Partida Rol por web

Al poco de dejar el bullicio de las zonas más transitadas del Mazo, en aquel callejón el silencio fue casi completo. Keidar, comenzó a pensar que ir por allí no era para nada la buena idea que le había parecido. Seguro que si continuaba por allí, alguien intentaría robarle o incluso matarle. Así que viendo la mala idea que había tenido, y considerando que ahora tenía algo de dinero en la bolsa, decidió volver a la zona concurrida, antes de que se metiese en algún serio problema.

Retrocede, sección 39.

Las callejuelas del Mazo están iluminadas con centenares de antorchas de luz titilante. Parece que los cofrades de los gremios de latrocinio han tomado los callejones y las plazuelas sin temor a que la guardia de la ciudad se presente por sorpresa para entrometerse en sus asuntos. Tu instinto te dice que no es casualidad que no haya vigilancia; seguro que unas cuantas monedas en los bolsillos adecuados han asegurado esta tranquilidad. Los juerguistas se tambalean por las callejuelas, cantando canciones obscenas y apoyándose unos con otros para no caer de bruces en la basura que se amontona en el suelo húmedo y sin pavimentar.

Tras llegar de nuevo a las calles más transitadas del Mazo, decidió ir a darse un paseo por el Distrito Comercial. Con un poco de suerte allí podría encontrar una posada para pasar la noche, y quien sabe si con un poco de suerte, hasta un trabajo. 

Pasa a la sección 772. 

Deambulas por las callejuelas llenas de bazares y negocios de todo tipo, entoldadas de forma intermitente, con carne seca, verduras y frutas colgando de estacas y emparrados. Los gatos, perros, cerdos, cabras, gallinas y vacas comparten suelo con las personas, y todos emanan aromas apestosos que se mezclan de forma casi irrespirable. Por suerte, en pocos minutos te habitúas.

Allí tenía que haber alguna posada en la que poder descansar. Necesitaba asearse y dormir un rato, antes de pensar en que otras cosas podría hacer en aquella enorme ciudad. Llena de oportunidades y de peligros. 

Busca una posada, pasa a la sección 846.

Te convendría descansar. Preguntas por una buena posada y te señalan un edificio destartalado que aún conserva algo del esplendor de antaño. Entras y pides el precio de una habitación con derecho a letrina y baño. Vale 10 monedas.

Llegó hasta un edificio destartalado, casi parecía un milagro que no se desmoronase en cualquier momento. Pero los precios, esos no se habían caído, sino que parecía como si quisieran devolverlo a su antiguo esplendor con lo que cobraban por una habitación. Pero estaba muy cansado como para seguir discutiendo o buscar otro lugar donde poder dormir, así que acepto y pago por una habitación. 

Pagará esa cantidad, pasa a la sección 505.

En la habitación apenas cabe la cama y un perchero en la pared, pero después de lo vivido, te parece un palacio. Duermes como un lirón y te levantas estupendamente.

Deambulas por las callejuelas llenas de bazares y negocios de todo tipo, entoldadas de forma intermitente, con carne seca, verduras y frutas colgando de estacas y emparrados. Los gatos, perros, cerdos, cabras, gallinas y vacas comparten suelo con las personas, y todos emanan aromas apestosos que se mezclan de forma casi irrespirable. Por suerte, en pocos minutos te habitúas.

Tras descansar y asearse, se encontraba mucho mejor. Había gastado una cuarta parte de lo que tenía, pero era necesario poder descansar en un lugar seguro, así que podía considerar que aquellas habían sido unas monedas muy bien empleadas. En condiciones de continuar explorando aquella enorme ciudad. Y que mejor forma de continuar que explorando aquella zona comercial. 

Explora el Distrito comercial, pasa a la sección 636. 

Te apetece vagar por las calles del Distrito Comercial sin propósito alguno. Mientras caminas, observas a la gente y los edificios, antaño majestuosos, ahora descuidados, con el enlucido descascarillado y manchas de hollín y humedad.

Ahora descansado, al caminar se fija en que las calles y las casas tienen un aspecto de cierta dejadez, como si a todos no les fuesen bien las cosas. Estaba claro que en aquella enorme ciudad que nunca dormía unos se enriquecían mientras que otros morirían de hambre en la mas absoluta miseria. 

Con un 4, pasa a la sección 709. 

Sigues vagando por el Distrito Comercial y, cuando te das cuenta, llegas a una calle principal. Al otro lado ves que los edificios están aún más destartalados que los que has dejado atrás. No sabes por qué, pero la gente que observas también parece diferente... más peligrosa. Y, sin tener que preguntarlo, sabes que has llegado al Mazo.

Las callejuelas del Mazo están iluminadas con centenares de antorchas de luz titilante. Parece que los cofrades de los gremios de latrocinio han tomado los callejones y las plazuelas sin temor a que la guardia de la ciudad se presente por sorpresa para entrometerse en sus asuntos. Tu instinto te dice que no es casualidad que no haya vigilancia; seguro que unas cuantas monedas en los bolsillos adecuados han asegurado esta tranquilidad. Los juerguistas se tambalean por las callejuelas, cantando canciones obscenas y apoyándose unos con otros para no caer de bruces en la basura que se amontona en el suelo húmedo y sin pavimentar.

Sin darse cuenta vago por las calles y callejuelas hasta regresar al Mazo, justo la parte de la ciudad que mejor conocía. Tras pensárselo un rato, decidió encaminarse hacia el Distrito Norte, a ver que podía encontrar en aquella parte de la ciudad. 

Se dirige al Distrito Norte, pasa a la sección 187.