Partida Rol por web

Si había algo que hacía a Fette recuperarse de cualquier mal, eso era darse a la comida, y esta vez no fue una excepción. Se sentó dando la espalda al resto y se llenó los carrillos con aquel seco pan del camino y unos lingotazos de insulsa agua que le supieron a gloria. Su color volvió, ipso facto, mientras la semiorca se reía con su mal trago y la serpentina le miraba con desaprobación por haberle arrebatado el ídolo, como satisfecha por aquel 'ligero castigo'.

Un suspiro muy pesado se escapó de sus labios mientras los ojos se le pusieron en blanco por la impulsividad del mediano, hubiera preferido aquel elfo que sea la mujer serpiente quien coja aquello y lo trate con el sumo cuidado que se precie. Que romperlo era algo de críos, pero bueno si a todo esto no sólo le sorprendió el esqueleto, torció el gesto cuando algo se le metió en las fosas nasales a su compañero. 

—Eso no puede ser bueno. 

Es lo que pudo comentar mientras vio que el hombre en cuestión se disponía a comer. Ya un poco indignado se puso a recorrer el lugar por si había alguna abertura secreta, golpeando suavemente las paredes y escuchando por si el sonido era hueco. No podía estarse quieto por demasiado tiempo, alguien como Zoex requería acción. 

Zoex y el resto de los aventureros recorrieron la sala mientras Fette se recuperaba por completo, comprobando el suelo, sus paredes e incluso el techo con el extremo de sus arcos, por si se les pasaba cualquier cosa. Peor parecía que no, que aquel pequeño cuarto no les deparaba ninguna sorpresa más, ya fuese para bien o para mal.

Fette fue a dar un nuevo bocado de pan, pero mordió aire. Sin darse cuenta había acabado con la comida del día. Con un gemido lastimero, aunque completamente recuperado, se levantó y dio un suspiro.

—Bueno, habrá que continuar.

Conteniendo ostensiblemente unos gases que le subían por la garganta, salió con intención de cruzar a la puerta de enfrente. De pronto ¡ZAS! percibió un peligro que esquivó milagrosamente, soltando un sonoro eructo del esfuerzo que quitó todo el glamour a su acción. Entonces, se dio la vuelta y miró asustado a su alrededor.

El mediano inhaló aquel humo que daba bastante mal rollo y cuando vimos que se tambaleaba, todos nos acercamos para mirar si se encontraba bien, pero claro, cuando dijo aquellas palabras y se puso a comer, nos quedamos todos con cara de "idiotas". 

- ¿En serio estás comiendo ahora? 

Sí, no era demasiado empática, ni sutil, ni suave, ni todos los adjetivos que pudieras poner en mis palabras, pero vamos, todos pensando que se iba a envenenar y resulta que el humillo verde le daba hambre. 

- Una vez conocí a un tipo que fumaba una hierba en una pipa y comía casi tanto como un mediano. - Dije negando con la cabeza, en un alarde de que sabía juntar más de seis palabras dentro de la misma frase. 

El elfo se puso a echar un vistazo por la habitación en la que nos encontrábamos, pero estaba claro que no había nada. Así que, con la paciencia que me caracterizaba salí al pasillo y eché un vistazo. 

El resto comenzó a moverse lentamente, el mediano fue el primero que se movió pese a haber estado comiendo hace minutos atrás mientras Zoex revisaba el cuarto aquel. Pero como la acción está por comenzar—al estar en movimiento—preparó su arco y avanzó detrás de la mujer de piel verdosa. Claramente dispuesto a seguir explorando aquel lugar y hallar esos tesoros que seguramente estarían más que escondidos. 

No obstante ante el comentario de la mujer, sonrió de costado. 

—Que va, no lo entiendo pero si le sirve—confesó y se encogió de hombros, luego miró a Fette—. ¿Estás bien? ¿Eso que inhalaste te está haciendo algo?

No había dicho nada al respecto y Zoex no se fiaba. 

Tanto el mediano como la semiorca decidieron que ya poco se les perdía en aquella habitación, así que recorrieron el corto pasillo hasta el hall de entrada del edificio, él primero y ella a su espalda. Lagakh se asustó por un momento al ver cómo el mediano daba un brinco en el aire saltando a un lado, pero al ver una tosca flecha clavada donde él había estado de pie un segundo antes, comprendió el por qué de su reacción y repitió su mismo salto, pero proporcional a su escala, hasta casi darse con el techo, hacia el otro lado, pues otra flecha se clavó entre dos adoquines.

Al mirar en la dirección de la que provenían estos proyectiles, Lagakh y Fette pudieron ver pequeños brazos verdes asomando entre los huecos que la escultura de la serpiente abría al cuarto contiguo. Habían luchado contra criaturas similares el día anterior, en el prado cercano, y parecía que este podía ser su refugio.
 

Los ojos de las bestezuelas ocuparon los espacios que hace un segundo ocupaban sus arcos, pero habían vuelto a asomar sus armas una vez más.

Ooh, ess preciioss! - digo mientras golpeo hacia la pequeña osamenta dorada con el pie para poder agarrarla fuera de la nube. Aguanto la respiración hasta que la nube ponzoñosa parece disiparse y doy un par de cortas inspiraciones.  A mi lado Fette respira agitadamente pero asegura que se pondrá bien. Genial, confío en sus sensaciones.  -Un ssimple anuleto bañado en oro.  Menoss da una piedra.

..............

Sigo al grupo fuera de la estancia, donde el ídolo serpentino humeaba y se evaporaba por segundos, resistiéndose a desaparecer pero, como todas las invocaciones, destinado a hacerlo una vez el equilibrio interdimensional se restablezca  Lo mismo le pasará a la Tumba, pasado un tiempo. Más largo, eso sí, debido a la estabilidad que le proporciona su tamaño. 

-Sstá claro que ssto está plagado de trampss.  Sserá mejor sser más precavidoss y asssumir que TODO oculta un mecanissm let.....

El familiar sonido de una pequeña ballesta me hace mirar en dirección al ídolo. ¡Más apestosas, diminutas y tramposas criaturas verdes! Me pongo en guardia y comienzo a moverme pegada a la pared, hacia ellos, sigilosa y con ganas de vengarme.

—¡No vayas!—le dijo Fette a Skarlkja. Aunque ella ya se habia lanzado a por los goblins.

Maldiciendo, empezó a disparar flechas para apoyar su avance, esperando que los sucios goblins no se atreviesen a sacar la cabeza.

Ya siguiendo a la mujer serpiente con el arco apuntando, fijó la mirada en el objetivo detrás de la estatua e intentó disparar a algunos de los enemigos que estaba atacando la mujer y el mediano. 

—¡Los ayudo!

Zoex, o gastas un tueno en acercarte a las aberturas, que es lo que ha hecho Skarlkja, o tiras con desventaja, teniendo que tirar otra vez 1d20 + 3 y nos quedamos con la tirada más baja. Si gastas un tueno en acercarte te conservo esa tirada, pero falta por actuar Lagakh este tueno y que vuelvan a atacar los goblisn antes, si lo hacen...

La verdad es que aquel mediano estaba en todas partes a la vez. Había  pensado que era una especie de briboncillo por cómo se las había arreglado con las puertas, pero en lo que yo llegaba al pasillo, él había terminado de comer y me había adelantado por el pasillo con sus diminutas piernecitas. 

- Al final va a resultar que hace magia... 

De todas formas, no pude mirar hacia atrás a ver si había otro mediano en la sala de antes, pues vi la flecha y salté directamente, pensando que mago podría ser, pero como escudo no sería de lo mejor, ya que no cubría apenas ninguno de mis órganos vitales. 

No sabía cómo había acabado trayéndome una vara tan larga conmigo y estaba claro que no saldría de allí con ella, pues seguramente, me aburriría de cargar con ella antes de salir pero enseñé mis colmillos en una sonrisa cuando se me ocurrió lo que iba a hacer con ella. 

Así, viendo que estaban asomando los ojos desde aquellos agujeros, opté por usar aquella vara y meterla por el mismo agujero por el que nos estaban mirando. Un enano verde sin ojo no creía que siguiera peleando. 

Mientras Skarlkja y Zoex se deslizaban hacia la escultura, sigilosamente, tratando de confundir a sus atacantes, Fette optó por sacar su arco y tratar de disparar a sus rivales, peor el veneno todavía debía de estar afectando a sus sentidos, pues su flecha se clavó no demasiado lejos de aquel otro proyectil que había sido dirigido contra él dos segundos antes.

Lagakh, a su vez, optó por tomar la vara y, tomándola por su extremo, y deslizarla con ímpetu por la rendija por la que unos segundos antes asomaba el iris amarillento de una de aquellas bestezuelas.

- ¡RARGH!- El berrido fue seguido de un fuerte golpe. Al mover la vara, la semiorca no notó ningún tipo de resistencia, creyendo que tal vez el bicho se había zafado de su ataque, pero al recuperar su improvisada arma pudo observar que el motivo era otro, pues pudo ver cómo el ojo del goblin se desprendía de la madera, un espectáculo bastante desagradable. Posiblemente había hundido el palo en la cuenca y había causado aun más daño en la cabeza de la criatura.

- NATIFAH! DEI! DEI!- Se escuchó a continuación, justo cuando Zoex alcanzaba la otra oquedad de la puerta por la que se había asomado el segundo goblin. Este parecía estar lloriqueando, puede que mirando el cuerpo de su compañero caído, cuando la saeta del elfo salió disparada de entre sus dedos para hundirse en su hombro.

Aun así aquello no frenó al ser verdoso, quien se escurrió por el hueco, histérico, posiblemente deseoso de vengar a su compañero o tratar de huir lanzándose hacia la salida, pero el sigilo de Skarlkja había sido tal, que esta fue capaz de agarrar a la bestezuela sin ninguna dificultad, ya que ni se había dado cuenta de que ella estaba allí.