Partida Rol por web

El golpe que le habia dado el muñeco al oso fue brutal. No pude evitar alegrarme de que np fuesen reales y de que aun no hubieran logrado herir a nadie. Eso no cambio que me siguiera concentrando en reunir zeon por si tenia que curar a alguien. Smiley se las arreglaba bien, pero echaba de menos a Valeria. Los osos continuaron sus ataques. Con suerte, seguirian dañando el muñeco y no tendria que pedir ayuda. Sentia que si no dejaba en buen lugar a la casa, nos castigarian y Silena ya se habia ido enfadada el otro dia... Pero no era el momento para pensar en eso, debia concentrarme

Le lancé una mirada de esas que matan a Alice al ver su intención de ayudarme... se me podía leer claramente "como me ayudes, mueres" y es que no me gustaba que se metiesen en mis peleas y menos que me considerasen los suficientemente débil como para recibir ayuda. Y por culpa de esa distracción no conseguí esquivar al maldito muñeco.

Haciendo caso omiso de la herida, extendí mi mano libre y la coloqué sobre la cabeza de ese muñeco y murmuré uno de los hechizos que conocía. No es que conociese muy bien los hechizos de esa naturaleza, pero ese había conseguido aprenderlo... 

El ataque había fallado, tenía poca distancia y el golpe que dio en ese momento el muñeco dio directo en mi pecho, haciendo que retrocediera algunos pasos mientras lo miraba, eso si que fue una torpeza.

El suelo se tiño de un color escarlata de la herida, no sabía decir la profundidad de esta, pero aún así sonreí, estaba en mi naturaleza, me coloque nuevamente mirando a el muñeco y me lance nuevamente, sintiendo ese pinchazo de dolor.

Un ataque a media distancia, intentando evitar su escudo y guardando las distancias, al menos eso esperaba. Un golpe al pie derecho, quizás si lo hacía caer o arrodillarse lo pillaría con la defensa baja.

Con un movimiento circular de la lanza  conseguí que la marioneta no ganara tanto espacio como pretendía... pero no calculé ni ví venir el ataque al hombro, que prácticamente dio de lleno.

Me mordí el labio con fuerza, no iba a gritar ni de coña y aunque la voz vaciló seguí con la canción. Iban listos si los cotillas esperaban tener un mínimo de espectáculo.

A mi alrededor se creaban pequeñas huellas escarchadas según pisaba el suelo y esquirlas níveas caían de mi pelo, ropa y armas con cada movimiento.

No tenía tiempo para mirar como iba el combate de Kalth, pero más le valía no salir sin un solo rasguño o le patearía el culo... aunque para eso tuviera que coger mi pierna entre las manos y golpearle con ella.

Dos pasos hacia atrás y basculé el peso de la lanza en una floritura destinada a equilibrarla y aprovechar la inercia del movimiento para ganar potencia para un nuevo ataque  a la marioneta. Una estocada con tierra de por medio, haciendo cimbrearse la madera del mango hasta la hoja que buscaba una apertura en la guardia de la marioneta.

Mi brazo había atravesado al muñeco de lado a lado, como si hubiese estado dispuesto a arrancarle el corazón. ¿A eso había llegado mi potencia destructiva? Saqué el brazo, dejando caer el muñeco al suelo como lo que era y había sido siempre: una marioneta sin vida.

Y miré alrededor, buscando a quien necesitase ayuda.

Sonreí al ver cómo Alice se las apañaba maravillosamente bien con aquellas bestias. Lo tenía dominado.

El mudo también estaba a segundos de acabar con su adversario. Al final tendría razón el maestro asegurando que no era una probeta plenamente defectuosa.

Los demás, en cambio, no lo llevaban tan bien. Nada bien. La que peor estaba era la chica de cabello negro, y el combate de la pelirroja estaba en un punto muerto, pero si quería ser eficaz sabía que tener que ir a por la compañera del mudo. Era una cuestión logística. Y además, parecía la más extrovertida de todos, y la más tolerante. No quería problemas con los demás por meterme en sus combates. Aunque claro, ¿qué otra cosa hacer?

Cargué cabalgando el cielo cual ángel de la muerte, con la Ala verde a la espalda, creciendo, y las demás luces de colores alrededor en un sinfín de estrellas, y golpeé al maniquí desde atrás. Gancho derecho. Gancho derecho. Gancho izquierdo.

No me esforcé tanto como con mi muñeco, había que reconocerlo. Ya había demostrado cual podía ser mi damage burst, ahora sólo me quedaba hacer de soporte hasta que todos acabasen con sus títeres.

Kalth se resigno ante el fallo que tuvo antes y volvió a seguir con los ataques, dando pasos justos para golpear. Un paso, puño, otro paso, puño, retrocede, patada, adelanta, puño, retrocede, patada.

Seguía moviéndose a una velocidad exhalación, soltando esas pequeñas descargas al impactar sobre el el cuerpo del rival.

Alice seguía acumulando energía por doquier, su aura empezaba a ser visible para todo el mundo.

Kalth seguía bailando alrededor de su muñeco, pero este parecía ir aprendiéndose los movimientos del mudo, bloqueando y devolviendo dos ataques, un golpe con el escudo y una estocada... pero no se esperaba un quinto gole, que fue un rodillazo en el brazo del escudo a la altura del codo que volvió a conseguir que saltaran chispas.

Los osos de Alice seguían con su trabajo, poco a poco iban golpeando, aunque el muñeco consiguió hacerle un corte muy feo a otro de los osos y cuando uno le intentó morder en una pierna el muñeco retrocedió lo justo para poder clavarle parte de la espada sobre un hombro.

Lilith murmura unas palabras y hace unos gestos señalando al muñeco, que levantó el escudo esperando una descarga de electricidad o algo así, pero solo sonó una explosión, huvo una honda de electricidad estática y el escudo se resquebrajó un poco. Ahora parecía más vulnerable. El muñeco fué a lanzarse a la carga pero una de sus piernas pareció ceder, aunque no se rompió, y no pudo llegar al ataque.

El muñeco de Rei apartó la lanza con el escudo y lanzó una estocada a la vez que Trece le atacaba por la espalda. Al segundo impacto de Trece saltaron por los aires el campo de fuerza del muñeco y este se tambaleó un momento tras lo que siguió combatiendo.

El muñeco de Melfis consiguió un impacto bastante serio en el hombro, haciendo que empezara a sangrar en grandes cantidades. Entonces se comenzó a escuchar un pitido muy agudo, que desconcertó al muñeco y a Melfis le dió un ligero dolor de cabeza ya que parecía surgir de él.

El cuerpo de Melfis comenzó a temblar, como si estuviera sufriendo un ataque epiléptico, después comenzó a  escucharse el crujido de la tela al rasgarse y se ve surgir de estos rotos unas placas de armadura de un color blanco hueso. Como si de una masa de arcilla blanca, se va extendiéndo por el cuerpo de Melfis, cubriéndolo, y después solidificándose. Al cubrirle la cara parece adoptar la forma de un yelmo, dejándo un hueco justo para la cara y creándo un penacho en forma de cresta a lo largo de éste, del que parecen surgir unos tentaculillos negros que acaban solidificándose también. Se rompen las cinchas del escudo haciendo que éste caiga al suelo y, del brazo, surge un pequeño círculo del que se despliega un escudo grande, del mismo color que el resto de la armadura.

Mortimer seguía plantada ahí, aunque ahora parecía empezar a murmurar algo, mientras el muñeco parecía ir incrustándose en la tierra, como si algo lo estuviera aprisionando contra el suelo.

Orden de Iniciativa Asalto 3:

Muñeco Melfis: 164

kalth: 148

oso 4: 131

Rei: 128

Oso 3: 127 (683/760 PV)

Alice: 121

Oso 5: 109

Lilith: 105

Muñeco Alice: 96 (142/195 PV)

Oso 2: 87 (704/760)

Melfis: 84

Muñeco Rei: 79 (157/195)

Muñeco Kalth: 71 (169/195 PV)

Oso 1: 58

Muñeco Lilith: 45

Trece: 28

Retrocedí  con un siseo de dolor, me estaba cansando de cantar, me estaba cansando del dolor punzante del hombro y me estaba cansando de desviar los ataques de esa estúpida marioneta usando la lanza.

El...La...bueno, lo que fuera realmente que tenía esa forma robótica había atacado a mi marioneta.

-Bue-nas -saludé sin evitar cierto resuello, más de frustración que de cansancio.

No me puedo creer que ya haya despachado a la suya, pensé... pero no miré. No podía permitirme el lujo de distraerme aunque tuviera ayuda, asíque, afianzándome en la tierra con la lanza la usé a modo de pértiga para elevarme en el aire con un salto que posicionaba la lanza a modo de pica para atacar a la estúpida estúpida ESTÚpida marioneta.

No voy a negarlo, no estaba esforzándome más. No podía permitírmelo, pues no era mi muñeco, y seguía aunando mi energía interior alrededor por lo que pudiese pasar, pero en efecto, no estaba dando mi pleno rendimiento. Bien es cierto que me estaba volviendo descuidado, bravucón en el combate, y que eso me daba ventaja, destrozando poco a poco, sin prisa, al muñeco de Rei por la espalda.

Pero todo tenía un límite, y mis energías, también. Por una cuestión de equilibrio tuve que dejar que el ala de energía que se materializaba a mi espalda, desapareciese. Esa podía crearla con velocidad de nuevo, las esferas de las extremidades, no. Esas las necesitaba por si acaso, ya que me había tomado la molestia de aunarlas.

Así que mientras comandaba el cielo en paz y armonía bajo aquella forma de máquina de belicia, comencé a descargar una nueva ráfaga de golpes. Tenía muchas ganas de hacer lo que el mudo hacía, pero no quería malgastar mis energías con un combate que estaba ganado. No le veía sentido a un despilfarro así.

Luego estaba el caso del pelirrojo, que estaba más cerca de convertirse en un monstruo de Némesis o Nigromancia que un hombre. Eso debía ser un prototipo fallido a larga, sí, o una máquina de muerte aún peor que yo. Eso tenía que matar tus sentimientos. Suerte que a mí... me sobraban. Sí, esa es la palabra.

Puñetazo. Puñetazo. Puñetazo.

Era entretenido, y pelear era lo que más me relajaba y entretenía en Imperium, pero aquello no estaba suponiendo un reto. Machacar a mi muñeco había servido para demostrarle a Maestro Lamón mi potencial, pero ahora me dedicaba a barrer las hojas secas de los demás. ¡No pensaba malgastar mis energías en algo así!

Obviamente, por Alice hubiese quemado mi alma si hacía falta, pero se las apañaba bastante bien, así que me limité  a seguir ayudando a la amiga del mudo.

- Buenas, querida- me limité a decirle a Rei, por respuesta, con voz condescendiente, impropia de la máquina que se suponía que era. Le hubiese guiñado un ojo, pero no podía. Le hubiese levantado un pulgar, pero estaba golpeando. Hubiese cambiado de forma, pero en aquel momento, mientras combatía, dominaba la situación, mi situación, y quería disfrutar de, por una vez, cabalgar mi cuerpo sin que él me cabalgase a mí. Mis emociones eran libres sin necesidad de metamorfosis, pues...

La Guerra os hará libres.

Cerebro lavado.

Poco a poco los osos iban haciendo mella en el muñeco, aunque ellos también estaban llevándose heridas. Dos osos intentaron atacar pero mi atención estaba en otra parte. Los ataques de los muñecos habían causado heridas profundas a varios compañeros y aguantaban bien los golpes y ataques que les hacíamos. Excepto el de Smiley, que había destrozado el suyo. Le dediqué una sonrisa de felicitación y luego concentré mi energía mágica en curar, aunque fuese un poco, a Melfis. 

- Déjame curarte - le dije a Melfis. - Estamos en el mismo bando. 

Era probable que me mirase mal, pero no me gustaba la idea de que nadie saliera malherido de esta prueba. O peor, que pudiese morir. Dirigí otra mirada de reojo a Trece y asentí, él entendía mi punto de vista. Minimizar daños, concentrar daño y acabar con los muñecos lo antes posible. Después volví otra vez mi atención a los osos. Si conseguían acabar con mi muñeco, después intentaría ayudar de algún modo a Trece y al resto...

Al menos mi conjuro parecía funcionar en ese ser y ahora que ya estaba más débil quizá pudiese lanzarle algún golpe y que acabase con el combate, aunque todo dependía de si esa cosa tenía algún as en la manga. Pero no me asusté y, a pesar de la herida, me lancé contra él con la espada cogida con las dos manos e intenté cercenar su cuello robótico para acabar con su "sufrimiento" de una vez por todas... con el suyo y con el mío... porque parecía que estaba ahí para hacerme quedar en ridículo.

Levantándome como buenamente podía miré a mi oponente, no me lo creía, ni un rasguño, ¿que demonios me pasaba? Justo cuando iba a dar mi ataque nuevamente, la chica se acerco a mi, tuve que detenerme, no era idiota, espere lo suficiente para ver que ella había acabado con lo que fuera que estaba haciendo.

-Gracias...-Dije antes de volver a Lanzarme contra el muñeco, pero mis ataques fueron casi inútiles, notaba como el cuerpo me pesaba a pesar del Jüger, la herida era grave y no sabía si la curación había funcionado o no.

Esquivé la primera estocada pero el muñeco había avanzado más de lo que calculé por lo que me alcanzó con un impacto del escudo, lanzándome un par de metros hacia atrás, pero conseguí hacer una voltereta y al situarme de cuclillas, desaparecí, y continué con mi ráfaga de ataques.

El muñeco era rápido y me devolvía con éxito los dos o tres priemros golpes; pero para los últimos ya no era tan rápido, asique me volví a lanzar a por él, golpeándolo sin cesar. Por un momento ví como Trece iba en ayuda de Rei, lo que me pareció genial, ya que se la veía apurada.

Seguía golpeando, pero no conseguía llegar a hacerle un daño en condiciones.

Empezó a oírse un zumbido, como el de un millón de moscas aleteando a la vez o como el que surge de una colmena de abejas.

Rei lanzó un ataque que fue bloqueado con éxito y sin parecer complicado, pero Trece le ensartó dos golpes por la espalda. Estos golpes provocaron que el Muñeco comenzara a chisporrotear, y acabara cayendo al suelo.

Alice le lanzó un hechizo curativo a Melfis, el cual comenzó a sentirse mejor y más tranquilo, pues el Jürgeneth parecía haberse estabilizado. Su muñeco recibía impacto de los osos por todos lados, pero parecía que no hacían más que rascarle la pintura, aunque alguno tuviera mayor o menor éxito.

Lilith se lanzó a por su Muñeco, golpeándolo y notando por primera vez esa sensación de rascar metal contra metal, pero sin que se apreciase mucho daño.

Melfis lanzó dos estocadas con su lanza, sin llegar a impactarle, pues el muñeco esquivo uno y bloqueó el otro con el escudo.

El muñeco de Kalth bloqueó los primeros golpes, pero los tres últimos impactaron sin llegar ha hacer mucho daño, parecía que no era muy rápido el muñeco y no estaba acostumbrado a tantos ataques.

Entonces, todos los muñecos se quedaron quietos, y encararon hacia Mortimer, la que tenía los brazos extendidos hacia delante y levitaba un par de centímetros por encima del suelo. Su Muñeco estaba en el aire, siendo desmantelado pieza a pieza. Parecía que el sonido venía de ella. Un grupo de risas, como si fueran múltiples personas riéndose a la vez surgieron de su garganta y solo se escuchó una sola frase, dicha por todas esas voces a la vez.

-Al fin...