Partida Rol por web

^{En esta habitación encierran los sanos a los enfermos.}

Los guardias te llevan prácticamente a rastras por un largo pasillo, y te encierran en una habitación cuyas paredes y suelos son negros, y su decoración de un color rojizo sangre.

Te dejan allí, solo...

- Luego de ser dejado en la habitación, sin aun poder creerme lo que esta pasando, toco mis labios y veo la sangre en mis dedos,¿así se supone que terminara mi historia?, ni siquiera logre cumplir el objetivo por el que estaba aquí, ojala hubiera tenido más tiempo antes de que sucediera esto, aunque tal vez sea lo mejor, si hubiera pasado mucho tiempo con ella la hubiera contagiado. 

- Lagrimas caen por mi rostro.

Los guardias te llevan prácticamente a rastras por un largo pasillo, y te encierran en una habitación cuyas paredes y suelos son negros, y su decoración de un color rojizo sangre.

Justo antes de llegar a la habitación, la Marquesa E. Auditore parece convencer a los guardias de que la lleven de regreso a la habitación Naranja.

A pesar de estar encerrado y supuestamente enfermo, los guardias, o a saber quién, te siguen pasando comida y bebida a través de la puerta que abren lo justo para que ésta quepa.

Tras beber de uno de los vasos de agua que te dan, empezaste a sentirte mejor. Por eso cuando abrieron la puerta tenías buen aspecto y decidieron sacarte.

Los guardias abren la puerta de la habitación Negra y dejan allí a Reulen, Giovanni Ventura y el Duque de Bastión Carmesí.

Observan que Margarita tiene buen aspecto, y deciden sacarla de allí.

Reulen muestra signos claros de la enfermedad. Le asalta un fuerte ataque de tos y espectora un poco de sangre.

Menudo final para una vida entera de servicio...

Dice secamente.

- Quien me la ha jugado, quien.- el Duque del Bastión Carmesí golpeó las paredes de la habitación indignado.- Después de todo lo que he hecho por el príncipe acabo aquí. Todo por culpa de la loca acusación de un médico. Ventura me has arruinado la vida.

Los pronósticos se habían cumplido. Todo lo que pensó que pasaría había sucedido tal y como estaba escrito y Giovanni no daba crédito a todo aquello.

- ¡Má que cósa! Reulen, tu a sito infectato por los infectatos, má io penso que il Duque de Bastión Carmesí e io tambene hemos empatato en las votationes. - Aclaró a pensar el médico.

El doctor de la peste prefería pensar que los invitados le habían escuchado y decidieron votar, al menos la mayoría, de forma conjunta para mandar al duque, un infectado a todas luces y desenmascarado por el doctor, a la habitación negra. Más, no contaba con que el voto conjunto de todos los infectados fuese suficiente para empatar y hacer que el mismo fuese traído también a aquella oscura sala. Si no había sido ese el motivo, podría ser que alguno de los infectados tuviese un poder oculto, quién sabría decirlo, todo era posible en esa casa de infectados y sanos.

- Dejare de fingir, Duque, si disponéis de aqueste títuli en facto e no e otra mascharata. Io me alegro de que il verdaderi infectato esté aquí, má el signiore Reulen no e un infectato al mio parecere, ma tu ere causanti de la sua infeccione. ¿La tua vida? Io no dejaré que arruinare la vita de más invitatos. Soli espero que il resti de invitatos escuchin las mias palabras y voten en conjunti contra los infectatios. - Contestó serio, bajo la máscara.

-Lo que dices es absurdo. Yo no soy uno de ellos. Si tuviese el poder de infectar a alguien obviamente te hubiese elegido a ti. Si, vote en tu contra quien no lo hubiese hecho en mi lugar. No tiene ningún sentido enviar aquí a Reulen. Tan difícil es aceptarlo. En fin, ahora estamos todos aquí.

El duque se sentó en la esquina opuesta a Reulen. Y fijó su mirada en los dos.

- No se tu que vas a hacer Ventura pero yo no pienso dejarme infectar por Reulen. Ahora es uno de ellos. Te guste o no estamos los tres en esta habitación y el presenta los síntomas.- Señaló a Ventura.- Probablemente has conseguido lo que los infectados querían. Ya tienen nuevas excusas para sembrar el terror. El acusador y el acusado entre rejas. Y sin Reulen sembrarán la discordia entre los invitados. Se acusarán unos a otros hasta que aquellos que de verdad manejan quien vive y quien muere se salgan con la suya. Los infectados han conseguido lo que querían. Adiós al médico, adiós al acusado falsamente y adiós al único que imponía el orden en la fiesta. Quédate cerca de Reulen si quieres, yo estaré bien aquí en mi esquina esperando a ver si nos buscan los síntomas o a que los guardias nos tomen declaración.

- ¡Io se lo qui veo! ¡No más mentiras, Duque, non a mi! - Espetó con dedo a menazante al duque con la extraña máscara sobre la cara.

Tras aquello, ignoró al supuesto noble y se dirigió a la pared donde estaba Reulen, una vez escuchó que hablaba con alguien tras ella.

- Llámalo como quieras. Si quieres creer que miento me es indiferente. Pero tu no sabes nada Ventura. Te tienes que sentir muy privilegiado acusando a diestro y siniestro. Siguiendo por la madriguera al conejo blanco equivocado y para que ha servido. Para que ellos los cuales nos querían aquí nos encierren. Dales el gusto de vernos discutir. Dales el gusto de creer que yo soy el culpable de esto. Date el gusto de ignorarme pero en esta celda puede pasar cualquier cosa.

El duque comenzó a reir de una forma anómala y enfermiza.

- Todos estamos muertos. La muerte roja acecha en la fiesta y nos mira a todos por encima. Todos estamos muertos. Los que teníamos que estar en la celda lo estamos. Moriremos aquí. En esta última fiesta de caos y sangre. 

Tras esto se quedó callado un momento.

- Ya empiezo a perder mi cordura. Lo siento caballeros esta habitación no me sienta bien.

Mientras el supuesto Duque de Bastión Carmesí se autocompadecía de si mismo en algún rincón oscuro de aquella, más oscura si cabe, habitación negra, el buen doctor empezó a deambular de un lado a otro, con la mirada al suelo y con los manos cruzadas a la espalda. Se veía claramente que estaba pensando en algo, y si el suelo del lugar hubiese sido de arena, seguramente habría realizado un agüjero en el, de tanto caminar de un lado a otro, siguiendo una extraña rutina de vaivén de un lado a otro. Claramente se percibía que Giovanni era un tipo metódico, solo con ver su comportamiento, y todo lo que hacía, prácticamente.

De pronto, se paró en seco y miró arriba, mientras levantaba levemente su máscara y con la otra mano sacaba algo de uno de sus bolsillos. Era el pañuelo que se llevó la vez anterior de la sala donde celebraban la fiesta y dentro de él había algo.

- E mi último tres canapitos... ¿Alguni quieri comere? - Enseñó el pañuelo con los tres canapés, por si alguno tenía hambre y darles el correspondiente.

Incluso se lo enseñó al supuesto Duque. El bueno doctor no negaría un poco de comida ni a un vil enemigo de la humanidad, por lo visto.

El duque lo rechazó con elegancia. Apreció que Ventura le ofreciese la comida.

-Gracias Ventura. Pero creo que no servirá de mucho. Puede que algún día pueda contarte mi historia antes de que muramos todos en esta sala. Aunque puede que no te la creas.

Tras esto el duque se puso mirando al suelo adormilado en sus pensamientos.

Podéis contármela a mi, si gustáis. Poco más tenemos que hacer y quizás si uno logre salir pueda sacar al otro (si me curan antes, claro).

El tiempo pasaba, más lentamente cuando estás esperando, como decía el refrán. El problema es que habían pasado gran parte de la siguiente hora tras su encierro charlando, así que debía de faltar muy poco para las campanadas.

Giovanni trataba de recordar las enseñanzas de su maestro, un médico italiano de renombre que poca gente conocía fuera de su ciudad. En aquel momento pensativo, mientras masticaba uno de los últimos canapés que le quedaban se preguntaba interiormente. - ¿Qué habría hecho Cipriano en una situación como ésta? - Pensó.

~ El problema de los virus es que se propagan. Son contagiosos. Hay que estudiar el comportamiento del infectado, aún a riesgo de ponerse enfermo uno mismo. Aunque eso no implica que no debas extremar las precauciones. Usa tu máscara, pues. Examina como evoluciona el paciente y observa para tratar de descubrir si la enfermedad se transmite por vía aérea o de cualquier otra forma. Anótalo todo en tu libreta. Tenla siempre contigo. ~

En ese momento, el médico de la peste volvió en sí, salió de su ostracismo, al que le sumían sus pensamientos. De pronto, sacó una pequeña libreta gastada por los años de su bolsillo interior, junto al corazón. La abrió y empezó a anotar con un carboncillo que llevaba envuelto en un trozo de papel todo lo que le venía a la cabeza. Probablemente, relacionado con fuera lo que fuera a lo que se enfrentaban en aquel momento.

Una vez acabó sus anotaciones, volvió a guardar su pequeño cuadernito en su lugar, junto al carboncillo. Miró un pequeño reloj que llevaba, redondo y atado en el bolsillo opuesto al corazón. Volvió a guardarlo y miró al resto.

- Cabalieris... É la hora. Alora veremos quieni lliega o quieni se va. Ma espero que sea la últimi cosa... - Pronunció, anunciando la hora de las campanadas.

Tras las campanadas, Cid Ruy Díaz y la Marquesa E. Auditore se unen a los ya puestos en cuarentena anterioremente.

-Bueno, de todas formas queria conocer esta sala, por parca que sea, el exquisito gusto del Príncipe se refleja y se agradece por los ojos en cada detalle de cada sala perfectamente confeccionada...-la falta de responsabilidad de Toscán era simplemente impresionante.-Oye tú! Si tú!-le habla a un mozo-¿A donde te llevas el vino???!!! No pensarás dejarme aquí muriendo de sed. ¿Cierto? JAH, trae varias botellas de distintos tipos, y canapes, muchos canapes...-el servicio era genial y todo era traido con prontitud...-Gracias, gracias...-compartía con los demás mientras se sentaba y se ponía cómodo...

De nuevo, como predijo el doctor, no tardaron mucho en oírse las campanadas. Y mucho menos tardaron en llegar los nuevos inquilinos, por no llamarlos invitados, de aquella habitación oscura.

- ¡¿Má que cosa?! ¡Due, due! La mía teoría está ocurrendi. Une ha sito señalato por los invitatos e lotro ha sito infectato por el resto de las infectatos... Catastrof, catastrof.... ¿Es que non si ponen conforme per votare uno de los infectatos? E el fini de tutes... - Proclamó al cielo, tratando de volver en sí.