!¿pero qué pasa aquí ?¡ deberían estar dormidos .
Dijo el Dios en voz alta sorprendido por tal escena , podía reconocer a gente que acababa de dar su toque para que descansaran tranquilos , pero lo que más le sorprendió era ver a personas que ya no necesitaban recibir su toque puesto que habían pasado el reino de Hades . Entre eso , su propia ilusión que se había rebelado , la imagen del crío sin rostro y las palabras que repetían mientras retumbaban en su cabeza le hizo darle un escalofrío como nunca pensó que un Dios sentiría .
Hypno comenzó a retroceder mientras mantenía la vista fija en todos los que se encontraban en la zona y aunque notaba como el cielo cambiaba , prefirió apartar los ojos de la zona y adentrarse apresuradamente en el bosque para evadir a los presentes .
- Tengo que hablar con Hades , el sabrá porqué están aquí no en su reino . Pensó Hypno mientras aumentaba su ritmo y miraba esporádicamente para asegurarse de que estuvieran allí no fuera que sea él quien está en un sueño , un mal sueño cabría destacar .
desde luego eso daría miedo a muchos , aunque sea un dios
El niño se llevó las manos a la cabeza. De su interior, surgió un grito de dolor, desesperación, de terror. Es tan profundo que consigue que te atraviese el corazón, hace que ese dolor sea tuyo.
El padre da un paso atrás, alejándose de ti
¿Tú también nos vas a abandonar? retumban en tus oídos miles de voces de seres humanos.
Antes de poder responder, un rayo atraviesa el cielo e impacta directamente sobre el padre y el niño. No caen ni son mutilados, pero rápidamente un fuego comienza a consumirles.
Tras ello, las figura de los humanos arden en un mar de llamas, consumidos por el dolor
¡Ayúdanos!
Atónito ante la escena , el Dios permaneció inmóvil . No podía dejar morir a los mortales de esa manera , al fin y al cabo tenía su pequeño corazoncito , pero si el padre de los Dioses les había lanzado su castigo divino poco podía hacer y de todas maneras , muchos de ellos pertenecían al reino de Hades , no tenía nada que ver con él .
Lo....lo siento .
Fue las únicas palabras que podía articular , si tan solo se hubieran quedado donde deberían , en sus camas , donde el castigo divino del padre de los dioses les hubiera alcanzado de manera menos traumática o puede que incluso ni los hubiera castigado .
El bosque , el fuego podría extenderse por él .
Pensó raudo Hypno , aunque fuera un Dios no le apetecía andar entre llamas , eso era labor de Helios ; así que repasó su lista y se fue del bosque para proseguir su trabajo , sino , seria él el siguiente en ser objetivo de la cólera de Zeus , y aun así seguía teniendo en mente las almas fugadas de la morada de Hades , si Hades no le daba una respuesta tendría que responder ante el padre de los Dioses .
Me desperté desasosegada e intranquila. Aquel extraño sueño de sufrimiento, angustia y dolor me había transportado de nuevo a mi reino, peor aún, me había recordado las puertas del Tártaro.
Pero seguía escuchando en mi cabeza la voz de Atenea… tú debes ayudarme. ¿De verdad había sido un sueño? No, Atenea me necesitaba, era una llamada de auxilio. Pero… ¿luchar por la humanidad? ¿Qué estaba sucediendo?
Ven a buscarme a mi templo de la isla de Naxos. Sí eso haría, iría a verla al templo. Si aquello había sido algo más que un sueño ella me explicaría qué estaba pasando y por qué necesitaba mi ayuda. Y si sólo había sido un mal sueño… entonces, nunca estaba de más visitar a la familia de vez en cuando.
Sonreí dispuesta a preparar el viaje. Debería hablar antes con mi madre…
El grito del niño vuelve a penetrar en tus oídos cuando te quieres marchar de allí. Las voces al unísono empiezan a hablar de nuevo.
Castigo divino.
El fuego robaron y nos ofrecieron.
Ahora, todos moriremos.
Todas las llamas se funden en una sola. Los humanos desaparecen entre ellas, pero sus gritos de dolor siguen resonando en tus oídos.
Pero, de pronto, el fuego desaparece. Ya no hay nada, ni una huella de las llamas.
Con un poderoso trueno, la oscuridad se hace total a tu alrededor. No ves nada, sólo a ti mismo
Y, en el lugar donde estaba el niño, aparece alguien. Le reconoces perfectamente. Es la diosa Atenea.
Aturdido por el resonar en su cabeza de las palabras de los mortales apenas pudo notar nada a su alrededor que no fuera madera y fuego hasta que una brillante luz apareció ; llevó una de sus manos para restregarse los ojos y poder ver mejor , así pudo diferenciar una figura , el resto había desaparecido , no había mortales , no había fuego , solo había una mujer , no podía creerlo , era la Diosa Atenea .
Atenea , Diosa de la sabiduría , ¿ que ha pasado con los mortales ? ¿ que ha pasado con las almas fugadas de la morada de Hades y del castigo del padre de los dioses a estos ? por favor , habladme Diosa Palas Atenea .
Dijo Hypno a la hermosa diosa esperando una respuesta para ese sinsentido que había ocurrido apenas unos momentos antes .
La diosa Atenea se acerca hasta ti y posa una mano en tu hombro. Con una sonrisa cálida te mira y hace que camines a su lado
Esto no es real. Pero puede serlo.
Su rostro cambió a la preocupación. Una vena cruzó su frente y su mirada se entristeció
Tengo que luchar por la humanidad, y tu debes ayudarme. Mira allí
En la dirección que te indica, ves el Partenon, tan espléndido como siempre… Pero un rayo parte el cielo y el fuego consume el templo poco a poco
Ven a buscarme a mi templo de la Isla de Naxos. Si así lo deseas, podremos hablar…
Poco a poco, su cuerpo se va convirtiendo en humo. Lo último que puedes ver son sus ojos llenos de ternura, contemplándote.
Tras esto, te despertarás. No ha sido un sueño, lo sabes. Ha sido como una premonición. Puedes relatar tus sensaciones sobre las palabras de Atenea o tu despertar. O también puedes postear directamente en la escena que ponga hoy o mañana, que ya has alcanzado a los demás
Te encuentras surcando los cielos con tu carro, transportando el Sol. Es el momento en el que toca desaparecer, dejar paso a la joven Selene, ceder a la noche su plenitud.
Según te acercas al Fin del Mundo, miras hacia la tierra. Allí consigues distinguir perfectamente a un niño de cabellos castaños. Te está señalando con un dedo acusador.
Un escalofrío recorre tu cuerpo. ¿Por qué? De pronto, notas como tu carro empieza a descender con mayor velocidad. Intentas frenar esa caída, pero no puedes. Como al unísono, el Sol va perdiendo su brillo poco a poco.
Poco antes de estrellarte, el carro se detiene y baja lentamente al suelo. El Sol se ha extinguido, sólo queda una pequeña bola que casi no brilla.
Y a lo lejos, ese niño.
Consternado Helios abrió sus ojos de par en par. ¿Quién era aquella criatura? ¿Qué se escondía en el cuerpo del niño? Debía ser un dios seguramente ¿Cómo si no iba a manifestar tanto poder?
Con más curiosidad que temor Helios decidió marchar hacia el niño, necesitaba hablar con él, saber quien era, qué hacía allí y por qué le había hecho... No sabía que le había hecho, pero estaba seguro que fue la voluntad del pequeño la que lo hizo descender.
Al pisar la tierra su cuerpo se tornó más denso, más sólido y poco a poco fue adquiriendo apariencia humana. Su piel se tornó cobriza, sus ojos fueron de una extraña mezcla de marrones y naranjas que rememoraban a las brazas encendidas de olivo.
Mientras aquella transmutación se producía Helios caminó hasta el niño y llegando a su lado le preguntó
-¿Quién eres y por qué me has hecho venir aquí?-
Cuando estás a la suficiente distancia para que puedas distinguir su rostro, te das cuenta de que no tiene.
Ni boca, ni nariz, ni ojos. Nada. Una superficie lisa que no expresa nada.
Te señala y, aunque no sabes cómo, ese niño comienza a hablar
El nombre me habéis arrebatado, mi vida has arrancado.
Arrancaste la vida de este cuerpo, de tu carro te destierro.
El niño se detiene. Se lleva las manos a la cabeza y comienza a gritar mientras señala el cielo.
Unas oscuras nubes cubren el atardecer, unas nubes que presagian muerte, catástrofe, guerra
Miró con extrañes al niño, la idea de su inhumanidad se confirmó cuando lo vio de cerca.
-Yo no he hecho nada a tu persona como para merecer tan aberrante castigo. ¡Déjate de juegos y mentiras y habla de una buena vez!- exclamó mientras fruncía el ceño -¿Qué eres?-
El niño da un paso hacia atrás, alejándose de tí
¿Tú también nos vas a abandonar? retumban en tus oídos miles de voces de seres humanos.
Antes de poder responder, un rayo atraviesa el cielo e impacta directamente sobre el niño. No cae ni es mutilado, pero rápidamente un fuego comienza a consumirle.
Tras él, aparece la figura de cientos de humanos en un mar de llamas, consumidos por el dolor
¡Ayúdanos!
Aquello se tornaba cada vez más confuso y complicado. Algo se perdía en la mente de Helios y este no lograba comprender completamente lo que sucedía. ¿De donde había llegado aquel rayo? ¿A caso había sido Zeus? ¿Qué era aquella cosa que se consumía ante él?
Preguntas.
Cientos, miles de preguntas, pero ninguna respuesta.
-Nadie os ha abandonado- respondió al millar de voces que hablaban en su mente -y nadie os abandonará- afirmó con decisión
La cuenca vacía de los ojos del niño parecen mirarte.
El fuego robaron y nos ofrecieron.
Ahora, todos moriremos.
Todas las llamas se funden en una sola. Los humanos desaparecen entre ellas, pero sus gritos de dolor siguen resonando en tus oídos.
Pero, de pronto, el fuego desaparece. Ya no hay nada, ni una huella de las llamas.
Con un poderoso trueno, la oscuridad se hace total a vuestro alrededor. No ves nada, sólo a ti mismo.
Y, en el lugar donde estaba el niño, aparece alguien. Le reconoces perfectamente. Es la diosa Atenea.
Preocupado por la visión Helios se encoje sobre si mismo. Entonces la luz desaparece y sólo puede verse a él mismo. ¿Sería entonces que era inmune a aquel poder? Se encontraba divagando sobre aquellos pensamientos cuando un poderoso trueno que resonó potente haciendo que su mente volviera a concentrarse en la obscuridad que lo rodeaba.
Entonces apareció Atenea y se sintió aliviado.
-Saludos guerrera- dijo con una reverencia pronunciada -¿Sabes que es lo que esta pasando aquí? ¿De donde proviene esta obscurida? ¿Que era aquella criatura?-
La diosa Atenea se acerca hasta ti y posa una mano en tu hombro. Con una sonrisa cálida te mira y hace que camines a su lado
Tranquilo, Helios. Esto no es real. Pero puede serlo.
Su rostro cambió a la preocupación. Una vena cruzó su frente y su mirada se entristeció
Tengo luchar por la humanidad, y tu debes ayudarme. Mira allí
En la dirección que te indica, ves el Partenón, tan espléndido como siempre… Pero un rayo parte el cielo y el fuego consume el templo poco a poco
Ven a buscarme a mi templo de la Isla de Naxos. Si así lo deseas, podremos hablar…
Poco a poco, su cuerpo se va convirtiendo en humo. Lo último que puedes ver son sus ojos llenos de ternura, contemplándote.
Tras esto, te despertarás. No ha sido un sueño, lo sabes. Ha sido como una visión. Relata tus sensaciones de las palabras de Atenea o tu despertar
Nunca antes había pasado por una experiencia de semejante calibre. Por lo que sabía porcas eran las entidades provistas del don de la visión y por un momento se sintió privilegiado, diferente a otros titanes o dioses, descubriendo quizás un nuevo aspecto de su divinidad.
La visión lo había hecho sentir extraño, curioso, ávido por saber que sucedería, por encontrar respuesta a los cientos de preguntas que se habían formado en su mente. Pese a que las imágenes podrían resultar atemorizantes o angustiantes, aquellos no eran los sentimientos que habían despertado en Helios. Quizás porque en algún punto era conciente de que, aunque aquello sucediese por fin, no sería él el responsable pues jamás había atentado contra ser alguno sin motivo. Y cuando los tuvo tampoco se dejó arrastrar por la ira a un punto tal que pudiera cergarlo.
Helios volvió a repasar las imágenes que su visión le había ofrecido y entonces dudó. ¿Era Atena quien le había enviado aquella mirada de un posible futuro? No tenía una respuesta para ello, pero la tendría si visitaba a la mujer. Presto se dispuso a preparar su carro que por primera vez realizaría un viaje distinto al que practicaba cada mañana. Colocó los arneses en Flegonte, Aetón, Pirois y Éoo, las criaturas mágicas que tiraban de su transporte cumpliendo con la titánica tarea de mover el sol y que muchos humanos confundían con toros o caballos, y partió entonces hacia el templo de la diosa en busca de algunas respuestas.