Partida Rol por web

Allí estaban todos de nuevo, sólo que ahora en lugar de separados, estaban sentados en la misma mesa. El lugar en el que todos se vieron por primera vez, El Escudo Partido. Tras despedirse de Gerin y pasar por el prestamista a cobrarse sus emolumentos el grupo de aventureros, por petición de Arael, se había dirigido allí a comer algo antes de volver a partir. Con la bolsa llena de coronas el humor había mejorado mucho. Atrás se habían quedado las extrañas visiones, los combates a muerte y el gran secreto de Kelrin. Sí, ese secreto que nadie nunca podría olvidar. El único que aún estaba visiblemente afectado era Clint, pero era normal. El gran trasgo estaba mostrando una gran entereza en no derrumbarse. Gerin tenía razón al decir que debía de tener una fuerte personalidad.

Por otro lado tampoco había habido noticias de Eiren. Había cobrado su parte, después se marchó sin dar explicaciones y por El Escudo Partido no había pasado. ¿Se había marchado del pueblo? ¿Estaba en alguna otro local? Pero lo más importante, ¿sabiendo lo que sabían y el peligro que corrían tenían tiempo para buscarla? 

Vincenza vació su jarra y miró a sus compañeros.

—Antes de marcharnos hay algo que quiero deciros. Sé de... alguien... un comprador—aclaró—, que estaría dispuesto a pagarnos más por la piedra de lo que nos va a dar ese mago. No puedo deciros un número, pero seguro que podemos sacarnos más de mil coronas para cada uno de nosotros.

A Kelrin le resultó irónicamente divertido el ofrecimiento de Vicenza:

-Vaya, vaya, y después dirá de los drow... ¡vaya pícara! ¿O quizás sea una trampa? 

Ciertamente, si no podía quedarse la piedra, no le apetecía seguir pateando mundo por los caprichos del mago si podía conseguir el dinero de  otra manera. Aún así desconfió de la propuesta, dada su situación, y decidió permanecer en silencio.

Se quedó mirándolo a Kerlin y a Vincenza respectivamente antes de ladear ligeramente la cabeza con aire pensativo. –No me importaría ser quien llevase la piedra....pero...- Fue cuando sus ojos se clavaron en la espadachína. – Ir a ver a un tipo que no conocemos y que no sabemos que quiere hacer con la piedra....solo has mencionado el dinero...¿Por qué venderías la seguridad de muchos ahora que sabes lo que haría la piedra por dinero?

La observo sin juzgarla, solo con curiosidad por su actitud y sus palabras, eran un grupo y todos debían dar su opinión, él pensaba que aquello era demasiado poderoso y peligroso como para cedérselo a cualquiera por mucho dinero que fueran a dar. – Eso...es más grande que el dinero...casi morimos por ello.. ¿Por qué ?... – Los observo a todos esperando alguna contestación, suponía que Clint opinaría igual a él, incluso Dan, pero si todos decidían que era mejor venderla al mejor postor no podría hacer nada para impedirlo, salvo quizás intentar contactar con alguno de los suyos para imponer una cifra mayor y mantener aquello lejos de malas manos.

Los ojos de Kilian reflejaban conmiseración ante la propuesta de Vincenza. Muchas dudas comenzaban a aflorar en la mente del guerrero, y ninguna de ellas, eran favorables a la percepción que tenía de la espadachina. Prefería no pensar en que Vincenza pudiese trabajar para cualquier organización que había mencionado Gerin antes de marcharse de la torre, ni tampoco quería empezar a lanzar acusaciones que los introdujeran en una discusión. Más aún, sabiendo que tenían que estar prestos en salir de la ciudad.

- No me interesa la oferta, ya he dado mi palabra a Gerin y la pienso cumplir. –dijo Kilian tomando la palabra tras la intervención de Klaus. - Quizás esta propuesta la tendrías que haber hecho en la torre, así al menos, el mago hubiese subido la oferta. –concluyó en su tono habitual, antes de llevarse a la boca, un trozo de pescado adobado.

La elfa por fin se había hecho con su laúd, desde luego lo había echado de menos. Sus manos y su mente pasaron toda la noche de la bebida a los acordes... y poco más. Quizás le dedicó unos segundos a la propuesta de Vicenza. No la juzgó por hacer la oferta a escondidas del mago, de hecho le parecía lo razonable.

—Suena bien, pero no me interesa tanto cuánto nos pagará, como quién es y qué quiere hacer con ella. Parece demasiado poderosa como para dejarla en malas manos... Y confío en Gerin, pero a su maestro no lo conozco.

Vincenza ladeó la cabeza.

—¿Para que Gerin hubiera decidido que se quedaba con la piedra?—preguntó de forma irónica—¿Para qué pusiera tras nuestra pista a un grupo de Halcones Argénteos para arrebatarnos la piedra? Por favor.

—¿Y hay algún problema con los Halcones Argénteos?—preguntó un ceñudo Dan al que se notaba que no le había gustado la propuesta de la espadachina—. Tenía entendido que si hay alguien que se opone entre aquellos que quiere dominar o destruir Benerluxia y sus gentes son precisamente ellos. Si hay alguien en quién podamos confiar para que custodien la piedra es precisamente a ellos.

—¿De verdad quieres que discutamos sobre que los halcones son el bien y los demás el mal? Porque te aseguro que hay mucha gente que no piensa como tú Dan. Y eso obviando lo pueril que resulta ese argumento—entonces se dirigió a Arael—. Es alguien que se dedica a comprar y vender productos inusuales. Alguien a quien acudir cuando sabes que tienes algo valioso pero que no te comprarían en cualquier tienda. Le conocen como Heikel y vive en Luthgil.

Mientras los demás discutían, jugaba distraídamente con las gotas de vino que habían sobre la mesa. Finalmente decidió unirse a la conversación:

-Es cierto que no todo es blanco o negro- dedicó una sonrisa burlona a Vicenza. Acto seguido añadió con leve sarcasmo- Quizás ese tal Heikel sólo quiera traer conciencias nobles de vidas pasadas en cuerpos de criaturas malignas... ¿qué te parece, Clint? -la pregunta podría resultar de mal gusto, pero no le importaba hurgar en la herida con tal de devolverle a Vicenza el trato hostil que le había dedicado al conocer su naturaleza- Os dejaré las decisiones traicioneras a vosotros... por motivos obvios

Se cruzó de brazos y se apoyó en el respaldar de la silla, con aire espectante.

Mientras vertía aceite sobre una rebanada de pan recién horneado, y colocaba sobre ella, unos filetes de pescado en salazón. Kilian escuchaba atento a lo que decían sus compañeros. Tras dar un bocado al pan y posteriormente dar un ligero trago de cerveza, Kilian comento someramente algo a sus compañeros justo en el instante en que Kelrin concluyo de hablar.

- No veo el por qué siquiera podemos plantearnos esto. Todos hemos visto y comprobado lo que esa cosa puede hacer; como ha dicho el niño, no podemos dejar algo así en cualquier mano solo por dinero. ¿Qué pasaría si ese tal Heikel se la vende posteriormente a aquel que había contratado al grupo de Tharnaros? –hizo una ligera pausa dejando la pregunta en el aire y prosiguió.

- Además, en caso de que lo que dices sea cierto –dijo refiriéndose a Vincenza. –Y entregar esto al maestro de Gerin, sea dejarla en malas manos. Al menos si me contratasen para recuperarla, prefiero saber en qué manos está antes de tener que averiguarlo.

Dicho esto, volvió a coger la rebanada pues observó que el aceite empezaba a caer en el plato y se dio prisa en darle otro bocado.

Hizo una ligera mueco al escuchar a Killian referirse a él como niño, pero decidió no decir nada parecía que todo estaba empezando a caldearse como para molestarse por algo así. – Creo que estamos todos de acuerdo a que lo mejor es llevarlo hacia el maestro de Gerin por ahora... – Se quedó mirando a la mujer durante unos segundos, unos largos segundos hasta que se volvió a los demás.
 
La piedra supongo que debería ser custodiada de alguna manera, y quizás por más de uno, no sabemos qué puede pasar si uno solo se queda vigilando en ese periodo de tiempo en el que los demás dormimos...- Aquello iba claramente por la espadachina, tras su muy insistente necesidad de vender la piedra a otro tipo no se fiaba que no pudiera robarla en mitad de la noche y hacerse con todo el oro, pues parecía ser lo único que le interesaba.
 
Si queréis puedo llevarla yo, o hacer cuatro bolsas iguales y repartirlas en todo el grupo, así no sabríamos quién de nosotros tiene la piedra y sería más difícil perderla..- Por no decir obviamente en aquel momento robarlas u ultima mirada fue para la espadachina antes de alzar la cuchara para llevarse a los labios parte de la sopa que estaba tomando.

Clint no dijo nada pero miró a Kelrin con cara de pocos amigos. Su “inocente” broma no parecía haberle gustado al gran trasgo.

Vincenza por su parte se encogió de hombros de forma indolente.

—Tenía que pasar—dijo—. Si tiene orejas de burro, anda como un burro y rebuzba como un burro, sin duda se trata de un burro. Y si hay algo que sé, es que no quiero ser un Halcón Argénteo.

La espadachina se levantó de su silla y dejó caer en la mesa un par de monedas de oro.

—Pago yo—dijo mientras echaba mano de su mochila, después miró a los que habían sido sus compañeros—. Sospechaba que esto acabaría así, pero al menos lo pasamos bien, ¿no?

Se percató de la mirada de Clint, pero no le dio mayor importancia. Al escuchar las palabras de Vicenza se puso en pie violentamente de forma que, de no ser por su ligero peso, casi tira la silla.

-¿A dónde crees que vas? - se irguió todo lo altiva que pudo- Iremos todos a entregar la piedra-Hizo hincapié en el "todos"- No quiero a otra bandida por ahí que sabe quién tiene la piedra y a dónde la llevamos. No pienso arriesgarme a que nos vendas por 1000 piezas cada uno.

—Vaya, la drow muestra su auténtica cara—dijo por lo bajo pero audible para todos para luego dirigirse a Kelrin con condescendencia—. Para mí el viaje ha terminado. Y no sé cómo vas a obligarme a que vaya con vosotros. ¿Vas a atacarme aquí? ¿Delante de toda esta gente? ¿O tal vez en el pueblo? Supongo que en ese caso debería de hablar con las autoridades.

Kilian no pensaba altearse y mientras oía como los demás discutían, tomaba la última cucharada de aquel delicioso flan de manzana. Pero aquella situación estaba tomando un cariz inadecuado, muchos más teniendo en cuenta que, no deberían de perder el tiempo discutiendo y si en apresurarse en emprender el camino a Aguasfrías.

- En mi opinión, deberías acompañarnos –argumentó encogiéndose de hombros en un tono de lo más tranquilo mientras miraba a Vincenza. – No por nada sino porque si te marchas ahora, te marchas con trescientas coronas, pero perdiendo quinientas. Ya de por sí esas mil de las que nos has hablado no las vas a conseguir, y después de todo lo que has pasado, incluyendo una herida que casi te cuesta a vida… al menos termina el trabajo y que haya merecido la pena.

Dicho esto, volvió su mirada al resto de os presentes y les dijo.

- Con respecto al portador del cofre, creo que el indicado sería Clint. Ya hemos visto lo que eso puede hacer, y si por un accidente, se pusiera en contacto con cualquiera de vosotros, lo mismo la consecuencia podría ser peor. Clint ya ha tenido contacto con él, así que lo mismo ya está inmunizado a su efecto. Sea como sea, sed conscientes de que no deberíamos perder mucho más tiempo aquí.

Y dicho esto, alzó el plato y dejo que el caramelo del flan que acaba de comer resbalase desde el plato hacia su boca.

Arael dejó el instrumento en el suelo y puso un pié sobre la pesa, al lado de un plato de sopa vacío. El enfrentamiento con la elfa oscura le estaba pareciendo divertido, pero pensaba que no podían retener a la espadachina contra su voluntad 

—Es una lástima que no quieras seguir con nosotros— Comentó amablemente —Pero lo entiendo. Los Halcones... tienen sus cosas, ahí tienes razón. Aún así, ¿Cómo conoces la relación de Gerin con los Halcones Argénteos? Y... ¿Cuál es exactamente? Creo que estamos todos hablando de algo que no terminamos de entender.

La respuesta que dio a Vicenza fue una sonrisa de medio lado. Inspiró profundamente y tomó la jarra de vino para llenar su copa mientras los demás hablaban, aunque trataba de dar un aspecto relajado estaba ligeramente alerta:

- Has bebido demasiado, Vicenza- dijo en un tono de voz más alto de lo habitual, para después añadir con suavidad- El sopor causado por el vino ha debido nublar tu mente- dio algunas vueltas a su copa como aireando el vino- Escucha a Kilian y Arael... Un viaje estará bien para discutir estas cuestiones en profundidad.

Decidió pasar por alto la sugerencia de Kilian sobre el portador, hasta que el tema de Vicenza no estuviera solucionado.

Observo a todos tras hablar rápidamente, uno tras otro, aquello parecía alguna especie de partido deportivo, donde no hacía más que girar la cabeza para mirar a unos y otros soltar sus amenazas, ideas o aseveraciones. No creía que tuviera demasiado más que decir, y soltó un suspiro soltando la cuchara de la sopa mirando a los demás y dejándose recargar completamente en la mesa. – ¿Pues algo tendremos que hacer y pronto, no? .....- Miro a la espadachina, no creía tampoco que fuera buena idea dejarla marchar tranquilamente con toda la información que sabía.  – Yo tampoco creo que sea sensato que ....- Pero se quedo callado al escuchar a la drow hablar, sorprendido por que intentase de alguna manera calmar el ambiente, no lo habia esperado de Kerlin, pero le hizo sacar una sonrisa y dedicarsela. - Estoy con ella..