Llevaba un rato sintiendome algo desplazada en la clase. Habia intentado comentar con mis compañeros cómo habian ido las practicas de conjuros, pero nadie parecia haber reparado en mis comentarios. Parecia que ya habian establecido relaciones entre todos ellos y que habia formado algun que otro grupo y de repente, me senti algo abrumada. ¿Y si mi madre tenia razon y alli tampoco era capaz de encontrar mi sitio?
Mire a mi alrededor, viendo como incluso Liz, con lo asustada que parecia siempre, parecia haber encontrado a alguien decidido a protegerla. ¡Si hasta Alexander estaba hablando con Violet!
De repente, mi pelo adquirio un tono de un profundo azul. Me senti triste y asustada, y pense en que quizas no les caia bien y preferian estar con otras personas. O quizas debia ser yo quien se acercara a ellos para hablar. Nunca habia tenido problemas para eso, pero teniendo en cuenta que Ted habia sido mi unico amigo en todo aquel tiempo, tampoco es que tuviera gran experiencia en relaciones sociales con niños de mi edad.
Mire a Erik. El si habia sido bastante majo conmigo, y era lo mas parecido a un amigo que tenia en Hogwarts. Pero tambien parecia bastante silencioso, aunque no sabia si era por no haber conseguido el conjuro o por algo mas. En cualquier caso, me dije a mi misma que no podia quedarme alli plantada, esperando a que todo el mundo viniera a buscarme.
Y estaba a punto de levantarme para unirme a mis compañeros cuando, de repente, el profesor de DCAO entro sin llamar siquiera a la clase, haciendome dar un bote en mi asiento del susto.
Mi pelo se torno amarillo chillon, mezcla de curiosidad y sorpresa, y me gire en direccion a los profesores, para saber qué estaba sucediendo. Y entonces lo escuche: El ministro esta muerto. Peor aun... lo habian encontrado muerto en su despacho. Pero... ¿Como habia pasado? La gente no se moria sola mientras trabajaba asi como asi, ¿no? Era viejo, pero el señor Ollivander parecia mucho mas viejo que el y estaba perfectamente.
Me lleve una mano a la boca, en un espontaneo gesto de sorpresa, y pronto ese amarillo volvio a ver teñido por algunos mechones azules. No conocia a aquel hombre, tan solo lo habia visto algunas veces en la portada del profeta, pero no estaba bien que la gente muriera. Eso siempre era algo triste, incluso cuando se trataba de alguien a quien no conocias.
Y mire al resto, con una expresion de preocupacion en el rostro, mientras veia como, poco a poco, el azul volvia a inundarlo todo.
-No lo se, pero normal no es, Liz... - dije a Lizbeth, ante sus preguntas, mientras recogia mis cosas, para salir hacia el gran comedor- ¿Que le habra pasado? A lo mejor ha sido un accidente o algo... - añadi, intentando buscar una explicacion razonable a aquello- Es horrible...
No recordaba conocer al hermano de Maebh, pero lo cierto es que a Troy, con saber que compartían la pasión del quidditch, ya le caía bien. Justo cuando iba a pedirle más información sobre su familiar, el extraño profesor de DCAO irrumpió en la sala. La conversación entre adultos fue bastante extraña y reveladora, provocando que todos sus compañeros y él mismo se quedaran en silencio intentando captar cada palabra que intercambiarían.
¡¿El ministro de magia había muerto?! ¿Y qué? Es decir... a pesar de que era una noticia bastante dramática, la mente del joven Troy no llegaba a alcanzar el por qué era una noticia que llevara a que sus clases en el colegio fueran incluso canceladas. Al fin y al cabo aquel era un tema que el ministerio debería solucionar, no los profesores.
Aún así se colgó de los hombros su mochila y la de Megan y siguió a sus compañeros y al profesor hasta el Gran Comedor. Una vez llegaron se sentó en el banco, peinándose un poco el pelo y la parte del flequillo que sin gomina estaba bastante caída. Escuchó las preguntas de sus compañeros con aparente indiferencia y participó cuando creyó el momento oportuno:
- El puesto de ministro de magia es bastante peligroso supongo. Siempre que alguien es famoso se expone a los demás y no podemos gustarle a todo el mundo. Mi padre siempre me ha dicho que prefirió no saltar a la fama para poder vivir tranquilo. - se encogió de hombros sin más, apoyando la cara en la mano y pensando que quería ir a clase de vuelo de una vez.
Aunque una parte de él pensaba que no tendría que interesarse por aquel tema, lo cierto es que en el fondo Troy estaba sediento de información. ¿Sabría alguien algo más sobre lo sucedido al ministro? No lo había visto nunca, pero sí había oído a su madre hablar sobre él. Parecía un buen hombre y, según escuchó a su madre decir en varias ocasiones, "un idealista". Su buena voluntad de crear un mundo mejor era lo que le había llevado a aquel gran puesto. ¿Entonces por qué no le habían vigilado mejor para protegerle?
Ante su fachada de poco interés, Troy intentó escuchar más cosas del resto de compañeros. Posiblemente lo mayores supieran más o tendrían ideas más cercanas a lo que podría haber pasado.
Motivo: rumoreeees
Tirada: 1d10
Resultado: 8(+2)=10
He tirado rumores en secreto :D
La pregunta de la gryffindor volvió a poner de manifiesto su origen muggle -Deberían hacerles un curso acelerado con lo básico- pensó Jarek que se encogió de hombros ante la sorpresa de Troy por su falta de entusiasmo -No sé qué le ven a los deportes, sólo sirven para que alguna gente quiera parecerse a tí. Ir a verlos de vez en cuando está bien pero no es una profesión de futuro- y es que en su familía nunca había habido mucho interes por esas 'cuestiones mundanas', preferían otras ocupaciones.
Al joven le agradó oir que no era el único al que no le decía mucho ese deporte, esperaba no ser un bicho raro por no dejarse la voz animando. Y entonces llegó una nueva pregunta por parte de Lizbeth, parecía que el mero hecho de pensar en volar la aterraba -Lo dicho, mejor que los reúnan y se lo digan todo de golpe, así no van de susto en susto-. Faltaba poco para que acabase la clase y el ánimo del chico comenzaba a decaer cuando la puerta se abrió de golpe, sin previo aviso ni permiso. Quien entró por ella fué el profesor de DCAO, con una cara igual de adusta que la noche anterior pero con andares presurosos.
Como no tenía nada mejor que hacer, Jarek siguió el recorrido del profesor con mirada atenta. Que el ministro hubiese muerto no le dijo nada al muchacho pues no conocía a ese hombre, o al menos no se acordaba de ello, pero que hubiese reunión de jefes de casa con el director por un hecho así le sorprendió. Al fin y al cabo el colegio nada tenía que ver con el Ministerio, ¿no? pues parecía que no era así. Para consternación del muchacho, el profesor dió la clase por concluida y los mandó al comedor para el almuerzo. Jarek dejó escapar el aire en un pequeño bufido, no habría más intentos por ese día.
- Pues nos vamos a comer, lo bueno es que al ser los primeros podremos elegir. - dijo dirigiéndose a sus amigos, había que encontrar la parte positiva.
Al ver el gesto que les hizo el profesor de DCAO, Jarek guardó su varita, que era lo único que había sacado para la clase, y se levantó. -¿Que si pasan estas cosas por aquí?- repitió mentalmente la pregunta de Liz extrañado por saber a lo que se refería -Pues claro que la gente suele morir, ser mago no es ser immortal- le iba a contestar cuando la chica del pelo ¡¿azul!? lo hizo -¡Ah! igual se refiere a la reunión,- recapacitó -menos mal que no he dicho nada-. Y entonces Troy dió su opinión al respecto -Su padre prefirió no saltar a la fama...- se preguntó si no quiso ser jugador profesional o algo por el estilo, la verdad es que, exceptuando a los deportistas, a Jarek no se le ocurría por qué alguien no querría ser el mejor en lo que hiciese.
Se abstuvo de la conversación sobre Quidditch, tanto porque no era una persona que gustara de hacer deportes como porque tampoco era una gran fanática de observarlos. Alguna vez recordaba haber ido a un mundial con sus padres, pero incluso en aquella ocasión la idea de un montón de personas sobre escobas peleándose por un set de pelotas no le parecía especialmente atractiva. Por otra parte, esa vez si se había divertido muchísimo. Entre los gritos emocionados de un público que podía entusiasmar al más frío y desinteresado, fuegos artificiales brillantes y novedosos, y noches acampando con su familia, no podía alegar que hubiese tenido dificultades para mantenerse entretenida. Sin embargo, ella cambiaría todo ese alboroto y bullicio por una tarde al piano con su tío cualquier día. Las melodías que él creaba con suma dulzura y delicadeza lograban hipnotizarla a tal punto que olvidaba quién era o qué hacía, y su sonrisa era capaz de iluminar la habitación mucho mejor que cualquier juego de luces de estadio.
Solo una fuerte e inesperada entrada de aquel hombre que la hacía sonreir y suspirar por su apariencia fuerte y aguerrida logró sacarla de los pensamientos en los que se encontraba, cuando de a poquito la última tonada que le había presentado su tío empezaba a sonar en su cabeza a bajo volumen. Opuesta a sus compañeros, la noticia no la escandalizó. A pesar de que el señor en cuestión sonaba como una muy buena persona, ella no lo conocía, y no veía la urgencia en anunciarlo. Se sentía mal por su familia, claro, y le deseaba lo mejor a ellos para poder superar lo horrible de aquella muerte, pero personalmente la noticia no le surtía demasiado efecto.
Encantada con la idea de seguir al profesor a donde fuera, y asegurándose de estar al lado de Troy, se unió al grupo de alumnos dispuestos a salir del lugar.
¿No te parece hermoso? - le susurró a Violet, sonriendo y mirando con picardía al profesor de DCAO.
Me había quedado pensando en cómo conseguir hacer llegar la pluma a la cajita. Violet no había respondido a mi pregunta así que había decidido que lo mejor que podía hacer era buscarlo en el libro. Los chicos a mi lado se habían puesto a hablar de un deporte extraño, por lo que no les presté demasiada atención. Si en algo era pésimo, ese algo eran los deportes. Todavía me acordaba de aquel día que mi hermana y Fiona me habían obligado a jugar a la pelota. El haber conseguido cogerla una vez había sido lo nunca visto. Si hasta me había emocionado. Por supuesto la emoción no había durado mucho. De repente, algo de lo que dicen los chicos me llama la atención.
- ¿Una escoba?- exclamo, casi al mismo tiempo que la chica tímida de Gryffindor. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que según una de las chicas volar en escoba es obligatorio. Como si fuéramos brujas de esas malas de las películas. ¿Se han vuelto locos? ¿Y si nos caemos desde las alturas? ¿Y si nos chocamos con un pájaro?. Miro a Calliope, que se encuentra bastante cerca de mi, aterrado.
- ¿Lo que están diciendo esos chicos es verdad? ¿Y si nos chocamos con un pájaro? Si nos caemos desde tan alto nos podemos partir todos los huesos.- digo, mientras mi cara adquiere una expresión de dolor.
Pero no me da tiempo a seguir con esos dañinos pensamientos pues casi al mismo tiempo, el profesor nos felicita y la puerta se abre para dar paso a una mala noticia. El ministro ha muerto. Si el cargo de ministro en el mundo mágico era el mismo que en el mundo normal, eso significaba que aquel hombre era alguien importante. Me uno a las cavilaciones de mis compañeros.
- Él ha dicho que lo habían encontrado muerto. Una muerte normal sería un simple "el ministro ha muerto"- pronuncio esas palabras intentando imitar el sonido de la voz de un adulto.- pero el dice que lo han encontrado, ¿y si lo han asesinado?- la idea de un asesinato con magia, o sin ella, me producía a la vez un escalofrío de miedo y de emoción. Podíamos ser los próximos Sherlock Holmes. Comienzo a fantasear con esa idea en mi cabeza hasta que el profesor nos manda al comedor. - Igual podemos ir a comer. A lo mejor nos dan un discurso o algo, como el que nos dieron al llegar.- sugiero a los que están más cerca.
Joy entró en la clase con el pelo algo húmedo, pero al menos la horrible baba de caracol había desaparecido. Tras escuchar al profesor, echó un vistazo a la clase y, al ver que una alumna se ofrecía a repetirles lo que había dicho, se sentó cerca de ella para intentar enterarse bien.
Sin embargo, no llegó a realizar los hechizos, algo más importante ocurrió, algo que atrajo la atención de la niña. No llegaba a creerse las palabras del profesor. El primer ministro no podía estar muerto. Se quedó pensativa hasta que escuchó las palabras de sus compañeros. Bonita escusa para justificar la falta de éxito. Comentó Joy al aire, se forma algo mordaz. Acababan de matar al ministro y al niñato de turno solo le preocupaba pavonearse. Lo cierto era que la Slytherin estaba algo preocupada. El ministro no eran tan viejo como para morir y había sido todo demasiado repentino.
Tras dedicarle una mirada al niño rubio, se giró hacia sus compañeros de casa. No creo que hubiera problema con la comida, no es algo en lo que se escatime. Comentó Joy, intentando sacar de la cabeza la imagen del primer ministro sentado en su despacho, muerto. En fin, supongo que habrá que practicar por nuestra cuenta. Vaya inicio de clases, como esto siga así, voy a volver a casa igual que he venido.
Sorry la tardanza, exámenes :(
- No soy raro. Soy listo. - Contestó a Violet, totalmente serio. Vamos, que iba totalmente en serio, no era algún tipo de broma o similares. Lo habían llamado raro muchas veces, y siempre decía lo mismo. Era normal, él era listo, y los demás no lo entendían, de ahí la explicación que lo llamaran raro. Y que los demás no fueran listos le ponía triste.
Al menos, pareció satisfecho cuando Violet dijo que se leería su manual. Para él, en su cabeza, ya tenía compañera de mesa para el resto del curso, o cursos. No hablaba mucho, estaba en la casa de los listos, parecía comprender las normas de higiene básica, aun no le había pegado -aun más, le había protegido de que un diabólico disco volador lo hiciera- y si ahora se leía el manual, firmaba el contrato de compañeros de mesa y hacia preguntas inteligentes lo siguiente que se plantearía es echar a Erik de la habitación y enviarla a la habitación de las chicas en un justo y equivalente intercambio de compañeros de habitación.
Eso le recordaba que debía volver a molestar a Erik con frases largas llenas de palabras difíciles, duras expresiones faciales, largas miradas fijas y provocando su nerviosismo moviendo los libros de Erik de forma que no queden perpendiculares respecto el borde de la mesa.
Bueno, se planteó si aquella última medida no era demasiado dura. Se lo pensaría más adelante, quizás mientras estuviera en el servicio.
En cuanto a la conversación del Quidditch, él no se metió por varios motivos. El primero estaban en clase, y una barbarie le parecía hablar en clase de algo que no era de clase, sobre todo si era un tema como aquel.. ¡El Quidditch! ¡Bárbaro deporte de barbaros jugadores donde se premiaban agresiones físicas sobre demostraciones intelectuales! No, no, no... solo un bárbaro deseoso de recibir golpes en la cabeza podría tener algún tipo de gusto o placer por un deporte como aquel.
¡Criminal!
Solo la idea de estar sobre una escoba le inquietaba. Volar a toda velocidad le inquietaba más. Pero además, estar en un mismo lugar con varias pelotas asesinas mientras la gente iba y venía con intenciones hostiles -donde además de pegarte, invadían tu zona de confort- solo conseguía provocarle ciertos escalofríos que lo descentraban de su saludable lectura.
- ¿Has estado en la enfermería? - ¿Ese inmundo lugar lleno de letales enfermedades, gemidos y quejidos de moribundos? ¡Qué horror! Dio un paso lateral, apartándose de ella. - Me tranquiliza saber que estas mejor. - No sabía si además debía alegrarse, pero si le tranquilizaba saber que no debería estar pendiente de ella en concepto de retribución por las heridas causadas.
¡Entonces pasó algo totalmente descabellado, fuera de lugar y maleducado!
Sin llamar tres veces como dicta la convecciones sociales, el profesor de la asignatura más violenta -y por lo tanto, una de las que menos le gustaban- entró sin más tuteando al profesor -¡tuteándolo!- e indicándole que el Director -¡Tuteando al Director!- y todo para decir que el Ministro de Magia había sido encontrado muerto.
Muerto.
Quizás, de todo aquello, lo que más le hubiera molestado a Alexander es que hubieran interrumpido su clase favorita. Lo segundo, que ahora iban a cambiar las cosas -cosa que le gustaba también más bien poco- y que debería aprenderse el nombre del nuevo Ministro.
No. Aprender cosas nuevas le gustaba. Por esa parte se alegraba.
Por otra parte, la falta de información no le permitía emitir un juicio correcto. No sabía exactamente como había muerto, y lanzar aquellas preguntas en alto habría sido estúpido, estaba claro. A él solo le interesaba saber que iba a cambiar, por que las cosas que cambiaban no le gustaban. Por el resto, le daba bastante igual.
Estratégicamente, se quedó el último cuando comenzaron a organizar a los chicos para marchar hacia el Gran Comedor. Miró a Erik, haciéndole un poco disimulado gesto para que se acercara y poder hablar con él de lo que había pasado. También se lo hizo a Violet, la ahora su compañera de mesa hasta que encontrara alguien mejor, demostrara no ser lista o simplemente se cansara o rompiera algún término del contrato de compañeros de mesa.
Tras unos segundos de duda, también se vio en la obligación de llamar a Megan y Caliope.
Después de todo, aquellos habían demostrado estar a la altura de poder pertenecer a la Liga de la Justicia. Al menos, en su enferma mente.
Era evidente que los más pequeños parecían entre confundidos y alegres por la pérdida de clases y por la muerte de un hombre que en el mejor de los casos sólo conocían de oídas pero aquello no era así para un grupo de cuatro niños, que tendrían dos o tres años más que Troy, y que se inclinaban sobre la mesa de Gryffindor, sentados a apenas unas sillas de distancia de ellos y cuchicheando de forma sospechosa.
- ...sí, tíos, he oído cosas en mi casa, mi madre se ha pasado el verano diciendo que había mucha gente descontenta con la actuación de Sazernoth. No me extraña que lo hayan asesinado - comentó despectivo un chico de pelo negro y desgreñado y ojos claros.
- No se sabe si es un asesinato - apuntó con suavidad su compañero, de pelo color arena.
- No seas crédulo, Remus - bufó el chico que había hablado primero -. Que no lo digan en El Profeta no quiere decir nada, todo el mundo sabe que en ese periódico sólo publican lo que el Ministerio les permite escribir. ¿Qué hay del asesinato de los dos aurores este verano? Nadie dijo nada, como si no hubiera sucedido, y esos hombres murieron sin pena ni gloria.
- Cabrones - musitó con enfado otro chico, este con un pelo negro y desordenado, con gafas.
- Un accidente - murmuró sin convicción el tal Remus.
- Venga ya, ¿a quién intentas justificar? Tío, ya sé que tu padre está en el comité que lo está investigando y que les están apretando las tuercas para que no digan nada pero es que no se lo cree ni Dios. Mi prima - de nuevo aquel tono despectivo y cargado de veneno en la palabra "prima" - dijo que no había ninguna señal en el cuerpo, ninguna herida, pero que la expresión de sus caras no dejaba lugar a dudas.
- ¿Por qué? - preguntó otro chico que aparentaba ser un año menor, pequeño y con unos ojillos húmedos que recordaban a los de un roedor.
- La maldición asesina - sentenció el chico de las gafas -. ¿Qué otra cosa podría ser, Peter? Asesinan a dos aurores este verano y ahora muere Sazernoth. Vale que según mis padres no tenía madera de ministro pero no era un mal tipo, sólo un mindundi. Está claro que no son dos hechos aislados.
- Pues no entiendo cómo podrían estar relacionados - insistió el tal Peter, aunque estaba claro que la sola idea lo llenaba de temor, algo obvio cuando añadió -: Pero si lo estuvieran, ¿qué querría decir?
- Quiere decir, Colagusano, que se avecina un cambio - aclaró el chico de pelo largo que había hablado en primer lugar, pasando un brazo por los hombros del pequeño.
Troy no pudo escuchar nada más de lo que dijeron pues en un gesto de camaradería los cuatro juntaron más las cabezas y los susurros se volvieron ininteligibles incluso para el niño.
Violet se había encaminado junto a los demás hacia el Gran Comedor, entrando con cierto alivio en la estancia bien iluminada. La verdad es que había sido un día raro, con una primera clase plagada de accidentes extraños y una segunda con una noticia que aún no sabía cómo tomarse. La pregunta esencial era si aquello era o no importante y por qué. Como niña había permanecido totalmente ajena a la política del Ministerio hasta el momento pero sabía lo suficiente como para deducir que aquello significaba elecciones y que éstas siempre ponían nerviosos a los adultos porque significaban cambios ajenos a su control.
La pregunta de Megan la sacó con brusquedad de sus pensamientos y aunque quiso evitarlo con todas sus fuerzas su rostro se sonrojó con furia.
- Supongo - murmuró sin convicción y con cierta incomodidad. Violet nunca había sido demasiado expresiva en cuanto a sus pensamientos íntimos y no acostumbraba a fijarse demasiado en los chicos, a pesar de que las palabras de Megan la obligaron a echarle un segundo vistazo al profesor, sintiendo como su rostro ardía.
Noticias interesantes sin duda. Al parecer la muerte del ministro no había sido casual y algo nuevo estaba a punto de suceder. Un cambio... y al parecer no iba a ser un cambio agradable.
Esos cuatro chicos tenían mucha información y sin duda era valiosa. Troy escuchó atentamente cada una de las palabras que fueron diciendo. No es que el chaval fuera muy entrometido, pero lo cierto era que el tema llamaba la atención. Además, su madre trabajaba para el ministerio y aunque la creía una gran bruja que pudiera defenderse en cualquier caso, no podía evitar preocuparse.
Quizás debería hacerme amigo de ellos.
Sabía que esos chicos eran mayores y que probablemente pasaran de él, pero debía intentar convencerles de que era una persona útil. De esa manera sería posible que contaran con él en el futuro y que pudiera saber más información sin la necesidad de escuchar a escondidas.
Total, si no cuela, siempre podré seguir escuchando aparte.
Pero estaba convencido de que podría caerles bien. Algo le decía que podría llevarse bien con ellos. Eso sí, visto cómo unos cuantos compañeros se habían apartado del grupo grande de los de primero para hablar a solas - cosa que Troy consideraba de bastante mala educación si estaban todos hablando en grupo- deicidió que lo mejor sería que ninguno se enterara de sus intenciones. Se guardaría la información para él mismo y actuaría en solitario.
Así pues se levantaría con alguna excusa y empezaría a hablar con ellos procurando que nadie se fijara realmente en él.
Chicas hablando de chicos. Era raro escuchar a Violet comentar algo sobre el aspecto de un chico, o más bien en este caso de un hombre, y aunque la palabra tampoco había resultado muy entusiasmada por su parte, lo cierto es que Troy sabía que ya era mucho. Sonrió divertido ante aquel hecho, pero entonces se acordó de que aún no había contactado con sus padres después de la elección.
Se incorporó, aún con la mochila de Megan colgada y la suya propia.
- ¡Lo había olvidado por completo! No he escrito a mis padres. Seguro que están esperando que les digamos qué tal fue la selección.- ¿lo había aplazado a propósito porque le daba miedo decir que había entrado en Gryffindor? Era una posibilidad, pero Troy también pensaba que sería un acto de valentía hacer saber a su madre que no había entrado en Slytherin, y debía de sentirse orgulloso de su casa- Me alejo un poco para escribirla. Decidle a mi hermana que luego le paso el pergamino para que escriba algo más. ¡Hasta luego!
Y sin más se marchó a donde vio que había un hueco más grande donde poder escribir tranquilamente sin gente que pudiera mirar interesado sus palabras por encima de su hombro.
Marco solo a estos porque los otros se han apartado del grupo.
No fue un lugar aleatorio donde se había ido a sentar. Justo lo hacía al lado de los chicos que aún mantenían las cabezas juntas. Troy en un principio se puso a escribir, con la vista fija en el pergamino y en la pluma con el fin de disimular. Si los demás le observaban verían que estaba escribiendo simplemente. Siempre se le había dado bien disimular.
Entonces no dudó, aún mirando al papel, en hablarles a los chicos. Sabía que debía decir algo que llamase su atención pero que no demostrase que había estado escuchándoles porque a lo mejor lo tacharían de impertinente.
- ¿Qué es la maldición asesina?- podrían pensar que les había escuchado, pero también podrían pensar que él tenía información sin llegar a saber que esa información era justamente la de ellos. El caso era llamar su atención en un principio.
Ninguno de los chicos había prestado atención a Troy cuando éste se había acercado pero su pobre tentativa de conseguir que le introdujeran en la conversación sin que sospecharan que había escuchado a hurtadillas se topó con la mirada fulminante del chico del pelo largo y negro.
- ¿Estabas escuchando, enano? ¿Sabes lo que les hacemos a los cotillas?
- Sirius, que es uno de los de primero.
- Y es Gryffindor - se anticipó el de las gafas con una amplia sonrisa que le daba un aire travieso -. ¿Cómo te llamas, chico? Yo soy James Potter, él es Remus Lupin - señaló al otro chico que lo había defendido -, el borde es Sirius Black, pero no tiene la culpa de ser así, es que su madre es muy purista y la mayoría de su familia están chiflados por eso de la endogamia - bromeó James, dándole un puñetazo en el hombro a Sirius, que le lanzó una mirada furibunda, aunque sin parecer realmente enfadado -, y nuestro bajito amigo es Peter Pettigrew. Un encanto, según su madre, claro que como el amor de una madre... - dejó la frase sin acabar, esperando la obvia queja del pequeño. Esta no tardó en llegar en forma de un débil "¡eh!" mientras Remus musitaba un "un placer" y Sirius seguía mirándole con suspicacia.
- La maldición asesina es una que mata al instante al receptor de ella, sin poder hacer nada para evitarlo, sin dejar marca, siempre mortal - explicó el tal Remus al ver cómo los comentarios picajosos de James estaban apunto de acabar en una serie de pobres réplicas por parte de Peter y ingeniosas burlas como respuesta de Potter.
Con mirada tranquila escuchó las presentaciones de los chicos. Bien. Aunque Sirius había sido un poco borde al principio, el plan de Troy había surtido efecto gracias a James, a quien estaba tremendamente agradecido. Viéndolos ahora de cerca parecían un grupo bastante seguro de sí mismo y eso le llevaba a pensar que posiblemente fueran bastante populares en el colegio. Que fuera una fama buena o mala ya sería otro cantar, pero Troy se sentía bien al poder hablar con ellos.
Tal y como le enseñó su madre les estrechó la mano a los cuatro, demostrando seguridad, amabilidad y sobretodo educación. Le sacaban una cabeza más o menos, pero sentados no parecía tanto.
- Troy Knight.- una vez hubo terminado de estrechar las manos volvió a su posición de antes y habló con naturalidad y frescura, demostrando una mezcla de desfachatez y respeto llamativa- No estaba escuchando nada. Yo solo escribía una carta a mis padres.- era obvio que sabía que ellos debían de imaginar que estaba mintiendo, de ahí la desfachatez, y por la sonrisa que solo apareció ligeramente en su rostro les intentaba hacer ver que no intentaba burlarse de ellos, solo continuar la conversación. Así pues se puso a hacer como que escribía leyendo en voz alta: "Queridos padres, dos puntos. No he podido escribir antes porque no he parado. Después de la selección, en la que caí en la casa Gryffindor, de la que me siento orgulloso- recalcó en esa parte de Gryffindor, sabiendo, tras el comentario del principio, que James había aceptado su impertinencia solo porque era Gryffindor.- He estado en clase donde formé una bastante tremenda. Pero bueno, todos están bien, creo.- continuó escribiendo, a sabiendas de que lo que fuera diciendo repercutiría en si le aceptaban o no. Troy debía de estar siendo evaluado en aquellos momentos- He conocido a cuatro chicos muy guays- "guay" era la palabra más chula de aquel tiempo. Al menos en su zona muggle- Uno de ellos tiene un pelo genial. Creo que voy a dejármelo como él.- no daría el nombre. Que a quien le interesase se pensara que se refería a él- Estoy esperando ansioso las pruebas de quidditch de este año. Fijo que entro a la primera.- no sabía si jugaban al quidditch o no, pero pensó que quizás pudieran ayudarle con ese tema. Y si encima caía la suerte de que alguno formase parte del equipo, demostrar que tenían una pasión en común sería un paso hacia adelante en aquella relación- Luego veré a mi hermana mayor, Agnes- recalcó en el nombre. Vale que fuera Slytherin y que hubieran comentado que los Slytherin y los Gryffindor tenían una rivalidad, pero la baza de Agnes tenía un 90% de posibilidades de funcionar. ¡Era Agnes! ¿Y a quién engañar? Estaba muy buena. Parecía la chica perfecta. Quizás alguno de ellos estuviera interesado en ella y ver que tenían a su hermanito pequeño en Gryffindor queriendo ser su amigo, les ayudase a estrechar vínculos, o a hacerse un favor por otro favor- Para decirle que os escriba algo en esta carta. Y nada más, todo va bien aquí- intentaba demostrar que no iba a contar nada de la información a nadie, ni siquiera a su familia. Escribió el supuesto punto y final y miró de nuevo a los cuatro chicos con naturalidad, como quien se acaba de acordar de algo y sigue la conversación creyendo que no le han estado escuchando antes- ¿Quién puede querer matar al ministro y a dos aurores?
Fuera lo que fuera que intentaba Troy no pareció ser del agrado de Sirius, que le dirigió una mirada socarrona que dejaba entrever que algo tan obvio no iba a funcionar con ellos. Se equivocaba. Por lo menos con James, que asentía con una sonrisa petulante, dándole la razón.
- Ah sí, espero que lo del pelo genial vaya por mí - comentó, despeinándose el cabello en lo que claramente era un gesto ensayado miles de veces ante el espejo. De todos modos no parecía que ninguno hubiera caído bajo el embrujo de sus halagos. Peter parecía estar seguro de que no iban por él, Remus tenía el ceño fruncido en una expresión compungida, como si no subiera cómo responder ante tal sarta de bobadas, Sirius ponía los ojos en blanco con cada nuevo comentario y James asentía de tanto en tanto, divertido con la desfachatez del chico -. Espero que no pretendieras ser buscador porque es la posición que ocupo en el equipo. Golpeador... - le echó un rápido vistazo a Sirius, que ante el comentario sonrió con malicia -... lo dejo a tu cuenta y riesgo.
- Espera, espera, ¿Knight? ¿Agnes Knight es tu hermana? - preguntó Sirius cuando el niño mencionó a su hermana mayor -. Hermano de la princesita de hielo - bufó, un tanto despectivo.
- Pero es tan guapa... - musitó Peter por lo bajo.
- Está cañón y me lo haría con ella en el armario de las escobas si quisiera - afirmó Sirius con cierta chulería, como si no tuviera sólo trece o catorce años -, pero no quiero porque es una borde. Y Slytherin - sentenció, como si aquello fuera suficiente.
- Si quisieras... si ella te invitara a comer de su mano lo harías sin dudarlo - se burló James, recibiendo una nueva mirada fulminante de Sirius, que no dijo nada aunque sus orejas se sonrojaron. Remus soltó una risa suave, aunque tampoco añadió más.
Aquel fue el momento que aprovechó Troy para intercalar aquel comentario entre bromas y puyas, sobre los asesinatos.
- Cualquiera que quiera que las cosas cambian - respondió Sirius de mal talante, como si aquello fuera una obviedad -. Y ahora mismo es mucha la gente que quiere eso, ¿sabes? Después de lo de Grindelwald todo el mundo quería paz y tranquilidad durante unos años pero esos años han pasado y seguimos igual de hundidos en la mierda. La sociedad mágica no cambia, no avanza, aunque los muggles han avanzado muchísimo en pocos años y eso empieza a poner nerviosos a muchos.
James le caía bien. Era amistoso y simpático y casi se podría decir que se parecían. Pero Sirius... ese Sirius era un hueso duro de roer. Parecía que los halagos le habían sentado al contrario de lo que Troy quería. ¡Y encima estaba la mala fortuna de que era el golpeador! Aún así... ¡aquellos chicos eran jugadores de quidditch del equipo! A Troy se le iluminó la mirada ante aquella información:
- Espera, espera... ¡sois jugadores de quidditch! Y seguro que buenos... Yo quiero ser guardián. ¡Seré el mejor guardián que haya existido! Quiero jugar con vosotros.- no había subido aún a una escoba y ya estaba soñando con volar en el campo de quidditch demostrando su valía. ¿Sueños de niño que se harían realidad o sueños que se convertirían en pesadilla? Aún así Troy estaba muy seguro de sí mismo. El fútbol se le daba bien. ¿Por qué no el quidditch?- En cuanto a mi hermana...- ¿"La princesa de hielo"? Bueno, para Troy algunas cosas encajaban aunque no estaba aún seguro al cien por cien. Lo que estaba claro es que a Sirius parecía gustarle por mucho que se hiciera el gallito- ...Dices que es Slytherin como una excusa porque no estás seguro de ti mismo.- Si Sirius le pedía ayuda con su hermana o si salía con su hermana, cosa realmente dificil, se acercaría más a Troy y dejaría de verlo como un niñato- Creo que haríais buena pareja. Los dos os parecéis.- sí. Acababa de decirle a Sirius que él también era un borde, pero sonó como halago más que como insulto. Después se encogió de hombros- Aunque dudo que fueras capaz ni de lograr un beso suyo. Puede que con mi ayuda...- A cambio de algo, por supuesto.
Después escuchó más sobre el tema que les había juntado. No sabía quién era Grindewald y desde luego ellos sí que parecían muy bien informados. Parecía que sabían de todo aquello y sus palabras sonaban a verdades más que a suposiciones.
- Pues ese cambio del que habláis no parece muy bueno... es decir, están matando a gente. Eso nunca es bueno.- ¿y si las cosas continuaban cambiando a peor? ¿Habría alguna forma de cambiar esos hechos?- De todas maneras, ¿qué es lo que podemos hacer nosotros?- se incluyó en el grupo de cuatro, clara señal de que quería que le consideraran un amigo en quien confiar.- ¿Y cómo podríamos defendernos de esas maldiciones asesinas? Porque supongo que debe de existir algún modo...- miró sobre todo al chico llamado Remus ya que había sido él quien había respondido a todas sus preguntas sobre conocimientos. Debía de ser el inteligente del grupo.
¡Jugadores de quidditch! ¡Mayores! ¡Seguro que muy populares! ¡Y bien informados!
Espera... creo que Amanda nos advirtió de ellos ayer.
Remus se llevó una mano al rostro, ocultando la expresión de desastre que se apoderó de él conforme Troy iba hablando. El niño debería haber captado aquella señal para callar y sino James haciendo signos tras Sirius y silabeando un "corta ya" tendría que haber sido suficiente, pero Troy ya había cogido carrerilla y no se daba cuenta de que los corteses "continua" de Sirius eran un claro indicativo de que estaba en terreno pantanoso. Su amplia sonrisa debería haber sido el indicativo de que estaba con el agua hasta el cuello pero no pareció darse cuenta.
- ¿Así que no estoy seguro de mí mismo? - le preguntó con una sonrisa repleta de una sorpresa irónica, lo mismo que su tono que parecía querer mostrar que Troy le había descubierto la panacea -. ¿Y dices que me ayudarías con Knight? - sacudió la cabeza con gesto estúpido antes de darle una colleja a Troy -. Cállate, idiota, si no quieres ser tú el que no dé un beso en la vida.
- No hay defensa contra las maldiciones asesinas - contestó Remus cuando el peligro hubo pasado. Parecía aliviado.
- Será mejor que te vayas, Knight, puede salir la vena loca de su familia - bromeó James, que no parecía para nada afectado por lo sucedido.
Con aquello dieron a Troy por despedido, aunque no parecían muy dispuestos a retomar la conversación anterior.