Partida Rol por web

Ocaso

Capítulo III: Ciudad de muertos

Cargando editor
06/07/2016, 21:56
Niña pequeña

-Yo puedo decirle lo que quizás necesite saber- dice la niña, caminando con largos pasos y pequeños saltitos, para mantenerse a su ritmo. Casi que lo hace sin mayor esfuerzo, mientras sus ojos esmeraldados parecen emitir un brillo propio. -Para su misión, míster- pronuncia con gravedad. No se escuchan ruidos tras de ti, y crees que hay rumores de pasos hacia adelante, en la dirección en donde viste desaparecer al Rápido.

La niña emite una risita aguda y te toma de nuevo de la manga. -Pero necesito ver su mano señor. Mire, puede ver la mía- dice mientras te muestra su palma, pequeña y delgada, de aspecto áspero. Pero allí, en medio, una pequeña espiral negruzca, de un color oscuro y como una bruma o un juego de luces sobre su piel, parece girar lentamente. La pequeña cierra la mano y sonríe con lo que sólo puedes juzgar como falsa inocencia.

Hay algo decididamente apremiante en el aire, y aunque se siente algo más sólido que abajo, en donde estaban todos, acá las cosas parecen incluso más reales y mientras la chica insiste en retenerte, también sientes la atracción hacia esa lámpara de vitalidad que constituyen los vivos...

Cargando editor
06/07/2016, 22:19
Sombra de Alexander

-Estoy seguro que ella es uno de esos espectros de lo que nos habló el viejo- dice con calma la voz en tu cabeza. -Patéala y corre. No podemos correr riesgos.- añade la voz con sobrada seriedad. -En el estómago. Eso la detendrá lo suficiente- Y luego hay una pequeña pausa. -Y si no es un espectro, si es contagiosa. Sólo basta con observar esas horribles pústulas.-

-Patéala, o tendré que tomar nuestra seguridad en mis manos. Estoy seguro de que nos irá mejor en manos de los guardias que tratándonos de infiltrarnos en un grupo de bestias salvajes y primitivas sin ningún aprecio por la jerarquía.- entona la voz de manera familiar.

Cargando editor
15/07/2016, 19:51
Alexander de Huntington

Alexander sacudió el brazo intentando evitar que la niña lo tocase de nuevo. Se sentía molesto y asqueado con la presencia de la cría correteando a su lado y no podía evitar mirarla con desconfianza. Al fin y al cabo, era un prototipo de mujer. Muerta o no, no creía en la inocencia de las mujeres, con sus lenguas de víbora, fuesen pequeñas o grandes. Eran todas unas fulanas y así lo había demostrado Lucy.

El corazón se le encogió al pensar en Lucy y por un breve instante, su paso titubeó. Sus labios se crisparon casi imperceptiblemente y cuando miró a la niña y a su mano, lo hizo con desdén. —Ayudarme, sí, claro —pensó con incredulidad—. Y tú —añadió en su mente, dirigiéndose a esa voz insidiosa que no le dejaba en paz—. ¿Quién te has creído tú para darme órdenes o chantajearme? Te he dicho que me dejes en paz.

Reanudó su paso con firmeza, en busca de esa figura brillante que lo atraía como si fuera una polilla en busca de la luz. Sin mirar a la cría, resopló antes de responder con hosquedad.

—No creo en la quiromancia. Yo soy un científico, un gran médico. Déjame en paz y vete a buscar a otro al que estafar con tus patrañas —y con esas palabras sí ladeó el rostro para dedicarle una mirada torva—. Venga. Lárgate de aquí. Yo tengo mucho que hacer.

Apresuró entonces su caminar, sin llegar a correr, pero avanzando con rapidez. Sus ojos volvieron hacia delante, en busca del Rápido y simplemente se desentendió por completo de la presencia de la niña. Eso es lo que solía hacer con mendigos y gente de ese tipo de calaña. Y si no funcionaba, tendría que ponerse serio. No porque lo dijese la voz, sino porque no pensaba tolerar más tonterías.

Cargando editor
26/07/2016, 17:27
Niña pequeña

-¿No cree... en la vida después de la muerte?- interrumpe la pequeña mientras te mira divertida. Su mirada no refleja casi nada infantil, por el contrario, hay un brillo maduro y desconcertante en sus ojos. -Será como quiera. Pero de su misión dependen los destinos de demasiadas almas. Si puede vivir con ello- dice mientras ella se queda atrás, quieta, con una sonrisa en los labios.

Cuando llegas a la encrucijada, en donde dos puertas se abren a cada lado, te giras hacia hacia la derecha. Puedes ver al hombre allí. Un sujeto con sobrepeso, de rostro bonachón y un abrigo oscuro, que parece estar acomodándose en lo que aparenta ser un pequeño bar subterráneo: mesas, sillas, una barra con una selección de licores amplia, luces tenues que iluminan el espacio y un letrero destartalado que reza "The Underdog". 

Cargando editor
26/07/2016, 17:56
Sombra de Alexander

-No me agrada tu tono- responde la voz desafiante. -Ah, si tan sólo aprendieras a seguir mis consejos. Te ahorrarías tantas dificultades.- añade deferente.

-No digas que no intenté advertirte. Ejem... cuando quieres que algo se haga bien, tienes que hacerlo tú mismo.- dice y de repente sientes como, por un instante, tus piernas dejan de responder.

Luego, como si un hilo invisible moviese tu boca, experimentas la desagradable y oscura sensación de las palabras que se agolpan y suben con fuerza, con volumen a través de tu garganta. De repente, te descubres gritando -¡GUARDIAAAS, A LAS ARMAS! ¡SE ESCAPA!- sin poder evitarlo. Los ecos de tu grito resuenan con fuerza a través de las paredes, en todas direcciones.

Y son respondidos por la risita de una pequeña niña que, por más que te esfuerces en buscarla, no puedes ya encontrarla en aquel túnel...

Notas de juego

Asegúrate de incluir esta nueva putada de tu sombra en tu post ;D

Cargando editor
18/08/2016, 20:42
Alexander de Huntington

«La vida después de la muerte», dijo la niña con su voz aguda y molesta. No. Ciertamente Alexander no creía en aquello. Y desde luego no se sentía muy vivo en las últimas horas. Después de la muerte sólo había muerte. Aquella Tierra de Sombras era la prueba más palpable de aquello.

Alexander dedicó un breve vistazo despectivo a la maldita cría que parecía estar intentando reírse de él pero apartó rápidamente sus ojos, en parte porque no deseaba prestarle la más mínima atención y en parte porque esa mirada cargada de experiencia le resultaba tan molesta como incoherente en los ojos de una niña. —Furcias —pensó—. Eso es lo que son. Todas y cada una de ellas, desde su nacimiento e incluso después de muertas.

Así que con un chasquido de lengua giró hacia la derecha por dónde había visto al Rápido, dispuesto a salir de una vez de aquel lugar.

Pestañeó confuso cuando sus piernas se detuvieron y empezó a mover la cabeza para mirar hacia abajo, pero ese movimiento también se vio interrumpido por los gritos que salían de su garganta contra su voluntad. —Maldito bastardo —pensó, dedicando esas palabras a la voz que no dejaba de incordiarle—. Maldito bastardo cabrón. Tú lo hiciste antes. Eres una sucia rata.

Jadeaba por el esfuerzo por silenciarse a sí mismo cuando la voz pareció decidir que había sido suficiente. Alexander sintió cómo le temblaban las manos y miró hacia atrás por encima de su hombro. ¿Cómo podía luchar contra algo que parecía estar dentro de sí? ¿Acaso había enloquecido? Recordaba vagamente lo que el viejo había dicho, pero no si había mencionado algo así. ¿Sería esa voz uno de esos Espectros? El heredero de los Huntington estaba lleno de dudas, pero también de urgencia pues todo su sigilo acababa de desbaratarse delante de sus narices.

Tomó aire y empezó a moverse rápido. No tendría mucho tiempo antes de que llegasen los guardias. Atravesó la puerta, se acercó al hombre vivo que refulgía de esa forma tan atractiva y buscó con la mirada una salida de ese lugar que parecía un bar.

Cargando editor
18/12/2016, 13:09
Narración

El hombre está sentado en una de las bancas de la barra. Tiene un aire cansado y busca rápidamente algo en su bolsillo, ajeno a tu presencia, a tu urgencia o a lo que sucede en los túneles. Saca un cigarro alargado y sonríe para sí mismo, lo pone en su boca y lo enciende. A su lado, observas la caja que venía cargando: Varios vasos de crístal grandes están organizados allí, no te cuesta entender que son los que usará para servir cerveza a los parroquianos con deseos de disfrutar de un tradicional bar subterráneo de Edinburgo.

Detalles con más cuidado el sitio. No es particularmente amplio, pero parece discreto ante la ausencia de clientes. Las paredes rocosas tienen un aspecto liso y los varios carteles de publicidades anticuadas le dan un aire curioso, tratando de mezclar un pub tradicional con un refugio en medio de aquel cavernoso interior. Al fondo, hacia la derecha, hay dos puertas que revelan los tan necesarios baños, y las mesas están distribuidas por todo el lugar, con las sillas sobre ellas. No hay ninguna otra puerta, salvo por la que utilizaste para entrar allí, y no hay más sonido que el de la respiración del rápido. El olor a tabaco llega hasta a ti, el humo parece más oscuro, casi alquitranado, y el olor es más desagradable, menos soportable que en vida.

Escuchas ecos de murmullos o ruidos provenientes desde el pasillo. El tiempo se te acaba y tras aquel indeseable grito, es muy posible que los guardias estén aún más cerca de lo que presupuestabas.

Notas de juego

Una pequeña aclaración, el hombre que cargaba cajas es el mismo que está en el bar, cuando estabas más lejos lo viste pasar de izquierda a derecha.

Cargando editor
18/12/2016, 13:43
Sombra de Alexander

-Vamos, vamos, insultar no va a servirte- responde la voz en tu cabeza. -No hay necesidad de rebajarse a usar el lenguaje de los desposeídos. Y no, tampoco puedes librarte de mí. Verás... somos un equipo- añade con total desparpajo y un tinte de diversión en su tono que no te pasan desapercibidos.

-Y por el momento, yo soy el único que está velando por nosotros. ¿De verdad crees que te vas a poder enfrentar a lo que haya allá afuera?- añade elevando la voz. -La niña debe ser uno de esos espectros. Y si son tan peligrosos como los guardias, vas a terminar perdiendo más que la boca. Mejor tener a los tíos que nos puedan defender, ¿no estás de acuerdo? Aunque sean tan sólo innobles soldados rasos, al menos ellos están armados- continúa.

Cargando editor
14/01/2017, 04:12
Alexander de Huntington

Alexander recorrió con la mirada aquel lugar antes de decidir que allí no encontraría una salida de los túneles. La atracción que sentía hacia aquel hombre, hacia su vitalidad, habría sido decisiva en otras circunstancias. Pero el murmullo de los guardias acercándose apartó sus ojos de él y lo puso en alerta. No tenía tiempo que perder y esa estúpida voz se lo había recortado aún más.

—Ah, claro —pensó con ácido sarcasmo mientras giraba sobre sus talones para regresar al túnel—. Tú prefieres que nos cojan y nos pudramos en la celda con la puta china y su proxeneta. Bien pensado, gilipollas.

Sus pensamientos destilaban un odio espeso y oscuro hacia ese otro miembro del supuesto «equipo», pero no se lo pensó mucho. Eligió la dirección que le parecía más apropiada para salir de allí y echó a correr como alma que lleva el diablo.

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Percep+Callej sin Callej

Tirada: 3d10

Dificultad: 7+

Resultado: 10, 9, 7 (Suma: 26)

Exitos: 3

Cargando editor
16/01/2017, 18:31
Narración

Esta zona tenía el aspecto inconfundible de los bares subterráneos de Edinburgo. Buscados por turistas y locales, la red de túneles que se extendía bajo el Grass Market conectaba pequeños espacios extra de los bares en la superficie, y permitía a los parroquianos moverse de bar en bar sin estar expuestos a las inclemencias del caprichoso clima escocés. Alguna vez recordabas haber hecho el recorrido, más por obligación que por gusto, pero habías encontrado que la distribución era tan sosa y sencilla, que deducir hacia donde estaban las salidas más cercanas no debería tomarte más de unos instantes.

Así que te das media vuelta y corres en la dirección en que habías visto pasar al Rápido, hasta que encuentras a unos escasos metros unas estrechas escaleras que ascienden. Sabiéndote perseguido y con los susurros en tu espalda, subes rápidamente hasta llegar finalmente a un local en la superficie: Un pub tradicional recién abierto, con un constante olor a humo y a podredumbre, las mesas vacías y tan sólo algunos mortales vivos, sonriendo y hablando. La barra, en madera, tiene un estilo menos rústico que su contraparte subterránea y la variedad de licores es mucho más amplia. La ventana principal está mejor iluminada, aunque afuera puedes sentir los murmullos de la oscura tormenta que parece haberse tragado al cielo desde que estás de este lado.

Una mujer de aspecto anciano está parada junto a la puerta. Te toma unos segundos darte cuenta de que, al igual que tú, es un Wraith. No tiene el mismo brillo vital y su apariencia pálida y sus labios púrpuras revelan un estado de salud que no podrías atribuirle a nadie parado tan campantemente en la puerta de un bar y con un largo camisón muy poco abrigado. La mujer te observa y mueve la cabeza para saludarte, sin decir nada más, reconociendo tu presencia en aquel sitio.

Cargando editor
12/02/2017, 12:05
Alexander de Huntington

Los pies de Alexander se movían con toda la rapidez que podía imprimirles, corriendo por el túnel hasta alcanzar las escaleras que le llevarían por fin a la superficie. Se sentía atrapado allí abajo, en esa suerte de catacumbas que escondían la entrada a la necrópolis opresiva de la que escapaba. Aunque no menos opresivo era el ambiente arriba, con esa tormenta tiñendo el cielo de oscuridad. 

No se detuvo a contemplar el local cuando llegó, tan sólo buscó la puerta con la única idea en mente de huir de los guardias que sentía pisándole los talones. Pero sí se paró un breve instante al ver a la mujer que permanecía allí de pie. Dudó durante el tiempo que dura un suspiro. Le asqueaba pedir ayuda a una mujer, por muy cadáver que fuese, pero no sentía que tuviera muchas opciones en ese momento, así que se tragó su orgullo para dedicarle unas palabras.

—Señora, no les diga que me ha visto —dijo con cierta altivez antes de apretar las mandíbulas y añadir algo más en un tono que intentaba ser más amable, pero que seguía siendo apresurado—, por favor. 

No se quedó a esperar respuesta, en el mismo instante en que la última sílaba flotó en el aire, echó a correr con todas sus fuerzas. «Como alma que lleva el diablo», le pasó por la mente lo adecuado de aquella expresión en ese momento y sus labios se fruncieron con sarcasmo en la carrera.

El heredero de los Huntington aborrecía profundamente tener que escabullirse por los callejones como un vulgar delincuente, pero no era momento para la dignidad. No si no quería pasar encerrado en una celda maloliente el resto de su muerte. Su objetivo estaba claro: King George V Park. 

Cargando editor
12/02/2017, 22:26
Narración

-Por un óbolo, claro que sí- responde la mujer. Pero sólo recibe un bufido antes de que comiences a correr, de regreso a las callejuelas oprimentes de la ciudad, oscurecidas por la tormenta que ruge en el firmamento: el único cielo que Edinburgo parece experimentar día tras día. La amplia vía del Grassmarket te recibe, mientras algunos vehículos, destartalados, oxidados, rugiendo y gruñendo pasan conducidos por Rápidos. Todo de este lado siempre tiene un aire más miserable de lo que recuerdas.

Buscas un callejón cercano para dirigirte hacia el punto pactado. No puedes evitar girarte antes de entrar por las estrechas callejuelas flanqueadas por las torcidas y negruzcas edificaciones, manchadas de hollín y apestando a lodo. La mujer señala hacia donde estás mientras mira hacia el interior. Hasta allí llegaba tu escape discreto y tendrías que continuar en camino con la respiración de los guardias en la nuca... si es que respiraban.

Sin pensarlo, te embarcas, esperando poder perderlos antes de llegar a donde quieres. Escuchando en tu cabeza la voz que te atormenta, seria y digna, musitando muy dentro de tu cabeza. "Me pregunto que te cortarán esta vez cuando te alcancen por no hacerme caso". Y el chillido del viento, helado, cortante, preternatural, parece llenarte de miedos y dudas mientras te internas en las calles de este Edinburgo sombrío...

Notas de juego

Fin de la escena.