Partida Rol por web

Apoyo se agazapó para atar su soga alrededor de una roca que sobresalía de la cornisa del techo, y se aseguró de que aguantara los tirones que efectuaba con sus brazos. Resultaba extraño y casi cómico ver a un forjado tan aparatoso y llamativo manipular la cuerda con tal destreza, aunque a Lyann no le urgió sonreír en el momento. La enorme figura de Borstion apareció trepando los escombros. Tropezó cuando su peso causó que un trozo de aquel montículo cediera, para caer rodando y detenerse a centímetros de Galen, pero recuperó su equilibrio y se alzó sobre la forja en toda su estatura.

La muchacha insistió en buscar otra entrada, a lo que descendió, esta vez con mucho más cuidado que antes, e investigó los alrededores de la edificación una vez más. Sin embargo, no tuvo éxito, ya que se encontró con la misma escena que antes. Sin existir otra entrada, Borstion comenzó a adentrarse en la forja. Apenas cabía por el agujero, pero los bordes no podían siquiera causarle un rayón en su cobertura de adamantita. El techo tenía menos de tres metros de altura, por lo que el forjado podría haber prescindido de la cuerda a juzgar por su tamaño. Se dio cuenta de ello al posar sus pies dentro del lugar.

Al caer sobre el suelo de la forja, el peso de Borstion levantó una espesa nube de polvo que él no podía sentir, aunque intuyó su presencia por el sonido amortiguado de su aterrizaje. Sabía que algo acechaba en la oscuridad, y no le quedaba más que confiar en su oído para combatirlo, pues el haz que emitía la antorcha que Apoyo había dejado caer en el interior dejaba el fondo del cuarto en penumbras. Mientras sus ojos se acostumbraban a la iluminación, logró intuir dos figuras agazapadas entre las sombras, claramente cuadrúpedas, acechando. Se quedó muy quieto, elucubrando sobre su próximo movimiento, cuando advirtió que aquellos animales no tenían intenciones amistosas.

¡Enemigos! trono la metalica voz del forjado, dos cosas como perros, preparense....Borstion llevo la mano al paves y al hacha de batalla; listo para dar guerra a cualesquiera que fueran las cosas que moraban en el pozo...por fin un poco de ejercicio catarquico para quitarse de encima todas las telarañas de contemplar a los demas dar vueltas sobre un misterio sin resolver...

Apoyo realizo inmediatamente su conjuro ofensivo favorito. El contacto electrizante. Balanceo las manos e invoco el poder oculto de la magia para cargarlas de electricidad.

Lyan al oir los gritos del forjado subió rápidamente la escombrera con la ballesta preparada... Se arrodilló al lado del otro forjado que preparaba su hechizo y gritó hacia el agujero:

- ¡¡Borstion!!... ¡ahora vamos!...

El forjado se parecía más a un bloque impenetrable de acero y adamantita que a un ser con brazos y piernas. Pertrechado detrás de su escudo, el hacha reluciendo a la luz de las llamas, era capaz de inspirar terror hasta en los combatientes más versados. Pero aquellas criaturas aguardando pacientemente en la oscuridad parecían no darse cuenta de cuan temeroso se veía. Junto a este pensamiento le llegó otro, desplazando sus dudas para convertirlas en un repentino temor. Demasiado tarde reparó en los restos del techo derrumbado que conformaban los escombros bajo sus pies... junto a un cúmulo de madera podrida que la antorcha de Apoyo no había tardado en incendiar.

Mientras el fuego lamía sus piernas, Borstion se movía frenéticamente, y su peso acabó por derrumbar el montículo de piedras y viejas estanterías destrozadas. Las llamas estaban fuera de su alcance, pero ahora yacía en el suelo frío y polvoriento, mientras la fogata crecía e iluminaba la antigua habitación un poco más. Entre viejos barriles, mesas y otros vestigios de la casa Cannith, dos criaturas caninas acechaban en posición amenazante en el fondo de la habitación, junto a un horno y una forja de tamaño masivo y aspecto extraño.

Pero su atención estaba en aquellos perros, ya que no había piel y carne en sus cuerpos, sino placas de metal rígidas y sin una pizca de oxido. Sus fauces acababan en una serie de trozos de acero afilados, y sus ojos brillaban con un resplandor arcano. Las figuras se abalanzaron sobre él una detrás de la otra con una velocidad increíble, dejando en el aire el resonar de sus patas metálicas contra el suelo de adoquines.

Borstion alzó un brazo para defenderse de sus atacantes, y se sorprendió al ver su escudo pavés interpuesto entre él y las fauces de aquel perro de acero. Este mordisqueó con saña, pero no pudo siquiera hacer temblar el inamovible brazo del forjado.

El mordisco del segundo defensor férreo no encontró obstáculo alguno, y penetró las defensas de Borstion. En su ataque ciego y mecánico, sus dientes de metal atacaban una pieza de adamantita en el pecho de su víctima, que no sufrió siquiera un rasguño. Él recordó las monedas que le habían exprimido por semejante lujo, y lo sintió como el oro mejor gastado en su corta vida.

Las manos de Apoyo resplandecen con un color azulado, y un pequeño rayo surca el aire entre sus dedos de vez en cuando. Lyann emprende un ascenso apresurado, alertada por las advertencias de Borstion, y Galen cubre la retaguardia en eterna desconfianza de las antiguas ruinas de Dorasharn.

La orfebre postra sus rodillas en el suelo junto al agujero del techo justo a tiempo para presenciar una serie de inesperados acontecimientos. Seguido del aterrizaje de Borstion sobre lo que parecen ser los escombros del techo, se eleva una nube de polvo que se escapa de la forja hacia las alturas de la ciudad debajo de la ciudad. Pero junto a la tierra flotan unas diminutas chispas, que atrapan los ojos del hechicero y la muchacha. Segundos después, el fuego comenzó a trepar hacia el exterior, lamiendo la piedra del edificio. La antorcha de Apoyo había incendiado algo inmediatamente debajo de la única entrada visible hacia el interior del lugar.

Del interior de la forja surgió el crujido de vieja madera en llamas, un estruendo acompañado por los gemidos de un forjado, el ruido del acero colisionando contra la piedra, y luego el combate. El choque de metales emergió del taller, indiscutible aviso de que alguien estaba en guardia. Incluso el clérigo reconoció la batalla en sus oídos, involuntariamente, como si algún sentido olvidado tratara de penetrar las barreras de su mente. ¿Pero que ser vivo pudo sobrevivir los siglos que pasaron desde que la casa Cannith abandonó este lugar?

Parecía que por fin habría algo de movimiento, y Galen no era de los que se huía de dichos altercados, así que se echó el pavés a la espalda y guardo la maza para comenzar a escalar, intentando evitar el fuego hasta colocarse al lado de Borstion.

Apoyo no se lo pensó y se dejó caer por el hueco. Borstion estaba en problemas y era el unico en posicion de proporcionarle ayuda.

Mierda, joder... lo que faltaba....

Las lenguas de fuego que ascendían desde el agujero le impedían ver con claridad la escena que se desarrollaba abajo... aunque en principio debería de estar mucho más iluminada... no era recomendable asomar el rostro demasiado...

Pero el forjado estaba allí abajo, y en desventaja numérica por sus últimas palabras...

Mientras dudaba insegura sobre la locura que suponía descolgarse por una cuerda ardiendo para caer en mitad de una pira, y en que sólo por estar planteárselo seriamente, ya se merecía una buena golpiza por chalada... Apoyo se lanzó sin pensárselo dos veces a esa chimenea en llamas...

¡Claro! ¡Cómo él no se chamusca tan fácil! ¡Así cualquiera!...

Irritada, la joven se cala la capucha, pone el seguro a la ballesta que se cuelga del cinto, y estirando las mangas de su camisa para proteger todo lo posible las manos y palmas, se descuelga a su vez por la cuerda... rezando porque ésta aguante su peso al menos un buen trecho antes de partirse por el fuego...

No me reconozco... jugándome el cuello por una cafetera...

¡ Quitaos de encima mio escoria barata! aullo Borstion tratando de ponerse en pie, agitando sus armas y escudo como una palanca y barrera entre el y los dos perros de metal que se le habian arrojado encima; ante todo tenia que recuperar la verticalidad, tumbado era poco mas que una plancha de metal a la espera del herrero.

El metal chirrio ante los dientes de estas cosas que trataban de alcanzar partes de la maquinaria interior, componentes vitales; realmente el ser forjado de adamantita le estaba ayudando terriblemente en sus labores de soldado, su coraza habia resistido el golpe con comodidad, algo que siempre agradecia...solo tenia que devolver los golpes a estos...perros del demonio....

Las llamas comenzaban a lamer la cuerda cuando Apoyo se lanzó hacia el interior del taller, estrellándose contra el origen de las llamas creando una lluvia de chispas a su alrededor. Su peso acabó por destruir gran parte de la madera bajo sus pies, y dispersó el resto, disminuyendo la magnitud de la fogata. Al principio, la sensación de victoria le cegaba, pero un ardor abrasador comenzó a trepar por sus piernas, causándole un intenso dolor en sus coyunturas orgánicas. No pudo contener los gruñidos de dolor mientras se alejaba de las brasas.

Lyann descendió con gracia, y una expresión de duda que las súbitas penumbras ocultaban. Esquivó los restos de material ardientes sin sufrir quemaduras, pero se demoró intentando apagar el fuego de una de sus prendas. Excepto Galen, que emprendía el ascenso, todos veían la escena con claridad, aunque lo que había sido una habitación iluminada no era más que un claustro en penumbras, la oscuridad amenazando con engullirlos. Borstion yacía en el suelo polvoriento, asediado por dos criaturas caninas de metal mordiendo ciegamente con sus fauces rematadas por filosos trozos de acero que asemejaban hileras de dientes. Pero lo más llamativo de aquellos guardianes antiguos era el fulgor rojizo que reemplazaba cada uno de sus ojos.

El forjado apoyó su puño derecho y el escudo en su mano izquierda en el suelo, impulsándose hacia arriba con torpeza, aunque se recuperó con facilidad, adoptando una postura defensiva impenetrable. Los defensores aprovecharon el momento de debilidad, sin intención al parecer, para atacar. Borstion alzó la cabeza para esquivar las fauces del primero, pero su segundo contrincante le alcanzó en las articulaciones del hombro izquierdo, desgarrando unos trozos de madera.

Puaj... tenían que ser metálicos...

La mujer, felizmente indemne de la alocada bajada gracias a que el corpachón de Apoyo dispersó la fogata... echa la mano a la espada corta y se acerca al primer perrazo desde atrás, buscando alguna juntura donde poder clavársela...

Pero el dichoso chucho no se está quieto y la espada resbala en su coraza sin dañarle, provocando un molesto resonar metálico que le hace vibrar todo el brazo... aún ha de dar gracias que no se le ha escapado la espada...

Joder...

Apoyo observa la maniobra de la picaro pero cuando va a atacar siente crujir su armazón metálico y se da cuenta de que la caida le ha afectado mas de lo que pensaba. Decide repararse antes de actuar y dejar tiempo asi para que Lyann acabe su maniobra envolvente.