Sea pues. Dijo el maese Inquisidor ante el mutismo de los presentes. Quizás fuera porque estaban meditando sobre lo que les esperaba o que era lo que sucedería a continuación. Lord Roken, siempre sereno y sentado en la silla de respaldo alto hizo llamar a su ayudante por el comunicador, y segundos después este entró por la puerta. Era un hombre alto y delgado, con unas ropas similares a las de su señor pero de menor calidad, y en su rostro llevaba un respirador que parecía parte de el mismo. Roken le hizo un gesto para que se aproximara, y este obediente se acercó y se cuadró frente a la mesa. Escolta a estos hombres y mujeres a la zona de investigación B-2, que guarden sus equipos y su material a buen recaudo, les será devuelto cuando finalicen las investigaciones. ¡Ah! Y tráeme los formularios necesarios, esto es un asunto oficial y será llevado por los cauces correctos. Después se levantó y asintiendo hacia vosotros os dijo: Yo mismo me encargaré de este caso.
Los interrogatorios fueron largos y arduos, duros y llenos de preguntas y respuestas, una y otra vez se formulaban las mismas dudas y las mismas cuestiones a los miembros del equipo, por separado, juntos, en parejas, se les realizaron sondas mentales y exámenes físicos y cruzados. Elius pudo entregar como pruebas todas las imágenes que guardaba en su almacén de memoria, así como los frascos con los metales desconocidos que había extraído de la excavación.
Durante todo el proceso, cada palabra pronunciada por los miembros del grupo fue registrada por los servidores automatizados que se encargaban de las transcripciones. El proceso no fue en si doloroso, sino agotador. No se les practicaron los típicos interrogatorios llenos de torturas y sufrimiento que se les aplicaban a los enemigos del Trono, ya que el grupo colaboraba de buen grado. Las celdas estaban limpias y eran relativamente cómodas, la comida llegaba con regularidad y no se produjo ningún abuso de fuerza por parte de los agentes que los llevaban de aquí para allá para hacerles los interrogatorios.
La parte más compleja del proceso fueron las sesiones de sondas mentales, en las que se extrajo de la memoria de cada miembro del equipo, los recuerdos de todo lo que habían visto y pasado durante toda la misión. Esa quizás fue la prueba decisiva que hacía falta, pues era imposible de modificar al tratarse de un registro impreso en la propia mente de los hombres.
El proceso de investigación ya llevaba activo dos semanas cuando las rutinas cambiaron. Un día ya no se abrieron las celdas por las mañanas, y ya no aparecieron más hombres de escolta para nuevas sesiones. Se podía notar en el ambiente que algo había cambiado. El grupo había pasado los últimos tres días con leves sesiones de preguntas y mucho tiempo de descanso, lo que había ayudado a que sus mentes se relajaran tras las anteriores sesiones de sondas, y sus cuerpos se recuperaran por completo de la fatiga y las heridas de la operación en tierra.
Una tarde todos fueron reunidos en una sala de reuniones. Todos iban vestidos con las mismas ropas rígidas y almidonadas de los uniformes provisionales que llevaban mientras estaban bajo custodia. La sala disponía de una mesa redonda, y frente a cada asiento, se encontraban los pertrechos de cada uno de los miembros del equipo. Sus armaduras, sus ropas, sus objetos personales... Todo menos las armas. Los escoltas se retiraron y por la puerta entró el ayudante de Lord Roken. Que con un leve asentimiento os saludó.
Señores, señora -Añadió mirando a Neckera- Hemos arreglado y puesto a punto sus equipos y sus ropas. Por favor, cámbiense. Pueden tirar los uniformes de detención en aquel cubo. Lord Roken les está esperando. Vio que los cinco miraban entre sus ropas y equipos buscando algo que no estaba y comprendió al instante que era lo que estaban comprobando que faltaba. Sus armas les esperan en la armería, las recogerán tras hablar con el Maese Inquisidor, no se preocupen por ellas. Dicho lo cual se dio la vuelta y se encaminó a hacia la salida. Los acompañaré hasta ahí cuando se hayan cambiado. Esperaré fuera.
La puerta se cerró tras él. Era curioso como todos los objetos que habían traído consigo estaban ahí. !Incluso los tronos que habían obtenido de la venta de armas a aquellos sujetos de la colmena! Estaba claro que tras hurgar en sus recuerdos, los interrogadores habían averiguado de donde provenía aquel dinero, pues como una película tenían en sus placas de datos todos los recuerdos de los miembros del grupo. ¿Cómo se los habían dejado quedar? Lo más seguro era que los cinco esperasen que se los hubieran quitado, pero ahí estaban.
Elius sintió alivio al ver que todas sus pertenencias estaban intactas, y al instante se sintió mezquino de alegrarse por tan poca cosa, cuando hacía tan sólo unos días (¿Días? ¿Semanas? Con los interrogatorios había perdido la noción del tiempo) había sido su mano la que programó y activó la bomba que destruyó un planeta entero. Estaba convencido de que había sido por un bien mayor. Además, en aquel momento desconocía la potencia de la bomba. Sin embargo, las palabras que Lord Roken le había dirigido, no dejaban de torturarle.
- Si nos fuesen a ejecutar, no nos devolverían nuestras pertenencias - comentó. Lo cierto era que no pensaba que les fuesen a ejecutar, aunque supuso que sí serían castigados. Era necesario que alguien se hiciese responsable de la desaparición de un planeta entero.
Buff... Ha sido duro pero por fin lo hemos pasado. Estoy segura de que como dice Elius, si nos fueran a ejecutar no nos habrían lavado y planchado las ropas. !Fijaros en esto! !Hasta le han puesto suavizante a mi uniforme! Es increíble... Lo cierto era que desde hacía mucho tiempo nadie me hacía estas cosas, y estaba seguro que al resto de mis compañeros tampoco. El que te zurcieran, remendaran y limpiaran tu equipo era un extraño lujo que puede que en esta nave lo considerasen algo normal. Seguro que tenían un servicio de lavandería gigantesco. Incluso nos han devuelto los tronos... ¿Habéis visto cuánto dinero?... Luego, si nos dejaban sueltos o no nos mataban, tendríamos que repartir todo ese dinero, o ingresarlo en alguna cuenta para ir tirando de él en caso de necesidad.
Bueno... Me quito los pantalones y la camiseta de la cárcel. No me importa que me vean, pues hemos pasado demasiadas cosas como para que una tontería como esta me importe. Tras hacerme con mi uniforme me lo voy poniendo y luego coloco la armadura. Todos mis objetos estaba sobre la mesa, así que con cuidado, los fui colocando dentro de la mochila. Espero que luego me devuelvan aquella ametralladora pesada modificada, sería muy complicado encontrar otra como esa...
Aun estaba pendiente el tema de nuestro destino. ¿Tú qué dices Severus? ¿Bellim? ¿Que creéis que harán con nosotros? También habían hablado sobre nuestros difuntos compañeros, ellos se merecían estar aquí, aunque se han evitado el ver como volábamos por los aires en una tormenta de fuego y plasma a todos los habitantes de un mundo. Hombres, mujeres, niños... Me quité esos pensamientos de la cabeza pues Göran ya nos había absuelto a todos de aquello.
¿Cuanta pasta era?
- Bueno, parece que vamos a salir con bien de ésta.-
dijo el páter tras ponerse sus vestiduras de sacerdote. Al parecer, habían logrado convencer a la Inquisición de que decían la verdad pese a que habían cascado unos cuantos millones de personas en aquél condenado planeta. Todo a mayor gloria del Emperador, claro.
- Veremos qué ocurre ahora, quizás nos envíen a un nuevo destino, otra misión.-
comentó Göran sobre su incierto futuro. Si el Inquisidor estaba contento, tal vez fueran enviados a dar guerra a otra parte. Valkrist esperaba que fuera así.
Bellim había estado casi todo el tiempo bastante consternado. No acostumbraba a ponerse en la piel de los demás, pero desde aquella matanza en el túnel la cosa había cambiado. Luego vio aquel planeta morirse por su culpa. Y por último le hicieron revivir cada uno de esos momentos con pelos y señales, durante muchos días...
Estaba cansado. Muy cansado.
-No creo que nos maten, no -dijo sin ningún tipo de preocupación por si estaban escuchando- Pero tampoco creo que nos den una palmadita en la espalda...
Se desvistió y dejó el uniforme en el cubo, tal como había dicho el ayudante. Luego fue cogiendo cada una de sus prendas y fue vistiéndose despacio. Como si no quisiera llevar esa ropa nunca más. Necesitaba olvidar todo esto...
Severus no se relajo, si que suavizo su ceño, pero fuera lo que les esperara sabía que no tardarían mucho en volver a darles una misión. Comprobo que sus ropas se le antojaban comodas, y dado el poco pudor que mostraba Neck optó por cambiarse tambien aunque no sin decir.
Neck, no dejes que el Pater te revise el cuerpo, podrían expulsarlo de la diáspora solo por mirarte, eso o haras que su próximo discurso sea tan caliente que ardamos.
Y siguio vistiendose mirando si su "pulsera" estaba o habían descubierto que era un arma...
El grupo se preparó con su equipo y no dejaron nada en la sala salvo sus ropas antiguas de la estancia en las "dependencias de espera" de la inquisición. Cuando estuvieron listos salieron por la puerta y el ayudante de Lord Roken les indicó el camino amablemente.
-Por aquí por favor. Síganme y no se aparten. Vamos a pasar por varias zonas de alta seguridad.
Aquello era bastante inquietante, pues el camino que tomó aquel hombre de la máscara siempre puesta en su rostro no fue el que llevaba hasta el despacho donde habíais sido recibidos por primera vez por el cargo de la Inquisición, sino uno que llevaba a las partes altas de la nave.
Se les convocó a los miembros del equipo a una reunión en el Atrio del Capitán de la "Impavidus" quizas el lugar más privado y seguro de toda la nave. Mientras accedian a aquel espacio, el grupo cruzó escoltado por las salas tacticas de la nave, lugares amplios y bien ilumindos por cristaleras reforzadas que dejabanpasar la tremenda luminosididad de los astros donde se encontraban. Un nuevo sistema, lleno de oportunidades se desplegaba a su alcance, teoricamente claro, pues el futuro les aguardaba en aquella sala. Mientras caminaban por la sala sus pasos resonaban en las baldosas de caro marmol mientras los expertos Tacticae comentaban posibilidades sobre los globos luminosos holograficos que representaban los planetas a los que en ese momento se aproximaban. Era en todos los aspectos, una catedrál de la luz. Un templo dedicado a los grandes tacticos y militares del imperio, un lugar donde se decidia el futuro de los millones de hombres que habitaban en la "Impavidus". Destinos, misiones, posibilidades, el destino en su más profundo despliegue.
El Atrio del capitan era una versión más modesta de las estancias anteriores que habian cruzado, quizás cabria esperar que fuera todo lo contrario, un lugar ostentoso y recargado, al más puro estilo renacentista post-eraoscura, pero no lo era. A todos los efectos, el Atrio era un lugar acogedor y sobrio, sin decoración excesiva y que presentaba una clara y latente funcionalidad en todos sus aspectos. Lord Roken se encontraba sentado a la cabeza de la mesa de reuniones que ahí había. Se levantó al ver entrar al grupo y les indicó que tomaran asiento.
El grupo tomo asiento y Lord Roken se levantó aclarándose la garganta. Al lado de la silla del mandatario de la inquisición se encontraba un objeto metálico de color negro mate. Una silla de soporte vital, a todas luces, según lo que vuestros conocimientos sobre aquellas cosas os indicaban. Elius pudo apreciar a simple vista que era un modelo modificado, con amplificadores psíquicos y multitud de funciones adicionales. Se encontraba suspendida en el aire, gracias a los anuladores de gravedad que llevaba incorporadas. Lord Roken comenzó a hablar:
Todo lo sucedido en estas dos últimas semanas ha sido algo trágico. Pero podría haber sido mucho peor. Nuestras investigaciones llevadas a cabo a la vez que los interrogábamos, han revelado que la Maese Inquisidora Lilith había caído en... Bueno, digamos que fue contaminada tras manejar ciertos libros prohibidos que debió encontrar en sus misiones. Había cruzado la línea. Sentencio Lord Roken.
Todo ese tema sobre aquel demonio encadenado, el uso de guerreros contaminados con las marcas y señales de los poderes ruinosos... Ha sido un duro golpe para la orden, pero gracias a sus esfuerzos se ha logrado erradicar la corrupción antes de se dieran consecuencias mayores.
Teclea una serie de códigos en su consola y un holograma aparece frente al grupo. Es una imagen con todos vosotros conocéis. Es una "pieza", igual que la mitad que fue descubierta en aquella excavación, pero contraria a la otra. Era sin lugar a dudas el otro lado del mapa.
Ha sido destruida. Aclaró Lord Roken. Un arma como la que los escritos que La Corrupta dejó en sus oficinas, jamás debe caer en manos de ningún hombre, solo el Dios Emperador es capaz de controlar algo así y si hubiera querido que nosotros, sus siervos, dispusiéramos de ello, nos lo habría entregado. En cambio, casi cae en manos de los poderes malignos. Estoy seguro de que...Lilith, no sabía bien con que estaba trabajando. La peligrosidad de algo como aquello...
La silla de soporte vital que está junto a Roken emite un sonido que probablemente es un asentimiento. Lord Roken parece abatido y cansado. Probablemente todo lo sucedido ha sido un golpe más doloroso de lo que admite para su orden.
Ustedes quedan exonerados de toda culpa. Es más, han prestado un servicio vital a la causa de la cruzada y de toda la humanidad. De no haber destruido esa pieza corrupta… no me gustaría saber que hubiera sucedido. Hay cosas que es mejor no saber. El tema de la destrucción de Canox… eso es un punto a parte. Sus sondas mentales han aclarado que ustedes no tenían forma de conocer las consecuencias de la activación de aquella bomba. Es algo que ha causado bastante caos en todo el sector, pero la inquisición ha logrado resolverlo de forma muy practica…Ejem…
Se aclara la garganta mientras saca de debajo de la mesa una caja de madera con grabados en plata de mucha calidad. La pone frente a él y abre la tapa, de forma que el contenido solo queda visible para él y aquella silla de soporte vital.
Ante lo sucedido, la Inquisición ha decidido tomar la vida de “Si no puedes ocultar un gran fallo, maquíllalo como un gran éxito y exponlo ante todo el mundo”. Es una via acertada, pues la destrucción de Canox ha calado en todo el sector como una gran victoria frente al caos. Un mal a todas luces, pero un mal necesario. Hace un gesto con la mano indicando algo así como “Todos los que se lo han tragado deben ser tontos”. Algo que le da un toque muy extraño a las formas siempre serenas y formales de aquel mandatario de una de las principales Ordos de la Sagrada inquisición. Mientras continua hablando gira la caja que tenía frente a él para que podáis ver el interior.
En consonancia con estos hechos, se ha decidido completar el ardid con una entrega de condecoraciones para los “responsables de la purga”. Esto caballeros, es para ustedes, por los servicios prestados a la humanidad. Pueden estar orgullosos.
Frente a vosotros, una serie de medallas se aprecian resplandecientes. Medallas para las especializaciones de cada uno. Tanto para Severus, el tirador del grupo, como Elius como el Tecno-Sacerdote, pasando por Neckera, Bellim y Göran, en sus respectivas especializaciones.
Los miembros del grupo se encontraban realmente sorprendidos y Lord Roken lo pudo ver en sus rostros sin tener que aproximarse a una exploración de los pensamientos. Dejó unos momentos para que los cinco supervivientes del equipo, que había sido compuesto entre remplazos y remplazos por más de 10 miembros, se hicieran una idea de todo lo que estaba señalando y procesaran la información. Luego, alzó un dedo y puntualizó:
Hay otro asunto pendiente. Saben que "Solo en la muerte termina el deber", por lo que ahora no van a ser enviados a un mundo paradisiaco a que se relajen y disfruten de un retiro permanente. No... Tras lo sucedido, y encajando con otros acontecimientos como la perdida de varios agentes por parte de otro gran Inquisidor, van a ser transferidos.
Bajé la mirada hacia la silla de soporte vital que había permanecido muda durante todo el tiempo. Luego con una ligera reverencia asintió y dijo:
Inquisidor Ravenor, cuando quiera.
Gracias Maese Inquisidor. La voz surgió de la silla mediante un transmisor con una frecuencia monótona y mecánica. Acto seguido todos oyeron una voz diferente, transmitida muy sutil y cómodamente a través de la vía telepática. Aquella era la voz real del Inquisidor Ravenor. Permítanme comunicarme de este modo, es más... personal y tranquilizador que el comunicador de mi silla. La voz era enérgica pero calmada, desprendía confianza con cada silaba y cada palabra.
Soy Gideon Ravenor, y como muy bien ha indicado Lord Roken, acaban de ser transferidos a mi grupo de agentes. El grupo se quedó bastante sorprendido. Aquel era el famoso Gideon Ravenor, uno de los más conocidos inquisidores del momento y autor de alguna de las obras más densas y profundas escritas en el milenio. Obras como "Las esferas del Anhelo", una de las más destacadas.
He estudiado sus archivos, sus gestas, sus escanares mentales, sus formas de ser y si me lo permiten, me gustaría señalar que será un placer tenerles en mi grupo. El servicio al emperador no acaba nunca, y siempre hay importantes misiones que llevar a cabo. Misiones que no pueden ser encomendadas a cualquiera... ¿Están conmigo agentes?
*La imagen de Gideon Ravenor es la de "Antes de sufrir el accidente que lo postró en su silla"
No sabía muy bien cómo reaccionar ante aquello. Nos estaban poniendo incluso una medalla a cada uno. Todo era demasiado fuerte para mí en esos momentos. Estaba tensa a la espera de una reprimenda y ellos lo habían convertido todo en un éxito. ¿Lo era en verdad? ¿Importaba realmente? Nosotros solo éramos piezas dentro de un tablero, así que había que movernos. Cuando aquel… hombre, del soporte vital nos ofreció ponernos a su servicio, no hubo duda alguna, salvo una pequeña cosa. Señor, estaría más que encantada de servir al Trono bajo su mando, pero me gustaría señalar que los lazos aquí forjados son fuertes, y solo sería un buen servicio si todos los aquí presentes nos acompañan. Era una apuesta arriesgada, se estaba tensando la cuerda quizás más de lo debido, pero esperaba que todos acabáramos juntos, y también esperaba que los demás lo esperasen.
Göran tomó la medalla y se la puso en la túnica de sacerdote. No había estado nada mal, habían destruido a los siervos de los dioses impíos, eliminado un demonio y evitado que el enemigo utilizara un arma de gran peligro para la humanidad. Entretanto había sido destruido un planeta, pero para el sacerdote eran pérdidas asumibles.
¡Y además les condecoraban!. El páter no iba a dejar pasar una oportunidad así, de modo que decidió aprovecharla.
- Por supuesto inquisidor, cuente conmigo. Llevaré la palabra del Sagrado Emperador de Terra a donde nos lleve el servicio en la Inquisición.-
Y de paso espero ascender un poco más en la Eclesiarquía. Si funciona, quizás obtenga un retiro de oro en algún planeta más o menos pacífico como Obispo o Cardenal. Eso sí que estaría bien.
Como ha dicho Neck, aquí o vamos todos o ninguno, y realmente tampoco tengo otro sitio donde quiera ir. Ya nos conocemos, nos hemos visto trabajar, y salvo la ocasional jaqueca que me produce el Pater, no por lo que dice, ni por el tono, solo por los resultados, el resto me parece...genial. Supongo que las misiones seran de un caliz que no llegaremos a comprender, pero como ha dicho el Pater es nuestro deber.
Y quizas solo así algún día llegue a recordar lo que quiero y a olvidar lo que no quiero recordar...
El tecnosacerdote se sintió a medias aliviado porque las sondas habían confirmado lo que él ya sabía... que desconocía la potencia real de la bomba que había activado. Que las cosas podrían haber sido mucho peores. Habían hecho lo correcto... pero había sido un gran desastre.
Permitió que le pusiesen la condecoración impávido (como siempre), pero en su interior sabía que aquello sería para siempre una vergüenza. Era un recordatorio de lo que la Inquisición había tenido que hacer para que los imbéciles del resto del Imperio se creyesen que su fallo había sido una gran victoria. Así no podría olvidarlo nunca.
Pero ponerse al servicio de un nuevo Inquisidor al menos le daría una nueva oportunidad de volver a proteger a la humanidad contra la corrupción del caos. No había descubierto, como soñaba, una tecnología olvidada que le haría reconocido y famoso entre el adeptus, pero tal vez en la próxima ocasión... Como acólito de uno de los más famosos Inquisidores, todo podía ocurrir.
- Inquisidor Ravenor, será un honor estar bajo su mando - dijo escuetamente, dispuesto a recibir las nuevas órdenes. Estaba preparado para empezar otra misión.
Magnus no estaba menos sorprendido que sus compañeros. Menuda forma de actuar... Destruyen incontables vidas y se llevan una medalla y un puesto en un grupo mejor... Con más responsabilidad... Alucinante.
-Sí -dijo Bellim sin poder pestañear-, claro que estoy con usted -añadió, con los ojos como platos.
Lord Roken asintió complacido. Al final las cosas no han salido tan mal a fin de cuentas. El maestro inquisidor, estaba seguro de que a partir de ahora, un futuro muy distinto les esperaba a aquel grupo de valientes. El inquisidor Ravenor era uno de los mejores, y se estaba labrando una gran reputación en todo el sector. Perfecto, la nave abandonará el sistema mañana a las 12:00. A partir de este momento, y por la presente, quedan asignados a la unidad del Inquisidor Ravenor. Sus dependencias se encuentran en los niveles B-15, en la sección de los oficiales. Vayan y descansen, el viaje será largo hasta nuestro próximo destino. Tendrán tiempo de conocerse todos. El Emperador Protege. Con esas escuetas palabras, el Maese Inquisidor Lord Roquen despidió el equipo, el cual siguió a la silla de Ravenor y abandonaron la sala.
Mientras caminaban por los pasillos, los miembros del equipo veían la bola roja incandescente que ahora era Canox desplegada a sus pies.