Ayshel y Talmannon
Según la leyenda, Talmannon, aliado con las serpientes y dominando las voluntades de todos los magos mediante un artefacto llamado Shiskatchegg, el Ojo de la Serpiente, dominó Idhún durante un milenio, hasta que los unicornios, que no podían ver a sus elegidos esclavizados, decidieron actuar. Para ello escogieron a Ayshel, la convirtieron en semimaga y le fabricaron el poderosísimo báculo de Ayshel; con todo ello consiguió derrotar al Emperador Oscuro.
La creación de Kash-Tar
Según la leyenda, tras participar en la creación de Idhún, el dios Aldun decidió visitarlo en persona; como resultado, abrasó una gran cantidad de fértiles tierras, masacrando infinidad de plantas. Esto provocó la furia de Wina que, además de oponer su elemento al de Aldun, en el reparto de las tierras de los seres racionales, estuvo al frente del resto de dioses, que decidieron que sus hijos, los yan, habitarían el desierto que su dios había creado y por eso los yan se llaman así, porque yan significa último en idhunaico, por que son la raza más despreciada.
Desde entonces pocos yan abandonan Kash-Tar y consideran poco menos que una herejía que se transforme el desierto.
La creación de la Cordillera Cambiante
Según la leyenda, los primeros magos que llegaron a Derbhad fueron recibidos con escepticismo. Para demostrar sus poderes, decidieron realizar un prodigio sobre la cordillera, pero, desgraciadamente, eran aún inexpertos, y no controlaron el alcance de sus poderes. El resultado fue que desde entonces la cordillera sufre transformaciones, cambiando sus montañas de lugar y tamaño de forma lenta pero constante. Para poder cruzarla con seguridad, crearon el Paso, un pasaje que nunca era bloqueado por las montañas.
El primer dragón visionario
Según la leyenda, hubo una vez un dragón que se enamoró de las lunas idhunitas, de forma que se habituó a observarlas cada noche. Entonces comenzó a hacerse preguntas que nadie supo responder, y una noche decidió alcanzarlas volando. Voló hacia las lunas durante varias noches sin descanso, mientras los dioses ponían las condiciones climáticas en su contra para que desistiera en su empeño. Finalmente, agotado, comenzó a caer, y los dioses, ante su inminente muerte y el esfuerzo que había hecho, no supieron qué hacer con él. Como resultado, la diosa Irial resolvió otorgarle el don y maldición al mismo tiempo que suponía la visión de diversos sucesos en diferentes épocas, representándolo físicamente con la aparición de un tercer ojo. Cuando regresó a Awinor fue tenido por sabio, actuando desde entonces como consejero de su raza. Además, para perpetuar su legado, el mismo día de su muerte nació un dragón con sus mismas características.
La creación de los unicornios
Según la leyenda, después de que los dioses crearan Idhún, lo dejaron a su suerte, de modo que, poco a poco, el flujo de energía del mundo se estancó. Debido a ello, los templos se llenaron de gente que suplicaba a los dioses que le ayudaran con este problema. Poco después, los Oráculos predijeron que los dioses enviarían a alguien que les ayudaría. Todos se lo imaginaron como un poderoso héroe, por lo que le esperaron en los grandes palacios, preparando grandes eventos para su llegada. Sin embargo, lo que apareció fue un unicornio, pero lo hizo en los bosques occidentales, ante los feéricos. De allí partió hacia el norte, hasta llegar al monte Lunn. En la cima del mismo, durante un buen rato, los dioses enviaron un rayo sobre su cuerno, otorgándole sus poderes; durante el proceso aconteció una Conjunción Astral. Sin que nadie pudiera verlo, debido a esos mismos poderes, llegó hasta un pequeño poblado más al norte. Allí le entregó el don de la magia a un anciano llamado Pildar, por lo que posteriormente ese lugar se llamaría Kazlunn, la Cuna de la Magia. Poco a poco, aparecieron más magos y unicornios, por lo que el flujo de la magia revitalizó Idhún. No obstante, aquellos que habían esperado la llegada de un gran héroe, principalmente los sacerdotes, albergaron los primeron prejuicios y rencores contra la magia.
La Sombra Sin Nombre
Según la leyenda, existió una vez una Sombra Sin Nombre, que vagaba sola por el mundo, perdida, sin pertenecer a ningún cuerpo. Al descubrir que era la única sombra con voluntad propia, y que no tenía cuerpo, fue preguntando al mundo si quería ser su cuerpo. Le preguntó a una roca, que le mandó a hablar con el Amo de la Montaña, el cual se enfureció con ella; lo mismo ocurrió con el Amo del Bosque, al que le envió un árbol. Cuando un pez le aconsejó que hablara con el Amo del Mar, este intento encerrarle en una prisión submarina. Cuando habló con el Amo del Viento, por recomendación de un pájaro, aquel se rio de la Sombra Sin Nombre, burlándose de su insignificancia. Culpando de todo a los soles, despotricó contra ellos, y después de que la enviaran a hablar con el Amo de los Soles, este intento destruirle; a partir de entonces, no salió más de día. Una noche, las lunas le dijeron que hablara con el Amo de las Estrellas; este escucho pacientemente su problema, y, cuando termino, le informo del motivo de su existencia: ella era la sombra de los seis amos, pero, como ellos no debían tener sombras, intento destruirla a su vez. Cansada de ser rechazada, la Sombra Sin Nombre se ocultó en lo más profundo del subsuelo; allí conoció finalmente a la que acabaría siendo su compañera: una serpiente, de la que se hizo amiga. Desde entonces ambas compartieron el mismo destino y la sombra paso a llamarse la Sombra de la Serpiente. Para cuando la serpiente murió, la sombra había adquirido el suficiente poder como para existir como un ser poderoso, adquiriendo la forma de la serpiente.
El rito matrimonial idhunita
Según la tradición, bastante tiempo antes del desarrollo de la historia, ocurrió un acontecimiento que cambió el concepto de matrimonio en Idhún. Cuando este era parecido al de la Tierra, hubo de realizarse uno por motivos políticos, de cuya celebración fue encargado un sacerdote celeste. Dado que este era capaz de ver que no existía un lazo entre los novios, se sintió incapaz de continuar, interrumpiendo la celebración en pleno desarrollo. Esto supuso una revolución en las costumbres idhunitas, en la que en poco tiempo desapareció el matrimonio, siendo sustituido por la bendición de lazo, oficiada siempre por un celeste. También cambió la concepción que se tenía de dichos lazos, en cuanto se comenzó a consultar a los celestes, todo lo cual supuso un gran avance en la cultura idhunita.
La leyenda de Uno
Según la leyenda, en el principio de los tiempos, solo existía el Vacío, y en él dos seres inmateriales completamente antagónicos. Uno de ellos, Um, era el Pensamiento, y se pasaba eones planificando y modelando infinaidad de universos. El otro, Ema, no se detenía a pensar, sino que simplemente creaba, derrochando Energía y Voluntad. Ambos creían que eran el Único existente, hasta que se encontraron, provocando una brutal Unión: se lanzaron el uno contra el otro, fusionándose y formando a Uno; el choque provocó la disgregación de la materia por el universo, una versión del Big Bang. El nuevo ente, Uno, existió durante un instante, y después estalló en montones de seres infinitamente más pequeños, los dioses. Estos se repartieron por los diferentes mundos, pudiendo haber un mundo con un solo dios, mundos sin dioses y viceversa, varios dioses para un mundo, varios mundos para el mismo dios, etc.