Sentí como el cuerpo de Shura se estremecía a mi espalda ante las palabras de mi hermano Gurne y como me estrechaban sus brazos ante la noticia de que su amado era el que estaba detrás de todo lo ocurrido. Ante estas nuevas todo encajó, al fin toda la historia que se había formado alrededor de Shura y la reina tomaban un nombre y un autor....Barem, el amado de Shura. Que cruel parecía ser el destino, me sentía como un mero objeto en sus crueles manos.
Shura me estrechó entre sus brazos y me pidio clemencia por su amado, que no le hiciera daño, que incluso volvería a mi si le prometía su bienestar, pero como hacerlo si aquello no estaba en mi mano, como prometer algo que quizá no pudiera cumplir. Su corazón pertenecía a ese hombre y entendía que me pidiera tal cosa pues yo deseaba lo mismo para ella, su bienestar, su seguridad y sobre todo....su felicidad.
Cuando oí las palabras de Rowan, suspiré con decepción, con resignación y tristeza por mi suerte. Oí como Gurne aseguraba que la decisión del destino del amado de Barem sería decisión de la reina así pues exclamé:
-Hermano Gurne, decís que debemos actuar con la mente fría y vos habeis demostrado que vuestro corazón os puede. Además Rowan está en lo cierto, debemos agotar la vía diplomática para asegurar a priori el bienestar de su alteza la reina Marian, siendo así yo negociaré con sus captores. Conoceis de sobra mi destreza con las palabras y mis logros en estas lides, dejad que mis palabras sean las que abran el camino.....luego ya veremos.-
Soltando una mano de las riendas, cogí con fuerza las manos de mi amada Shura y en un susurro que tan solo podía oir mi hermosa norteña exclamé sin dejar de mirar el horizonte:
-Os juro que haré lo que esté en mi mano, no puedo daros más....como he dicho, ya veremos.....-