Partida Rol por web

La voz de los dioses

Orión

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01/02/2022, 01:15
Orión

1 El buscador de perlas

Las olas del mar sacudían la barca con movimientos suaves y acompasados. Bajo el sol del clima tropical, el pooka rata miraba desde el borde al agua esperando su turno, dejando que el sol le secase el pelaje y su sangre se calentase. El cabo que ataba a el tobillo de su compañía al barco dio tres tirones breves, y con un suspiro, comenzó a tirar del cabo. 

La humana de piel canela y pelo negro emergió con una sonrisa. En una de sus manos traía un puñado de perlas y en el otro el cuchillo. El trabajo era agotador, requería mucha resistencia física, abrir las ostras sin matarlas, coger las perlas y dejar un grano de arena dentro para que empezasen a trabajar en otra perla para el año siguiente.

- ¡Orión! Ya casi hemos terminado, nos queda muy poco para terminar la temporada. ¡No deberías estar tan desanimado!

- Mhe... sí... - respondió lánguido- pero es lo mismo todos los años. Abrir ostras, vender perlas, comprar alimentos y recursos, prepararnos para el monzón. 

La mujer se escurrió el pelo de forma que las salpicaduras, resonaron contra la base de madera de la barca.

- Pero me gustaría que ocurriera algo nuevo y poder salir a ver mundo. - terminó el pooka.

- Estas en la parte más hermosa del mundo ¿Para que quieres ir a ver otros sitios?

- Quiero tener algo que pueda contar a otros, tener una historia que sea mi historia y no sólo anécdotas del mercado y el vecindario.

Notas de juego

Orión es Caótico Neutral. No tiende hacia ningún cambio. Los Exploradores valoran la libertad individual. 

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02/02/2022, 22:29
Orión

- Hala, sí, pues ahorra y págate un pasaje en barco a Flaror.- le dijo la mujer al tiempo que se quitaba la cuerda del tobillo y la ataba a uno de los del pooka.- Es tu turno, coge aire.

Tras unas inspiraciones profundas, Orión se sumergió y nadó con todas sus fuerzas hacia las profundidades de aquellas aguas cristalinas. Podía nadar con los ojos abiertos y conocía la zona en la que estaban trabajando con las ostras, sus dedos ágiles y su fuerza le permitían hacerlo de una forma rápida y eficiente. 

En pocos instantes se hizo con un puñado de aquellas perlas, que una vez limpias y vendidas a los mercaderes y ricos de toda condición que venían a las islas, les darían un buen beneficio. En el silencio submarino no podía evitar pensar que la idea de Marina era buena. Sabía como sobrevivir en la intemperie, como navegar y como pescar, podría conseguir pasaje en un barco, al menos como grumete. 

Una ostra del tamaño de su cabeza le llamó la atención. Era la primera vez que veía algo así, y sólo podía soñar con sus contenidos. Hundió su hoja entre las valvas e hizo palanca. Con un sonido de succión se separaron revelando una perla del tamaño de su propio puño. No quería imaginarse que podía haber dentro. No tuvo mucho tiempo para maravillarse con lo que veía, al abrirse de golpe se había descompensado y el trozo de roca al que estaba la ostra adherida no podía con la nueva distribución del peso, cediendo hacia las profundidades. Con un gesto rápido cogió la perla y dejó que la ostra de sus sueños se hundiera.

Con el desprendimiento de la pared, se revelaba una cavidad, y al otro lado había luz. 

Dudó sin decidirse si podía más en el su avaricia o su curiosidad.

- Tiradas (1)
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12/02/2022, 21:39
Orión

Pero sacudió la cabeza, era más sensato aferrarse a lo que conocía. Tal vez pudiera venir más tarde, cuando nadie le echase de menos a meterse en la caverna con un buen equipamiento y un plan de entrada y salida, no era como si alguien más conociera la localización de la gruta.

Dió un par de tirones a la cuerda y al otro lado Marina comenzó a tirar ayudándole a subir a la barca. Una vez arriba se maravilló con la presa que había conseguido el Pooka

- ¡Madre mía, Orión! ¡Pero ese pedazo de perla es enorme!

- ¡Lo sé!  Hoy cenamos en un restaurante, podemos sacar unas cuantas piezas de oro en el mercado

La mujer le miró con cara de sorpresa

- ¿Pero que dices? Eso sería mal venderla. ¡No, no, no, no! Tenemos que encontrar a un mago, siempre andan buscando materiales raros para sus conjuros y rituales. Seguro que podemos sacar más que si la vendemos a algún mercader. Debemos saltarnos los intermediarios para sacar más provecho.

Orión puso cara de descontento.

- No me gustan los magos.

- Eso sólo es envidia.

- Que no es eso, es que son.... demasiado...- Buscó la palabra adecuada.- Estirados. Con sus ejercicios, sus estudios, su orden meticuloso.

- Te recuerdo, que por tu culpa casi volamos en pedazos y tuvimos que pagarle nuestras ganancias del mes. No odies a los magos sólo porque TÚ metiste la zarpa en sus experimentos. 

- Mhememe, Mhememé

- Coge un remo y calla, berzotas.

- Sí señora.- rezongó el pooka con las orejas gachas

- Tiradas (1)

Notas de juego

Orión ha dado un paso hacia el orden priorizando el dinero y un buen plan. Orión tiende hacia la neutralidad.

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24/02/2022, 15:04
Orión

El explorador y la buscadora de perlas, alcanzaron el puerto de Aolua con cierta alegría. Para Marina el bullicio de sus calles era siempre una señal de la buena salud de la pequeña ciudad. 

Las casas de los más afortunados que ocupaban las playas y la colina, se mezclaban con las de aquellos con menos suerte que se extendían por donde podían, intentando vivir al menos cerca del amo al que servían. 

Pero en el mercado desaparecían las fronteras que el dinero y los títulos que se habían traído desde el continente habían levantado. Ahí se mezclaban, para disgusto de los ricos, miembros de toda la sociedad. Algunos hasta consideraban ofensivo que no les robaran las carteras. Era casi como una señal de poderío ser objeto de carteristas y otros delincuentes. Lo que estaba claro era que el mercado siempre sacaba de los ricos y proveía para los locales, se hicieran ventas o no.

Orión eligió rápidamente a donde ir, no quería perder el tiempo con sus bienes al aire, especialmente su último tesoro. Le dejó las piezas más pequeñas a Marina, y él se dirigió a la tienda de Messina. La bruja había venido desde tierras muy lejanas, intentando alejarse de una guerra que ni le iba ni convenía. Sus conocimientos y sensibilidad para la magia, la convertían en la única comerciante de objetos e ingredientes mágicos de fiar de la ciudad. 

El establecimiento no era ostentoso, sólo era una puerta en la pared con un panel de madera que podía girarse para indicar si estaba abierto o cerrado. Llamó a la puerta tímidamente, la magia le daba repelús, y se abrió para él.

La elfa al otro lado le miró de arriba a abajo.

- ¿Qué has encontrado en el mar esta vez, Orión?

Le enseñó la perla, y sonrió al verla sorprenderse.

- Una pieza interesante, por una vez. Pasa.

- No es la primera vez que te traigo algo interesante. Pero es la primera vez que te voy a pedir algunos de tus bienes a cambio.

- ¿De verdad? No se si puedes permitírtelo.

- No quiero nada excepcional, una piedra de luz perpetua y algo que me ayude a respirar bajo el agua. ¿Vale la perla ese par de cosillas?

- Eres un buen chico, pero si vas a confiar en mi respuesta te hace un mal comerciante. Te llevarás algunas monedas de oro también. No queremos que Marina se entere de que has vendido ese tesoro, y te asesine por no darle su parte.

 

- Tiradas (1)
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17/03/2022, 12:03
Orión

El explorador terminó el día dentro de cierta normalidad, repartiendo su dinero con Marina. Celebraron su buena pesca, con bebidas locales de coco fermentado. Orión intentó mostrarse natural, pero bebió poco, hacerse al mar, incluso en uno protegido de las mareas por arrecifes de coral, borracho era peligroso.

Acompañó a Marina a su casa, una cabaña de madera de palmera en la que vivía con su familia, como hacía habitualmente. Sus hermanos la recibieron con alegría ya que traía algo de comida del puesto en el que celebraban sus buenas cosechas.

Pero después volvió al puerto, al amarre donde dejaban su bote, indeciso sobre si debía hacerlo sólo o si debía hacerlo ya, lo miraba como si la balsa fuera a contestar. Por un lado tenía una gran curiosidad por lo que podría encontrar en aquella caverna, por otro, sus padres y su marido estarían preocupados si no iba a casa. 

Suspiró, podía esperar a mañana, pensó para sus adentros, antes de pasar de nuevo por el puesto a comprar una botella de licor de piña para su familia.