Partida Rol por web

Sus compañeros ya habían partido cuando llegó donde se encontraba Román, cosa lógica por todo el tiempo que había perdido en casa de Beatrix… y total, para nada. – Si, si, todo bien. – respondió a la pregunta del mediano. Obviamente, no iba a explicar los motivos de la tardanza, sentía lealtad por su mentora. – Aunque podría haber ido mejor. – dijo dándose cuenta de que realmente estaba hablando en alto.

- Umm, bueno, nos vamos?. Si nos sacan tanta ventaja mejor será que salgamos cuanto antes… Madre mía, seis horas de camino!! Creo que nunca he andado tanto. -

El guerrero que iba a ocultar al burro, no pudo dejar de oir a la Elfa como resbalaba, rapidamente soltó las riendas y corrió hasta el borde, donde se paró para mirar para abajo. Se mordió la lengua para no gritar su nombre y entre en plovo no veía nada de nada, así que volvió al burro y empezó a buscar una cuerda.

-Cuerda, cuerda, cuerda, donde demonios estas- lanzaba mirada por encima de su hombro hacia el otro lado, esperando ver sugir una docena de cabezas de enemigos-.

Al darse cuenta que su compañera había resbalado, Adolamin aferró con mas fuerza su arco y murmuró preocupado - Brynn, sacala de allí. Yo me ocupo de quien pueda venir a investigar -

Mas allá de la seguridad de sus palabras, para sus adentros el bardo estaba preocupado. Sin saber quienes eran los que estaban hablando ni cuantos eran, no estaba seguro si dispararles era una buena alternativa. Un disparo por sorpresa solía ser más efectivo, pero quizás lo mejor era no disparar

- Veamos quienes son - se planteó a si mismo acercándose al borde del barranco y apuntando con su arma a la vez que intentaba pasar desapercibido

Jaelle aterrizó con habilidad, minimizando el daño de la caida, que se quedó en nada. Sin embargo, ella también podía oir el silencio que siguió al desprendimiento de rocas que había provocado. 

Mientras, Brynn encontró por fin la cuerda pero no sabía si tendría tiempo de subir a Jaelle antes de que los localizaran.

Después del susto inicial de perder pie la semielfa pudo reaccionar lo suficientemente rápido como para caer con la gracia típica de la herencia paterna, a pesar de ese pequeño triunfo el silencio que se podía casi tocar le indicó que estaba en problemas. No tuvo ni que pensarlo, ella era mejor escondiéndose que trepando, por lo que se acercó a la pared de enfrente donde crecían unas raíces y contorsionó su cuerpo para evitar ser descubierta desde arriba.

Al notar como Jaelle rodaba y buscaba la oscuridad de las raices, Adolamín dió un paso atrás y se mantuvo tras uno de los arboles que coronaban el barranco

- Espera - le susurró a su compañero al ver que se aproximaba con la cuerda en la mano - veamos que, o quienes, están allí antes de lanzarle la cuerda. Quizás debes bajar tu en vez de subirla a ella - añadió mientras empulgaba una flecha y trataba de observar los acontecimientos entre el ramaje

El guerrero miró una última vez al barrando y chasqueando la lengua, llevó el burro a un lado del camino para ocultarse. Si iban a esperar haría algo mientras, así que dejó que Ando se quedará vigilando para ver que pasaba y el guerrero se dedicó a hacer nudos y más nudos sobre la silla de montar del burro. Así más tarde, podrá acercar el animal al barranco y tirar la cuerda desde el mismo borde, ya sea para bajar yo o subir ella.

Una vez terminada su obra, levanto un ceja, no había quedado bonito, pero aguantará. Eran nudos unos encima de otros. Estaba seguro que alguien con más habilidad hubiera necesitado una cuarta parte de ellos.

El camino se hizo largo pero agradable. Se notaba el cambio de estación y Roman era una compañía disfrutable, siempre contando anécdotas divertidas y haciéndote reir. Sin embargo, inevitablemente. Sobrevino un largo momento de silencio cuando ambos os quedasteis sin nada de lo que charlar. Fue entonces cuando Roman te preguntó por Beatrix.

-Veo que Beatrix no te dió ni varitas, ni pergaminos, ni nada. ¿Todo bien con ella?

Al cabo de un rato, la maleza más cercana a la quebrada se movió en el otro lado y, de ella, salieron dos orcos. Todos os quedasteis sorprendidos. Esperabais kobolds, nada de aquellas criaturas enormes y feroces. El mayor de ellosse adelantó y, agarrándose a un árbol, se asomó por el borde del barranco, justo sobre la cabeza de Jaelle. El orco movió su cabeza porcina a un lado y otro y, finalmente, miró para abajo.

-krokh'tah mij und salum! -dijo señalando al desprendimiento que Jaelle había provocado. 

El otro se encogió de hombros y ambos volvieron a desaparecer en la vegetación. Al parecer no habían visto a la semielfa.

Por suerte para él llevaba un buen compañero de viaje, o eso creía hasta que de buenas a primeras Román preguntó por su mentora, cosa que hizo que el chico trastabillara y casi cayera de bruces al suelo. - ¿Beatrix?, ¿Qué Beatrix?... Ahhh sí, claro, como no, Beatrix… - comentó rectificando rápidamente a sus propias preguntas. – Que tonto, que Beatrix iba a ser… Ya no se ni lo que digo… - dijo muy nervioso intentando calmarse.

- Pues la verdad es que no me dio nada no… no me dio nada y apenas hablamos. – asintió con la cabeza a sus palabras para asi afianzarlas. – No hablamos por que estaba… indispuesta, si eso, se encontraba algo indispuesta, y no era momento para andar molestándola, ya me entiendes. –

- Pero vamos que la preparé una manzanilla y en nada estará recuperada. – sonrió.

- Uffff! - el suspiro surgió, quedo, de los labios del bardo al darse cuenta que ni Jaelle, ni ellos mismos, habían sido detectados

- Ahora si! - le susurró al hombretón mientras su arco apuntaba en la dirección en la que habían desaparecido los orcos - Lánzale la cuerda y salgamos de aquí. Esos no eran Kobolds - añadió recalcando lo obvio - Solo espero que no sean aliados o algo así -

La muchacha esperó en tenso silencio, cuando al cabo de nada oyó la maleza apartarse sobre su cabeza incluso aguantó la respiración. No se atrevió a moverse ni un milímetro, ni siquiera para ver quién o qué era lo que se asomaba. El idioma que utilizó la criatura le era totalmente desconocido por lo que no tenía ni idea de lo que decía, bien podía estar descubriéndola como hablando del tiempo, pero el tono y la cadencia le indicaban que no parecía que la hubiese visto. 

Sus sospechas se vieron confirmadas cuando escuchó los pasos alejarse del borde del cortado. Estaba por preguntar a sus compañeros cuando hasta sus puntiagudas orejas le llegó el susurro del bardo, no sabía que era lo que habían visto pero parecía que iba a ser mejor volver a subir y, ya con tierra de por medio, preguntar.

Jaelle salió de su improvisado escondite y, lanzando miradas por encima de su hombro para asegurarse que no aparecía nadie, esperó  por la cuerda para subir.

Bryn mantenía la vista en punto donde las criaturas habían parecido. Más grandes y más fuertes que los Kobolds, la cosa se estaba poniendo seria,

-No, no lo eran- no puede sino confirmar lo que su amigo dice- Vamos Barri- llama al burro.

Lo Coge de las riendas y lo lleva hasta el barranco, luego deja caer la cuerda en su longitud para ayudarla a subir. Se fía mucho de su hablidad pero por si acaso. Deja la cuerda resbalar entre sus manos, pendiente por si ceden los nudos.

-PSE, PSE- llama a Jaelle chistándo hacia el barranco.

Jaelle se aferró a la cuerda de Brynn y, gracias a su ayuda y a la de Adolamin, logró volver al lado seguro del barranco. Se podían escuchar aún las voces de los orcos perdiéndose en la lejanía. Cuando se hubo hecho el silencio y Jaelle estaba recuperada los compañeros se enfrentaron a una decision. ¿Seguir a los orcos desde lejos o continuar con su plan original y no cruzar el barranco? la ruta a la cabaña y las de los orcos no coincidían.

Los chicos le sacaban ventaja a Roman y a Gaelan pero no sabían exactaemente cuanta.