Vanwa fue el primero en tomar la flauta de Thorondor* e hizo amago de usarla, pero cuando el rey avisó de su único uso, se limitó a sonreir, como un niño al que atrapan haciendo una travesura, y guardó el instrumento.
- No encuentro las palabras para agradeceros vuestras atenciones... No ya nos salváis, sino que además nos otorgáis un segundo favor al acercarnos cerca del Paso Alto y además el incalculable valor de la flauta, como símbolo de vuestra amistad.- Comentó con una profunda reverencia.- Lo que decís, además, de esa misteriosa fortaleza... Aunque nos prevenís de ella, cosa que os agradecemos, sin duda debe ser investigada. Demasiado cerca de asentamientos como para ser ignorada. Me gustaría pensar que puedan ser aliados, pero por vuestras palabras, y por los tiempos que nos han tocado vivir, mucho me temo queno sea así.
- Otra y mil veces más, gracias por vuestra ayuda. Por poco que exista la posibilidad de hacer lo que sea por vuestro pueblo, podéis contar con nuestra deuda y gratitud infinitas.- Dijo, con el mejor porte que pudo mostrar, resplandeciente y aparentemente fresco como una lechuga**, aunque estaba realmente cansado y se moría por un buen sueño, una cama caliente y un desayuno de hobbit.
Tras sus palabras le habría gustado darle un presente como atención, pero nada tenía y menos algo que pudiera interesar a un señor de las águilas. ¿Qué se puede ofrecer a aquellos que gobiernan el cielo?
* rasgo de versos del saber... ¿Existen algunas antiguas rimas que hablen de Thorondor?
** tiro de rasgo de bello para sacar un éxito básico en dar una buena impresión del grupo (o individual si alguien quiere lucirse) y saber aceptar esos presentes con educación, quedando en buenso términos.
Miriel se mantuvo todo lo estoica que pudo cuando Welf la buscó. Su semblante tranquilo, pero cansado, trató de transmitirle en su mirada toda la confianza que depositaba en él. No era simple orgullo familiar, era que Miriel había tenido más de una vez la oportunidad de comprobar como los conocimientos médicos de Welf igualaban la de muchos elfos y superaban los de más aún, algo que no era poca cosa. Cuando terminó el trabajo el joven hombre de los bosques pudo ver la cálida sonrisa reconfortante que se había dibujado en el rostro de la elfa. Le asintió levemente en señal de reconocimiento y respeto. Había sido un gran trabajo, pero le faltaban las fuerzas hasta para reconocerle su labor como se merecía.
Le dolía la decisión de continuar el viaje sin la oportunidad de recuperarse de la fatiga del combate, pero más le habría dolido tener que bajar la montaña a pie, así que prefería sentirse agradecida porque las águilas hubieran accedido a llevarles hasta cerca del Paso Alto. No sólo sería menos esfuerzo para ellos, sino que les evitaría perder un tiempo precioso que podría separarlos más todavía de los elfos de Rivendel.
Aquella advertencia sobre la fortaleza del río Gladio era como una invitación para marchar a investigarla a oídos de Miriel. No era algo que pudiera dejar pasar sin más, aunque por respeto a quien le ofrecía el consejo no lo diría en voz alta.
- Muchas gracias por vuestra generosidad rey Gwaihir. – agradeció con una reverencia que le hizo temblar de nuevo las rodillas a Miriel – Os lo agradecemos de sincero corazón.
Dudo si aventurarse a intentarlo en aquel estado. La razón le decía que no lo hiciera, pero la tradición de intercambiar regalos la impelía a intentarlo.
- Aun teniendo poco con lo que compensar vuestra gran generosidad, permitidme que al menos pueda obsequiaros una breve canción del Bosque Negro. – pidió Miriel sintiendo aún que las fuerzas le fallaban, pero exigiéndose continuar. Se preparó para iniciar la tonada.
- Bajo las copas densas, la luz…
No había terminado la primera frase y su cuerpo decidió que ya era momento de recordarle a la tozuda elfa que hasta ella misma tenía límites. Calló al suelo con un desvanecimiento.
Motivo: Cantar Cansada?
Rangos de habilidad: 3
Fatigado
NO: 14
Tirada: 1 + (5, 2, 2)
Total: 1 + 5 = 6
Fracaso
Dejo a Thorom decidir cuanto tarda en recuperar el conocimiento Miriel :)
Qildor se apresuró a sostener a Miriel mientras caía, derrotada por el cansancio, y así evitar que se diese de bruces contra el suelo.
—Hemos luchado bien —les dijo a los demás, dirigiéndose al resto de la escolta—. Será mejor que no hagamos más esfuerzos de los necesarios.
No pretendía arengar a nadie, pero como señor de los elfos estaba acostumbrado a dirigirse así a los suyos. Trato de suavizar el tono con una sonrisa, pues sabía que Baldbrand y Ainar podrían malinterpretar sus palabras como una orden.
—Procuraremos no abusar de este regalo, Gwaihir. Si en algún momento, los valar no lo quieran, necesitáis de nuestra ayuda, recordad que siempre encontraréis aliados entre los nuestros.
Ainar agradeció por dentro no tener que bajar la montaña a pie, solo o acompañado, era lo mismo. Con el cansancio que tenía, le llevaría días alcanzar a sus compañeros, y ni hablar de lo populosa infección que rondaba por las montañas últimamente.
Como intuía que seguramente le había sucedido a los demás, la mención de semejante lugar de oscuridad claramente había atraído la atención del grupo más que espantarla. Pero agradecía la advertencia. Sólo esperaba no tener que recurrir a ellos estando precisamente allí.
-Como dice Qildor, si alguna vez necesitan de nuestros aceros y armaduras, sólo tienen que decírnoslo... o a mi fiel compañero Munin- dijo pasándole por la cabeza del cuervo su enguantada mano -Ojalá hubiera algo digno y a la altura de semejante regalo- inclinó la cabeza haciendo que su barba tocara el piso.
Se sorprendió ante el desvanecimiento de su amiga, pero lo entendía. No todos eran enanos al fin y al cabo.
-Agradezco personalmente que accedan a llevarnos, aún con nuestras corazas de metal- dijo Ainar -Para nosotros son imprescindibles en la lucha ante la Oscuridad-
Welf estuvo a la altura de las palabras que Miriel le había dedicado cuando alabó sus virtudes como sanador, y logró extraer la flecha del cuerpo del águila sin causarle mucho dolor y sanear la herida antes de coserla y vendarla. Fue un trabajo perfecto a pesar de su complejidad, y gracias a las atenciones de Welf la herida del águila sanaría más rápido de lo que podría parecer en un primer momento. Gaerthor se mostró muy agradecido con el hombre del bosque, y le prometió que cuando lo necesitara acudiría en su ayuda para devolverle el favor.
El desmayo de Miriel tomó a todos por sorpresa aunque por fortuna Qildor estaba cerca para evitar que la elfa se lastimara al caer. Tardaron unos minutos en lograr que recuperara el sentido y las águilas le proporcionaron comida y un licor fuerte para beber y mantenerse alerta. La elfa no tardó mucho en recuperarse, tan extraordinaria era la fuerza de los elfos que incluso en los peores momentos lograban sobreponerse.
La dama Irimë se despidió del Señor de las Águilas y se dispusieron para el descenso, embarcándose en un nuevo vuelo. Esta vez a lomos de las águilas y descendiendo en lugar de ascendiendo. El viaje montaña abajo fue mucho más placentero que el vuelo de ida, y no solo por ir sobre los cuellos de las gigantescas rapaces en lugar de en sus garras, sino por lo extraordinario de las vistas, ya que ahora podían contemplar todo el increíble paisaje desde una altura a la que jamás habrían soñado ir en lugar de volar cegados por la oscuridad de la noche. Claro que ahora podían contemplar la gran caída que había y lo escarpado de las rocas que los esperaban abajo, por lo que algunos prefirieron el primer vuelo, sin poder ver más allá de sus propias narices. Pero quien sí disfrutó de aquel paseo que les dieron las águilas pudo ver como nunca antes toda la vasta extensión de las Tierras Ásperas como un mapa asombrosamente detallado: en la distancia, la sombra del Bosque Negro, después la cinta plateada del Anduin, sus verdes valles, y el imponente muro de las montañas Nubladas. El mundo todavía era hermoso, aunque eran conocedores de los peligros que aguardaban en todos aquellos lugares.
El efecto es el mismo que el de la flauta, pero limitado solo a Gaerthor.
Cambiamos de escena: Las ruinas.