Albert sometio a su esposa a un ritual bajo el cual quedo embarazada, pero algo no salio del todo bien y poderosas fuerzas se abrieron camino en el castillo.
Por suerte Albert pudo dominarlas con una alianza secreta y oscura con el poderoso demonio, señor de las llamas del infierno, Ifrit. El pacto era simple, la corona seria de Albert y su imperio se expandiria por todo el continente pero a cambio el ofreceria almas, dolor y sufrimiento, como ofrendas a el.
Para guardar su alianza en secreto, Ifrit le dejo a Albert una sirvienta, Zaya, que camuflada de criada de su esposa guardaria al futuro niño de todo mal y quedaria bajo el mando de Albert.
Por tu parte has ganado muchos puntos, apaciguaste a los mercaderes de exclavos y has conseguido que la nobleza te respalda gracias a años de saber agradarles.
Cambio "un poquito" alguna cosa.
Comenzamos otra vez, desde el punto que tu padre os llama al trono.
Mi señor os traigo noticias.- dijo Zaya inclinandose ante ti, aprovechando que estabas solo.- Vuestro hijo a sido engendrado con existo, crece fuerte en vuestra esposa... demasiado, lo mas seguro es que su nacimiento exiga la vida de ella.- te aviso.
-Por otro lado, vuestro hermano Rowan a vuelto. El viejo mago le ha llamado, parece que es el candidato de Dasmus a la corona, siempre le a protegido y seguramente espere que poniendole la corona en su cabeza, este le permita seguir con sus locuras en la torre... pero eso no es lo mas preocupante, mi señor.
Vuestro padre se a reunido con su esposa, la reina. Esta a sugerido al rey que le sea legada la corona a ella en lugar de a uno de vosotros.... por suerte no a caido en esa trampa pero se a dejado enredar para poneros una serie de pruebas y condiciones que os dificulten el obtener la corona, que por derecho os pertenece.- hablo aquel diablo con cuerpo de mujer.
Como siempre, la demoníaca sirvienta se materializó a su lado inexplicablemente, y ni siquiera le dirigió la mirada cuando descargó la información en su oído con palabras susurrantes. Albert estaba complacido con el embarazado de su esposa y, aunque la idea de que muriera durante el parto ni siquiera le hizo pestañear, saberlo estaba bien, pues así podría organizarse con antelación. Tener contactos en los Siete Infiernos estaba lleno de recompensas.
- Así que mi hermano Rowan ha decidido seguir los pasos del viejo Dasmus, creo que deberías averiguar si también tiene curiosidad por la magia. Que el mago de la corte sea un patán no significa que mi hermano pequeño no tenga curiosidad. Y respecto a la Reina... bueno, ambos sabemos lo que le ocurrirá cuando yo suba al trono, así que no habrá que preocuparse al respecto.
Luego se quedó callado, esperando por si la demoníaca sirvienta tenía algo más para él, y luego se preparó para visitar el Salón del Trono.
- Averiguare si el joven Rowan tiene interes en la magia.-dijo la demonia con una sonrisa y despues desaparecio. Un segundo antes de que un guardia te avisara de que tu padre deseaba veros de inmediato.
Al volver encontraste a Zaya esperandote.
-Mi señor, ¿Como a ido la reunion? Espero que bien.-comento antes de soltar lo que venia a contarte.-Su esposa a salido de paseo, al cuarto de la reina. Creo que va a contarle que tiene nauseas matutinas y se siente extraña a veces, busca la opinion de otra mujer cuando es algo tan claro...-dijo con media sonrisa, pensando que debia ser la humana mas estupida del mundo.- Vuestro hermano no a demostrado interes por la magia, no siento poder alguno el, aparte de conocer hiervas campestres para curar sarpullidos no veo que mas pueda hacer... No obstante el viejo mago le esta apoyando, le aconseja que debe hacer en la audiencia de hoy.... mas... ¿Que pasaria si las decisiones que tomara tuvieran que ser duras y complejas?¿Si fracasara y vos remediarais mañana el mal que hoy a hecho el pequeño montaraz?.- pregunto con una sonrisa cinica.
- De todos modos, mi señor, espero sus ordenes.
En cuanto entró a su despacho privado, Albert relajó la postura y crujió el cuello. Empezaban a aburrirle las largas sesiones protocolarias en las que debía aparecer como el simpático y agradable hermano que se encerraba en casa, y sólo cuando la pesada puerta de madera y acero se cerró pudo ser él mismo.
- Como no debía de ser de otra forma - respondió Albert cuando escuchó el informe de su demoníaco sirviente - Mientras ese vejestorio dictaba las órdenes que pensaba que cumpliríamos, mi mente ha empezado a planear los distintos golpes que arrastrarán a mis hermanos fuera del Salón del Trono.
Se sentó en su despacho y jugueteó con dos monedas de una bolsa de cuero, mirando al vacío.
- Bien, mi padre quiere que le busque a una mujer al anormal de Grifith para que se case. Que no se preocupe... que lo haré. Dime Zaya... ¿qué costaría que una de tus hermanas surcara el vacío de los infiernos y tomara forma humana en nuestro mundo? Sería ideal que la futura esposa de un rival al trono fuera peligrosa...
Luego cogió las dos monedas con dos dedos y las lanzó sobre el escritorio mientras las demás ideas se formaban en su cabeza.
- Con Rowan será fácil... ¿cómo afrontaría una revuelta de campesinos? ¿O una incursión enemiga? ¿Cómo sería tratada la imagen del bastardo si provocaba un baño de sangre? - culminó con una sonrisa sádica - Y respecto a Gurne... quizás algunos salteadores deberían intentar asesinarlo de camino. No creo que tengan éxito... mi hermano es feroz en la batalla... pero quizás envenenarlo...
- Para traer a una de mis hermanas, una competente y hermosa, se necesitaria el sacrificio de una mujer de iguales caracteristicas. -te informo.- Puedo prepararlo todo pero os aviso de que contra mas cruel el sacrificio mas facil sera que una de mis hermanas atraviese la rendija que separa nuestros mundos.
Despues pregunto juguetona.- ¿Que pasaria si el rey desconfiara de su esposa, si pensara que durante el viaje Gurnet a roto su confianza?¿No seria eso mas limpio y efectivo que cualquier veneno?
- Sí... aún recuerdo aquello que me contaste... ni se me había pasado por la cabeza que Gurnet estuviera interesado en la esposa de mi padre - luego una sonrisa se presentó en el rostro de Albert, una sonrisa sádica y malévola - Zaya, vas a estar muy ocupada mientras estoy fuera... tengo un plan para tí.
Entonces Albert le explicó que debía tener bien vigilado al Rey, y llenar sus oídos de rumores sobre Gurnet y la reina. En esos amplios corredores de piedra, en los que los siervos y el servicio se reunían para charlar, era fácil que se escucharan charlas a media voz sobre encuentros entre Gurnet y la reina a media noche, o en lugares apartados. No sería difícil hacerle llegar que su hermano mayor había estado muy contento de que le enviaran en un viaje a solas con la reina que duraría varios días.
- Espero que cumplas tu tarea correctamente, no me decepciones - dijo, clavando su mirada azul en la dorada de la diabla - Y respecto a la doncella... enviaré a mis hombres para que hagan una batida por los pueblos de los alrededores. Últimamente están demasiado ociosos y las mentes abotargadas no me sirven. Aprovecharé unos días con la excusa de estar preparando la fiesta de mi hermano para que los ayudes a mis hombres a buscar una víctima adecuada, y en cuanto termine el ritual, me marcharé para hacer creer a mi padre que estoy buscando una buena esposa para Grifith.
- Brillante plan, mi señor.- dijo con una sonrisa endiablada.- Por mi parte hare que la mejor de mis hermanas este preparada para llegar a este mundo.-Afirmo con una reverencia antes de desaparecer.
Estas mas adelantado que los demas ^^ espera un 1 min please
La mañana transcurrio con normalidad. Fingiste que te interesabas por las doncellas casaderas de los reinos proximos y eso te dio una escusa para perderte en los sotanos y realizar los preparativos. La ceremonia pedia un sacrificio cruel para que el miedo, el dolor y la angustia de un alma inocente alimentaran lo suficiente a las fuerzas oscuras como para llegar a ti.
Al caer la tarde tus leales soldados habian llenado las celdas de tu secreta mazmorra con una docena de muchachas hermosas, virgenes e inocentes de entre 15 a 20 años que podian valer para tus propositos, esperando ser seleccionadas entre llantos.
La fiel Zaya aparecio ante ti para ayudarte y contarte los ultimos cotilleos del palacio.
- Mi señor, la suerte se alia con vos. Gurne se a declarado a la reina y parece que esta le corresponde. No se han atrevido a "intimar" pero estoy segura de que durante el largo viaje no podran resistirse... ¿Imaginais que pasaria si la reina vuelve embarazada? El propio rey repudiaria a Gurne por su traicion y alli estariais vos, para consolarle en su desdicha, siempre fiel a el...-sugirio juguetona.
- Tambien he estado observando a Lucc, pobrecito, cuando su padre caiga en desgracia ¿Que sera de el? Es fuerte y sera un buen guerrero... esa espada a vuestro servicio seria una gran baza.
El inteligente aspirante al trono mandó callar a su demoníaca sirvienta con dos dedos y observó entre las sombras a las doncellas que esa noche, fueran elegidas o no, sería la última que vivirían. Mientras la imagen de él mismo sentado en el trono se dibujaba en su cabeza, una idea apareció de repente y sonrió con astucia.
- ¿Sabes, Zaya? - dijo, cruzando un brazo a la espalda mientras miraba a los ojos suplicantes de una joven de no más de 15 años - Creo que ya sé a qué dilema se va a enfrentar mi hermanastro Rowan que le haga dudar de sus posibilidades. ¿Cómo se prepararía para confrontar a un asesino que ejecute a once doncellas, una cada noche, sin que la guardia pueda hacer nada? ¿Cómo respondería el pueblo?
Aconsejado por la diabla, Albert tomó de la mano a la más hermosa de todas, una joven de unos 16 años que apenas tenía vello en el cuerpo, salvo una pelusilla en su zona pélvica. Sus pechos eran redondos y firmes, y su boca habría vuelto locos a los hombres de cuatro reinos. Hubiera sido una auténtica delicia poseerla, pero su destino sería otro.
- Vosotros - dijo a sus fieles hombres, que miraban a las doncellas con lujuria - Montad un campamento en las afueras, asesinad una por noche y dejad su cuerpo en los campos para que las encuentren. Ponedle una marca - dijo, tomando un libro de magia blanca, la usada por Dasmus - éste exactamente... así las gentes se preguntarán por qué las víctimas tienen el mismo símbolo que usa el hechicero.
Mientras dos de ellos colocaban a la joven amordazada en el potro, y Zaya acariciaba su cuerpo con las yemas de los dedos, susurrándole una macabra canción de cuna, Albert volvió la mirada al resto de asesinos y sonrió.
- Habéis hecho un buen trabajo. Os permito que uséis sus cuerpos como os plazca antes de asesinarlas - dijo con una sonrisa - Y ni se os ocurra dejar un cabo suelto: cortad sus lenguas y arrancad sus ojos. Tú, Zaya, te encargarás de que cada asesinato se cumpla como es debido.
Luego se cruzó de brazos y miró la doncella desnuda ante él, maniatada y amordazada. ¿Qué macabras torturas practicaría con ella?
Resumiendo:
- Cada día asesinarán una joven después de violarla y arrancarles ojos y lengua. Marcarán su cuerpo con el símbolo de Magia Blanca, y dejarán por la noche su cuerpo en los campos de cultivo.
Zaya parecia complacida y escitada, disfrutando de cada perversa idea que surgia en tu mente. Su sonrisa solo era comparada con la de tus hombres, que se fueron arrastrando a la primera de las jovencitas para cumplir tus ordenes.
La chica del potro no hacia mas que llorar pues entendia que no saldria viva de aquel horrible lugar y suplicaba clamando la clemencia de unos Dioses sordos a su llanto.
-Es perfecta.- susurro Zaya como una sombra sobre tu hombro y se concentro para que todo el mal comenzara a canalizarse en abrir el portal.- Podeis empezar, mi señor, todo esta dispuesto.
Mientras escuchaba cómo las pesadas puertas de las mazmorras secretas de Albert, futuro rey y señor de Asdrom se cerraban a cal y canto, el heredero observó a la doncella. Aún permitió que pasaran unos minutos, mientras con su fino oído, o quizás gracias a los dones que había adquirido por las fuerzas oscuras, escuchaba cómo se cerraban las distintas puertas y pasadizos que llevaban hasta allí. Sabía que no había forma de que encontraran ese lugar si él no quería, pero siempre tomaba preocauciones.
Percibía las fuerzas allí congregadas. A su alrededor, lejos de su línea de visión, donde las sombras de muebles, estanterías y artefactos no dejaban ver, se escondían ojos brillantes y maliciosos. Sabía que las fuerzas infernales le observaban desde hacía años, porque él así lo había querido. Gracias al pacto realizado con Ifrit, reinaría en Asdrom, e incluso más allá, y sería un Emperador inmortal gracias a la magia negra.
Repasó nuevamente la larga fila de recipientes y pociones que había preparado para la sesión de esa noche: líquidos analgésicos, coagulantes, e incluso inhibidores de sensaciones. Quería alargar durante horas la agonía de esa criatura antes de que muriera, y si no era cuidadoso, eso llegaría pronto. Asímismo, comprobó que sus artefactos de tortura estaban debidamente purificados para evitar innecesarias infecciones y las hojas estaba afiladas como el primer día. Entonces, se desvistió quedando completamente desnudo, con su piel blanca brillando a la luz de las antorchas, y cortó las ropas de la joven hasta dejarla en su mismo estado.
Casi por curiosidad, miró a su miembro, que ni siquiera reaccionó ante la visión de la muchacha. A menudo pensaba qué había sido antes, si su aborrecimiento por el cuerpo de la mujer (y del hombre), o sus apetencias por la magia negra. Con una encogida de hombros, se dispuso a cortar el pelo de la muchacha con cuidado y a dejarlo a un lado, mientras dirigía una leve mirada a Zaya:
- Prepáralo y anúdalo. Será mi hilo de costura - dijo, con un tono carente de toda emoción.
Luego empapó la mordaza de la joven con una bebida soporífera, haciendo que no tuviera más opción que tragarla, y esperó a que hiciera efecto. Sentía la mirada censuradora de la demoníaca sirvienta, y se giró con una sonrisa.
- Supongo que no has intentado cortar con cuidado un cuerpo que no deja de moverse, ¿verdad? - dijo, y esperó unos minutos hasta que la muchacha entró en un profundo sueño.
Estiró los brazos y tomó una afilada y diminuta daga, del tamaño de su dedo índice. Pasando con cariño los dedos por la cabeza, ahora desprovista de cabello, deslizó con cuidado la hoja por el cráneo, dibujando una circunferencia por el lateral, mandíbula, cuello y nuevamente por el lado contrario, hasta completarla. Los finos hilos de sangre corrían por el rostro de la muchacha, así que suministró nuevamente un medicamento, esta vez coagulante, para prevenir su desangramiento.
Repitió el proceso con sumo cuidado por el pecho desnudo, brazos y piernas. Con la ayuda de Zaya, alzó el potro de tortura con unas poleas preparadas para tal fin hasta dejarlo en pie, y dejó el cuerpo colgado de muñecas, hombros y cintura. Albert sonrió ante la idea de que parecía una macabra marioneta. En esa posición, terminó de realizar los necesarios cortes por el lado contrario, asegurándose de que la cintura, sexo y trasero de la muchacha, así como las manos y los pies quedaban a salvo.
- Ahora... a esperar a que la hermosa y durmiente doncella despierte.
No pasaron muchos minutos hasta que la joven despertó entre gemidos. La incómoda postura, acompañada de los cortes finos realizados por todo el cuerpo, provocaban un ligero dolor mitigado por los bebedizos suministrados por Albert. El heredero se acercó a ella, seguido en todo momento por Zaya, y se cruzó de brazos.
- He pensado, mi fiel Zaya, que tu hermana necesitaría una piel adecuada para entrar en este plano - dijo, con una sonrisa carente de alegría - ¿No crees que la futura esposa de mi hermano Grifith estará muy hermosa?
- Sois muy considerado.- dijo Zaya espectante de las nuevas ocurrencias que tu mente esperara.
Tu asistente miro la puerta con recelos, tu tambien lo percibiste. Alguien se atrevia a interrumpirte, o al menos pretendia hacerlo...
-Es ese mago entrometido, mi señor, a debido saltar las protecciones sintiendo las fuerzas que se estan concentrado en este lugar. ¿Quereis que lo detenga?.- pregunto esperando tu respuesta, tensa como las cuerdas de un piano y enfadada por su intromision.
- No seas estúpida - espetó como respuesta Albert ante la sugerencia de su sirvienta.
Estaba visiblemente molesto por la interrupción. Si había algo más que la estupidez humana que le molestara, era que le interrumpieran cuando estaba inmerso en alguna tarea, lo que solía ser bastante a menudo. ¿Acaso no comprendía el populacho que alguien como él tenía que dedicar tiempo a fabricar un futuro? Y para más problemas, ese absurdo proyecto de mago, dedicado a vivir de las rentas durante años, había tenido su primer golpe de suerte. ¡Y nada menos que en un momento tan delicado!
Chasqueando dos dedos para que las antorchas se apagaran por arte de magia, y dejando sólo una para que él se orientara, Albert se dirigió hacia una alacena cerrada con una cerradura arcana que se abrió diligentemente a la orden vocal de su amo, mostrando una fila de tubos de cristal cuidadosamente sellados con cera.
- Había reservado esto para un futuro, pero me temo que ese anormal me va a dar más trabajo del que pensaba - dijo, cogiendo dos de los tubos con dos dedos y observando su líquido oscuro y viscoso - Zaya, dirígete inmediatamente al taller de ese estúpido y utiliza esos viales con sus productos de alquimia. Es un compuesto inflamable y explosivo que quería utilizar para borrarlo del mapa, y ahora servirá para distraerlo.
Mientras el demoníaco ser cogía los viales y se disponía a cruzar a la dimensión oscura, Albert no perdió tiempo: accionó la palabra de poder que liberaba las salvaguardas protectoras y cogió sus ropas para salir por la puerta oculta que había deseado no tener que utilizar nunca. Si alguien entraba al sanctasanctorum mientras él estaba ausente, explotaría con una energía maligna que consumiría el lugar, con los escritos que había acumulado durante años, sus materiales y su víctima. Pero no le importaba: todo el conocimiento que necesitaba lo había memorizado, y siempre podía conseguir nuevos materiales y una nueva doncella a la que sacrificar.
Antes de que salieras Zaya te corto el paso.- Señor... el mago se retira, da la vuelta...parece encontrarse mal. Nosotros no hemos sido, es la edad o la impresion... siento su corazon fallando... mi señor, es una gran oportunidad. Asi no podra hacer magia pero puede absorver su poder si le arranca el corazon antes de que deje de latir.
Albert mandó callar a la diablesa con una gesto de su mano y sonrió para sí. Era cierto, Dasmus empezaba a hacerse viejo y eso le convenía. Ahora sería demasiado fácil: salir, hundir una daga en su pecho y absorber su poder. Pero entonces no podría ver cómo se convertía en Señor de Asdrom... y quería ver su expresión en el rostro.
- Además... tenemos trabajo que hacer aquí - dijo, anulando las salvaguardas y volviendo a poner todo como estaba - Comprueba que no hay nadie y vuelve a abrir el portal... tenemos que culminar la tarea.