Partida Rol por web

La cena estaba terminada y el curso de acción decidido. Sin embargo la tensión y el esfuerzo había sido de tal magnitud que nadie se sentía todavía en condiciones como para dormir. Antes de dejarse abrazar por el descanso nocturno tenían que asimilar todo lo ocurrido tanto en su cabeza como en sus cuerpos.

Kilian quería hablar con Vincenza. Quiso desde el momento que la espadachina le pidió a Gerin que enviara una carta a Aguascálidas. Aunque fuera una ciudad de diez mil habitantes. Tenía que saberlo. Tenía que asegurarse. Porque si existía una oportunidad por pequeña que fuera, mejor estar al tanto. Así que el joven guerrero se dirigió a hablar con ella.

—Hola hombretón—dijo con voz cansada pero aun así sonriendo—. ¿Puedo hacer algo por ti? Espero que no sea que te ayude a recoger leña...

Klaus estaba atendiendo al burro cuando Dan se acercó hacia él. El monje tenía interés en hablar y conocer mejor a todos sus compañeros pero era el druida quién más interés despertaba en él. Tan joven y embarcado en una aventura como esa. ¿Pero realmente quería estar ahí?

—¿Te ayudo Klaus?—le preguntó mientras se acercaba—En el monasterio teníamos algunos mulos. Los utilizábamos para arar la tierra. No creo tener tanta mano como tú o Clint, pero sé algunas cosas básicas.

Kilian no pudo evitar soltar una carcajada ante el comentario de Vincenza mientras tomaba asiento a su lado. Había ido para saber si la espadachina podría saber algo del ataque a Brent en Aguascálidas. Pero también para interesarse por ella, pues hasta el momento, había demostrado ser una persona muy valiosa. Una vez sentado le dijo:

- No, nada de leña, solo he venido a ver qué tal te encontrabas y si necesitabas algo. Yo he tenido algunas heridas que me han dejado en cama durante un par de días y siempre me ha ayudado la compañía de alguien –le comentó pasándose los dedos por las cicatrices que iban desde su frente a su ceja y continuó hablándole. – Aunque para nada podría compararse a la actual. –le dijo dibujando una ligera sonrisa y prosiguió. - Así que pensé en venir a hacerte compañía, claro que si prefieres que avise a otro solo tienes que decírmelo. –concluyó en tono de sorna mientras se encogía de hombros y le pasaba un odre con agua fresca.

Se volvió sorprendido que alguien se acercara, daba por sentado que no era demasiado interesante y que tendrían mejores cosas que hacer que ayudarle con los quehaceres mundanos del cuidado de animales o del propio campamento que había asumido el mismo, acostumbrado a buscar leña o agua como algo natural del día a día.

Le dedico una sonrisa al monje asintiendo y tendiéndole un cepillo para cepillar al animal. – Con ser bueno y amable no hace falta tener mano, ellos perciben esas cosas....- Siguió alimentándolo con un poco de grano, antes de silbar un poco para que Cormag se acercara también a tomar su ración de comida. - ¿Estas bien?.... – Él se sentía terriblemente adolorido, y bueno, aun no alcanzaba a comprender todo lo que había pasado, pero esperaba que con el transcurso de los días entedíese mejor en que estaba metiéndose. En aquel momento no quería darle demasiadas vueltas, las cosas eran como eran y no había vuelta atrás.

Mañana repasare las heridas que podáis seguir teniendo, aunque no soy un experto..

Vincenza ladeó la cabeza mirando a Kilian con curiosidad.

—No te preocupes—dijo restandole importancia mientras cogía el odre de agua—. Estoy viva, así que estoy bien. Me duelen partes de mi cuerpo que no sabía que dolían, pero supongo que es buena señal. Si duele es que está vivo, ¿no?

La espadachina esbozó una sonrisa antes de dar un trago.

—Estoy bien—dijo sonriendo mientras empezaba a cepillar al burro—. Estas heridas no son nada comparadas con cómo terminábamos algunos días después de entrenar.

Entonces paró de cepillar y miró a Klaus a los ojos con gesto preocupado.

—¿Y tú? ¿Estás bien?

No sabía cómo, pero de forma intuitiva el druida tuvo la certeza de que el monje no le estaba preguntando por su estado físico.

Termino silenciosamente de atender al animal pensando en la respuesta a dar, y es que ni el mismo sabía si estaba bien o no, pero su pare siempre decía que el camino podía ponerles pruebas y ellos debían afrontarlas de la mejor forma posible, quizás aquello fuera una.

Creo que sí....pero no estoy seguro, da un poco de miedo...-Sus ojos buscaron la figura del monje antes de soltar un suspiro. – No sé qué puede pasar, pero si el camino ha unido nuestras sendas, será porque tenemos que recorrer parte del trayecto juntos... – Tras aquello bajo la cabeza antes de acariciar las plumas del cuervo. – Lamento si soy un estorbo en algún momento, lo haré lo mejor posible....

¡Ah!... – Se dio cuenta entonces que se había centrado tanto en sí mismo que no pensó en su interlocutor. – ¿Y tú?

Kilian sonrió ante el comentario de Vincenza y añadió.

- Desde luego. O como decía un gran amigo “Mequetrefe lo que no te mata, te hace más fuerte” – dijo intentando imitar la voz de Hem y prosiguió diciendo. -Así que supongo que ahora eres tan fuerte que podrías tumbarnos de un sopapo a cualquiera de nosotros.

Pensó que quizás ese era el momento oportuno para preguntar y la abordó.

- ¿Sabes? Cuando estabas hablando con Gerin, mencionaste algo sobre Aguascálidas. Yo estuve por allí antes de llegar a Sartor ¿Acaso eres de allí? – concluyó en un tono despreocupado.

Arael tenía esa sensación de estar tan cansada que no podía dormir. Le apetecía charlar con alguien, pero lo cierto es que estaba demasiado exhausta como para si quiera levantarse. Su mente empezó a divagar; a inventar historias o a recordar las que le habían contado. Le vino a la mente una canción de su infancia sobre una heroína elfa y comenzó a cantarla sin darse cuenta.

Cantaba a un volumen bajo, pero con estilo. La cancioncilla tenía un ritmo alegre que le ayudó a depejarse un poco. 

El sonido de una canción comenzó a escucharse por todo el campamento. Vincenza y Kilian no tardaron en reconocer a la voz de Arael. Aunque la elfa no era una consumada trovadora había que reconocerle que cantaba bastante bien. Sobretodo contando con que había estado a punto de morir hacia no más de dos horas.

Vincenza alzó las cejas sorprendida al escuchar como Kilian le preguntaba por su procedencia.

—No—dijo con una ¿enigmática? sonrisa—. Yo soy de Verdor, pero tengo una tía en Aguascálidas. Es más fácil que le llegue una carta a ella y que ella a su vez se ponga en contacto con mis padres, que mandar directamente el mensaje a Verdor, ¿no crees?

La sonrisa de Vincenza se tornó en burlona.

—Y por cierto, ¿a qué viene ese interés?

El sonido de una canción comenzó a escucharse por todo el campamento. Dan y Klaus no tardaron en reconocer a la voz de Arael. Aunque la elfa no era una consumada trovadora había que reconocerle que cantaba bastante bien. Sobretodo contando con que había estado a punto de morir hacia no más de dos horas.

El monje sonrió afablemente cuando el druida le preguntó por como se sentía.

—Estoy bien—afirmó con rotundidad—. Estoy donde debo estar, y lo más importante, donde quiero estar.

Parecía que no iba a decir nada más cuando volvió a mirar al druida a los ojos.

—¿Dónde estás tú, Klaus?

Kilian se sintió algo decepcionado con la respuesta de Vincenza. No era un gran experto, pero había pasado el tiempo suficiente en “El Faro” con Hem, para ver cuando alguna de las chicas de allí mentía a sus clientes. En ese momento, él se sintió como uno de aquellos clientes, por lo que tenía que intentar revertir la situación.

- Como ya te he dicho, estuve allí antes de llegar a Sartor. Y mi pregunta viene a que tengo un familiar allí que en las últimas semanas lo ha pasado realmente mal. Pensé al oírte hablar de Aguascálidas que quizás tú podrías ayudarme a saber que le había pasado, pues es tan orgulloso, que jamás me pediría ayuda de manera directa. Pero ya veo por tu expresión al preguntarte, que me he equivocado. –concluyó mirando hacia donde se encontraba Arael y haciendo un ademán de levantarse, esperando a que Vincenza respondiera o si por el contrario guardaba silencio,  marcharse definitivamente.

El jovencito miro también a los ojos del monje frunciendo ligeramente el ceño y los labios antes de soltar suavemente a la mula para que pastara cerca y acomodar al cuervo en su hombro.

No sabía realmente si estaba donde quería estar o donde debía, no era una cuestión tan simple como para contestarla a la ligera, sino para pensar detenidamente en cada una de sus connotaciones. Se mantuvo en silencio ante aquella pregunta, sin contestarle al monje porque primero tenía que contestarse a sí mismo.

Deberíamos ir con los demás, parece que todos han recobrado un poco de humor....- Le dedico entonces una sonrisa. - ¿Vamos..?

Vincenza ladeó la cabeza con curiosidad.

—Quiero ayudarte hombretón. Podría preguntarle a mi tía en la próxima carta que le mande, pero tendremos que ir a Aguascálidas, ella no puede devolverme la constestación. Y eso si conoce a tu familiar, Aguascálidas no es Sartor precisamente, no es como si allí se conocieran todos.

—Está bien—dijo manteniendo su amable sonrisa—. Sólo quiero que sepas que si en algún momento necesitas hablar con alguien, puedes contar conmigo. ¿Vale?

Para sorpresa de Arael, después de terminar la canción, Clint se acercó a la tienda.

—¿Te importa?—preguntó mientras se sentaba en una piedra— No podía dormir, de hecho ni siquiera estoy seguro de querer dormir. Pero da igual. Esa canción... La que has cantado, sí. La escuché cuando era niño de boca de un elfo. De dónde yo soy los tuyos no son muy comunes, y no sé si esa era la primera vez que veía uno pero ese momento se me quedó grabado. Con el tiempo conocí a otros elfos y comprendí que eráis como nosotros, sólo que un poco más bajitos y con las orejas de punta.

El trasgo sonrió.

—Pero esa canción... esa canción no la olvidaré nunca.

Ante la respuesta de Vincenza, Kilian pensó que a lo mejor se había precipitado con la espadachina. Si estaba dispuesta a acompañarlo hasta Aguascálidas, quizás su familiar pudiera saber algo del ataque a Brent, aunque estaría alerta puesto que esa expresión anterior aun le resultaba sospechosa.

- Sí, es cierto –dijo asintiendo y continuó diciéndole. - Muchas gracias, de verdad. No te lo habría pedido si no fuese importante. Espero poder devolverte el favor si lo necesitases –concluyó con una sonrisa.

No pudo evitar sonreírle agradecido al hombre, su padre siempre le decía que el camino te acercaba a experiencias únicas, y hacer su primer amigo en solitario, sin duda era una de esas experiencias. – Muchas gracias Dan....yo...si, si necesitas también lo que sea, puedes contar conmigo...amigo..

Arael sonrió ante el gesto de Clint. Parecía que se había olvidado de ser un gran trasgo, lo que le daba mas motivos para confiar en su versión. 

—Sí. — Afirmó la elfa. —Al final las cosas que nos unen en realidad son muchas más que las que nos separan, es algo que aprendes cuando pasas mucho tiempo rodeado de gente que no es como tú. El amor, el honor, el coraje... Todo eso de lo que se habla en las canciones es universal.