Partida Rol por web

Se volvió corriendo a todos mirándolos para ver si estaban graves aunque a él lo que verdaderamente le importaba en aquel instante era el fuego y que no se extendiera hacia el bosque. Ninguno parecía especialmente moribundo podría encargarse de ellos más tarde, pero tampoco quería desentenderse completamente, pero el fuego era importante.

¿Todos bien?! Hay que vigilar el fuego!...... – Se movió dando saltitos en su mismo lugar mientras seguía debatiéndose.

Arael se puso a extraer sus flechas de los cadáveres yacientes -Ve a vigilar lo que quieras niño, pero no tenéis porqué preocuparos por fuego, está controlado -Le increpó, mientras pisaba la cabeza del último trasgo y le arrancaba la flecha del cráneo -Los mayores tenemos que ir a rescatar a Gerin.

La elfa limpió de sangre los proyectiles en su armadura de cuero, guardó en su mochila los que habían sufrido desperfectos y los remplazó por otros. Finalmente, con el arco en su mano izquierda y cinco flechas en la derecha, puso rumbo a la torre del mago.

Kelrin chasqueó la lengua. Otro humano derribando su objetivo, entrometerse debía ser un rasgo de su raza... Barrió con la mirada el campo de batalla: todos los trasgos habían caído, uno de los humanos estaba algo perjudicado, pero los demás parecían estar bien. Su mirada se detuvo en la animosa elfa y, tal vez por el furor del combate o por verla algo herida, se sintió tentada. 

- Su muerte satisfaría a Lloth... -inspiró profundamente conteniéndose - pero no a la matriarca, si me lleva con ella.

No dudó en que los humanos se le echarían encima de intentar algo y tenerlos de aliados temporales parecía ser lo más astuto de momento. Salió de su ensimismamiento cuando la elfa nombró a “Gerin”. La idea de acercarse excesivamente a las llamas le resultaba repulsiva. Decidió registrar al trasgo más cercano para quedar rezagada y no comprometerse .Si sólo era necesario uno para rescatar al viejo, que fuera otro el que llegara “casualmente” primero.

Kilian se quedó por un instante mirando el cuerpo del trasgo que acababa de matar. Le había costado coger el ritmo del combate, pero una vez conseguido, se sentía defraudado al no poder seguir combatiendo.

- ¿Quedarán más? –se preguntó mientras, después de haber limpiado la hoja, enfundaba el espadón en la vaina y lo colocaba en su espalda. Miró a su alrededor, algunos de los que habían combatido con él tenían heridas un tanto feas.

El niño y la elfa del arco estaban hablando entre ellos. - ¿Klaus y Arael dijeron que se llamaban? –qué más le daba, no quería tener que cargar con más nombres en sus recuerdos, si estos morían. El niño ni siquiera se le ocurría que podía estar haciendo allí. - ¿Quizás el tal Gerin fuera su padre? –en cuanto a la elfa... - Más que Arael, podría ser Tarael, menuda imprudencia la suya. –Sin lugar a dudas no volvería a seguirla tal y como hizo anteriormente.

Por fin salió de sus pensamientos, con la intención de seguir hacia la torre, así que se dirigió a los demás mientras con las manos se arreglaba el flequillo: - ¿Os encontráis en condiciones para continuar?

Vincenza, igual que Kelrin comenzó a revisar los cadáveres de los trasgos. La mayoría de ellos apenas tenían nada de valor excepto uno de los grandes, que si llevaba al cinto una bolsa con oro.

—No tengas tanta prisa bonita, que luego querrás tu parte del botín—le dijo a Arael con una sonrisa burlona mientras examinaba a uno de los caídos—. Y con que nos tires una patrulla de trasgos encima a la semana es suficiente.

Dan se limpió la sangre de la cabeza con el dorso de la mano. Ahora que el combate había terminado y el efecto de la adrenalina empezaba a difuminarse el dolor iba a más. Esa noche le iba a costar dormir. Seguro.

Aun así estaba contento con el combate librado. Era el primer combate real que había librado desde que inició el viaje. Era curioso que con tanta distancia recorrida el peligro hubiese aparecido justo al final.

—Daos prisa—les apremió—. Aunque el fuego esté controlado no sabemos qué ha pasado.

Hay que asegurarse que el fuego está controlado es lo más importante....luego...- Se fijó en uno de los presentes del grupo aunque la elfa parecía haber salido a correr ignorándolos a todos. Tenía que asegurarse de que el fuego no llegaba al bosque pero aquel tipo parecía bastante mal.

Luego os tratare a los demás... –Se acercó corriendo hacia el tal dan antes de poner las manos en la herida que parecía más grave.- Pero el fuego... – Los miro suplicantes el solo no podría hacer demasiado si el fuego se le escapaba de las manos.

Dan sintió como el dolor desaparecía tras recibir el conjuro curativo de Klaus y sonrió al joven druida.

—Gracias. Y recuerda esto para la próxima vez que luches. Los combates se ganan con guerreros, pero no sólo con guerreros. Como decía mi maestro, solo aquel que sabe usar sus dones con sabiduría someterá a su enemigo. Y ahora vámonos.

Con los cadáveres saqueados y una bolsa de oro para repartir, el grupo reanudó la marcha sin nuevas separaciones. De verdad avispado lector, no volvieron a separarse, ni aunque Arael quisiera salir por delante. Y finalmente tras unos minutos de marcha llegaron a la torre de Gerin.

Como ya había avisado Arael, el fuego estaba bajo control. Las llamas brotaban de la parte superior de la torre generando un denso humo, pero tenían una disposición uniforme. Parecía más un aviso de Gerin al pueblo, que un efecto del ataque de los trasgos. Que hablando de trasgos, en los alrededores había también varios cadáveres. Las suposiciones una vez más indicaban que hubiera sido obra del mago.

La puerta de la torre, estaba abierta, tal y como la elfa arquera la había dejado. Así que con ella a la cabeza el grupo entró en ella. Lo primero que vieron fue un recibidor con los muebles volcados, dos puertas a izquierda y derecha y unas escaleras que conducían a los niveles superiores. Antes de decidir hacia donde marchar la puerta de la derecha se abrió abruptamente y antes ellos apareció una figura encapuchada apoyada contra el marco de la puerta que comenzaba a recitar unos versos arcanos. Por suerte reconoció a tiempo que no se trataban de más asaltantes trasgos porque no llegó a completar el conjuro.

Aunque sólo Arael, oriunda de Sartor lo había visto alguna vez, no era difícil de averiguar de que se trataba del mismísimo Gerin.

Gerin era un semielfo de cabellos grises y rostro afilado. Parecía que su herencia élfica era en él más notable que la humana, pero sus ojos eran de un inconfundible humano, sobretodo a ojos de un elfo. Y en esos momentos no parecía estar pasando por su mejor momento.

Apoyado contra el marco de la puerta, con las manos manchadas de sangre y las piernas renqueantes, el mago parecía estar a punto de desplomarse. Un segundo vistazo mostraba varios cortes y rotos en su túnica y una notoroia mancha oscura la altura de su vientre y un roto. Sin duda lo habían apuñalado de gravedad y se aferraba a la vida con voluntad.

Tras cortar el conjuro se llevó la mano al estómago y entró en la habitación. Abrió una pequeña trampilla oculta del suelo y sacó un pequeño vial.

—Te conozco, ¿verdad?—dijo arrastrando las palabras mirando a Arael mientras descorchaba el frasco—. Eres del pueblo. Llegáis tarde, los trasgos... 

El mago hizo una pausa al ver las heridas de Arael y la mancha de sangre de Dan.

—Ya veo. Le habéis dado su merecido a los rezagados. Bien hecho. Y gracias.—el mago se bebió el contenido del vial y su estado mejoró al momento—. Puede que no sea el momento más adecuado... rayos, NO es el momento adecuado para nada. Pero necesito vuestra ayuda y es urgente. ¿Estáis dispuestos a aceptar un trabajo bien pagado?

Escuchó todo lo que dijo el tal Gerin sin dejar de echar un vistazo a la habitación. Así que un trabajo, a fin de cuentas, era por lo que había llegado a Sartor. Sin embargo, no podía aceptar así sin más; y ante el silencio de los allí presentes, Kilian tomó la palabra.

- Hablo por mí al decir que estaría interesado, pero si se me lo permite, antes de aceptar quisiera hacerle una serie de cuestiones: ¿En qué consistiría dicho trabajo?, ¿A cuánto ascendería la suma por cumplir dicho trabajo? Y sobre todo ¿Qué buscaban los trasgos que te atacaron? –y dicho esto, se cruzó de brazos fijando su atención en él mientras espera su respuesta.

Entro detrás de los demás observando el lugar sintiendo como los nervios le asaltaban de nuevo, si el fuego estaba controlado y los trasgos no podían hacer más daño quizás iba siendo tiempo de nuevo de irse de allí y continuar con su viaje.

Pero vio que todos seguían allí sin más y no quería llamar la atención, aunque cuando vio al mago en el suelo no pudo evitar acercarse para intentar ayudarlo aunque tomase aquel vial y pareciera recuperarse bastante. – ¿Se encuentra bien señor?.....

Escucho lo que decía el guerrero, y asintió suavemente aunque sin decir nada, el también quería saber esas cosas, aunque solo fuera por pura curiosidad.

Kelrin escuchó al mago con suspicacia. Alguien alrededor del cuál se había armado tanto revuelo le parecía interesante. Sopesó sus palabras y, a la par que Kilian hablaba, dio un paso al frente colocando ambas manos en sus caderas y añadió después de él:

-Si, ¿de qué y de cuánto estamos hablando? - perfiló su mejor sonrisa para quitarle peso a sus palabras.

-Vine lo más rápido que pude, ellos te lo pueden confirmar- Respondió al mago, señalando al resto del grupo. -No sé si estos muchachos querrán a hacer equipo conmigo, pero ya sabe usted que yo estoy dispuesta a cualquier cosa por las gentes de Sartor. 

Y por salir de este pueblucho... me empiezo a aburrir demasiado. No aguanto otro mes aquí. Además, esta gente parece interesante, puede ser divertido ir por ahí matando trasgos con ellos una temporada. Aunque también está el tema de los Halcones, tendría que cambiar algo más de aspecto. Sí, debería pintarme el pelo. Pero bueno, tampoco nos adelantemos, igual solo es hacer algo dentro del pueblo y luego estos van cada uno por su lado. Yo que sé. Bueno, sí que sé, quiero hacer algo.

-Ya sabe usted, cualquier cosa.

—Si es un buen montante puedes contar conmigo—dijo Vincenza ladeando la cabeza—. Aunque necesitaré que mande un mensaje a Aguascálidas.

A Dan la propuesta de Gerin le cogió con la pierna cambiada. El monje ya pensaba en la vuelta a casa y verse envuelto en los asuntos del mago implicaría en el mejor de los casos un retraso y en el peor...

Problemas.

Sin embargo la reacción positiva al instante de la mayoría de sus improvisados compañeros removió algo en su interior y no se trataba de la cena. Como él mismo habían pensado mientras se dirigían hacia la torre para cambiar el mundo había que ser proactivo. No podía echarse atrás.

—Cuente también conmigo.El dinero no será necesario.

—Estoy bien—respondió Gerin a la pregunta de Klaus—. O al menos vivo, que después de un ataque como éste ya es mucho decir.

El mago agitó las manos mientras murmuraba unas palabras y unas runas arcanas se dibujaban en el aire. Segundos después su túnica estaba impoluta. Después se acercó hasta Kilian y le dio una palmada en el hombro.

—Relájate chico, pareces un inquisidor haciendo preguntas. Y los demás también. Nada de señor o de usted. Solamente Gerin. No soy tan viejo todavía.

Sin duda alguna se trataba de un mago bastante curioso. Costaba pensar que había estado a punto de perder la vida unos minutos atrás con esa actitud tan jovial.

—¿De verdad no sabéis que han venido a buscar esos trasgos? ¡Vamos! ¡Es de primero de aventurero! Ocurre un suceso extraño en el lugar, fuerzas oscuras se interesan por él, hay un ataque... Es precisamente lo que estáis pensando. Esos trasgos se han llevado el meteorito.

Y al hacer esa afirmación la jovialidad de Gerin desapareció. Parecía que incluso le habían caído varios años de golpe y sus palabras empezaron a sonar solemnes.

—Os pagaré quinientas piezas de oro a cada uno de vosotros por él. Además de cualquier otro tesoro que posean esos trasgos. Ese meteorito es algo tan peligroso que en las manos equivocadas sólo traerá dolor y sufrimiento. Hay que ponerlo a buen recaudo.

Solo con decir la cantidad de oro que recibirían, quedó totalmente convencido. Además, era el tipo de trabajo que le podría ir bien. Todo el mundo en los alrededores sabía que un meteorito había caído en Sartor; y ser uno de los que defendió al pueblo del ataque de los trasgos y posteriormente recuperó el meteorito, sin duda, le reportaría reconocimiento.

Aunque cuando Vincenza nombró Aguascálidas no pudo dejar de mirarla por un momento con cierta curiosidad. Finalmente salió de su ensoñación y con mucho ímpetu dijo:

- Soy Kilian Zver, me apunto a recuperar el meteorito. –dijo entusiasmado señalándose con el pulgar de su mano derecha sobre su pectoral izquierdo acompañado de una media sonrisa chulesca. – Pero Gerin… ¿tiene alguna pista de por dónde empezar a buscarlo? –finalizó esperando alguna indicación por parte del mago que le ayudara en el paradero del mismo.

Arael "cede" el ritmo de la conversación con el mago a Kilian. El "blablabla" de la misión no le parecía interesante, solo quería ponerse en marcha. O dormir. O dormir después de una noche en el "Escudo partío".

La elfa tomó una de sus flecha y jugueteó con ella, mientras observaba la conversación entre el humano y el semielfo.

Se quedó en silencio mirando a los dos adultos, debatiéndose profundamente entre decir algo o simplemente salir de allí, no creía que el pudiera aportar nada en absoluto al grupo, tampoco le interesaba tanto el dinero, aunque si se lo daban bien recibido seria.

En cuanto a la misión que mencionaba, le creaba curiosidad el meteorito, pero suponía que como a todos, pero tanto como para arriesgarse de aquella manera, no lo veía conveniente, él no era especialmente valiente.

¿Qué es lo que hace el meteorito....? – No pudo contenerse a preguntar aquello, tenía curiosidad aunque no tuviera claro si ir con los demás o no.