Partida Rol por web

Fette escuchó la reprimenda de Zoex con gesto compungido y cabeza gacha. Sabía que a veces era algo impulsivo y lanzado, y que más de una vez eso les había causado algún problema.

—Vaale, tienes razón. Me quedaré quietecito. Pero los tesoros no salen a darnos abrazos, sino que hay que buscarlos jijiji—la cara del elfo se tornaba cada vez más oscura, así que el mediano dejó de reírse y se acercó a ellos con las manos entrelazadas—Venga, que me pongo detrás de vosotros.

Parecía que tras el buen susto que aquellos esqueléticos hombres serpiente les habían metido en el cuerpo, los exploradores optaban por tomarse un respiro. Al menos eran conscientes de que ningún otro no-muerto les importunaría durante los próximos diez minutos, y por ahora no habían encontrado más rivales, dejando a un lado a los goblins de infausto final.

La falsa sala funeraria era espaciosa y, siendo el último punto de la mazmorra en el que podían ver sin ayuda de antorchas, velas o linternas, era una tontería no aprovechar aquel respiro allí. Ya comenzaban a acostumbrarse al olor a musgo, polvo y huesos del lugar, peor eso no quería decir que se les hiciese más agradable.

Me quedé con la cabeza ladeada cuando vi como aquellas criaturas desaparecían, pues la verdad es que no recordaba que aquel conjuro pudiera hacer eso. Al menos, nadie me había dicho que pudiera hacerlo. 

- Era eso o dar un hachazo más y morir. - Una cosa era que no fuera la más lista de mi casa y otra muy diferente, que no tuviera instinto de supervivencia. 

Eso sí, en cuanto vi cómo el mediano volvía a las andadas miré a mis compañeros. 

- Voto por meterlo en uno de esos sarcófagos y cerrar la tapa. Así no tocará más cosas. Podemos recogerlo al salir. - Mis palabras iban sobre todo dirigidas al elfo, que era quien le estaba recriminando su comportamiento. 

Asentí ante las palabras de Skarlkja y la enseñé mis colmillos, lo que venía a ser una sonrisa. Después, me senté apoyando la espalda en una pared. 

- Malditos esqueletos... - gruñí por lo bajo. 

Necesitaba un descanso y recuperarme un poco, porque sino no pasaría mucho tiempo antes de que fuera a mí a quien tuvieran que meter en una de esas tumbas de piedra. 

-Tomemossslo con calma - dije mientras buscaba en mi zurrón unos deliciosos huevos duros que compré ayer. Solo tenía dos -​​​​​​El camino ess muy largo y hay como poco tribus goblins y encantamientss necromanticoss activss. 

Me deslicé sigilosamente hacia las puertas que no habíamos abierto antes.  Y escuché antes de entrar en la primera, ni hubiese goblinoides escondidos.  Quizá hubiese tesoros, grimorios, aunque lo dudaba, visto lo rácana que había sido su trampa anti intrusos.

Ver a los demás comer, y no hacerlo él, era una tortura terrible para Fette. Cuando  Skarlkja se fue a investigar, el mediano saltó de alegría y la siguió.

—¡Espera! Voy contigo, compañera. No aguanto ahí sentado ni un segundo más.

Corrió tras ella sin ver que trataba de ser sigilosa como sólo Skarlkja era capaz. Para cuando Fette se dio cuenta, su cháchara y canturreo ya habrían alertado a lo que hubiera escondido, si es que había algo.

—Sabías palabras mujer, es lo que haremos si la sigue liando. 

No pudo evitar el responder al comentario de la mujer orco mientras se dispuso a comer un poco de su ración, necesitaba estar fuerte, saludable y continuar con el camino que tenía por delante. Sólo que en medio de aquello, pudo ver como la chica serpiente ya comenzaba a moverse, así que se levantó y detuvo al mediano desde el hombro. 

—Tú detrás, chicuelo—dijo en un tono serio—. Te sigo, a ver donde quieres ir mujer. 

Y sin más, se aventuró a seguirle los pasos. 

Los aventureros volvieron sobre sus pasos para explorar algunas de las puertas que habían dejado cerradas en el primer pasillo de la tumba. Skarlkja terminó decidiéndose por explorar el cuarto cuya puerta presentaba el gravado de una serpiente junto a un decantador, tras haber explorado una de aquellas dos salas en las que los signos eran una serpiente junto a una lanza.

Su interior olía a polvo y telas antiguas. Sus paredes estaban cubiertas por pinturas realizadas en colores oscuros sobre las que destacaban serpientes trazadas en tonos dorados que parecían saltar desde la tierra. En su centro un nuevo sarcófago, este con un sencillo símbolo alquímico sobre su tapa.

No habían encontrado ninguna trampa en la habitación y tampoco había señales de cualquier criatura viva (O no-muerta). Skarlkja retiró la tapa descubriendo una esculturilla similar a la que habían encontrado en el primer cuarto, aquella que había envenenado a Fette con su contenido gaseoso, pero en este caso, la figura serpentina con rasgos humanoides mostraba un singular anillo de acero oscuro en sus garras.

Fette jugueteaba nervioso con sus regordetas manos. Sentía la necesidad imperiosa de agarrar aquella estatuilla, arrojarla al suelo y conseguir el artefacto, aunque esta vez guardando una distancia prudencial. Sin embargo, con la sombra de la reprimenda anterior, optó por ser más precavido.

—Ehm, chicos—empezó algo dubitativo—¿Hacemos lo mismo que con la otra? A lo mejor es suficiente con coger ese... ese anillo.

Salgo de la habitación con la estatuilla en la mano y la muevo suavemente como unas maracas, por si suena algo metálico dentro de ella.

-Ssi la de la ssala essa, la de enfrente de la que abrimoss antess tiene el mismo ssimbolo y contiene una sstatuilla ssimilar, podríamoss ussrla como arma. 

Ssta estatuilla parece diferente, pero no voy a correr riesgosss. Jah!

La dejo caer dentro de la sala y cierro la puerta, no vaya a haber gas.  Sería una pena que hubiese una poción dentro pero no entiendo los jeroglíficos esos.  -Mientrasss el gass venenosso ssale, o no, vamoss a ver la sala.. essa es la uno, essa la doss y essta la cuatro.  La tress, essa es.

Zoex los observó un tanto expectante a esos dos, aunque pensó que tal vez esa sustancia podía servir para un futuro combate y no pudo evitar que terminen rompiendo la estatuilla mientras el gas se dispersó en aquella sala. 

—Oigan, no los rompan. Puede servir para deshacernos de algunos, no desaprovechemos las posibilidades de este lugar. Debemos usar el entorno. 

Tenía algo de sentido y cuando sugirió la mujer serpiente ir a la otra sala, la acompañó sin dudar. Aunque se preguntó quien había cogido el anillo o simplemente quedó ahí. 

—¿Cogieron el anillo?

- Esso missmo, Zoexss Zapp, esso missmo quería decir. Excepto ssta del anillo,que no me fio. El elfo siempre se explicaba mejor. Cosas de ser un fae.

Me quedé la última en aquella sala, pero necesitaba aquel descanso si quería ser útil después y no morir en el intento. Tampoco tardé demasiado y tras estar algo más descansada, me puse en pie y caminé tras ellos sin, claramente, olvidarme de coger mis cosas, pues estaba claro que nos iba a hacer falta todo lo que pudiéramos llevar con nosotros. 

Para cuando asomé a la sala ya estaban discutiendo sobre qué hacer con lo que habían encontrado y qué no, pero yo me vi satisfecha con eso de que no se levantara ningún esqueleto a pasear. 

No dije nada y me quedé allí en la puerta, echando un vistazo fuera de vez en cuando, porque si ya me fiaba poco de aquel lugar, ahora lo hacía muchísimo menos. 

La esculturilla que Skarlkja había tirado al suelo de la estancia antes de cerrar su puerta no parecía contener nada en su interior, cuando la agitó antes de deshacerse de ella. Mientras esperaban a ver si se pasaban los efectos de algún posible veneno, continuaron su periplo con la siguiente sala.

Tras la tercera puerta, en cuya puerta estaba tallada una serpiente y un pergamino, encontraron una imagen muy similar a las de las otras dos salas visitadas en el pasillo: peste a tela podrida, nubes de polvo, un ataúd en su centro, y extraños frescos toscos (No tan frescos pero si muy toscos) en sus paredes, más serpientes saltarinas, y motivos abstractos pintados sobre la cubierta del ataúd. En su interior, otra esculturilla como las anteriores, esta sin anillo peor al agitarla sonaba algo suelto en su interior.

-Jahk, aquí hay algo dentro.  - sopeso si hacer lo que yo misma había decidido antes y que Zoex había sintetizado de aquella manera hace unos instantes.  -​​​​​​-Atrasss, voy a partirla. -Digo desde la misma puerta, dispuesta a cerrarla de golpe si lo que hubiese dentro fuese, por ejemplo, una bola de fuego contingente.  Agh, odiaba las bolas de fuego contingentes.

Lo tiro al suelo de la sala, apenas abierta la puerta, a ver qué hay dentro.  Luego me dirijo a la sala anterior a ver si también hay un pequeño esqueleto bañado en oro.  Menos da una piedra.  

-Ehh.  ¿Como vamosss a repartir ésta vez? Usamoss meritocracia pura, por turnosss o lo hacemos..jah democráticamente?

¡Eso, tíralo! Fette veía bien que lo que hacía Skarlkja. Además, si algo salía mal ya no sería su culpa.

—¿Reparto ya? jejeje ¡Cuántas ganas de gastar el oro, Skarl!—rió el mediano— Yo esperaría a tasar todo lo que encontrásemos y a comprobar si algún objeto tiene alguna propiedad especial. También puede que algo pertenezca a las gentes del pueblo. Con lo bien que nos trataron se lo debemos.

Fette recordaba con regocijo los banquetes, alabanzas y sobre todo los banquetes. Sí, los banquetes son maravillosos, especialmente en honor de uno mismo. Varias joyas de estas bien merecían repetir ese momento.

Y lo rompen, son dos destructores de estatuillas. 

—Nada de hacer repartijas ahora, fondo común y después vemos. Además quizás en ese sarcófago hay algo escondido, a ver... 

Un tanto alejado de aquello, Zoex intentó correr con suavidad la tapa del mismo para ver que había en su interior además del posible esqueleto. Pero lejos de sacarla del todo, prefirió directamente espiar antes de que algo despierte y termine por atacar a medio mundo. 

Era bastante previsor, solía evitar peligros pero nunca se sabe. 

De nuevo otra tumba, aunque claro, ninguno de nosotros esperaba encontrarse mucha cosa más en un lugar como aquel. Eso sí, yo sólo esperaba que todo lo que estuviera muerto, permaneciera muerto. 

Ni qué decir tiene que no me acerqué demasiado cuando la mujer dijo aquello de que nos apartáramos para romper aquello. Si no se podía matar, no me necesitaban. 

Sobre lo del reparto me quedé escuchando lo que preferían mis compañeros, aunque también respondí. 

- Opino lo mismo que Zoex. - Dije. 

No empecé a enumerar razones como que quizás no saliéramos todos de allí porque sería llamar a la mala suerte, pero después de lo que habíamos visto, era una opción con bastantes posibilidades.