Tras recibir las órdenes se puso en camino, entrando directamente a la mansión y llamando a las respectivas puertas, parecía que iban tantas marionetas como habitaciones a las que hubiera que llamar y llamaban al unísono, esperaban un rato y volvían a llamar más fuerte.
-El Maestro de Armas Oulos reclama vuestra presencia en la Plaza de Prácticas. Abra la puerta para que pueda ayudarlo a prepararse o entraré y la prepararé a la fuerza.
Esa voz con entonación monótona y bastante metálica parecía cobrar una autoridad igual a la autoridad que se le obligaba a ejercer.