Partida Rol por web

Cuando llegaron los dos que faltaban la semielfa saludó de vuelta y esperó a que alguno de sus compañeros dijese lo que habían visto, al fin y al cabo ella no había podido ver nada. Sonrió con las explicaciones de Adolamin, la realidad distaba bastante de la imagen que el bardo ofrecía, pero como no hacía daño a nadie guardó silencio.

Saludó a sus amigos desde la lejanía a medida que se iban acercando. El viaje había sido laaaaaargo, muy laaaaaargo, y pese a que Roman era un buen acompañante… a ratos… sus minuciosas preguntas habían incomodado al joven mago.

- Nosotros bien, todo tranquilo, ¿verdad Roman?. – respondió a Ado. – Sin orcos ni nah, muy aburrido todo. -   ¿Orcos?, ¿realmente se habrán topado con orcos? Pudiera ser, si los kobolds habían logrado llegar al valle, ¿Por qué no orcos?... Pensó Gaelan.

Se sentó o mas bien se dejó caer sobre el primer sitio que vió. - ¿Y cuando se cena?. – sonrió.

Brynn estaba en la chimenea luchando para que prendiera bien la llama y parecía que estaba ganando el guerrero. Por encima del hombro observa la escena de la llegada y las explicaciones. Encarna una ceja antes los narrado por lo sucedido, no es del todo cierto lo que dice Ado, pero él siempre está dandole vueltas a las frases, la verdad que si llegan a estar más cerca hubiera cargado contra ellos sin duda.

Se encogió de hombros y terminó de encender la chimenea, por si iban a pasar allí la noche.

-Coge la cena de las alforjas de Barry y tráelas, saco sin fondo- le recrimina a su amigo Gaelan, como si él comiera poco...

Roman abrió los ojos como platos.

-¿Orcos? ¿Orcos? ¿Estais seguros? ¡Es imposible que hayan orcos en el valle! Un momento, vosotros nunca habiais visto un orco. ¿Cómo sabeis que lo eran? ¿De cuantos estamos hablando? ¿En qué dirección se dirigían?

Asombrado ante la reacción del mediano, Adolamín emplea toda su habilidad para intentar explicarse

- Pues... No. Es cierto nunca vimos uno. Yo, por lo menos, no los había visto. Pero escuché hablar de ellos y escuché sus descripciones... en las leyendas e historias siempre hay orcos - agregó como si se tratase de un secreto solo conocido por él - Además después de verlos no tuvimos ninguna duda, digamos que no creo que a muchas criaturas se las pueda describir como "Grande, Feo, Verde y Verrugoso" - completó con una sonrisa

- En cuanto a "Cuantos", vimos dos, pero creo que eran parte de un grupo mayor - añadió empezando a preocuparse por la reacción de Román - O eso supongo. Oimos ruidos en la quebrada y Jaelle bajó a investigar, pero entonces oímos, además, ruidos en el camino, por lo que optamos por ocult... por verificar la situación antes de reaccionar - se corrigió a si mismo, tratado de justificar el verdadero motivo, el miedo, que lo había llevado a esconderse

- Así fue que los vimos, aunque ellos no nos vieron a nosotros. Pensamos en acabar con ellos - aseguró, como si ello hubiera sido posible - Pero sin estar seguros si había más en las cercanías, y sabiendo que Uds. deberían avanzar por el mismo camino creímos mejor dejarlos marchar sin hacerles daño -

A medida que repetía la historia, el bardo aumentaba la sensación de riesgo que habían corrido. Seguramente cuando volvieran al pueblo podría escribir la "Marcha de los orcos desconocidos" donde el grupo, con gran habilidad, había dado el esquinazo a varias partidas que los perseguían a través de la espesura, después de que ellos los hubieran dejado en ridículo, gracias a sus dotes guerreras. Solo era cuestión de darle tiempo para que desarrollara, en su imaginación, la historia de lo que podría haber pasado

La alarma que demostró el mediano ante la mención de los orcos hizo que Jaelle se replantease su actuación, quizás había sido muy temeraria al intentar acercarse sola. Y también le indicó a la semielfa que el hechizo de protección del valle, ese que había puesto el ser que quería hacerse con Selene, probablemente se había roto por algún sitio.

Asistió como espectadora a la narración del bardo y se maravilló de como podía cambiar los hechos con sus palabras, era más bueno que ella mintiendo, o quizás es que al contrario que la chica él realmente creía lo que decía. 

Brynn asiente con la cabeza mientras sigue removiendo el fuego para que coga el tiro de la chimenea. No tiene nada más que añadir, hace dos días un jabalí era peligroso, luego fueron arañas, lobos, kobolds, una frontera mágica y un anciano asesino. Sus padres y mentores son expléndidos guerreros y magos y hay una persona escondida de un poderoso nigromante. Un par de orcos es como una gota más en un lago cada vez más grande... el guerrero estaba perdiendo su capacidad de asombrarse como defensa ante todo lo que puede abrumarle.
 

-Esta bien. Creo que se a que lugar os referis. Quedaos aqui. Yo volvere en unas horas, antes de que anochezca. Debo averiguar a donde se dirigian y de cuantos se trata.

- Iras solo? - El bardo, por un lado, prefería permanecer cómodamente instalado en la cabaña, pero por otro quería observar al mediano que, por lo que parecía, estaba acostumbrado a las aventuras "Si no lo viera, nunca lo hubiera sospechado" se planteo a si mismo al ver la tranquilidad con que se planteaba ir a seguir a un grupo de orcos

- No necesitas que te acompañemos? Se que la idea era ocuparnos de los kobolds, pero si piensas que es necesario averiguar algo sobre estos orcos podríamos ayudar. De hecho, podríamos indicarte, exactamente donde los vimos - aseguró esperando ser capaz de identificar el lugar

No. Prefiero que os quedeis aqui. No os preocupeis por mi, podria meterme en la ropa interior de un señor de la guerra orco sin que se enterara -dijo con una sonrisa que le hacia hoyuelos en las mejillas.

Quedaos aqui y descansad un poco. Mañana no nos faltara la accion, ya vereis.

Cogió algo de comida de las alforjas de la montura y volvió algo desilusionado por las viandas que tenían para comer. La verdad es que nada se parecía a la comida de su madre, pero en fin, era lo que había, asi que no se iba a quejar.

Observaba como Brynn azuzaba el fuego mientras llenaba su estómago cuando Roman decidió marchar. – Adolamin, conozco y hago por entender tus ganas de aventuras, pero… creo que lo mejor será permanecer aquí descansando y dejar a los mayores. – aunque no fuera por tamaño. – que hagan las cosas de mayores. Si algo he aprendido en el día de ayer es que ellos se bastan y se sobran para hacer cosas increíbles, asi que por mmi lado, preocupación cero. – Era una sutil forma de decir que tenia miedo y que no le apetecía lo mas mínimo acercarse a ver a los orcos, aunque algo en su interior le decía que acabarían yendo.

La seguridad de Roman hizo que la semielfa recordase la reunión del día anterior y lo diferentes que eran en realidad los habitantes de la Aldea de como ella los había visto durante toda su vida. De repente se sintió muy pequeña, joven e inexperta. Apartó la mirada del resto de los hombres de la cabaña y en un arranque, sin saber por qué, se levantó y salió.

-Voy a por más leña. -murmuró mientras se movía.

Le faltaba el aire.

- Como quieras, solo queríamos ayudar - contesta el bardo algo mosqueado por no ser participe de la expedición

- Descansaremos y estaremos listos para mañana - agrega - Ya verás que puedes confiar en nosotros -

Roman os abrazó a cada uno de vosotros, cogió su equipo y su mochila y se plantó en la puerta. 

-Nos vemos en una horas. Nada de montar una fiesta mientras esté yo fuera, eh? Cuidaos!

Y, poniendo el bastón por delante de sus peludos pies, desapareció por la puerta.

Pasaron las horas y el día avanzó. Roman no regresaba y pronto se acercó el crepúsculo. Los chicos estaban preocupados por su amigo pero sabían que de noche era cuando los orcos salían de sus guaridas y Roman les había dicho que esperaran en la casa. Organizaron las guardias de la siguiente manera: Jaelle, Gaelan, Adolamin y Brynn. No encendieron ningún fuego excepto el de una vela para no llamar la atención, asi que durmieron enterrados en mantas.

Mientras Jaelle vigilaba, Gaelan preparó sus conjuros del día siguiente y, cuando Jaelle se retiró a dormir la sustituyó. Estaba bastante cansado y le pesaban los párpados pero a sus oídos no les pasaba nada y, de repente, le pareció escuchar unas risillas que venían del bosque, de la oscuridad total que se extendía más allá del alcance de la llama de la vela, que alcanzaba hasta la ventana.

Aunque se había dormido sin tener noticias de Román, lo cierto es que el bardo estaba demasiado cansado como para preocuparse por ello. Por lo menos por el momento.

Mientras las quedas risas sonaban, o por lo menos amagaban sonar fuera de la cabaña, Adolamín fue incapaz de darse cuenta de las mismas. Sólo se movió en su petate y emitió un leve ronquido que ni siquiera alteró el sueño de sus compañeros

- Zzzzz -

Gaelan despertó a Brynn, Jaelle y Adolamin por ese orden. Lo hizo en silencio, sacudiéndolos suavemente de los hombros. El mago se llevo un dedo a los labios y señaló la ventana. 

-Hay algo ahi fuera...

El guerrero se despertó de golpe, no había dormido bien, echaba de menos su cama y los sueños estuvieron plagados de orcos con porras, que me atacaban mientras contaban chistes, de unas pequeñas bocas que les salían de la altura del estómago. Así que se despertó rápido, tras unos momentos de confusión no sabía si era de día o de noche, así que tras unos parpadeos, la información le llega al cerebro.

¿Como que hay algo ahí fuera? Brynn se levanta de un salto y coge su espada larga que está apoyada a la pared, arrugando el entrecejo se encamina a la puerta para salir a ver que pasa. Ha dormido con ropa ligera, ya que la chimenea ha calentado la habitación. No se da cuenta que su amigo señalaba la ventana.