1 El comandante mago
Su cuerpo flotaba en el agua caliente, relajándose, su mente divagaba y se abría al flujo del maná. Siendo prácticamente eterno, tenía una perspectiva amplia de los acontecimientos, más que los humanos para los que servía. Ofone se alimentaba de la caza, y los escasos cultivos que crecían en primavera y verano.
Los territorios del norte tenían una gran tradición militar, dirigida a proteger a los pueblos de las bestias y las incursiones que a veces venían de Eudura. Dada la ausencia de recursos y poblaciones, Ofone apenas se diferenciaba entre su territorio geográfico y político. Una única monarquía dirigía este subcontinente en el que la necesidad de supervivencia unía a la gente y mantenía la disciplina, en el que el castigo más duro era ser exiliado.
La única preocupación que tenía era la cita a la que había sido convocado.
Damiel es Legal Neutral. Dado que es mago y militar, tiene una tendencia a la disciplina y el orden muy arraigada.
Terminado su aseo y con su tiempo de esparcimiento agotado. Damiel se secó y vistió para acudir frente al consejo. No estaban en tiempos de guerra así que no esperaba ninguna escaramuza por el momento. No existían muchas opciones, o bien se trataba de que habían aparecido nuevos magos en el reino o se habían encontrado algo que requería de sus conocimientos de magia.
Al vestirse procuró guardar las puntas de sus orejas dentro del gorro, el frío podía ser un problema para las zonas a las que llegaba menos circulación, y aunque se sentía ridículo era un mal necesario. Se arrebujó tanto como pudo dentro de su casaca y se aventuró al exterior.
Su llegada al Palacio Blanco, fue recibida sin ningún tipo de fanfarria, en esta región hasta los guardias vigilaban desde dentro de los muros. Reconocidos sus galones, le abrieron las puertas.
Lejos de tener que relacionarse con la realeza, despachó a los lacayos que querían indicarle el camino, y se dirigió a la sala de guerra donde le recibió un escaso grupo de altos cargos del ejército
- Comandante Sedgar, por favor, tome asiento.- le indicó el humano que era su superior.
Damiel se sentó.
- Le hemos convocado por una circunstancia un poco peculiar. Hemos encontrado algo a lo que no podemos dar explicación con nuestros conocimientos en las minas de Kalar Dur. Deberá partir hacia allí, y realizar un informe. Por lo que sabemos por ahora se trata de una construcción, al parecer sepultada hasta ahora. Queremos que lo investigue. Se le concederá un escuadrón a su cargo, y hasta cien oros para sus gastos. Tiene todo preparado para partir, saldrán mañana al alba. ¿Tiene alguna pregunta?
Damiel dudó por un instante.
La experiencia de Aiacos con la bruja no había salido como esperaba. La mujer hedía a caos por todas partes y ni siquiera su ferrea determinación habia sido suficiente para llegar a ella, ni hablar, ya tendría más oportunidades para intentar colectar tan peculiar espécimen. Por otro lado, en las gélidas tierras de Ofone, un mago militar elfo había captado su atención. Esa región parecía ser muy agresiva para alguien de su raza, más habituados a zonas templadas en bosques. No obstante, aquel ser parecía tener caracter y una formación estricta para ostentar dicho cargo, la milicia sin duda era un medio de cultivo optimo para el orden, por lo que el dios estaba muy interesado en observar de cerca los acontecimientos.
Al parecer a Damiel le habían asignado una misión con un aura de misterio penetrante. El elfo se encontraba dudando por un momento, pero seguro que su sentido del deber le impediría decir no. El dios aprovechó ese momento de duda para sumir al mago en un trance y poder transmitirle su mensaje.
Damiel empezó a sentirse un poco soñoliento, no tanto como para dejar de prestar atención a su interlocutor, pero lo suficiente para experimentar la visita del dios. Presentandose así mismo como "El Jinete de las Tormentas", le dijo los siguiente:
--Afronta tu misión sin dudas, que cuentas conmigo para guiarte en tu travesia. Eres un hijo del orden y el orden natural siempre vela por quienes luchan a su favor. Confia en el Jinete de las tormentas, quien te llevará a buen puerto con su viento y mientras más deposites tu confianza en él, más fuerte golpeará a tus enemigos-- Acto seguido un potente trueno dibujó la silueta del dios en la oscuridad del mundo onírico.
Motivo: Oniromancia (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (3 dados): 5, 8, 9
Éxitos: 2
Ok, más claro ni el agua (espero no sean aguas negras). Como dije usaré oniromancia para comunicarme con Damiel, invertiré 2 puntos de maná por lo que tendría que tirar 3 dados, cierto?
2 éxitos!
El elfo perdió la concentración durante un instante respecto al mundo real. El Dios Águila pudo notar la curiosidad en su mirada.
- Me ha bajado demasiado la tensión.- Musito el mago. Pero no podía negar que la visión en la que aquel ser le aportaba su protección, le hacía sentir su determinación más férrea que nunca. Daba igual lo que hubiera en aquel lugar, él podía hacerle frente. Le había ofrecido un escuadrón, pero ¿Para que necesitaba a aquellos reclutas? ¡Sólo se pondrían en medio del camino!
Aunque también era cierto que necesitaba porteadores. "sí, necesitaré gente que se encargue del campamento mientras investigo".
2 éxitos (Una consecuencia Inesperada: Damiel Voluntad +1. Gana Arrogante) +2 de influencia
- No, creo que lo tengo todo claro.
Aquella noche durmió en el barracón cercano al palacio. Para Damiel era una situación incomoda, la mayoría de los habitantes del mundo eran humanos, para ser una especie de tiempo de vida tan corto, eran ciertamente fértiles, como Ubos, pero a diferencia de sus primos cornudos, prosperaban en cualquier lugar.
Aunque había conocido todo tipo de humanos, le sorprendía como la mayoría eran toscos y vulgares, incluso aquellos que parecían elegantes tenían cierta tendencia a volverse básicos cuando se relajaban o estaban en entornos familiares. La conversación de los hombres que tenía al lado había dejado de ser sobre sus experiencias sexuales con mujeres de diferentes especies para girar en torno al tamaño de las enormes heces que un recién llegado acababa de depositar. "Inspirador" pensó el elfo, sabiendo que intervenir sería un esfuerzo baldío y que en el peor de los casos podía ganarse la enemistad de aquellos hombres a los que tal vez les tocase ser su escolta. Por si fuera poco, todos conocían al comandante mago, por no portar arma y por sus orejas de elfo. No tardarían en pedirle trucos de salón, algo indigno de sus artes.
Por suerte para él, el sargento que gestionaba el barracón le invitó a su dormitorio para beber un buen licor y jugar a las cartas con sus capitanes de brigada. Aceptó de inmediato, ya que no se iba a relacionar con la chusma que le rodeaba*. El calor de la chimenea, el licor y el juego le invitaron a relajarse, y así lo hizo, dentro de cierta medida de decoro y sabiendo que al día siguiente tenía que partir, no se podía permitir hacerlo con resaca.** Se retiró a una hora prudencial, preguntándose si podría haber establecido lazos más estrechos con aquellos hombres si no tuviera que mantener las distancias y se fue a la cama que le habían asignado aunque le hubieron ofrecido la cama del sargento, dado su cargo superior.
A la mañana siguiente le esperaba su escuadrón, listo para pasar revisión, aunque no se suponía que debiera hacer falta Damiel lo haría personalmente**. Aunque se ganó el callado rechazo del grupo por tenerlos a la fría intemperie mientras los revisaba uno a uno, nadie podía esconder falta alguna ante su aguda vista. Corrigió a unos cuantos de sus soldados, faltas que se podrían haber pasado por alto, como no tener el calzado adecuado, o no vestir nada bajo el metal, pero que les podrían haber causado graves problemas durante el trayecto.
Satisfecho, aunque saliera tarde, había cumplido con las normas de su protocolo de actuación. Tras tres tediosas horas tras el alba, partió hacia el norte.
Motivo: Percepción
Dificultad: 6
Tirada (3 dados): 9, 6, 8
Éxitos: 3
*elección automática por Arrogante.
** Elección automática por Legal Verdadero
Damiel es actualmente Legal Verdadero. Su determinación por el orden está reforzada. Nimrod -1 en tus tiradas para influir a Damiel. Aiacos tienes un +1 para influir a Damiel.
El clima era frío pero despejado, el cielo era de un azul tan limpio que Damiel se sentía que su mente y su mirada se relajaban mirando al infinito.
Podía notar que su escuadron le dedicaba un distante respeto. Entre su posición y la diferencia de raza, así como su propio caracter hacía complicado para sus subordinados establecer contacto con él.
Kalan Dur se encontraba a escasas tres jornadas de viaje. Se iban a adentrar en lo desconocido y necesitaba que sus hombres confiasen en él. Debía encontrar una forma de establecer un contacto más profundo que la mera obligación para con su escuadrón.
Al caer la noche establecieron un pequeño campamento, aunque fue una decisión impopular Damiel ordenó que se hicieran guardias. En esta época del año, con el deshielo, era habitual que las bestias de las montañas bajasen a por alimento, y aunque lo habitual era que el impuesto que se cobraba a los pastores fuera en sacrificios para la fauna local, nunca estaba de más estar alerta.
Al comandante no le daban miedo las incursiones de otras naciones, estaban al norte lejos de la frontera y las escarpadas laderas de las Cumbres Blancas, mantenían alejados a los Euduranos casi todo el año. Paseó por el campamento encendiendo hogueras con un chasquido de sus dedos, aquí y allí, y se mantuvo despierto haciendo ronda junto a sus soldados rasos, ya dormiría en el camino.
Repetir el proceso tres días le pasaría factura pero sería peor si sus hombres no le respaldaban. Lamentablemente, su hacer no tuvo mayor repercusión sobre los soldados, aunque tampoco empeoró la situación.
Al tercer día, estándo el más agotado que su escuadron, llegaron a la entrada de Kalan Dur
Motivo: Carisma+Poder/2
Dificultad: 6
Tirada (2 dados): 5, 5
Éxitos: 0 Fallo
Para el elfo, ver la mina fue un alivio que en su mente recibía con música celestial. Tardó unos segundos en darse cuenta de que oía la música celestial, y de que el séquito que le seguía se había desvanecido.
- Saludos Damiel Sedgar, ¿Qué hace un mago como tú, en un lugar como éste?- Preguntó la alargada sombra del dios Sluagh.- Ya sé que tienes un deber que cumplir, pero vienes a descubrir algo, y los secretos, amigo mío, son una especialidad de mi raza. Pero es muy pronto para que hagamos un trato, así que considera esto mi tarjeta de visita. Soy Talisker, dios de la Música. Verás en vida era un bardo, y a los bardos nos encantan las historias, reales o ficticias, así que he decidido ver que tramas, y me he dado cuenta, de que ninguno de tus subordinados te ha dado ni las gracias por el esfuerzo que has hecho por ellos. No es que los necesites, ni a ellos ni su agradecimiento, tu cumples con tu deber, porque eres un buen soldado. Pero lo cierto es que eres mejor soldado que ellos, o no serías su superior. Y no hay ninguna historia decente de héroes a los que sus subordinados les torean ¿Sabes lo que quiero decir? Igual va siendo hora de que tus soldados de a pie se coman los marrones que tu no quieres, todo dentro de las normas, claro. O igual no, eso les enseñará a actuar ante lo inesperado. Pero bueno, tu decides, es hora de despertar.
Chasqueando los dedos, Damiel volvía a estar en el mundo de los vivos y miraba a sus tropas con cierto resquemor.
Motivo: oniromancia (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (3 dados): 7, 5, 6
Éxitos: 2
Oniromancia Comunicación 2D+1D Base
2 Exitos (1 consecuencia inesperada): Damiel pasa a ser LM, Arrogante se convierte en Cruel.
El elfo se mantuvo meditabundo en su caballo. Era cierto que se sentía apartado pero siempre lo había achacado a las diferencias raciales, a su percepción del tiempo o que tenía más rango, o el miedo que podía causar a la población normal por ser mago.
Sin embargo, justamente por eso le deberían tratar con reverencia y no como un apestado. Sumido en sus pensamientos se acercaron a la oscura garganta que era aquel agujero en la montaña.
- Señor.- se le acercó uno de los soldados.- El escuadrón le gustaría montar campamento en la entrada para prepararnos y descansar antes de adentrarnos.
Damiel enarcó una ceja molesto.
- No estamos aquí para cumplir con sus gustos, estamos en una misión oficial. Si tienen miedo de la oscuridad, no deberían haberse enlistado. Dé la orden de continuar soldado.*- Notó cierta satisfacción al ver la cara de sorpresa del soldado al ser contrariado. Pero no era aquel humano el que debía dar las órdenes.
-Pero señor...
- Quién se quede atrás será juzgado por sedición.- con un toque a su caballo continuo hacia la oscuridad mientras los soldados rezongaban por detrás.
* decisión automática, por Cruel.