Partida Rol por web

- Estoy de acuerdo contigo, esposa mía -comienza el León- , sin embargo las fuerzas de nuestra Magistrada aquí presente están comprometidas y temen sufrir represalias por parte del líder criminal ¿cómo haremos para evitar esto sino atacándole antes de que tenga tiempo de reunir sus fuerzas?

Hirotomo era partidario de atacar pero no podía si quería mantener la fachada de estar derrotado frente a los criminales, quería proteger a los magistrados y ayudantes pero no si habían tenido que ver en el atentado contra la vida de su familia. Las dudas le comían por dentro y maldijo para sí no poder solucionar sus problemas con su katana esta vez.

La Matsu analizaba la conversación de la pareja. Era interesante ver cómo el Magistrado León permitía a su esposa colaborar en las decisiones importantes, y la importancia que daba a sus consejos. De hecho, daba la sensación de que era ella la que más voz tenía en el hogar.

- Mis señores. No pretendo poner a ninguno de vosotros en peligro, pues creo que ya habéis sufrido mucho por culpa de esta maldita ciudad. Toda ayuda será bienvenida, pero no os puedo forzar a colaborar - Mitsuko hizo una pequeña reverencia con la cabeza y da un sorbo a su té -. No es tampoco necesario que me deis una respuesta ahora. Puedo daros el tiempo que necesitéis y pactar otro encuentro. Pero debemos tener sumo cuidado, pues ya se nos ha descubierto una vez y no podemos cometer otro fallo. Yo ya os he transmitido mi mensaje y petición de ayuda. Si lo deseáis, os puedo dejar solos para que debatáis, y tras el cumpleaños de vuestra pequeña volver a retomar el tema. Sin embargo, si la situación se precipita y los acontecimientos nos fuerzan a actuar, me gustaría saber si podría volver aquí para retomar este tema.

-La experiencia me dice que toda guerra requiere planificación si deseamos obtener una victoria. Lo mismo se aplica a nuestros enemigos. No se arriesgarán a precipitarse. Si quieren aniquilarnos, lo harán de forma que estén seguros que no podremos volver a levantarnos y devolverles el golpe.- replicó la Grulla- En cualquier caso, Matsu- sama sois bienvenida a esta casa siempre que lo requirais, como Magistrado, es deber de mi augusto esposo atender a las quejas de los habitantes de esta ciudad. Por ahora, seamos discretos y mantengamos los ojos abiertos. Tras el cumpleaños de Hisui, volveremos a hablar. Si ocurre algo antes, nos mantendremos alerta, pero no debemos permitir que piensen que tenemos garras antes de tenerlas afiladas del todo.

- Muchas gracias por vuestra hospitalidad - Mitsuko apuró su té, y os hizo una reverencia profunda -. Ahora, si no tenéis nada más que añadir, podemos dar esta reunión por finalizada.

Matsu Mitsuko se incorporó despacio y repitió la reverencia.

- Espero que os decidáis pronto, y mi solicitud de ayuda no caiga en saco roto. Nos veremos en breve, para celebrar el hermoso acontecimiento del cumpleaños de vuestra primogénita. Espero que mi ofrenda esté a la altura que merecéis. Os deseo lo mejor, y que las fortunas estén con vosotros.

Mitsuko se encaminó hacia la puerta tras una tercera reverencia, y se dispuso a salir. Según se acercaba al exterior, agudizó nuevamente sus sentidos en busca de posibles amenazas.

El magistrado acompañó a aquella mujer hasta la puerta junto a su esposa y devolvieron las reverencias que esta les ofreció. Cuando cerró la puerta Hirotomo contuvo el aliento hasta que por fin escuchó un caballo partir, entonces soltó el aire, alborotó su pelo de frustración y sin demasiado decoro se sentó de nuevo a la mesa.

- Vuelvo a estar como siempre, Sayuri-san, no entiendo los engranajes que se mueven en mi entorno y eso me disgusta sobremanera...

Sayuri acompañó a su esposo y a la invitada hasta la puerta en silencio, todo reverencias y cortesía. Solo cuando la mujer estuvo lejos, se permitió adoptar un gesto de seriedad.

-No como antes esposo mío. Ahora sabemos algo. Esa mujer es una pieza clave en este enigma. O miente, es una buena actriz y pretende llevarnos a una trampa, o bien dice la verdad, aunque no toda. Oculta algo, lo sé. Sea como sea, muchas cosas parecen girar en torno a Matsu- sama. En todo caso, necesitamos saber si podemos fiarnos de ella. Y ahí es donde te necesito.

Yamaneko se recompuso y miró a su mujer ladeando la cabeza ligeramente. Al menos uno de los dos pensaba con claridad y podía planear su próximo movimiento.

- ¿Qué deseas que haga?

-Creo que devolveremos la visita a nuestra querida Magistrada. Con un poco de ayuda de los kami. Necesito que entres en su casa y busques pruebas. Si está conchabada con los traficantes de opio, algo habrá en su santuario que la delate. Si según ella tiene aliados con los que planea atacar la fortaleza, debe comunicarse con ellos de alguna manera. Debemos saber quienes son. Esta noche entraremos, yo haré dormir a sus sirvientes, y a ella también, si es preciso. En función de lo que averigüemos, te revelaré el resto del plan.

Yamaneko movió los bigotes como si algo se le hubiese quedado pillado entre los dientes. Lo cierto es que más bien se le había quedado atorado un pensamiento y le costaba procesarlo. De manera que sacó sus conclusiones precipitadas despacio para que su mujer le fuese corrigiendo a medida que las decía y así no parecer tan despistado.

- De manera que... me visto de ninjaaa... entro a sangre y fuego en la casa de Matsu Mitsuko... no remato a los dormidos porque queda feo... abro cajones y me llevo los papeles para luego examinarlos... ¿correcto?

Volvió a sonreír al igual que hizo durante la reunión con la magistrada, como un niño travieso que se inventa la lección y espera que cuele su respuesta.

-Lo de vestirte de ninja lo dejaremos como opcional querido. Creo que el negro no te favorece.- dijo Sayuri sin pizca de diversión en la voz- Me temo que el plan es bastante más aburrido que eso. Entrar en casa de la magistrada, no a sangre y fuego como dices si no en silencio y discretamente, buscar hallazgos que nos ayuden a determinar si fiarnos de ella y que nos sirvan de guía a la hora de tomar un curso de acción. Si no puedes o crees que es mala idea, lo haré yo. Si determinamos que esa mujer no es de fiar, entonces puedes actuar con ella como te plazca y añadir su cabeza a tu kubi bukuro, o al de Hisui, si ya lo ha terminado.

- No soy un maestro del sigilo, esposa mía, las ramas tienden a romperse todo lo ruidosamente posible por donde paso, no hay anciano por viejo y sordo que sea que no me oiga acercarme y, francamente, no sabría quedarme escondido aunque me pusiese al otro lado de una montaña de los Togashi. Pero estoy seguro de que has pensado en algo así que iré a cambiarme de ropa por algo un poco más discreto.

Con resolución el magistrado se puso en pie y recogió a la pequeña Hi-Sui del suelo mientras se encaminaba a su dormitorio. Estaba seguro de que si podía engañar a su pequeña niña para que no le reconociese podría engañar a cualquier estúpido guardia.

- ¿Sabes que aprendí a esconderme con los mejores espías Bayushi? Algún día, cuando seas mayor te contaré la historia de cómo tu padrino Keita y yo nos adentramos en las tierras de los Tejón para rescatar a su prometida de las garras de los sirvientes del mal. Nadie supo jamás que nos habíamos ido en medio de la corte de invierno... y el hecho de que tu madre e Ichiro Enkidú se apuntasen a medio camino fue mera fruto de la voluntad de los kami por que tuviésemos éxito en nuestra misión.

Mientras te preparas para la noche la pequeña juguetea con todo lo que encuentra esparcido por el suelo.

Por suerte el resto del día transcurre con normalidad, y al caer el sol todo está preparado para llevar a cabo la idea de Sayuri. Los criados se os acercan y os ofrecen algo de comer antes de que salgáis de casa, y la niña parece algo agitada. Parece percibir que pretendéis hacer algo complicado, e incluso diríais que siente la tensión con la que cargáis.

-Tranquilo Hirotomo-san... el plan saldrá bien. Ahora ve a prepararte. Rezaré a los Kami y prepararé algunos de mis hechizos. Esta noche necesitamos el favor de la magia.

Sayuri dejó que su marido fuera a su cuarto. Mientras él vigilaba a Hisui, ella podía centrarse en sus preparativos, lo cual era una pequeña ventaja.

Una vez terminada, al caer la noche, Sayuri rechazó el pequeño refrigerio que le ofrecieron los criados. Acostaría temprano a su hija, y pensaba dar instrucciones a los sirvientes. Hirotomo y ella saldrían a dar un paseo por los alrededores, si alguien preguntaba esa sería la respuesta oficial. Hacía tiempo que no se tomaban un momento para ellos.

OFF: Preparo varios hechizos. Te recuerdo que Hirotomo y yo estamos unidos por el Hechizo corazón de la mortalidad que es permanente mientras no lo lance de nuevo sobre otra persona. Este hechizo me permite actuar con magia sobre eél aunque no esté presente, siempre que esté a menos de 1,5 km de mi.

Tengo varios hechizos que me pueden ayudar en esta misión.

Por la luz de Dama Luna revela objetos escondidos y personas, dobles fondos, etc... salvo que estén ocultos con magia.

Susurros traidos por el viento duerme a la gente

Inversión de suerte permite al objetivo lanzar de nuevo un dado que le haya salido mal en cada tirada mientras dure el hechizo

Estanque reflectante me permite ver lo que pasa en una zona sin estar fisicamente en ella. Para ello debo haber estado previamente allí. Así que cuando entremos a casa de la Magistrado aprovecharé para familiarizarme con la zona.

Hitoromo no dice nada pero hace como se le ha pedido. Coge ropajes cómodos e inconspicuos y se viste despacio, asegurándose de tener la mayor movílidad posible. Se mueve, brinca y rueda por el suelo antes de reajustar las ropas para que se adapten a él.

Nunca había hecho una cosa semejante y sin embargo no se sentía incómodo por ello. Tenía a su mujer de su parte, y con ella a los kamis. No había nada en la casa de la magistrada Matsu Mitsuko que pudiera compararse a lo que ellos ya habían sobrevivido en los desiertos Unicornio, en el muro de los Cangrejo o en el asedio a los Escorpión.

Una vez hubo terminado salió de su habitación y se acercó hacia su daisho.

- La pequeña ya duerme ¿verdad?

La pequeña ya descansa en su cuna, y la habitación está en silencio. En la penumbra de la habitación, mientras observas el Daisho, sientes como sus hojas envainadas te susurran, hablándote de batallas pasadas y de sangre. Llevan demasiado tiempo limpias, y anhelan el color rojo y el aroma ferroso. Tu deseo sería acabar con tus enemigos como mejor sabes, frente a frente y de un tajo limpio; arrebatarles la vida como pago por sus crímenes. Sin embargo, ahí estás, frente al daisho que quizá no puedas desenvainar hoy tampoco, vestido con unas ropas holgadas y discretas.

Pero es lo que la situación requiere ahora mismo, quizá pronto haya tiempo para derramar la sangre de los enemigos y completar tu colección de cabezas. El momento se acerca, la noche ya ha llegado. Es hora de ponerse en marcha.

Sayuri asiente en silencio, mientras termina de arropar a la niña. Es una suerte que sea demasiado pequeña para enterarse plenamente de lo que la rodea, y que aún duerma profundamente.

-Vamos... debemos ser sigilosos... saldremos de la aldea y volveremos a entrar del lado más cercano a la casa de Matsu. Así si por error alguien nos viera podremos decir que estábamos paseando.

La noche os recibe con los brazos abiertos, rodeándoos con sus sombras y silencios. Vuestros pasos llenan el entorno, mientras descendéis los escalones de madera de vuestra casa hasta los adoquines del camino. Una última mirada atrás os desvela las luces del interior de vuestra casa, y el movimiento de vuestros dos criados, atareados con sus últimas labores del día.

Ante vosotros, Kyuden Bayushi descansa, muda y apacible.