Partida Rol por web

Cuando Zoex y Skarlkja volvieron a la gran sala donde reposaban los tres sepulcros, el goblin herido se disponía a abrir el sarcófago central, el dorado, más grande y opulento. Su expresión de miedo y dolor, por la saeta del elfo que aún portaba en su hombro, e intensificó al hacer fuerza para mover la cubierta de la tumba, descubriendo a un ocupante, similar al esqueleto serpentino que habían descubierto en el interior del icono de barro de la primera tumba visitada, pero si aquel podía haber sido un infante, este era el esqueleto de un hombre serpiente adulto, sin huesos para sus piernas, solo una larga columna en torno a la que se vertebraban decenas de espinas. Este portaba una descolorida corona que pudieron ver con más claridad CUANDO GIRÓ SU CABEZA; ENCARÁNDOLOS, al tiempo que se deslizaba para erguirse y saltar fuera de su eterna morada, que resultó no ser tal... En los que parecían ser los huesos de sus manos asomaban afilados huesos con forma de garras. Todo su cuerpo se movió como si sisease, pero al carecer de órganos internos, no emitió ni un triste sonido.

La criatura se giró hacia el tembloroso goblin y lo ensartó en aquellas garras antes de que este lograse huir, pues el pánico le había paralizado. El cuerpo de la bestezuela verde se deslizó desde aquellas bastas puntas, ahora teñidos con su sangre, hasta el sucio suelo de basta piedra.

Con gran velocidad se deslizó hacia aquellos que habían perturbado su sueño.

—¡Joder!

El bicho era horriblemente monstruoso. Fette dio un paso hacia atrás, tropezando con una piedra. El pánico surgió en su rostro, pero la caída que podía haber sido fatal resultó en lo contrario, pues las garras del monstruo atacaron al lugar donde Fette estaba hacía un sólo momento.

Esquivando fortuitamente el golpe y, con la flecha aún colocada, se incorporó dando una voltereta y disparó impactando de lleno en su pecho. Algo casi milagroso, otra vez.

Lo llaman fortuna del mediano.

La maniobra de Fette fue pasmosa para un mediano, cualquier miembro de su pueblo no habría dado crédito a sus ojos. Una garra se clavó en la piedra justo donde él había estado y las garras de la otra mano pasaron rozándolo sin llegar a tocarlo. Tras sus accidentados enfrentamientos anteriores y haber sido casi envenenado, Butter parecía ir despertando, dejando la resaca a un lado y volviendo a ser poseído por el espíritu del mazmorrero que a veces se resistía a salir de debajo de los confortables recuerdos de las fiestas y banquetes del día anterior.

Pero la celebración fue breve pues aquella criatura, con una saeta asomando desde su cruda osamenta verdosa, seguía intentando atacar y desde los sepulcros contiguos llegaron los sonidos de sus cubiertas, al ser empujadas al suelo por sendos esqueletos que también se querían unir a la fiesta.

—Te lo dije. ¡Maldita sea! 

Y en medio de ver qué el mediano se defendía con pasmosa facilidad, algo se había despertado y fue el hecho de abrir uno de los sarcófagos. Es lo que dijo el Elfo, no se lo podía dejar solo, así que con el apuro intentó tensar el arco pero algo no iba bien. 

Aghk! - incluso yo doy un respingo al verse saltar al viejo esqueleto y atravesar la tierna carne goblinoide. ¿Pero de qué me sorprendía? Ya tenía claro lo que iba a ocurrir. - ​​​​​Fette! tieness reflejss de mangossta! Jah jah -

La flecha de Zoex, que debió destrozar el craneo de mi querido ancestro, no salió de su arco.  Otros dos viejos parientes se unían a la reunión familiar y las cosas pintaban algo peor ahora.

-Malditosss viejoss huesudoss, ¡Quedaoss quietos mientrass nss llevamss vuesstro oro! Hechizzosss! Donde están los hechizzosss cuando hacen falta?​​​​

Más enemigos salían, y el Fette decidió acabar con los más débiles antes de centrarse en el grandullón.

¡Fantástico! Menos mal que tengo un día afortunado, porque si salimos de esta me veo una buena bronca... 

¡Clinc!

Justo con ese pensamiento, su flecha salió disparada y golpeó en una piedra en lugar de su objetivo. Con una gota de sudor cayendo por su rostro, Fette miró a sus compañeros desesperadamente, aunque parecían correr la misma suerte.

Skarlkja dijo aquello al goblin de que si conseguía oro lo dejaríamos huir, y yo la miré como si estuviera sopesando si hablaba o no en serio. Yo desde luego aplastaría a todas aquellas alimañas, a fin de cuentas, era lo que ellos querían hacer con nosotros ¿no? 

Eso sí, viendo como lloriqueaba el "enano" casi estaba segura de que sería yo misma la que lo estampara contra algo para que dejara de gimotear. Claro que mi primera reacción ante lo que me hacía perder los nervios, acostumbraba a ser la fuerza bruta. 

Mis compañeros encontraron aquella "falsa" pared, puerta secreta o lo que fuera, pero la verdad es que apestaba más que un gallinero. 

- ¡Pfff! - Una cosa era salir de allí llena de sangre y quizás, telarañas, pero con aquel olor... 

El mediano se puso borde con el goblin y eso me hizo olvidarme un poco de aquel mal olor y echarme a reír. 

- ¡Hazle caso, canijo, o seré yo la que me encargue de ti! - Sí, por la sonrisa que le puse, aquello sería algo que no le iba a gustar. 

Todos observamos qué era lo que había en aquel sarcófago, porque a pesar de nuestras diferencias de raza y de todo, si estábamos ahí era porque éramos, entre otras cosas, un poco curiosos, pero claro, ninguno se esperaba que aquel esqueleto de culebra gigante se moviera. 

- ¡Mierda! - Menos mal que una siempre llevaba el hacha en la mano. 

Claro que de ahí a que empezaran las hostilidades no tardó en absoluto y por un momento, temí que se cargaran al mediano. Menos mal que el jodido había sido rápido. 

- ¡Eh! ¡Hijos de puta! - Sí, estaba gritando para que centraran su atención en mí y no en el resto. 

Así, me dispuse a atacar pero... 

Los ataques de los aventureros estaban resultando ser infructuosos, por no decir otra cosa... Si. Si algo no cambiaba, puede que esta fuese la última habitación que viesen. Era como si alguien jugase con su vida apostando a unos dados que claramente caían en su contra.

El serpentino esqueleto coronado (Que tras el hallazgo del pasadizo oculto que parecía hundirse en la tierra, hacía pensar a Sharkja que no era tal noble, sino un mero señuelo para ocultar la tumba real en algún otro punto de aquella intrigante mazmorra) procedió a atacar de nuevo a los dos aventureros que tenía más cerca, decantándose por la semiorca, ya que era más fácil apuntarla a ella que a aquella alimaña mediana.

Los huesos de su mano formaron una cuña afilada que cayó sobre el hombro de Lagakh causándole una buena herida, peor la exploradora seguía viva y aquello no había hecho más que calentarla más todavía.

Las que parecían ser las concubinas de aquel falso monarca se deslizaron rápida y silenciosamente por la estancia, enfrentándose cada una de ellas, a la mujer serpiente y al elfo que habían interrumpido su sueño. Una alcanzó a Skarlkja dándole de lleno en el estómago.

La otra criatura alcanzó a Zoex en el brazo, pero el golpe recibido fue mucho menor que aquellos recibidos por sus compañeros, cuyos juramentos y quejidos repicaban en la sala.

-AGgg¿Como te atrevess? - la puta lagarta fosilizada me había clavado sus polvorientas uñas en el estómago, hurgando entre los huecos de mi desgastada armadura. La agarré de la misma mano esquelética y le devolví el golpe.  O lo intenté. La muy pelleja era más fuerte que yo y se movió a un lado con pasmosa facilidad. -Ssocorro! Me matan!!  

​​​​​​Pero esta vez no le iba a dejar atacarme limpiamente. Imité sus movimientos serpenteantes y residualmente sexys y me eché a un lado.  -Ssoprrssa, cabeza de huesso! No me tocarasss masss...

Problemas y más problemas. El mediano se fue acercando a la puerta mientras disparaba que habían descubierto sus compañeros hacía un momento, viendo lo difícil que estaba todo.

Al menos en esta ocasión el disparo parecía haber dado en uno de los esqueletos, aunque salvo una magulladura, Fette no vio más daño en sus enemigos.

—¡Mierda!—protestó furioso. 

Se le habían venido encima, de nuevo por obrar de este mediano. ¡Si lo escucharan al elfo! Pero bueno, ahora tocaba hacer uso de sus habilidades, pero algo iba muy mal. La corta distancia, el arco que prepararlo no era tan simple pese a que lo ha hecho toda su vida y los nervios, la impotencia por la situación. Así que por todo aquello, el disparo fue realmente malo, pero no se rendiría. Más aún cuando la mujer serpiente pedía ayuda, protegería a su compañera. 

- ¡GRRRrr! - Solté un gruñido cuando aquella criatura me atravesó el hombro y por unos instantes lo vi todo rojo. Claramente mi primera reacción iba a ser devolverle el golpe, pero en el momento en el que lo iba a hacer me di cuenta de que en el estado en el que me encontraba no podría soportar otro golpe como aquel. 

Sí, aquello de no poder golpearlo me ponía más rabiosa. 

No tenía mucho tiempo para pensar, pero para mí que o salíamos de allí en seguida o podrían enterrarnos por allí con esas cosas, así que decidí usar uno de los grimorios que poseía. Sí, puede que me gustara la sangre, pero la de mis enemigos y cuando veía demasiado la mía, era mejor probar otra alternativa que no fuera el hacha. 

La idea era hacer un círculo tan grande que aquellas criaturas tuvieran que quedarse pegadas contra la pared y que nosotros pudiéramos salir de allí sin preocuparnos por ni nos podían coger. 

Fette, el mediano saltarín, había tenido un éxito relativo, alcanzando a uno de los esqueletos con su flecha, o más bien rozándolo ¿Notaría una criatura de hueso un daño así? Seguro que nadie quería convertirse en algo así para saberlo.

Zoex y Skarlkja,, a su vez, no tuvieron tan buena suerte con sus amagos de ataque, pero al menos habían logrado esquivar aquellas afiladas garras de hueso antes de que sus pieles se abriesen para dejar brotar aquel líquido rojo que los mantenía con vida, al menos mientras pudiesen mantenerlo dentro de sus cuerpos. Rápidos saltos y fintas le salvaron el culo por este asalto.

Peor fue Lagakh quien salvó el día, al menos por ahora, cuando, tras recibir aquel doloroso corte, optó por echar mano de la herramienta más inesperada: la cultura presente en los libros... O puede que solo fuese... Magia, lo que sea. La semiorca tomó uno de sus dos grimorios entre las manos, aquel en cuya portada se dibujaban dos círculos concéntricos iluminados y una equis en su interior y, haciendo uso de su cascado vozarrón, recitando naderías que nada significaban para ella, peor que actuaban en la realidad de maneras extrañas. Las palabras desaparecían de la superficie del papel a medida que las leía, y sabía que al terminar aquel peculiar acto, tenía que señalar o escupir a aquella especie que quisiese fuera de su alcance, procediendo a hacer un gesto a aquellos esqueletos. 

Un haz de luz azul se dibujó sobre el suelo de la estancia, trazando una circunferencia en torno a Lagakh y sus compañeros, alcanzando los bordes de la propia sala, y aquellas figuras de hueso se desintegraron con un intenso fogonazo, pues estando en el interior de un escudo que debería haberlas repelido, su imposible presencia dentro de sus límites las había expulsado de esta realidad física.

El escudo siguió brillando, y así seguiría por los próximos 10 minutos, peor los aventureros podían salir de él a voluntad, si así lo deseaban.

—¡Ajá! Bien jugado, Lagakh.—el mediano hablaba entre aliviado y exultante—Es momento de cotillear en estas tumbas. Me da que algo encontraremos.

Igual que haría un niño, se colocó el arco a la espalda avanzando raudo al sarcófago más grande de todos y saltó dentro con la esperanza de encontrar tesoros inconmensurables... o algo parecido.

Las ilusiones de Fette se ven mermadas al comprobar que no hay nada en el interior de ninguno de los tres sarcófagos. Se trata de una tumba falsa, puesta allí para tratar de engañar a los incautos que creen haber encontrado el auténtico sepulcro de los antiguos reyes de sangre fría. Aparentemente ni consideraron que fuese necesario dejar algo de valor en estas tumbas, aunque tan solo fuese para tratar de engañar más fácilmente a los aventureros menos avezados.

Agradecido por la precisión y astucia de la mujer orco, detestó al mediano que de nuevo andaba haciendo de las suyas. Al parecer no aprendía de cada lección y esto hizo enojar al elfo. 

—No, dejas tus malditas manos a donde las vea porque te juro que les clavo una flecha en cada una—dijo ofuscado—. Dos veces, dos malditas veces que la lías y estoy hasta las narices de esto. Ahora no vamos a hacer lo que quieres y vamos por el pasadizo que encontramos con ella o lo que sugieran ellas, me da igual. Pero a ti, nada. 

Enojado como estaba, no le dio derecho a la réplica, estaba un poco cansado. Ya había inhalado algo de una estatua que rompió, luego esto. Era demasiado. 

-Impressnante, sseñora Lagakh - no era raro que Skarlja mostrase un respeto instintivo por la fuerte semiorca, muy similar al que mostraría por una matriarca Salter. Al fin y al cabo era hembra, fuerte, tenía grandes colmillos y era de un bonito verde oliva.  Se me pasa enseguida. -Quizss podrismoss ssser mass lisstoss la próxima vezz.  Ssperar a sstar casi muertoss para luchar bien, ess jugar con la parca, jugarssela todo al negro, ir sacando pajasss cortas, bolass negrass...bueno, me entendeisss.   

Escucho con una sonrisa el rapapolvo de Zoex a Fette.  Ya llevaban un tiempo con cierta tensión, desde aquella vez en que caímos en una trampa de archiarañas  cuyo cebo era un banquete imaginario muy, muy convincente*

-Vengaaa, Vamoss s organizarnoss.  A partir de ahora yo iré siempre la primera.  Soy sigilossa y esscamosa, fría y peligrosssa.  Y puede que ssi encontramoss algún antiguo sssirviente mágico de los Reyess Sseepiente, dude un instante antss de atacarme a mi.  He dicho.  Panda de homotermoss, jah jah​​​​