Partida Rol por web

Te recuerdo que soy un recien llegado a la ciudad imperial malamente puedo ser guia en una ciudad que no conozco. No debemos proteger a  Ochiai-sama de su extraña... "dolencia" si no tambien debemos tener cuidado con su prestigio y protegerla de los rumores que se puedan formar. Asi como tambien nos pueden afectar a nosotros pienso para mi. Creo que aparecer juntos a estas horas sería más dañino que beneficioso para ella. Digo firme

Todo eran pegas a las opciones que le ofrecía y poco a poco quedaba patente que deberíamos pasar aquí la noche por más que evitara esa idea, porque todas las opciones que buscaba se topaban de frente con la realidad más dura encarnada en la figura del Doji.
Termino por deshacer los pocos pasos que había dado por el camino y regreso hasta la entrada de la cueva cabizbaja para intentar la única manera de volver a cerrar la roca.

- No te quedes pasmado, quizás se cierre de la misma forma con la que se abrió.

Basicamente escupo las palabras como una manera de aliviar la culpa que siento por no poder regresar con Ochiai ni con Nashodori.

¿Estarán bien? ¿Será demasiado?

Los malos pensamientos nublan mi cabeza dejandome claro que no me ayudarán a pasar una noche tranquila, aunque tampoco la esperaba desde que entramos en esta maldita cueva.

Soplar no basta, asi que tras un rato, empezais a buscar alternativas, finalmente la fuerza bruta y no la maña ayudaron a colocar la piedra en su lugar.

Si bien no quedo exactamente encajada como habia estado, dudabais que algo pudiera moverle de manera rapida.

En silencio os acomodais lo mejor posible, demasiado cerca de la sonrisa para vuestros gustos. El silencio se adueño de vuestras gargantas, y nada fue dicho desde aquel momento.

La noche paso, aunque fue larga. Las imagenes de la vision se mezclavan en vuestros sueños con lo vivido durante el descenso. Habia algun mal alli abajo, y parecia que en todo el imperio, solo vosotros erais conscientes de el.

Cuando las luces de la diosa empezaron a iluminar el cielo, volvisteis de repente a la vida.
Habiais llegado a varias conclusiones.

Que habia que destruir aquellos seres. El problema era como. Como convencer a nadie de que aquello estaba alli. Despues de todo lo vivido, os parecia dificil de creer, y era cierto. Como explicarselo a alguien mas, y conseguir ayuda.

Tambien habia que intentar entender que seres eran aquellos. Y aunque doliera reconocerlo, no teniais la menor idea de que eran.

Quizas era el momento de dividir el trabajo, o de buscar una via que reuniera todas las pistas y las soluciones.

No había visto la estrellas, como si éstas hubieran decidido ocultarse de aquello que habíamos dejado tras la roca. Ni tampoco había conseguido dormir lo suficiente, preocupada porque pudieran asaltarnos en mitad de la noche o porque algún guardia decidiera bajar hasta donde nos encontrábamos sentenciando la ciudad con nuestro encierro, y la incomodidad de descansar sobre el frío suelo de la Sonrisa tampoco había ayudado a tener un sueño reparador. Pero con la luz del nuevo día nada conseguía volver a la normalidad de anteayer.

Las brumas del precipicio se levantaban ocultando su terrorífico secreto, azuzándonos para que nos levantásemos nosotros también y que peleáramos por disipar las de nuestro interior. Me incorporo y me alegro al sentir el peso de la katana en su saya, el frescor en la cara y cada bocanada de aire que entra en mis pulmones.

- Yoshi-san, es hora de cumplir con nuestro deber.

Le animo, tan directa como siempre, pero el sueño parece haberme hecho pensar y buscar más pruebas para demostrar los acontecimientos en los que nos vemos envueltos.

- Necesito que vayas al templo de Amateratsu y encuentres la piedra que tocó Ochiai-sama. Busca cualquier similitud con ésta.

Señalo la entrada de la cueva mientras me coloco el kimono correctamente con la intención de no levantar ninguna sospecha cuando salgamos de aquí.

- Yo cumpliré el mío con mi señora. Si encuentras algo y no consigues dar conmigo, cuéntale todo a Ichidori-sama.

Miro la piedra sin quedar convencido de que se haya quedado igual de sellada que antes. La noche es larga y amanezco cansado y sucio. Asiento a lo que dice la Fenix.

Lo de comparar la piedra con la del templo es buena idea. Y me dara tiempo a arreglarme adecuadamente antes de hacerlo pienso para mi pero opino que tu deberías ir antes que nada a hablar con Ichidori-sama y contarle lo que vimos, el te creera y quizá sepa como sellar la entrada que hemos abierto o que es exactamente lo que hemos visto. En cualquiera de los casos lo primero es iniciar la escalada para salir de este hoyo. Digo levantando la vista ante el largo camino que nos queda.

Caminaís con más energías de las que deberías tener después de lo sucedido y la complicada noche pasada a la intemperie.
Había que alegrarse de que aquello hubiera pasado en primavera y no en pleno invierno, sino la historia podría haber sido completamente distinta.

Cuando llegáis a las calles que empezaban a despertarse, nadie repara en vosotros. La mayoría de la gente que se mueve son sirvientes que van como hormigas de aquí para allá.

Vuestras mentes están tan afectadas como vuestros cuerpos, y más de una vez os despistáis oliendo algo de comida de aquí y allí. Parece que Rokugan y su capital son completamente inconscientes del peligro que ocupa sus entrañas.

Salís de la zona, sin que los del control de la puerta os pongan mucha intención, como el día anterior, es obvio que las medidas de seguridad son menos restrictivas que por la noche.

Había pasado un día, y sin embargo parecía que hubierais luchado a brazo partido contra el mismísimo innombrable.

Os despedís, cada uno con una idea en mente. Y os encamináis hacia lugares distintos. Afortunadamente nadie había parecido relacionaros, y eso era bueno, al menos de cara a la galería.