Ms. Marrow llega puntual en esta fría mañana a su cita con el letrado Grey.
Un elegante despacho situado en un décimo piso de un lujoso edificio de Manhattan alberga la sede del bufete Dunstan, Whittleby & Grey.
La panorámica dela ciudad es extraordinaria desde el ventanal que ocupa la sala de espera. El secretario se muestra un poco reticente a darte cita con el letrado Grey, aunque cuando le es explicado que vienes de parte de Tyler te promete que hará lo que esté en sus manos. Algunos dulces, caramelos y café recién hecho, ocupan una mesa situada entre dos lujosos sofás de cuero oscuro; y frente a éstos se encuentra otra mesa de mayor tamaño con numerosas publicaciones legales.
Y al cabo de apenas 10 minutos, te hace pasar al despacho del letrado Grey.
Grey es un hombre canoso, de unos 55 años, con un blanco y espeso bigote y unos pequeños y astutos ojos escondidos tras unas grafas de montura de oro. Su despacho tiene una biblioteca muy bien surtida y en su mesa se amontonan, aunque bastante ordenados, numerosos papeles y documentos.
Muy educadamente se levanta y estrecha la mano de Ms. Marrow una vez el secretario la hizo pasar al despacho para seguidamente invitarla a tomar asiento con extrema educación.
Buenos días, señorita Marrow, y le ruego acepte mis disculpas por haberla hecho esperar estos 10 minutos. Mi nombre es Bradley Grey. Por favor siéntese y explíqueme que es lo que puedo hacer por usted.
Buenos días, señor Grey, oh!, no se preocupe. Sonriendo le doy la mano educadamente y me siento en el sillón que se me ofrece, cruzando las piernas y manteniendo la cartera en mi regazo.
Vamos allá...
Ayer el detective Tyler quiso ponerse en contacto con la señorita Erica Carlye y le dijeron que antes tendríamos que hablar con usted. Como psicóloga estoy colaborando en la investigación de la muerte de un escritor y también amigo mío, el señor Jackson Elias.
El señor Elias estaba investigando la expedición Carlye, su desaparición y que dieron por muertos a todos los miembros. En concreto no tanto la expedición en sí como la relación que pudiera tener con alguna secta africana, en cuyo campo Elias era un gran erudito. Por la premsa vi que la señorita Erica Carlye había viajado a Kenia para esclarecer las causas de la muerte de su hermano.
Tenía especial interés en entrevistarme con la señorita Carlye para intercambiar impresiones sobre sus resultados y compararlos con los preliminares resultados de la investigación realizada por mi difunto colega.
Ah,.... ya entiendo. Verá, mi cliente, la srta. Carlyle, es una persona muy ocupada. No estoy muy seguro que pueda sacar tiempo para reunirse con usted, pues su tiempo es realmente valioso y escaso. No es nada personal, entiéndame por favor, pero comprenda que ella tiene una agenda tremendamente apretada, y su hermano no es uno de sus temas favoritos de conversación. Créame que no guarda unos buenos recuerdos de aquellos tiempos. Y comprenda que mi cliente no quiera cancelar ninguna de sus urgentes citas para tratar este tema.
No obstante... sus astutos ojos parecen enpequeñecerse mientras te observa con atención, intentando desentrañar y adivinar tus pensamientos por medio de tus reacciones faciales.
...No obstante, la intentaré ayudar, señorita Marrow, y por ello la confiaré un secreto: sin lugar a dudas imaginará la gran cantidad de periodistas sensacionalistas que la acosaron en el pasado, cuando su hermano desapareció. No quiere volver otra vez a rememorar ese momento y no me autorizará a prepararle una cita para tratar este tema. Pero es una mujer que sin duda sigue muy interesada en lo que sucedió hace ya varios años y sin duda apoyaría una investigación dirigida por un profesional, como seguro era su amigo.
Si me hace llegar las conclusiones del señor Elías, se las haré llegar gustoso y con toda la celeridad que me sea posible, a la señorita Carlyle, que sin duda las estudiará con atención. Y cuando lo haga la recomendaré encarecidamente que se entreviste con usted, porque me parece una persona seria. ¿Me dejará una tarjeta con su dirección para ponernos en contacto con usted, por favor?
Tirada: 1d100
Motivo: psicología
Dificultad: 88-
Resultado: 20 (Exito)
Es una persona seria y muy educada, y sabe ganarse el corazón de la gente. Sin duda sus palabras pronunciadas con un acento muy neutro y con un tono tan suave omnibularían a cualquiera, pero es difícil engañar a una psicóloga: no te resulta del todo sincero. Sigue un patrón de actuación estricto que le ha dado muy buen resultado al tratar con jurados, juristas y jueces, pero no necesariamente sus palabras reflejan lo que sale de su corazón sino lo que intenta que entre en el tuyo.
Continúo sentada, al escuchar las palabras del abogado no me es difícil reconocer una estratagema para sacarse a alguien de encima con buenos modales.
No se puede negar que es bueno. Sonrío brevemente y con el semblante serio prosigo mientras busco el bloc de notas en la cartera:
Señor Grey, estoy segura que desde la desaparición de la expedición Carlye han estado abrumando a la señorita Carlye muchos periodistas y supuestos investigadores con ánimos de sacar las partes más morbosas para vender más periódicos poco serios o elucubrar pseudoinvestigaciones sin ningún rigor. Éste no es nuestro caso. Tampoco queremos ahondar en las heridas de la señorita Carlye, sólo una entrevista. Soy consciente que es una persona muy ocupada y no debe tener mucho tiempo libre, por supuesto. Por ello le avanzo algunas conclusiones:
Mi amigo fue asesinado por los miembros de la secta supuestamente implicada en la desaparición de su hermano. En sus notas afirma que hay algunos libros en la casa Carlye muy importantes y en los cuales estaba muy interesado. Si los miembros de la secta que estan aquí, en Nueva York, también lo saben, podría significar un peligro para la señorita Carlye. Por supuesto que debe estar bien protegida en estos momentos, eso no lo dudo. Pero son fanáticos y no les asusta ni los detiene nada. Si tuviera acceso autorizado a esos libros podríamos adelantarnos a ellos y saber que están buscando.
El señor Jackson Elias viajó hasta Kenia y se entrevistó con varias personas, entre ellas el teniente Mark Selkirk que estaba al frente del de grupo de rescate. Otra fuente afirma haber visto y hablado con un miembro de la expedición hace menos de dos años.. en concreto a Jack Brady. Eso podría significar que quizá el propio Roger Carlye está vivo y escondido en alguna parte.
Pienso que la señorita Carlye tiene todo el derecho a estar informada de ello, no le parece? Sólo pedimos una entrevista, nada de sensacionalismo y todo con gran discreción, por supuesto.
Te mira con atención mientras hablas y mientras, impasible, toma ciertas notas con apretada pero elegante caligrafía. Su rostro, vacío de emociones durante toda la charla, solo muestra una ligera emoción muy bien camuflada cuando mencionas que Roger Carlyle podría estar vivo. Educadamente espera a que termines tu charla.
¡Ójala estuviera en mi mano! pues su historia es de lo mas interesante. Llevo años defendiendo los intereses de la familia, he visto nacer y crecer a la propia señorita Carlyle y creo que la conozco bastante bien.
Estoy intentando ayudarla, señorita Marrow, por favor, créame si le intento encauzar por el camino correcto y el único que llevará a la entrevista que tanto desea: seguro que tendrá la investigación de su difunto amigo, el señor Elías, en algún escrito, borrador o algo similar, ¿verdad? Ese documento es el que sin duda convencerá a la srta. Carlyle de la conveniencia de tratar este tema con usted directamente. Mira con atención tu portafolios para añadir:
¿Tiene aquí ese borrador? si es así, por favor, démelo.
Si, el señor Elias tenía un borrador de sus investigaciones, pero comprenderá que dadas las circunstancias están a buen recaudo en las oficinas de la editorial Press. Puede ponerse en contacto con el editor, el señor Jonas Kensington, para confirmarlo.
Lo que puedo hacer en que eche un vistazo a las notas que llevo consigo y que son un resumen de sus investigaciones. Pero no tengo más copias y debo quedármela, seguro que lo comprende. Pero puede leer éstas que son referentes a lo que le he dicho.
Buscando en la cartera localizo las notas números seis y siete, la entrevista con Mark Selkirk y la de Nails Nelson. Avanzando mi silla le dejo las notas encima del escritorio y, apoyando el codo derecho en la mesa con la otra agarro fuertemente la cartera, no muy segura de que ésto sea lo más adecuado. Mientras procuro no perder de vista al abogado y lo que hace con las notas, saco una tarjeta de la editorial Press y con un bolígrafo escribo rápidamente detrás: Lindsey Marrow. Hotel Roosevelt, habitación 1212. Madison Avenue.
Sería conveniente volver a copiar las notas, que cada uno tuviera un juego. Si me robaran la cartera estariamos perdidos. Siempre podemos volver a la editorial para copiarlas otra vez pero si estamos fuera de Nueva York la cosa seria más difícil.... En cuanto consiga la dichosa cita se lo diré a los chicos.
Grey acerca su mano hacia los documentos y se baja un poco las gafas para comenzar a leer con atención las notas que le muestras, asintiendo y elevando la mirada hacia tí de vez en cuando.
Cuando termina niega con la cabeza.
Ms. Carlyle no me creerá salvo que le muestre ésto. Venga en un par de días a recogerlo, lo tendré a buen recaudo, se lo prometo. responde.
Lo siento, señor Grey, pero no puedo, ésta es la única copia de la que dispongo. Pero supongo que a su secretaria no le importará perder unos minutos en copiarlas, al fin y al cabo son sólo un par de folios...
Relajo un poco el cuerpo y me acomodo el pelo detrás de la oreja mientras continuo hablando al abogado con un tono de voz suave y amable.
Mientras tanto podría decirme si conoció personalmente a algún miembro de la expedición, a Jack Brady o al doctor Huston? Aparte claro del propio Roger Carlye, supongo que le conoció también desde que nació, al igual que la señorita Carlye, supongo.
En el rostro del letrado Grey se dibuja una mueca de desilusión. Asiente ante tus palabras y añade:
Así lo haré, señorita Marrow. Espero que sea suficiente para convencer a Ms. Carlyle. Le ruego me disculpe unos instantes dice llevándose los folios hasta la mesa de su secretario dejándote sola en el despacho apenas un minuto.
Retorna con las manos vacías y se vuelve a sentar cruzando los dedos delante suyo. Le has preguntado por otros miembros de la expedición pero responde con vaguedades.
Lo siento, no conozco a los compañeros de fatigas del Señor Carlyle: ni al señor Brady ni al Doctor Huston. Pero dígame... ¿va muy avanzada su investigación? ¿desea publicar todo ésto? como comprenderá hay ciertos asuntos legales que pueden preocupar ligeramente a mi representada. Ms. Carlyle es una buena ciudadana, muy buena empresaria y puede contar por cientos las amistades que tiene en las altas esferas de éste país. No la gustaría que su apellido se manchara, ni por los desmanes de su imprudente hermano ni por una investigación que pretenda relacionar el apellido de los Carlyle con una secta y tiene, por supuesto, multitud de mecanismos legales para evitar esa hipotética a la par que desagradable situación. ¿Tiene alguna garantía que ofrecer a Ms. Carlyle para que decida ayudarla en su investigación sobre su imprudente hermano? Creo que hoy mismo podré conversar con ella; ¿desea que la transmita algo mas aparte de la información que aparece en esos folios?
Con un ademán tranquilizador con las manos le respondo con mi tono suave:
Bueno, usted puede certificar que son exactas a los originales, le digo sonriendo.
Y respondiendo a sus preguntas, señor, Grey, la investigación no tiene por objeto en modo alguno relacionar al apellido Carlye con ninguna secta. ni hacer ningún juicio moral sobre Roger Carlye o sus amistades que pueda enturbiar el nombre de Ms. Carlye. Ya es de dominio público que, como usted mismo ha dicho, era un joven imprudente que quizá se relacionó con amistades poco recomendables. Pero las sectas, y no hace falta que sean africanas, pueden desquiciar incluso al hombre más cuerdo del mundo. Aunque el propio Roger Carlye estuviera vivo no podría afirmar, como psicóloga, que su estado mental no se hubiera visto gravemente afectado por los sucesos vividos.
La investigación está algo avanzada pero aún falta bastante. De momento la secta africana aparece como posible causante de la desaparición de la expedición Carlye, pero no sabemos que nos deparará el futuro. En cualquier caso puede decir a la señorita Carlye que si así lo desea le podemos mantener informada de los avances de la misma. Y aunque mi intención es publicar la investigación, por supuesto espero contar con el beneplácito de Ms. Carlye en cuanto a las partes relacionadas con su hermano se refiere. Como ve creo que no hará ninguna falta poner en marcha ningún mecanismo legal señor Grey, no le parece?
No hará falta comprobar la exactitud en la transcripción de las hojas. Mi secretaria es eficiente y confío plenamente en ella. responde acompañando a sus palabras con un ademán de la mano como intentando restar importancia a tu comentario.
Por otra parte, créame que no dudo de su buena fe a la hora de llevar a cabo esta investigación, pero Ms. Carlyle se suele poner algo nerviosa cuando se publica su apellido. Y si ella me pide que ponga en juego todos los mecanismos legales que estén en mi mano para impedir una publicación que atente contra sus intereses, es mi deber hacerlo aunque me pese. Imagino que comprenderá mi situación, ¿no es cierto, señorita Marrow? Tenga cuidado con lo que desea publicar y será lo mejor para todos.
Y también le recomendaría cautela a la hora de afrontar una hipotética entrevista y sobre todo a la hora de sacar a la luz nuevamente el nombre Carlyle en este espinoso asunto. No creo que Ms. Carlyle la convenga como enemiga. Oh, bien, los textos ya están listos
dice cuando suenan un par de toques en la puerta e instantes después entra la secretaria con las copias mecanografiadas del texto de Elías.
Tras dejar la copia encima de la mesa te acerca los originales y añade.
¿Desea que comunique algo más a la señorita Carlyle?
Cogo los originales y me los guardo en la cartera.
Por supuesto le comprendo perfectamente, señor Grey. No me interesa lo más mínimo crearme enemigos, y menos de la talla de Ms. Carlye. Comprendo su situación y la de la Ms. Carlye, al fin y al cabo no debe ser nada fácil sobreponerse a la pérdida de un hermano por muy diferentes que fueran y ponerse al frente de los negocios familiares con tan buen hacer hasta llegar adonde ha llegado. Nuestros intereses pueden complementarse, no tienen porque chocar, evidentemente. Sólo comuníquele que estoy a su disposición y que espero contar con su inestimable ayuda.
Tenga, ésta es la tarjeta de la editorial que le he mencionado. Al dorso es el hotel donde me alojo. Comuníquese conmigo para cualquier cosa. Esta tarde iré al entierro de mi amigo, y puede que si llama alrededor de las cinco no esté, pero déjeme un mensaje que le responderé tan pronto como lo reciba.
Y creo que eso es todo, señor Grey. Muchísimas gracias por haberme recibido y espero noticias suyas pronto.
Levantándome le doy la mano a modo de despedida.
Ha sido un placer, señorita Marrow. Permítame acompañarla hasta la salida. dice guiándote por el largo pasillo de la céntrica oficina de Manhattan.
Una vez allí estrecha tu mano Y muchas gracias por su visita. Si la señorita Carlyle lo estima oportuno se pondrá en contacto con usted. ¡Qué pase un buen día!
10:45.
Siguiente "checkpoint": Biblioteca Pública de Nueva York.
En un par de días espero que las escenas estén otra vez sincronizadas.