Partida Rol por web

El retorno a Clacwin volvió a ser triunfal, casi más que tras las primeras celebraciones. En el pueblo todos comenzaban a rayar la mediana edad y no había más niños que los que habían sido abducidos por aquellas dementes criaturas verdes, así que todos los recelos y deudas fueron olvidados, lo que no podía complacer más algunos de aquellos aventureros.

Skarlkja, por desgracia, no estaba ara grandes celebraciones. Había visto cómo el brazo en el que había impactado el perdigón de su adversario había ido tomando un tono (aún más) verdoso. Hinchándose y doliendo con intensidad. Quiso la suerte que Gumshoe, uno de los clérigos que habían acudido al poblado a prestar su ayuda, todavía no hubiese partido y estuviese más que dispuesto a ayudarla en la purga de aquel hombro. Por aquella minúscula herida salieron galones de escoria oscura que podrían haber comenzado a gangrenar el brazo de no haber sido por la resistencia de la serpentina a los venenos y las buenas artes de su matasanos, que recurría más a las recetas y consejos de vieja que a las artes místicas o la oración.

- Hay veces en que lo mejor es no forzar la rueda del destino, joven, si escuchaba alguna vez a su abuela seguro que esta le daba los mejores consejos para terminar con sus malestares.- Comentó, a sabiendas de la célebre maña de los mestizos serpiente con las ciencias y la medicina.

Mientras Slater echaba hasta los higadillos por el brazo, sus compañeros más dedicados se dedicaban a preparar el equipo para una expedición misteriosa e inesperada mientras que los más desatados terminaban encima de las mesas derramando el vino sobre los mejores manteles del lugar, pero el amanecer llegó a la misma hora para todos, demasiado pronto para los que disfrutaban y demasiado tarde para los que no podían conciliar el sueño ante el desafío que se presentaría ante ellos.

Durante el desayuno no hubo demasiado palique, unos estaban resacosos mientras otros repasaban mentalmente las mejores maneras de proceder en una mazmorra, sin saber lo que la tan cacareada tumba de los reyes serpiente les depararía. Nada sencillo e indoloro, eso seguro, peor esperaban que al menos valiese la pena por sus posibles tesoros.

Las gentes de Clacwin les agasajaron con una montura para cada uno, proporcionales a sus tamaños, lo que quería decir que la de Fette era algo más baja que la del resto, peor ¿Qué era aquello que decían de los caballos o ponis regalados?

Sea como fuere, aquellas gentes habían llegado a apreciar la ayuda y socorro de aquellos aventureros y prometieron tenerlos en sus oraciones, mientras esperaban su retorno de tan prometedora y posiblemente peligrosa misión. No faltaron las miradas de los y las jóvenes que se habían encariñado con ellos más de la cuenta y los miraban entristecidas, como si pensasen que nunca volverían a verlos y con ellos se irían sus corazones.

Los cuatro jinetes volvieron hasta la cantera en la que habían dado matarile a los goblins. No fue muy asombroso el comprobar que las alimañas y otras bestias carnívoras ya habían dado buena cuenta de aquellos monstruos, posiblemente poniendo en peligro sus vidas ante la digestión de aquellos portadores de necrosis y mil enfermedades más.

Desde allí siguieron hacia el este, como les había indicado la extraña aparición que había tomado a aquel niño llamado Manon. Tras media jornada de trote dieron con lo que estaban buscando: en medio de un enorme claro se elevaba el frontón que daba acceso a la tumba que buscaban, cubierta en arena que se vertía sobre un verde césped que dejaba claro que aquella era una aparición sobrenatural, como si aquella arquitectura hubiese sido arrancada de un desierto y arrojada en medio de un vergel completamente opuesto a su hábitat original.

La entrada a la tumba era parca para ser el último hogar de unos reyes: un simple frontón (Con relieves de bulto redondo que representaban a gentes serpiente en una especie de desfile interminable, acompañadas por glifos y dibujos que nadie conseguía entender) sostenido por dos columnas salomónicas muy irregulares y desgastadas que flaqueaban la entrada hacia el pasillo que daba paso a aquela arquitectura funeraria, que parecía hundirse ligeramente en la tierra.

Los aventureros pudieron amarrar a sus monturas aprovechando unos pequeños salientes que destacaban entre los bloques de las columnas antes de tomar todo lo que consideraron necesario para su supervivencia en aquel entorno.

Lentamente se adentraron en aquel primer pasillo, comprobando que la luz exterior lo bañaba, ahorrándoles el tener que encender antorchas o linternas por ahora. Allí olía a polvo, tierra removida y humedad. Sobre sus cabezas asomaban raices, entre los bloques de piedra basta y tramos arcillosos. El único sonido era el de sus pasos.

Aquel corredor debía de tener algo más de 30 metros de largo por 3 metros de ancho, permitiendo que pudiesen caminar de dos en dos, uno junto a otro, de ser necesario. En cada un de las paredes que los flanqueaban se abrían dos huecos cerrados por grandes puertas de madera.

En las dos más próximas estaban talladas figuras similares: una serpiente junto a una lanza. (puertas 1 y 2)

En la siguiente puerta del muro izquierdo aparecía una figura de serpiente similar a las anteriores, pero junto a esta había lo que parecía ser una representación muy tosca de un pergamino. (3)

Al lado de la anterior, en el muro derecho, el motivo tallado era una serpiente con una especie de decantador. (4)

Y al fondo del pasillo había una peculiar puerta de roca, sin manillas ni aparente sistema de empuje. Frente a ella, en el suelo, había una barra dorada, fijada por sus dos extremos por eslabones de unas cadenas que parecían salir del suelo.

El tiempo en el pueblo Fette lo disfrutó, como solía hacer en cualquier sito al que iba. Se relacionó con la gente todo lo que pudo e intentó sacarles toda la comida e historias posibles. Las dos cosas que más le gustaban. Con esos vicios, nadie se extrañó cuando el último día, antes de partir, tuvo que correr a un curtidor para que le hiciera un agujero nuevo en el cinturón.

—Con la humedad encoge. Qué le vamos a hacer. Antes las cosas se hacían con más mimo.—Mentira, y gorda. Todos lo sabían.

Llegó tarde, como era habitual, a la despedida de Clacwin. Cogió las riendas del poni, lo acarició y se subió sobre él con más gracia de la que oronda forma parecía permitir. Te llamaré Chantillí, le dijo con una enorme sonrisa. No es que el pequeño corcel fuera blanco, ni mucho menos, pero a Fette le encantaba la nata, y preveía una relación larga con el animal.

—¡Gracias, gracias habitantes de Clacwin! ¡Os echaremos de menos! ¡Que los dioses os tengan en su mente!—dijo a modo de despedida, con su habitual tono juguetón mientras se alejaba junto a su grupo en dirección de la Tumba de los Reyes Serpiente.

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Al llegar, ató largo a Chantillí en un árbol y le quitó la montura. Aún no tenía un vínculo tan fuerte como para no escaparse, y no le apetecía volver andando al salir de allí.

El sitio le pareció asqueroso, como casi todo lo abandonado y lleno de alimañas que había visto alguna vez. Al ver los restos de algunas criaturas medio comidas, no pudo evitar hacer una broma.

—Vaya, hay que tener estómago para comerse a estas cosas , ¿eh? Quizás de para un buen cocido. ¿Quién se apunta?—dijo al pasar junto a ellos.

Como era habitual en él, se acercó el primero a observar el pasillo, aprovechando la ventaja de su menor tamaño para colarse entre las piernas de Lagakh. Una vez allí, lo inspeccionó lo mejor que pudo. 

Fette entró husmeando en aquel primer corredor de la tumba, revisando todas las puertas así como el firme del suelo y los techos.

Tras un buen rato pudo confirmar lo que ya parecía obvio a simple vista: las puertas laterales y el pasillo no contenían ningún tipo de trampa (O no una trampa mundana, al menos), peor estaba claro que la puerta de roca del fondo y su mecanismo de barra y cadenas era algún tipo de trampa. Justo ante ella el techo mostraba una sección abierta en la que se veía un cuadrado del mismo ancho del pasillo que parecía ser de hierro. Aparte de eso, en los laterales del umbral donde se encajaba la roca que hacía de puerta, podían apreciarse rozaduras profundas que ocupaban toda su superficie, como si algo hubiese sido forzado violentamente por aquel vano.

Allí se había montado una fiesta y bueno, aunque la gente era un poco reacia a acercarse a alguien con mi cara de mala hostia, yo no tuve problema alguno para acercarme al vino hasta que ya no pude beber más. La verdad es que ni siquiera recordaba cómo había llegado a echarme a dormir, aunque sí que me senté a desayunar con un par de tonos menos de verde en la cara. Se notaba que me había bebido hasta el agua de los floreros. 

No estaba demasiado acostumbrada a que la gente me mirara con pena, así que cuando salimos de aquella aldea y vi ese tipo de miradas, no me sentí demasiado cómoda. 

- ¡Grr..! - Un gruñido fue mi única respuesta. 

Dejamos los caballos fuera y entramos a lugar sin mucha ceremonia. Tampoco hubo demasiada conversación, pero todos éramos conscientes del lugar en el que nos estábamos metiendo. 

El mediano, al que le encogía la ropa y que me hizo reír para mí misma pensando que igual era que los medianos eran humanos que habían encogido con el agua, parecía estar echando un vistazo a las puertas. 

- ¿Te vas a asomar o la echo abajo? - Sí, era la sutilidad en persona. 

Siempre inmerso en sus silencios, Zoex se encargó de preparar todo para aquella aventura y dejó de lado todo festejo que podía tener en su mano. Era alguien muy serio, siempre con mil cosas en la mente y le costaba pensar en algo que fuera a distender su estado natural. Por lo tanto cuando le dieron aquel cabello, no dudó en compartir tiempo con el animal y al dejar que se quede con los otros, también lo despidió. Era muy respetuoso. 

Una vez, tenían el objetivo bien planteado y ante el accionar del mediano, el elfo aguardó en la última línea para tener siempre el arco preparado por cualquier imprevisto. Imaginó que no iba a ser nada fácil, además no era de fiar en absoluto los rincones de este sitio, pero Zoex siempre tendría su arco apuntado al objetivo. 

-Jah jah jah - río de manera áspera ante las palabras de Gumshoe. - ¿La mssma abuela que perdió la cabeza y sse comió a mi tía? Gumssshú, loss nsstross ya no sson lo que eran.  Perdidass lass enssñanzas, lass leyess que contrariaban el cerebbro primitivo. Pero sso puede cambiar, quizas hemoss tenido ssuerte essta vez.

Porque aunque a Skarlja no era la más lista del nido, no era del todo indiferente a la miseria en la que vivían los Salter. 

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La mujer serpiente no tuvo reparos en participar en los festejos.  Las palabras 'reposo y moderación' no existían en su vocabulario.  Engulló varios quilos de asado y se bebió varias jarras de vino "Por si pasaba varias semanas sin comer".  Bailón sin parar e intentó congeniar íntimamente con varios aldeanos, que huyeron de sus ebrias garras como pequeños roedores asustados.   No era de extrañar ante tal exceso de actividad que ,durante el trayecto hasta la entrada de la tumba, se mostrara amodorrada y aún menos activa de lo que solía estar antes de la salida del sol.  

-Esss precioss - mis dobles párpados se abren por completo.  -Tan, tan.. desssprovssto de ssuperflua ssstética.  Brutal, práctico, frío. Sstoy sufriendo múltipless orgassmoss ssolo de sstar aquí. Río ásperamente, víctima de mi propio y sutil sentido del humor

-Tu primero, Fatte.  Ussa tus agidizadoss ssentidos de pressa. Me caía bien el mediano.  Apreciaba que me siguiese el ritmo comiendo y bebiendo y ,sobretodo, y lo mullidita que era su barriguita. -Pero recuerda yo veo mucho mejor en la oscuridad. 

Esso de ahí parece una trampa de caida, quizass la trampilla metálica aplassst a quien ssté debajo.  Jah jah jah.. ¿Y ssi invoco un ídolo sssepriete justo ahí??

Las ansias por avanzar (Y posiblemente la poca paciencia que da una buena resaca para enfrentarse a desafíos de intelecto) hicieron que Sharlkja tomase un grimorio de su zurrón, aquel cuya cubierta simulaba con su cuero la textura de una pared empedrada, con las facciones de una serpiente gravadas en la portada. Sin demasiada parsimonia, lo abrió y comenzó a recitar palabras antiguas, aquellas surgidas tras los verbos creadores, más débiles que estos, pero capaces de generar distorsiones en la realidad que provocan la materialización de milagros y maldiciones.

Se enfrentaba a aquella puerta mirando alternativamente a la roca que la cerraba y al mecanismo que intuía sobre la misma, y cuando selló su invocación con un ácido escupitajo al suelo, justo ante el umbral, algo comenzó a rotar y materializarse en aquel punto, como si un torbellino de polvo y siseos pugnase por ocupar todo el espacio posible en aquel pasillo, sometiendo a los aventureros a una molesta ventisca que les forzó a esconder las cabezas bajo sus ropas.

Escucharon un fuerte impacto (El de el ídolo cayendo sobre el firme una vez que terminó de formarse) y los crujidos que la cúspide de este producían al presionar el mecanismo que todos habían intuido en el techo. Cuando pudieron descubrirse y volver a encarar la puerta, vieron cómo un constructo de piedra, con la forma de una temible divinidad reptiliana, ocupaba aquel espacio ante la puerta, empujando la roca hacia dentro de la habitación contigua y rompiendo los mecanismos de la trampa.

Otro sonido atronador llenó el pasillo cuando un enrome martillo metálico, tan ancho como el pasillo, descendió desde el techo, golpeando violentamente al ídolo, haciendo que la parte posterior de este reventase en una tupida defecación de barro, piedra, tuercas y cadenas. La cabeza de aquel enorme objeto contundente se detuvo, presionando el interior resquebrajado de la efigie de Shashhhshadar, divinidad destructora de los sangrefrías.

Los pelillos de la nuca de todos los aventureros (Que tuviesen pelillos en la nuca) se erizaron al reconocer que, en caso de que aquello les hubiese dado de lleno, posiblemente habrían muerto.

Así abrieron, de forma espectacular, un acceso a la siguiente sala, pero este era ocupado por el ídolo, por ahora solo Fette sería capaz de cruzar hasta el otro lado, dada su habilidad para escurrirse por las aberturas más minúsculas. Aun así, aquella escultura, digna metáfora de la caída de los hombres serpiente originarios, desaparecería en unos diez minutos, dejándoles explorar el resto de la tumba con completa libertad y sin haber recibido aquel letal mazazo en sus espaldas.

Skarlkja comprobó como las runas y escrituras habían desaparecido de su grimorio, sabiendo que aquello quería decir que no podría volver a usar este hechizo hasta después del próximo amanecer.

Tras el espectáculo presenciado, todo ruido cesó hasta que Fette abrió la boca y soltó un sonoro ¡Guau! que reverberó en las húmedas paredes del lugar.

—Mi pobre cabecita habría acabado como un melón coceado por un caballo. Uugh...¿avanzamos?—dijo viendo que los demás debían estar pensando aún algo parecido.—Creo que empezaré por ¿aquí? Esta misma.

Entonces el mediano se adelantó y entró en la primera puerta que había a la izquierda (la 1), con un imprudente tarareo.

—Ta-ta-riii ta-ta-raaaa, qué-más-tram-pi-tas-ha-brá...

Después de un breve vistazo, cruzó el umbral seguro de que ningún problema había.

Le divirtió que la mujer con su poder hizo aquella criatura con ese rostro reptiliano. Por esa razón con arco en mano se mantuvo expectante a la acción de dicha cosa mientras el mediano parecía dar con el acceso. Aunque con la altura del elfo, tenía muy complicado siquiera avanzar así que por ello no dudó en hablar a la mujer. 

—Cariño, tendrás que sacar a tu amigo para que podamos pasar. ¿Que sabe hacer ?

Muy interesado por las habilidades de la mujer y más aún de lo que ha invocado prefirió preguntar sobre ello, así que mientras aguardaba las respuestas, se mantuvo atento al entorno con unas ansias inmensas de continuar avanzando aunque no se imaginaba así mismo caminar en cuatro patas para cruzar a la otra sala. 

Como cada vez, al circular mis ojos por la profunda escritura del grimorio y liberar, sílaba a sílaba, su poder, una estatua que representaba a uno de los mil dioses serpiente apareció en el lugar indicado.  Ésta vez era una hermosa representación de la madre Naga que no pude quedarme a admirar durante mucho tiempo..

-Agk!¡ la puta! - exclamo al comprobar la enorme fuerza de la trampa.  Contaba con que el interponer una sólida estatua la destruiría para siempre, pero el mecanismo aguantó el impacto sin quebrarse. -Quizáss bsstaba con no tocar la cadena.  - me acerco al lugar y constato con cierta contrariedad que sólo el mediano podrá avanzar hasta que la materia invocada vuelva a su lugar  -No te alejess, pequeño Butterss.  A vecsss a una trampa le sigue otra.  Lss arquitectoss que diseñan tumbass y mazsmorras son unos psicópatss.

Me giro hacia el elfo con una sonrisa afilada, llena de afilados dientes.  

-Sssolo es una sstatua, Zoexs.  Sssolo sabe sstar quieta y recibir adoración.  En diez minutoss la materia que la forma sse dissipará y passaremos.  ¿Quizásss fue un poco brussca mi forma de dessactivarla? 

Fette se arriesgó a abrir la primera puerta a mano izquierda desde la entrada, marcada con una serpiente y una lanza.

Tras un corto pasillo, en el que ya se intuía el olor a polvo y madera antigua e la cámara contigua, los aventureros llegaron a un cubículo en el que casi no cabían, de tres por tres metros. La luz exterior todavía permitía entrever el contenido de aquel cuarto: un ataúd de madera cubierto por pinturas en las que se representaban hazañas bélicas de las gentes serpiente, batallas de las que ya nadie tenía constancia. Las paredes eran de piedra basta y también estaban cubiertas por frescos, estos de serpientes entrelazadas.

Al no detectar ninguna trampa en la sala, se arriesgaron a abrir el sarcófago, descubriendo en su interior una estatuilla de barro de una serpiente enroscada sobre sí misma. Al tomarla, notaron que era hueca y algo hacía ruido en su interior.

—Confío en ti, mujer. 

Y le guiñó un ojo mientras esperaba con su arco en mano a que aquello le diera el pase directo hacia la otra habitación, que si bien el mediano ya debería estar haciendo de las suyas, odió un poco en su interior el hecho de ser tan alto. Finalmente de alguna manera, se logró acceder pero los espacios seguían siendo reducidos para alguien como este elfo, así que sino podía caminar encorvado, lo haría de rodillas con tal de avanzar. 

Ya libre de trampas, siguieron caminando de la forma que sea y al ver que se abre el sarcófago, llamó a su amiga serpiente para que observe con detenimiento aquello. Estaba muy seguro de que lo conocería, considerando que es parte de su legado o al menos eso parece. 

—¿Sabes que es esto?—le preguntó—. Yo no la toco, pero seguro tú le echas un vistazo. 

—¿A ver, a ver?

En un momento le habían tapado la visión de la estatuilla, pero viendo que no le aventuraban a cogerla, Fette se desprendió la capa y cogió el objeto envolviéndolo con ella, procurando no tocarlo.

—Parece tener algo dentro. ¿Sabéis si... ? Qué leches.—Si habían metido algo dentro, era porque debía poder sacarse.—Apartaos

El regordete mediano se alejó un poco del grupo para lanzarcon fuerza la estatuilla al suelo con la intención de romperla.

-Hssss- sonrío enseñando los afiliados dientes, cualquier otro que no me conociera diría que le estaba amenazando, aunque en realidad estaba intentando reír dulcemente.  ¿Sería por eso por lo que no le comía una rosca? 

Mientras pienso y pienso y comienzo a alargar la mano hacía la estatuilla, Fette se adelanta desde abajo y tras un par de pasos, la lanza contra el suelo.

-¿Pero que hacsss? Stssss loco? - me cubro el rostro con los brazos esperando alguna clase de explosión. -​​​​​​¡Jssto quería hacer esso mssmo!

Fette tomó aquella peculiar efigie hueca y la arrojó al suelo, deseoso de ver qué era aquello que hacía ruido en su interior, aun para cabreo de Skarlkja, a la que se había adelantado. Y sus ansias fueron recompensadas: el largo esqueleto de una serpiente se descubrió entre los fragmentos de barro, y enredado en esta, brillaba un curioso y brillante medallón de oro, en el que estaba gravado, de forma muy sintética, el ojo de una serpiente.

También contenía una masa gaseosa verdosa que brillaba en la oscuridad a medida que ascendía en el aire, rodeando la cabeza del mediano y penetrando en sus fosas nasales, causándole un intenso dolor de estómago y una serie de calambres que amenazaban con hacerle evacuar su última comida encima.

Me quedé frunciendo el ceño cuando vi lo que sucedía al activarse la trampa y yo, había estado a un par de segundos de impaciencia de adelantar al mediano y derribar la puerta como toda "persona" debería hacer en su vida. 

- ¡Emmm...! - Sí, fue todo el sonido que salió de mi boca. 

El elfo quería sacar al bicho, pero parecía que el animal no era tal así que yo simplemente miré del uno al otro escuchando la conversación. 

Al entrar en aquella sala, no pudimos estarnos demasiado quietos y aunque yo me mantuve en silencio, mis compañeros no tardaron en arreglárselas para ver qué era lo que había allí dentro. 

- ¡Ahí! ¡Rompiéndolo todo! - Me hizo gracia la reacción del mediano, pero de todas formas, yo por si acaso no me acerqué demasiado que después de ver que había trampas, ya estaba segura de que podría haber cosas peores. Además, yo prefería dedicarme a matar cosas, si había que pensar me resultaba algo tedioso normalmente. 

—Uungh...

Fette cayó de rodillas entre unos terribles dolores que casi le hacen vomitar. Pero su estómago, acostumbrado a banquetes gargantuescos y una dieta desorganizada y poco saludable, fue capaz de cerrarse lo suficiente como para evitar que echase los últimos desayunos de aquel día.

Sin embargo, chorros de sudor entremezclados con algunas lágrimas recorrían su rostro.

—Yo... Uuf... Yo, necesito descansar. Me repondré. sólo dadme... Dadme unos min... Minutos, por fa...

No fue capaz de acabar la frase, y volviá a agarrarse las tripas con un gesto de evidente dolor.