Partida Rol por web

Había logrado impactar sobre el perro, pero esto no había hecho más que cabrearlo aun más, puesto que éste volvió a atacar ferozmente al clérigo mordiendo su pierna. Intentó ahogar el grito pero no le fue posible y el alarido sonó por toda la estancia. – Maldita seas criatura del infierno. – masculló entre dientes.

Con una rápida mirada, recorrió la habitación para ver qué era lo mejor que podía hacer. Al fin, su mirada se centró en el perro de nuevo, pero esta vez no movió ningún musculo para atacarlo. Un ligero fulgor surgió de su mano, pero rápidamente la criatura lanzó otro bocado que hizo que Galen perdiera la concentración para esquivarlo, había perdido el conjuro.

Las junturas orgánicas de Borstion se regeneran ante el toque de su compañero, entrelazándose allí donde las fauces del defensor férreo habían desgarrado sin piedad. El forjado sintió sus fuerzas renovadas, una firmeza mayor en sus piernas y un mejor agarre de su escudo, así como de su hacha. Los metales de su rostro se reacomodaron para formar una suerte de media sonrisa.

Ante un débil haz de luz, era como si el guerrero le robara la vida al sacerdote, pues mientras el primero se recuperaba, Galen empalidecía a medida que el charco de sangre a sus pies crecía, avanzando por el suelo del taller como una mancha oscura que parecía respirar debido al leve reflejo de luz en su superficie. El clérigo gruñía por lo bajo. Alzó su brazo para machacar al perro de metal, pero le faltó fuerza. Algunas gotas de sudor se sumaron al flujo carmesí de su vida. Se tambaleó, y fue una brecha suficiente en su defensa para recibir una mordida a la altura de la muñeca. La cabeza del defensor férreo se pintó de un rojo intenso.

Frente a Lyann, Galen se desliza hasta el suelo en medio de un charco de su propia sangre... Con el segundo mordisco del perrazo directo a la muñeca del clérigo, Lyann teme por un momento que le haya arrancado la mano de un bocado...

La muchacha grita muy alterada, tratando de llamar la atención del perrazo para evitar que se cebe con su compañero caído...

- ¡Maldito engendro metálico! ¡Serás hijo de...!

Sin embargo, sus estocadas nunca conseguían acertar en el blanco, deslizándose inofensivas por la mole del monstruo...

Apoyo se coloca en el espacio de Galen y lanza un puñetazo sobre el defensor férreo ataca a Gañen. Lamentablemente, su golpe es esquivado por la criatura.

¡Galen, cambiemos de sitio!

¡Humano! resoplo Borstion empujando lejos del recien regenerado metal de su cuerpo a la bestia metalica de los demonios que trataba de golpearlo con toda la saña que solo los constructos como el eran capaces de desplegar....quiza sorprendido por la caida de su compañero, el hachazo de respuesta de Borstion reboto lamentablemente en la grupo de una de las bestias, sin mas consecuencia que aumentar la frustracion del guerrero.....a pesar del buen inicio del combate, estaba claro no iba a resultar tan facil....

La mordedura de aquel cánido en su brazo fue terrible. La sangre brotaba de su brazo mientras que el clérigo notaba como las fuerzas lo iban abandonando. Pero no era momento de morir, no al menos para él ni para ninguno de sus compañeros, así que sacó fuerzas de donde pudo para mantenerse en pié. Fue entonces cuando escuchó las palabras de Apoyo. Cambiar su puesto por el mago no era una buena acción, pero no había otra, así que retrocedió un paso hacia atrás para dejar paso a su compañero y una vez se hubo alejado del perro, comenzó a conjurar…

Apoyo se adelanta en una posición ofensiva, mientras el clérigo retrocede, con la intención de propinar un puñetazo en la cabeza teñida de rojo del defensor férreo. Su avance se convierte en un torpe tambaleo, y no sólo su puño resbala inútilmente sobre la coraza del animal, sino que este aprovecha la oportunidad para lanzar un mordisco que habría sido devastador, si sus mandíbulas no se hubieran cerrado en el aire.

Borstion recibe otro empujón detrás de su escudo pavés, que ni siquiera hace peligrar su equilibrio irrompible. La criatura parece ser sumamente testaruda... o estúpida.

La muchacha amaga otro golpe, que es rápidamente desviado por la coraza del engendro canino, y bufa sintiéndose inútil en esta empresa... no ha conseguido asestarle ni un sólo espadazo... únicamente les molesta como podría hacerlo una mosca moribunda y pesada...

Lyann aprieta los dientes... ¡maldito bicho!...

Apoyo flexiona sus poderosas piernas y se prepara para esquivar cualquier ataque de la bestia mecánica.

Borstion aupo de nuevo a la bestia sobre su escudo empujandola, en ese movimiento se obligaba al rival a dejar expusto un flanco que se aprovechaba para hundir en profundidad el arma en las entrañas del enemigo...por desgracia el metal de la barriga de la bestia solo resono ligeramente cuando Borstion la golpeo con su hacha....esto empezaba a ser una broma de muy mal gusto...

-Borstion, si quieres puedo intentar agrandarte. Serás más preciso y más fuerte pero resultarás más fácil de acertar.

Si con eso me ayuda a deshacer de estos trozos de chatarra con infulas de grandeza no me importa recibir unos cuantos abollones....mascullo Borstio en respuesta a Apoyo segun el sugirio la idea de hacerlo mas grande.....

Unas plegarias escaparon de su boca en un murmullo que le costó pronunciar. Aunque nadie lo notó en el ritmo de la batalla, Galen pudo sentir sus heridas regenerándose levemente. Levantó su maza, y el músculo de la muñeca le castigo enviándole una ráfaga de dolor, pero ya no sangraba. Ignoró sus heridas casi inconscientemente, como si lo hubiera hecho cientos de veces, mientras cojeaba cuidadosamente hasta situarse a un lado de Lyann.

Una fila de dientes metálicos atinó a abrirle el estómago de un mordisco, pero desvió el ataque de la bestia con su arma justo a tiempo. -Yo te cubro- masculló, dirigiéndose a la orfebre. Alzó su maza una vez más, aunque esta vez esperaba el sufrimiento. Frunció el ceño, apretó los dientes y aferró su arma con más fuerza que antes. Maldijo por lo bajo una vez más, pero esta vez ante el fracaso de su ataque.

Parecía imposible que la criatura se sintiera frustrada. Ni siquiera amainó su carga ante el golpe defensivo de Galen, que no le causó daño alguno, pero tampoco la intensificó. Se acercó con una rapidez anormal para un perro metálico e intentó ceñir sus mandíbulas ensangrentadas a la carne del sacerdote una vez más, pero los numerosos golpes que había recibido entorpecían sus movimientos, y ni siquiera se situó al alcance de su contrincante.

Su pareja se mantenía en una danza interminable de ataques infructuosos con el forjado y su impenetrable defensa.

Lyann se anima al ver al clérigo algo repuesto, aunque no tiene muy buen aspecto que digamos...

- Bien- contesta- atento entonces...

Y con un pequeño y ágil paso se lanza hacia el perrazo que ataca a Borstion... si esa tetera metálica pudiera acabar de una vez con su contrincante, entre todos podrían dar buena cuenta del otro... está visto que ella por sí sola no sirve de nada contra estos enemigos... y guareciéndose tras Galen pueden ganar algo de tiempo... pero el clérigo no está para aguantar mucho tiempo precisamente...

Así que con su movimiento intenta distraer al perrazo de al lado, para ver si esta vez Borstion puede empalarle más fácilmente... su espada pasa lejos del "animal"... pero al menos ya está en posición...

Dioses... qué ganas de que acaba todo... ya le duelen todos los músculos del cuerpo...

Apoyo ve la maniobra de su compañera y da un paso atrás para colocarse justo a la espalda de Borstión. A continuación extrae un pergamino y lanza el conjuro y lo lee en voz alta. Para acabar, toca a Borstión que, al instante empieza a crecer y a crecer hasta alcanzar los casi 3 metros de altura.

-Todos tuyos, hermano.

Borstion noto la magia de su compañero infiltrarse en su cuerpo, durante un segundo se sintío algo confuso por la repentina altura que tenia; era algo extraño esto de ver el mundo desde la altura de un gigante, se adapto rapidamente a su nueva condición gigantesca y con una sonrisa metálica en el rostro, miro al pequeño engendro metalico que tantos problemas estaba dando.

Gracias por la ayuda hermano ahora me toca a mi devolver el favor...

Incrusto su escudo, ahora practicamente una plancha de metal; sobre el lomo del animal, dejandolo quieto un segundo, con la cabeza sacudiendose espasmodicamente por la presion y lista para el tajo de la gigantesca hacha del forjado.

Por desgracia, el maldito bicho era escurridizo como una angila y logro escaparse de la presa de Borstion por lo que el golpe que deberia haberlo decapitado solo le daño la columna de refilon.

Frente a Galen, el defensor férreo se tambaleaba torpemente. Su ataque resultó fácil de esquivar, pues sus extremidades dañadas hacían que se desplazara con dificultad. Mas sus dientes de metal seguían afilados, y su cabeza bañada en sangre era recordatorio de que podía ser letal una vez al alcance de su presa. El sacerdote comprendía, pero un impulso proveniente de lo más recóndito de su ser le llevó hacia adelante sin dudar. Era la diferencia entre la certeza y la muerte, algo le decía.

Las heridas ardientes lo maldijeron con olas de dolor, pero él descargó su maza de armas sobre un lateral de su contrincante. Las placas de metal se abollaron un poco más, dañando la movilidad de las patas delanteras del can, pero aún seguía en pie.

La balanza comenzaba a inclinarse hacia los aventureros, o al menos por el momento. Las embestidas de ambos defensores se volvían más torpes por cada golpe que recibían, y ambos se encontraban rodeados, indecisos sobre la presa a elegir. Cuando no sopesaban -si se podía decir que aquellas criaturas pensaban- las posibilidades, le daban la espalda a otro contrincante.

Galen enfureció a la bestia, o llamó su atención con su ataque, por lo que recibió su atención. Pero esta vez fue cauteloso, y cuando el can se abalanzó sobre él, interceptó su carga con su escudo. Borstion aplicaba la misma táctica, aunque la suerte o los dioses no estaban de su lado.

Una sonrisilla se abre paso en su rostro, al ver el golpe que el clérigo acaba de regalarle a uno de los perrazos. Por fin empiezan a hacerles algo de mella a ambos perros...

Sin embargo, por culpa de esa pequeña distracción, saboreando el éxito de su compañero, no calcula bien el golpe, y la vibración de la espada al chocar contra la mole metálica, se transmite con violencia a su brazo, haciendo que a la agotada  muchacha se le resbale de la mano el arma...

Su rostro palidece de golpe, al verse desarmada en mitad del combate...