Partida Rol por web

-Ja, ja, ja! Vale, vale! Me siento mucho más seguro!

El mediano se acuclilló unos segundos junto a los cuerpos y al cabo de un rato volvió a levantarse.

-Nada. No llevan nada fuera de lo común.

Roman se quedó unos segundos pensando y luego determinó que todos volvieran a la casa y descansaran lo que pudieran. Por la mañana irían juntos a buscar a los orcos a ver si podían averiguar más.

La semielfa siguió callada, escuchando las explicaciones de Roman y las bravatas de Adolamin, el motivo por el que esos humanoides estaban tan cerca del pueblo hizo que aún le entrasen más dudas acerca de lo que había hecho. Estaban huyendo de un enemigo que les daba caza sin cuartel. Apretó los dientes y los puños, no podía permitirse esas dudas, no cuando saliesen al día siguiente y las vidas de unos dependiesen de lo que hiciesen los otros.

Asintió a las palabras del mediano y se tumbó para dormir lo que su conciencia le dejase. Habían dejado los juegos de niños atrás, así lo habían querido, ahora le tocaba apechugar con las decisiones adultas y sus consecuencias.

Al ver que sus palabras eran tenidas en cuenta por Roman, quien se suponía los estaba probando, el bardo asintió moviendo su cabeza arriba y abajo, antes de buscar su petate. Sin embargo, cuando se disponía a recostarse alzó la mirada y le preguntó al mediano

- Por las dudas, o deberíamos hacer guardias? Quizás algunos de esos kobolds se acercan buscando a sus compañeros. Aunque no sean demasiado peligrosos no creo que sea agradable que nos encuentren dormidos -

Desde luego, desde luego. Eso ni se discute. ¿Habiais hecho ya los turnos? ¿A quién le toca? 

Arreglasteis los turnos y os echasteis a descansar. La mañana llegó sin más novedades. La última guardia fue la de Roman y os despertó el olor de sus famosas salchichas, que estaba preparando en la sartén.

Arriba, excursioinstas. Hoy nos toca una buena caminata hasta el campamento de los orcos pero de día son mucho menos avispados. Hasta Brynn podrá acercarse por donde fui yo anoche sin que nos vean.

Bryn se levanta con energía y coge una de las salchichas, metíendosela en la boca aunque está muy caliente, pero tiene mucha hambre y el olor de comida lo activó completamente. Frunce el ceño mirando al mediano.

-¡Te he escuchado! ¡retiralo o minarás mi confianza!- le dice medio en broma, esperando sorprender a todos con sus casi nulas habilidades de sigilo...

Sólo después de un par de salchichas empieza a terminar de vestirse, ya que se había quitado lo más voluminoso para poder dormir mejor.

- JAJAJA - el bardo no puede menos que reír ante la salida de Roman y la reacción de su amigo sobre todo al ver el rostro que acompaña a sus palabras que, claramente, es el rostro de alguien que está bromeando.

Sin embargo, fiel a sus propias inclinaciones no puede menos que agregar su granito de arena - No lo se Brynn, Todos sabemos que eres tan silencioso como un bebé... mientras llora llamando a su mami - completa sonriente antes de pensar en el plan que les propone su guía

- Pero lo importante no es el silencio sino la misión - acota posteriormente - No era que debíamos acabar con los kobolds? Si es así porque ahora debemos ir al campamento orco? - pregunta curioso

- Además si son ocho... - Adolamin se niega a reconocer que le parecen demasiados enemigos para un grupo tan reducido y falto de experiencia, por lo que cambia sobre la marcha sus propias palabras - si son ocho, seguramente podremos con ellos, pero quizás alguno escape y vaya a buscar a más ellos y allí si puede empezar a ser peligroso -

Roman se rió cuando Brynn le siguió la broma. Sus ojillos se achinaban cuando se reia y le daba un aspecto infantil.

Porque no podemos dejarlos sueltos a nuestra espalda. Sabemos que, como dices, son menos de diez. Eso podemos manejarlo pero no sabemos cuantos kobolds hay. Si fuera una tribu entera tendríamos que volver sobre nuestros pasos y no nos conviene tener a los orcos entre nosotros y el pueblo.

Si alguno escapara, hasta nos vendría bien, para seguir sus huellas y averiguar si hay más.

A la chica la despertó la alegre voz del mediano, enseguida su nariz captó el aroma del almuerzo y su estómago rugió demandando el suculento alimento. Sonrió a los comentarios jocosos de sus compañeros, aunque ella no compartiese su humor, mientras se comía varias salchicas y ante las preguntas de Adolamin se quedó mirando a Roman en espera de su explicación. 

La misión estaba clara, acabar con los orcos antes de que despertarsen y fuesen realmente peligrosos. No sabía cómo se sentiría después, pero era necesario y lo haría.

-Tienes toda la razón, -le dijo al adulto -no podemos dejar ningún peligro atrás. 

Comió otra salchicha y se empezó a equipar para la incursión.

- Me parece bien - murmuró el bardo, reacio a decir en vos alta que no le parecía TAN bien pensar en enfrentarse a ocho orcos, el los había visto y sabía que tan peligrosos parecían, antes de seguir buscando a los kobolds.

Sin embargo negarse no era una opción. Viendo que Jaelle aceptaba la propuesta, Adolamin no pensaba ser menos que ella - Vamos por ellos y acabémoslos - le contestó al mediano tratando de convencerse a si mismo - Tu nos guías y nosotros estaremos dispuestos - aseguró aferrando con fuerza su arco

- Tu viste el terreno, crees que podremos emboscarlos? - terminó haciendo la pregunta para el más importante - Solo para que no puedan escapar! - se justificó mientras se olvidaba de las salchichas. Tenía demasiado miedo, aunque el lo llamara prudencia, como para tener hambre

-Desde luego. Son tan idiotas que han acampado en la vieja cantera. De ahí sólo se sale por un estrecho camino. Cuando estemos allí y veais el terreno, discutimos la estrategia. 

Os pusisteis todos en marcha y el viaje os llevó más de una hora hasta llegar a la cantera, en una dirección que os alejaba de las montañas de los kobolds. Al llegar, entrasteis en un desfiladero escarpado, excavado en la piedra. En un momento dado, Roman os hizo agacharos tras una roca y os señaló un vigía orco en lo alto de unas rocas, a una escalada de 3 metros, pendiente del camino de acceso a la cantera que se abría detrás de él.

Roman os hizo una señal para que retrocedierais y os llevó por otro camio que ascendía por el desfiladero, hasta que llegasteis al borde del agujero de la cantera, desde donde pudisteis ver perfectamente donde estaban colocados todos los orcos.

- Uhm... esto no será complicado - comentó el bardo, aunque sin levantar el tono de voz - solo tenemos que evitar que salgan de allí y usar los arcos - propuso - Y si antes de empezar conseguimos distraer a alguno... Galen puedes hacer que se duerman? Si es así, yo podría ayudarte, con un poco de música puedo distraerlos lo suficiente como para que no se den cuenta mientras nos ubicamos. Y probablemente ya estén un poco dormidos si los intentas hechizar -

-Es una gran idea, Ado. Pero necesitaré tiempo para cambiar mi selección de conjuros. 

Jaelle marchó con el grupo como si nada, aparentemente nada le pasaba a la semielfa, el que estuviese más callada de lo habitual seguramente se debía a la naturaleza de la misión.

Cuando llegaron a su destino y observó a los orcos, sentimientos encontrados chocaron en su interior. El aspecto y los modales de los seres repelieron a la muchacha, pero la escena tan cotidiana, del día a día de cualquier vecino del pueblo, hizo que se preguntase si no los estarían prejuzgando. Lo que planeó el bardo no hizo si no que reforzar esa inquietud -Por la espalda y a traición- fueron las palabras que acudieron a su mente, por suerte no las dijo en voz alta. Se mordió ligeramente el labio inferior y asintió al plan.

El guerrero estaba mirando hacia abajo con el ceño fruncido, las criaturas llamadas orcos eran grandes y musculosos. Será un enfrentamiento duro si es cuerpo a cuerpo. La cantera hace un cuello de botella en su salida, algo demasiado bueno para no aprovecharlo. El corazón le empezaba a latir con fuerza imaginando el combate cercano. Tenemos que acabar con todos ellos.

-Escuchadme, después del lanzamiento de Dormir, Ado y Jae lloveréis, sobre los que queden, una lluvia de flechas, si mientras puede conjurar algo resbaladizo sobre la pendiente para que no lleguen a vosotros, sólo les quedará una salida- señalo la salida de la cantera- Allí estaré yo y román. Los detendremos mientras vosotros seguís atacándolos por la espalda.

La mirada fija de uno a otro orco y las seriedad de las palabras del joven aprendiz de herrero, es algo raro en él. Propone apuntes al plan de Ado que cree necesarios.

-También se puede provocar un desprendimiento para que no salgan. 

Lo dijo sin pensar, a pesar de sus sentimientos de culpa le pudo más la preocupación por su amigo, aunque se cuidó de no decirlo. Sabía que la reacción del guerrero a esa preocupación no le gustaría. 

- No es una mala idea - reconoció el bardo - Así no pueden salir y nos ocupamos de ellos desde la altura. Habría que tener todo listo para causar el desprendimiento. Así que, en cuanto Gaelan me confirme que está listo comienzo mi "nana" -

Tras pensarlo un momento añadió - Claro que está el riesgo que se den cuenta que mi música les produce sueño. Si eso pasa no tendremos mucho tiempo, así que mejor primero acomodémonos en nuestras posiciones. Yo creo que aquí estaré bien - confirmó mientras se ubicaba, con el arco apoyado en sus rodillas y la guitarra en sus manos en el sitio que estimó más seguro

El guerrero miró interrogativamente a la elfa.

-¿Un desprendimiento? creo que no es muy buena idea- no se si alguno de nosotros sabe de rocas, cuanto tardan en caer, ni siquiera como hacerlo- Yo puedo con ellos Jae, soy tan duro como un muro- guiñito- además, confío en tu puntería.