Partida Rol por web

Siguiendo el curso del Hudson hacia el Norte, y tras salir de la gran ciudad, el veloz utilitario negro, propiedad del NYPD aunque sin distintivos ni sirenas visibles, se adentra en las zonas mas tranquilas y alejadas del Norte de la Gran Ciudad. Tras atravesar Manhattan Norte, el vehículo se dirige hacia Yonkers y New Rochelle y seguidamente continúa siguiendo el curso del Hudson hacia el Norte, abandonando las ajetreadas calles.

Los viejos robles cuyas vetustas ramas se comban por el peso de la nieve caida en los últimos días, aparecen a ambos lados de la carretera, que discurre paralela al río. Al llegar al pueblo de Ossining, la prisión estatal de Sing Sing llega a ser visible durante breves instantes con su ominosa silueta recortándose en el horizonte y que provoca escalofríos, como si las ánimas de los desafortunados que fallecen en la silla eléctrica de la nefasta penitenciaria rondaran sin mostrarse y hablaran sin emitir ruido alguno a los forasteros que se acercan a sus inmediaciones.

Pronto el vehículo se adentra en una carretera rural, hacia una zona mas idílica con bastas extensiones boscosas y verdes praderas, hoy blancas por la nieve, hasta donde la vista puede alcanzar.

Y es en esta zona, tranquila y calmada, donde los Carlyle tenían su mansión familiar, a apenas unos pocos metros del Hudson.

Una verja bastante alta, de unos tres y medio de altura y coronada por afiladas puntas, rodea las dos hectáreas de terreno, exquisitamente cuidado por las expertas manos de un excelente jardinero y patrullado continuamente por un par de hombres acompañados de sendos fieros perros guardianes

Desde la puerta principal alcanza a verse la bella mansión de los Carlyle, de planta y piso al final de un camino de tierra libre completamente de nieve. Y en la entrada principal de la verja, cerrada a cal y canto, dos hombres mas, provistos de negras gabardinas y un sombrero de ala ancha que les oculta parcialmente el rostro dan el alto al vehículo que conduce Tyler.

Tyler frena el vehiculo y baja la ventanilla para hablar con los vigilantes. Parece que al menos no tiene problemas económicos la viuda.

Asomando la cabeza por la ventanilla se dirige al que le ha dado el alto - Buenos días caballero, me llamo Robert Tyler, soy detective de New York Police Department, y esta mañana he intentado concertar una entrevista con Ms Carlyle. Pienso que podría ayudarme a resolver un caso que tengo entre manos. ¿Sería tan amable de decirme donde la puedo encontrar?

Rostro frío, cara inexpresiva. Los maliciosos ojos del guardia estudian el aspecto del agente, mientras el otro guardia, intranquilo, estudia atentamente el vehículo y su mano se mueve inquieta hacia su sobaquera.

Hoy no recibe a nadie. Está demasiado ocupada. Contesta secamente el guardia que dio el alto hable con sus representantes y si así la srta. Carlyle lo juzga oportuno se pondrá en contacto con usted.

Cita :

Saco la placa y se la muestro - verá vengo de buena voluntad, tratando de no hacer de esto un asunto oficial para evitarle molestias a Sta Carlyle, después de venir expresamente, no cree que almenos podría indicarle que me atienda 5 minutos, soy un hombre comprensivo y entiendo que puedo llegar en mal momento. Quizas si me atiende unos momentos podamos acordar una entrevista para otra ocasión.

Entiendo, detective. Verá, se encuentra muy ocupada con los preparativos de un cocktail benéfico. Para esos asuntos "oficiales" debería usted hablar con los representantes de la srta. Carlyle.

Hable con el letrado Grey, del bufete Dunstan, Whittleby & Grey, en la 57 Oeste de Nueva York Dice el impasible guardia mientras estudia detenidamente la placa.

Recojo la placa y con lentitud saco la libreta de notas:

- letrado Grey, del bufete Dunstan, Whittleby & Grey, en la 57 Oeste de Nueva York - repito en voz alta mientras voy escribiendo - bien, bien - muerdo el lapiz distraidamente - una cosa más señor. ¿podría indicarme cuando y donde será ese cocktail benefico por favor? - pregunto con el boli listo para apuntar y la mirada clavada en sus ojos - solo rutina, por si necesitamos contactar con la Sta Carlyle.

Esta noche, a las 20 horas. Pero no será un buen momento para interrumpirla. No se lo merece: como bien sabrá ella no solo paga cuantiosos impuestos a la ciudad de NY para mantener el sistema, sino que también hace muchas donaciones para los huérfanos del NYPD y para otras fundaciones benéficas. Lo digo por si pensaba pasarse a importunarla, claro. Hay muchos momentos mejores. De hecho los mejores momentos son los que escoge ella, por supuesto. Contesta el guardaespaldas, muy serio y con unos modales, pese a educados, bastante chulescos.

- Por supuesto, no querría molestar a la Sta. - guardandose la libreta después de haber apuntado todo - gracias por su cooperación Sr - dice esperando que le diga su nombre. Sino se lo pregunta y se despide. Pone el coche en marcha y se dirige al lugar de reunión donde habían quedado esta mañana, quizas con un poco de suerte no anden muy lejos.