper el estado de los huesos craneales. Quiero que todos los hechiceros dedicados a fortalecer vayan con los lanceros designados por mi, necesitamos que estén lo más potenciados posible, los magos dedicados a la defensa, id con Alanís y Alessandro, necesitan escudos mágicos para sobrevivir el mayor tiempo posible. 

Empezó a dar ordenes rápidamente, sin perder un solo segundo mientras sacaba su báculo y apuntaba al enorme dragón. -Faith, en cuanto acabe el conjuro vete corriendo con los magos de defensa, los guerreros necesitaran tu curación. ¿Puedes mantener el portal y curar al mismo tiempo? Si es así perfecto, si no, quédate y que vayan los otros curanderos de bajo rango. 

Estaba canalizando cuando de pronto vio por el rabillo del ojo a Feris atacando a Glaius.

-¡FERIS NO! 

Tarde, el no se podía mover por el hechizo y por suerte Glaius había esquivado el golpe, en modo batalla lo bueno que tenía Fío era la pura concentración y seriedad, dejando de lado casi todo sentimiento que molestase en la pelea.

En cuanto tuvo todo canalizado con ayuda de su hermana quién se mantenía cerca adrede, lanzó el hechizo corruptor, el cual si daba en el blanco podría lograr que los lanceros atravesaran con facilidad el cráneo gracias al portal de Faith, el cual debía tener listo para ese momento.

Asentí a las ordenes de todos, ya que más nada podía hacer. Parecía que mi comentario de la magia luminica había pasado desapercibido, pero por suerte para mi y mi estado de confusión total, Fio había tomado las riendas de la operación haciendo que no tuviera que dudar por las decisiones que hubiera que tomar. Fui junto a Fio medio volando hacia el dragón y emparte empequeñeciendo para estar a su altura ahora si y cuando me explicó su plan no pude dejar de atenderle con una cara de suma preocupación y duda.

-E-está bien... abriré el portal para que los lanceros p-puedan atacar sin riesgos y atraviesen el hueso... - Me repetí a mi misma intentando darme algo más de confianza e intentar abandonar el sentimiento de duda, pero era imposible. Glaius por otro lado nos aconsejaba por lo que ya sabiamos pero... - No podemos... Si usamos nuestros hechizos más poderosos... La princesa nos encerrará y nos querrá ejecutar. Seguro - Mis ojos se volvieron vidriosos y solo reaccioné cuando vi a Feris casi atravesar a Glaius. Me quedé helada y sin saber lo que hacer por un segundo hasta que mi mente solo pensaba en Fio

-Hermanito, concentraté, ahora no puedes desviar tu atención. El craneo, solo piensa en el por favor. - Me torné de nuevo esta vez para interponerme en la visión de Fio con la escena de Glaius - ¿Estás bien viejo? - aunque aún dudaba tenía algo muy claro - Mi hermanito no puede desbordarse - Reten a Feris todo lo que pueda, seguro está siendo controlado con la misma magia negra que Perceval, y aunque aún no lo he comprobado, tengo mis sospechas de que la princesa también pueda haber sido afectada - Era obvio que aquel lapsus de la princesa no era logico, había algo detrás. - Aguanta todo lo que puedas viejo.

Ahora si, tocaba el dragón. - Hermanito ya estoy, lista para cuando me digas. Los lanceros parecen estar listos también ¿Les aviso? - no era propio de mi pedir permiso, pero una vez lo tuviera gritaría un poco - Os crearé un portal lanceros, enfocad vuestros ataques a través de dicho portal, el primero que atraviese el craneo que busque el orbe rojo que dice el nigromante. - Y de nuevo volví con Fio posando una mano sobre el - Confio en ti hermanito. - A su orden pondría entonces un portal en la base inferior del craneo mientras que el otro lo pondría delante de los lanceros

Alanis se cubrió con un brazo de la ventisca, que le caló con el frío de ultratumba hasta los huesos. Incluso había un poco de escarcha en las uniones de placas de la armadura.

-Hielo...era un dragón de hielo... -masculló esto para sí, determinando el tipo de amenaza y quitándose de encima la preocupación de que actualmente fuese alguien que conocía. La relación con su familia era...buena, pero debido a que había volcado casi todo su tiempo en entrenamientos, realmente no era demasiado profunda. Tenía entendido que tenía algunos hermanos y hermanas, pero habían nacido de dos dragones puramente para conservar la especie de dragones de luz, así que no eran cercanos con ella y rara vez los veía. A veces le gustaba imaginar cómo serían estos...probablemente más jóvenes en aspecto que ella al ser enteramente de esa especie, a pesar de fácilmente sacarle algunos siglos.

Carraspeó y volvió la vista hacia adelante.

-Greyheart, por favor sea cuidadoso -habló en un tono formal, propio de cuando se refería a alguien de la categoría de Diamante Rojo- Me gustaría que pudiera retirarse sin mayor contratiempo. Adicionalmente...si la situación se sale de control, por favor no dude en pedirme que la controle. Sea lo que sea que suceda con un enemigo así, debería ser capaz hacer algo al respecto, aunque es un esfuerzo bastante colosal...es decir, puedo forzar mi vena dracónica para contenerlo en uno contra uno en caso de que todo falle. Dejaré a su discreción este detalle para el futuro cercano.

Esperaba que con la estrategia de todo, pudieran hacer caer ese dragón sin tener que recurrir a ello.

La princesa no respondió a la llamada de Baeric…el caballero se estaba impacientando, ¿habría sido capaz de salir de ahí en un intento de hacerse la valiente?, luego se escuchó una serie de ruidos y el caballero no se lo pensó dos veces antes de abrir la puerta con un fuerte placaje de su brazo metálico, encontrándose con la princesa en el interior, vestida con su armadura y su lanza, preparada para saltar por la ventana.

Al verle, la chica chasqueó la lengua y bajó de la susodicha, aceptando a regañadientes que se quedaría dentro del castillo. No hizo falta decirle nada, pero Baeric…sonrío al ver ese espíritu luchador sobre la que sería su futura monarca.

-Princesa…se que ansiáis pelear, pero ahora no es el momento, vuestra familia os necesita para que los protejáis y mi trabajo es protegeros a vos…-Sentenció tendiéndole la mano por si quería ayuda para bajar las escaleras en dirección a la sala del trono.-Permitid que os ayude...las escaleras son muy traicioneras llevando armadura, no será la primera vez ni la última que alguien se ha caído por ellas, incluyéndome yo...-Sonrío intentando quitarle hierro al asunto y animarla ya de paso.

Baeric era cierto que tenía un plan, pero admiraba aquella mujer, era la verdad…y en un futuro, si su suerte era la que creía…sería su esposa, eso…o tendría al reino en bandeja de plata. “Tiene que ser así…tiene que ser así…” Se dijo un par de veces mientras clavaba sus ojos en ella. “No perdí un brazo y una aldea por nada…” Pensó con cierto asco hacía su propia persona, pero era algo que no podía evitar pensar.

Fuera como fuera, cuando estuvieron en rumbo a la sala del trono, Baeric no dudó en animar a la princesa.-Llegará vuestro momento de brillar alteza…y ojala esté ahí para verlo como vuestro más ferviente admirador…pero hoy no puedo permitir que luchéis.-Dijo antes de pararse frente a la sala del trono y entrar en ella.

Baeric finalmente entró en la sala del trono acompañada de Artanis, la cual estaba vestida con su armadura y con la lanza preparada, lo que significaba que ella estaba preparada para el combate…¿Cuál?...habría que ver como avanzaba la cosa, pero en un principio era el que  se estaba preparando allá afuera.

A pesar de la charla con la princesa y su clara mirada de desdén, Baeric tomó lugar junto a los demás caballeros diamante, por lo o visto el resto estaban peleando contra el dragón. Por su parte, el caballero halcón al escuchar las palabras de Muramasa, no dudó en sonreír.

-Cierto es que afuera estarían más tranquilos con tu ayuda, a fin de cuentas tu habilidad con la espada es inmejorable mi estimado amigo…pero no seré yo quien juzgue donde has de estar compañero.-Sonrío levemente.

-¿Y tú Cylta?, ¿también te encuentras aquí?...bien, cuantos más mejor, aunque he de decir que…me apena no poder estar junto al resto venciendo a la bestia, sería una gran hazaña de la cual me gustaría tomar parte, pero…creo que terminaría estorbando a los presentes, mi espadita no sería capaz de dañar algo tan grande.-Confesó con solemnidad antes de volver a sonreír. Una cosa era segura y era la honradez y humildad del caballero, llegó muy lejos si, incluso se habla de cómo hizo proezas con un solo brazo, pero ahora estaba junto al resto de caballeros diamante, tenía su mérito sobre todo por su joven edad.

Pero mientras charlaba tranquilamente con sus compañeros, ocurrió algo inesperado, Frey apareció en la sala del trono…en un principio Baeric no le prestó atención, estaba demasiado ocupado hablando y intentando relajar a sus compañeros. Estaba de espaldas a Frey en el momento en que escuchó un “Tú…” y el ruido de placas y malla tensándose cuando alzó su lanza para atacarle. Baeric era rápido, muy ágil a decir verdad y no tardó en demostrarlo, zafándose con gran celeridad de aquel ataque por la espalda, fijándose luego en que el atacante era el mismo Frey que acababa por entrar en la sala.

Baeric desenvainó con rapidez.-Frey, , suelta esa lanza ahora mismo antes de que te hagas daño…estamos en presencia de sus majestades.-Le avisó.-Si no lo haces te consideraré una amenaza para el reino y no voy a permitirlo.-Dicho eso alzó más la voz.-Última oportunidad Frey Beheloth Caballero de rango diamante, suelta tu arma y ríndete.

Le había pillado por sorpresa como se podía ver…pero aún así Baeric no iba a achantarse, si Frey no se detenía…tendría que matarlo.

Ante la posibilidad de usar el poder de Alanís para igualar las cosas, Alessandro asintió y siguió recorriendo los alrededores del dragón con los demás caballeros en busca de un punto para atacar. Mientras tanto, desde las murallas las hadas preparaban su ataque: Empezando por un portal abierto de Faith directo sobre el cráneo del dragón, del cual salió un orbe de magia caótica que al entrar en contacto con los huesos y la carne empezaron a corromper hasta abrir un agujero, lo suficientemente grande para revelar un orbe rojo en el interior. En ese punto, los lanceros en las murallas, con sus lanzas hechizadas, empezaron a arrojar sus armas directo hacia el objetivo, puesto que estaban muy lejos como para estocar; por desgracia, el dragón pudo apartar la cabeza del portal lo suficiente para que los lanceros no pudiesen hacer nada.

-¡Estuvo muy cerca! -dijo Alessandro mientras hacia unas señas con su mano al aire, a la espera de que las hadas entendiesen que tendrían que intentar de nuevo. -. A ver si esto ayuda... -con el fin de hacer más fácil dañar al dragón, y no dañarlo directamente, el caballero rojo tomó firmemente su lanza y se puso de pie sobre su caballo, el cual dirigió directo hacia el dragón desde un costado. Al estar cerca, sus musculos se marcaron notablemente, segundos antes de saltar hacia una de las piernas delanteras del dragón dispuesto a atravesarla con su lanza; a pesar de haberlo logrado, quedando así colgado de la pierna, el dragón no pareció inmutarse en lo más mínimo. -. Diablos...

Nuevamente, los lanceros recogían las armas que les iban trayendo, preparándose para otro ataque si así las hadas lo ordenaban.

Mientras tanto, el dragón, cansado de avanzar sin hacer nada, empezó a agitar fuertemente sus alas, pero no con la intención de volar; con aquellos lentos pero potentes movimientos empezó a crear una fuerte corriente de aire a su alrededor, ventonada que mandaría a volar a los caballos de aquellos que no tuviesen la habilidad suficiente para mantenerse en el suelo.

-Para los lanceros será casi la misma estrategia. ¡Dadme un minuto! Avisó así a los Lanceros a los cuales se acercó lo más rápido que pudo. Se colocó frente a ellos y empezó a canalizar su energía a todas y cada una de sus armas, proporcionándoles un aura caótica que se podía ver ligeramente, el que no fuera mago sentiría algo de incomodidad posiblemente pero era lo mejor que podía hacer. -Las he potenciado. 

Voló hasta Faith para informarle de lo que acababa de hacer y además miró hacia el Dragón. -Estoy agotado, no creo que pueda usar mucha más magia así que me voy a reservar. Faith cierra ese portal y abre uno a centímetros de su gema... Sé que desde aquí es difícil calcularlo al aire así que...Úsame de guía. Ábrelo justo donde yo esté posado y anuncia a los lanceros que estén preparados para atacar nada más se abra el portal, no tendrán que lanzarlas podrán clavar a esa poca distancia. Respiró profundamente y alzó el vuelo completamente alto a una distancia en la que el bicho no lo viera venir y se hizo chiquitito de nuevo para con rapidez posicionarse unos cuantos metros sobre la cabeza del mismo que con suerte no lo vería ni sentiría hasta que estuviera enganchado a tamaño ya normal justo en la gema, agarrándola con fuerza a la espera de que Faith abriese el portal sobre el y que los lanceros atacasen.

Confiaba tanto en su hermana, solo esperaba tener tiempo suficiente como para apartarse antes de que estos empalasen la gema si no, sería el quien acabaría lanceteado junto a la misma aunque tenía fe, necesitaba tener fe en el trabajo de todos y en el suyo propio.