Partida Rol por web

Salaphael estaba volando con unas de esas alas artificiales y aprovechando las corrientes como se debía. Él sabía que había ganado esa competición, él sabía que lo había conseguido así que solo tenía que repetir lo que hizo, nada más y nada menos, eso era bastante sencillo.

Justo cuando estaba a punto de aterrizar y veía la entrada del Templo donde debería realizarse un combate a muerte, algo zarandeó sus alas y a él en el aire, acompañado de una sirena atroz que atravesaba los oídos de forma agresiva.

Las voces parecían empezar a discutir, pero el Lobo empezaba a conseguir calmar su bestia interior, con bastante éxito. Poco a poco las cosas volvían a la normalidad y le pareció escuchar de nuevo esa voz externa, parecía querer decir algo; pero era como si gritaran desde debajo del agua, no se entendía nada.

Justo en ese momento algo lo zarandeó y a él en el aire, acompañado de una sirena atroz que atravesaba los oídos de forma agresiva.

Muerte disparó ese bolter contra el vehículo xenos, que era hábil y rápido pero de blindaje ligero. Atravesó algunas planchas y dañó las piernas de esos crueles incursores con la facilidad que daba tener unos de los mejores armamentos de toda la galaxia.

En el momento en que parecía que iba a explotar el último de los vehículos xenos por culpa del fuego concentrado, algo zarandeó al astartes y a él en el aire, acompañado de una sirena atroz que atravesaba los oídos de forma agresiva.

Adenoriel conocía el camino, sabía lo que tenía que hacer y hacia donde llevar a sus soldados. Había vivido eso y sabía que tendría que reunirlos a todos en la sala de máquinas de dos plantas más abajo, donde realizarían una resistencia hasta la llegada de refuerzos.

Mientras caminaba, no recordaba sentirse tan agotado cuando había vivido eso por primera vez, ¿o lo había soñado?. El caso es que mientras caminaba algo lo zarandeó, haciéndole perder pie, y una sirena atroz que atravesaba los oídos de forma agresiva.

La vista volvía a centrarse y estabais en la capilla, cada uno en un lado diferente, tirados en el suelo y sufriendo unas sacudidas brutales que parecían querer partir la nave en dos.

Mientras todo esto ocurría, las sirenas seguían sonando, y las luces naranjas mostraban la emergencia que se estaba realizando.

Habían salido de golpe al espadio real.

El sonido de metal contra metal era atroz y continuo, como si la nave se estuviera doblando por la mitad y fuera a partirse.

Confuso en los primeros instante, Adenoriel sintió como su mundo se desmoronaba y una tremenda pesadez y tristeza lo embargaban. Sin dar mucho tiempo a ello, decidió lo sensato, seguir avanzando hacía el Templo del Dios Emperador de la nave agonizante que daba sus ultimos estertores de muerte - Avancemos, de prisa - los instó a que siguieran la marcha - ya hablaremos después de esto... maldita sea la disformidad - comentó poco después. 

Salaphael volvió a la realidad, extendiendo ante sí los brazos y cubriéndose la cabeza con ellos, como si estuviera a punto de chocar con algo... Sólo que el choque que parecía esperar se vio sustituido por las sacudidas a las que la nave se estaba viendo sometida al volver al espacio real. Poco a poco comprendió donde estaba, y más importante aún, que el segundo al mando lo había conseguido. Les había sacado al espacio real. Ahora sólo debían rezar por que la nave aguantara la reentrada, o quedarían expuestos al frío vacío del espacio.

   Los ojos todavía estaban pesados. Bolverk despertaba al lado de una pared de metal de la capilla, en una oscura esquina solo iluminada por un brasero que lanzaba tenues sombras alrededor del enorme lobo espacial. A veces rugía, revolviéndose con movimientos espasmódicos. Cerraba las manos en puño, otras veces contraía los dedos como si fueran garras. Las voces seguían en su cabeza. Las voces le hablaban y poco a poco los movimientos de Bolverk se fueron calmando. Aquellas voces decían...

   Bolverk golpeó con violencia contra la pared de la capilla, sonando como un mazo golpeando un gong. El golpe, pese a que fue fuerte y violento, solo consiguió sacar a Bolverk de su trance y hacerle despertar. ¿Qué decían las voces? Estaba escuchándolas, la voz de su cabeza decía algo... pero no era capaz de recordar, o no lo había oído, o solamente había despertado antes de poder escucharlo con claridad. Pero la pregunta que Bolverk se hacía continuamente en la cabeza era ¿qué había pasado? ¿Cómo había llegado hasta ahí? ¿Qué eran las voces? ¿Acaso los poderes del Caos estaban jugando con su mente y volviéndole loco? Miro en rededor buscando a sus Hermanos de Batalla. 

Los disparos habían sido más que bien dirigidos y él parecía haber conseguido su objetivo... pero de pronto el Escudo Negro volvió a ser sacudido como si nada, lanzado por los aires mientras sonaba una sirena terriblemente fuerte. Al poco Muerte logró poder volver a enfocar la vista, sacudiendo la cabeza, encontrándose conque estaba de vuelta en la Capilla del Atardecer Argentéo.

"¿Qué fue todo eso...? No lo entiendo..." El Kill-Marine estaba tremendamente confuso y hasta afectado por lo ocurrido, costándole ponerse en pie tanto por eso como por la forma en que la nave se estaba sacudiendo. Sin embargo, pudo notar algo que resultaba positivo en todo aquello: estaban de nuevo en el espacio real.

La cuestión era si la nave aguantaría mucho más.

- ¿Adónde nos dirigimos, Hermano? - preguntó Muerte, listo para ponerse en marcha, cubriéndose como pudo las heridas con una mano.