- Oh, señor.. no me pregunteis, prometi no contarlo.-dijo bajando la mirada al suelo, aunque supiste que estaba deseando hacerlo.- si os lo digo ¿Me prometeis que no direis que fui yo quien os lo conto?
Le sonreí con toda mi simpatía.-Te doy mi palabra de que no diré nada para perjudicarte.Podeís fiaros de mi.
Algo le ha pasado a la reina. Gurne llego antes del alba muy preocupado, ojeroso... se supone que estaba custodiandola. Ninguno de sus hombres a vuelto y es muy extraño. Me pregunto por una esclava y le dije que en la ciudad habia un esclavista nuevo, que era todo lo que sabia. El salio corriendo como alma que escapa del infierno, haciendome jurar que no diria nada... pero pasan las horas señor... y temo por el y por la reina.
Me quedé atónito.-¿¿¡¡¡QUÉ!!!??.-No me lo podía creer.No,por favor,Marian no,cualquier cosa menos eso.Saqué de mi bolsillo una pequeña bolsa y cogí un par de monedas de oro.Se las entregué a aquella sirvienta.-Ten esto ,quiero que averigües todo lo que puedas sobre este tema.Ayúdame y te juro que me encargaré de que vivas bien lo que te quede de vida.¿Sabes dónde está mi hermano?-Gurne iba a sufrir mucho como algo le pasara a Marian.De repente estaba visiblemente muy nervioso.
En la ciudad, señor, su hermano Gurne fue al distrito del mercado en busca de un esclavista llamado Gorth.
Aprovechando mi cercanía a las caballerizas,salí disparado y monté en Silencioso y cabalgué lo más rápido posible hacia la ciudad.Conocía bien la ciudad,incluido la zona de venta de esclavos.De camino busqué con la mirada a alguno de mis compañeros del grupo de montaraces,pues sabía que siempre había alguien en la ciudad para enterarse de las cosas.Tenía que encontrar a Gurth y al imbécil de mi hermano.