1 Una apuesta arriesgada
Tenía buena mano, las cartas le eran favorables, pero mucho se temía que el soldado que quedaba en la mesa apostando lo que le quedaba de salario también se había dado cuenta.
- Siempre puedes pagarme de otra forma.- comentó Neferet, casi casual.- Si pierdes, quiero decir. - La boogan sabía que el humano cedería a la tentación, no pagar esta ronda significaba poder jugar otra, era la esperanza de remontar. Pero ella era demasiado buena, casi siempre. No era una tramposa, eso le quitaría gracia al juego, fuera cual fuera.
El joven asintió lentamente.
- Si pierdes me abrirás la puerta de la casa que custodias. Si ganas, te llevas todo lo que hay en la mesa.
- Estaría arriesgando mi vida, si se enteran mis superiores soy hombre muerto.
- Si pierdes el dinero que te queda, vas a tener que salir a las marismas y serías hombre muerto. Si ganas, casi tendrías ahorros y todo.
El humano meditó la propuesta.
- De acuerdo.
Neferet es Legal Neutral. Al ser de alta cuna tiene en valor cosas como el honor y las normas, pero al ser una jugadora profesional y ser alguien que se vale de sus encantos para salirse con la suya también tiende al Caos. Neferet actualmente es legal pero tiende hacia la Neutralidad.
Tal y como había planeado, el soldado mordió el anzuelo, y perdió miserablemente. La boggan recogió sus ganancias con un gesto que barrió la mesa y le tendió el sacó a su guardaespaldas. Sin embargo, antes de retirarse metió la mano y sacó el anillo que su oponente había apostado en la ultima ronda a falta de monedas.
- No soy un monstruo, ni quiero que te metas en problema con tu esposa o prometida, o lo que sea.- catapultándolo con el pulgar, Neferet se lo pasó al soldado.- Pero recuerda el servicio que me debes, en dos noches estaré allí.
El hombre asintió agradecido antes de marcharse.
- Pobre hombre, en vez de dominar el juego, el juego le domina a él. Debería haberme quedado el anillo, la pobre Shara va a sufrir mucho con un marido así.
- ¿Quién puede decidir que está bien y que está mal para la relación de otros, Lady Finel?- Preguntó su escolta.
Ella se encogió de hombros
- Tal vez los dioses.
- No la tomaba por una persona religiosa.
- Es que no lo soy. Si algún día tengo que rezar es por la mas grave desesperación. Mi única creencia es que el azar no existe, sólo una buena estrategia y el calculo de probabilidades.
- Viéndola jugar desde hace tanto tiempo, no tengo la menor duda, mi señora.- sonrió la Ubos.
- Vámonos a casa, en dos noches entraremos en casa de una bruja. Si nuestras informaciones son correctas, podremos darle la vuelta a la partida.
Pasaron las dos noches, y la Boogan estaba ya de los nervios. Había pasado las horas discretamente en las marismas, se había visto relegada como muchos otros a vivir en las hondonadas que se inundaban de agua marina con cada marea alta, desahuciada de su hogar por las brujas.
Cierto era que su nación les debía la supervivencia, pero cada clan había tomado dominio de una porción del territorio, y Neferet Gaurboir había salido perdiendo. Sus padres no habían sobrevivido al cambio, aunque lo habían aceptado de buena gana, más por la presión de su posición social que por gusto. Destinados a las marismas, la mayor parte de su servicio les abandonó para quedarse en la ciudad y renegó haberles conocido. Pero a su muerte por culpa de las enfermedades que se cultivaban en aquel barro que todo se tragaba, la jugadora estaba decidida a recuperar su lugar en el mundo.
La promesa de una vida en la ciudad del altiplano le había permitido recuperar a parte de su servicio y guardia personal a partir de gente de los pantanos que estaba harta de vivir en aquella parte del mundo y quería conseguir acceder a la ciudad del altiplano. Aquel territorio bulboso forzaba el conflicto entre sus habitantes.
Esa noche se volvería a colar en la ciudad, pero no sobornaría a los guardias, debía entrar sin que lo supieran. No podía dejar rastro de haber entrado. Por ello, bajo la luz de la luna miraba ahora el muro que la separaba de su antigua mansión, le acompañaban Colamono, un pillo que esperaba que fuera capaz de trepar el muro y su escolta, una Ubos de nombre Antoinette.
- Podría usar magia de Tierra para ayudarla a subir con una columna.- comentó ésta última.
- Sería muy llamativo. Si algo sale mal, y sobre todo si sale bien, no puedo permitirme que las brujas sepan que hemos estado dentro.
La ubos asintió mientras veía al joven humano trepar el muro. Iba haciendo que se movieran los ladrillos que lo formaban para crearle puntos de apoyo y después los volvía a colocar en su sitio, escasos centímetros de movimiento que harían el cambio imperceptible.
- Aún no sé que pretende conseguir, o si lo hace solo por un motivo emocional.- Comentó Antoinette
- Las familias que cedieron el control a los clanes, les permitieron hacerlo bajo una serie de juramentos. Dichos juramentos están en unos contratos en el despacho de mi padre. Ellos no podían usar el poder que los clanes de brujas invistieron en esas páginas, puesto que duraba una generación. Ahora que he heredado el título, si consigo esos papeles, debería poder reclamar mi casa.
- ¿Y si le dicen que no?
Neferet parecía impactada, no había valorado esa opción.
- Aunque no te lo parezca, creo en el honor y en la ley. Espero que esas brujas se porten como deben, aunque me la estén jugando.
Una cuerda cayó desde lo alto del muro y la boogan miró sus cortas extremidades y su complexión regordeta.
- Necesitaré un poco de apoyo.
- No se preocupe, mi señora, aún tengo energía para repetir el truco.
La boogan asintió antes de armarse de valor, atarse la cuerda a la cintura y comenzar a trepar.
Aiacos había puesto sus ojos en esta ocasión sobre una Boogan. La mujer se dedicaba a realizar apuestas y creía en el azar, por lo que su inclinación hacia el caos era palpable. Sin embargo, muy en su interior pudo notar un leve atisbo de fe en la ley. Este conjunto de caracteristicas la hacían muy atractiva para el dios del orden. De esta manera, mientras Neferet se preparaba para realizar su incursión en aquella ciudad el dios le susurró. La mujer era hábil pero se debía enfrentar a las brujas, esas hijas del caos serían un gran problema y según el dios, no se podía confiar en ellas, por lo que necesitaría ayuda y el se la daría...a un determinado costo, por supuesto.
-Neferet, se que tienes problemas y no podrás lograrlo sola. Se que crees en la ley pero esta te ha traicionado, sin embargo, esa es la ley de los hombres, ha sido deformada y prostituida por el caos. La ley verdadera es la ley de los dioses y yo soy el portador de dicha ley. Tu eres una hija del orden y quiero volver a guiarte por la senda de la verdad, rezame, reza y alaba el nombre de Aiacos "El Jinete de las tormentas". Una vez que escuche tu llamado vendré en tu ayuda chiquilla...- Poco a poco la voz del dios se iba discipando dando confianza a la Boogan en que su causa era justa.
Motivo: Empatia (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (3 dados): 1, 1, 8
Éxitos: -1 Fallo
Hago tirada de empatia gastando dos puntos de maná
Entendido, entonces olvida la parte en la que hablo con ella y dejemos solo la tirada de empatia para conocer un poco más sobre ella (aunque de todas formas fallé xD)
Neferet Finel era una dama de alta alcurnia, una boogan que había aprendido que su vocación eran los juegos de azar y desde luego lo que NO era incluía una atleta, una escaladora o una ladrona, y sin embargo, sentía que podría haber escalado aquella pared sin ayuda de su guardaespaldas.
La vista desde lo alto de la muralla era tan impresionante como esta tierra en perpetuo conflicto podía permitirse. La ciudad de Altopalo, era como muchas otras de Molvaria, un altiplano rodeado de marismas. Las luchas por ocupar esa tierra que no eran barro habían hecho que no tuviera monumento alguno, ya que ambos bandos habían destruido en más de una ocasión los que había después de ocupar la ciudad. Tampoco eran habituales los árboles o los jardines, que invitaban a los invasores a trepar y acceder inesperadamente o las terrazas que permitirían a los posibles asaltantes desplazarse sobre las miradas de los habitantes.
Desde la muralla era un espectáculo de tejados de pizarra tan picudos como cada familia podía. Trampas mortales para los ladrones que venían de fuera.
Pero no era una lucha encarnizada, hacía ya años que eso se había dejado atrás. Era habitual que las casas tuvieran objetos personales de dos familias que se iban turnando en su uso, mientras que los únicos que competían y se arriesgaban eran los dirigentes de la ciudad.
Los Finel, pertenecían al consejo de familias nobles que alternaban el Gobierno con la Casa de Gourtant, una familia de Brujas de Sangre. Pero hacía años que el gobierno no cambiaba de manos, el poder de estas brujas era demasiado alto desde hacía tiempo. Su número y sus poderes se habían vuelto más agresivos, y en la infancia de Neferet, sus padres habían perdido la vida.
La lucha de la Boogan no era por el "deporte" local. Era por venganza.
Bajó por el otro lado del muro y se adentró en la oscuridad de los callejones de Paloalto como un vulgar ladrón. Podría haber entrado por la puerta, a cambio de unas monedas como hacía habitualmente, pero no quería involucrar a nadie, ni dejar testigos innecesarios.
Al amparo de la luna, llegó hasta la puerta de servicio de una casa que conocía bien y que ahora ocupaban los Gourtant, o al menos parte de ellos. Sus ojos se empañaron de lágrimas, pero las desechó con un gesto. "Hora de cobrar los beneficios de mi apuesta" pensó para sí misma y , decidida, llamó a la puerta con la señal que había acordado con el guardia.
Motivo: vigor
Dificultad: 6
Tirada (2 dados): 8, 7
Éxitos: 2
La boogan continuaba cerrada como un cofre del tesoro para el dios del orden. Al parecer el caos rondaba cerca de ella, quizá tendría que hablarle con mayor insistencia si quería que la dama le escuchara.
Mientras la mujer se encontraba ensimismada en sus recuerdos, Aiacos decidió hablarle por medio de un trance, con el fin de reafirmarle que su lucha era justa.
-Neferet, noble tu nombre al igual que tu sangre. La justicia te ha fallado, pero esa es la justicia del hombre, esta puede doblegarse y deformarse por obra del caos. La verdadera justicia es la del orden, tu lucha es justa y mientras esta sea en nombre del orden siempre cabalgaras bajo las alas del Jinete de Las tormentas. Te ayudaré en lo que necesites, mientras sean asuntos legales. Verás que tus objetivos se cumplirán y los hijos del orden te apoyarán en tu cometido. En cuanto a los hijos del caos, juntos nos encargaremos de llevarles el rigor de la justicia, la verdadera justicia del dios del orden. Solo tienes que encomendarte y rezarle a Aiacos-
Motivo: Oniromancia (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (2 dados): 3, 8
Éxitos: 1
Usaré un punto de maná para realizar la tirada de oniromancia
La boogan despertó del breve trance en el que se había sumergido, para ver al guardia al que había desplumado urgiéndole a entrar en aquella casa que una vez había sido su hogar.
Las salas del servicio seguían siendo las mismas, así que no podía apreciar cambios por el momento, pero encontraría las diferencias en a medida que se adentrase en las habitaciones.
Los documentos que buscaba eran contratos mágicos sobre los que se sostenía la fuerza que mantenía el continente a flote. El cambio generacional era necesario para que las tierras se renovasen. Una especie de ritual en si mismo.
La noble y su guardaespaldas se adentraron entre los pasillos de aquella casa. La parte destinada a los criados tenía corredores estrechos y angostos, casi secretos, para que pudieran moverse rápidamente por la casa y atender las necesidades de sus señores.
Neferet se sentía muy satisfecha de su plan, estaba bastante segura de que las brujas no habrían pensado en ello. Pero lo que la boogan no se esperaba era que hubieran cambiado la distribución de las habitaciones. Cuando entró en el que había sido una vez el despacho de su padre, se encontró un dormitorio. Por el tamaño de los muebles y los juguetes, era el de un infante, dicho
La niña en cuestión estaba sollozando, hecha un ovillo en el suelo. Su espalda descubierta mostraba escarificaciones aún frescas y sangrantes.
Neferet y Carlina intercambiaron miradas. Podrían cerrar la puerta y seguir a lo suyo o atender a la muchacha.