Quizas a unico enemigo que no pueda vencer, sea a mi mismo.
Kalep Darkness.
Como en muchas otras ocasiones en la vida de un samurái las cosas se precipitaron.
En cuestión de poco tiempo la casa de Otomo Fujimaki sama se lleno de gente.
Una reunión, que a cualquier ojo inexperto le hubiera parecido de cierta envergadura, quizás tocante de algún tema político peliagudo, o puede que una historia familiar turbia, estaba a punto de sucederse en la finca del viejo negociador.
En dos grupos, todos los presentes habían llegado. Unos preocupados por quimeras, otros por lo que se pudiera decir. Otros, quizás, simplemente estuvieran mas con la cabeza en alguna otra cosa, que en lo que se hablaba.
Hideki sama, el viejo y honorable ayudante de Otomo había preparado una reunión bajo una carpa en el patio central de la finca.
Parecía una insensatez, teniendo en cuenta la climatología que había estado teniendo la capital en las últimas horas. La lluvia era un compañero de viaje ciertamente incomodo. Y aunque hacia ya unas horas del ultimo chaparrón, el cielo aunque ya oscuro, amenazaba con susurros muy cercanos a la consciencia de cada uno, con una promesa de agua.
La carpa era lo suficientemente grande como para contener a 30 personas, aunque estaba claro que la reunión era de menor envergadura. Una pequeña mesa central, no más larga que un hombre tumbado adornaba el centro.
A su alrededor un conjunto de cojines, mostraban donde debían sentarse los invitados. En las cuatro esquinas, unos pebeteros de metal con brasas incandescentes, daban calor a pesar de la humedad y el frio reinante aquella noche.
La combinación del césped húmedo bajo todo el entarimado, así como las fogatas en las cuatro esquinas, creaban un ambiente onírico, como salido de algún sueño delirante.
Sin embargo, aquello no era lo más extraño, lo más extraño era el tema de la reunión. Al saber que Tombo san había vuelto sano y salvo, Otomo había preparado aquella reunión.
Poco a poco, fuisteis convocados a sentaros en torno a aquella mesa de madera, que ahora brillaba a la luz de las hogueras. Incluso el escorpión que a muchos os era desconocido tenía un hueco allí.
Hideki sama había hecho todo lo que estaba en su mano para hacer más agradable esa velada, y frente a vosotros había vasos y licor. Aunque ninguno había realizado aun ademan que mostrara interés por ellos.
Otomo sama ayudado por su fiel consejo y administrador, se acerco pesado hasta su lugar en la mesa. Especialmente señalizado con la más grande y bonita variedad de colores. Con un gesto de su mano pidió a los presentes que se sentaran, mientras el daba ejemplo con sus propios actos.
Una vez sentados, sus ojos, viejos, y conocedores de mas secretos de los que cabria esperar, os miraron a todos sin excepción. Buscaban algo, y transmitían algo. Aquel hombre, aunque despojado de su poder y gloria pasadas, a pesar de haber sufrido en poco tiempo la perdida de mucha de su masa corporal, la cual se había ganado a pulso durante muchos años de prospera vida, parecían tener mucho más que decir que algunos de los hombres más influyentes del imperio, y sin embargo allí obraba en silencio, el milagro de la conversación.
Para cuando hablo, todos los presentes se mostraban atentos. Olvidaron durante unos segundos sus reflexiones personales, y las motivaciones que los habían transportado a ese lugar.
Hoy, amigos, conocemos por fin el nombre de nuestro enemigo. Y debemos sentir temor.
Tras estas palabras, una fina pero constante cortina de agua empezó a caer sin consideración sobre la capital imperial. En las calles cercanas, corría libre por suelos empedrados y por callejuelas estrechas.
Sin ser una lluvia fuerte o sonora, era lo suficientemente constante para que el sonido y la vista tardaran en atravesar aunque solo fueran unos metros de ella.
Muchos de los habitantes de aquella formidable ciudad corrían a esconderse, no querían estar bajo ella, solo unos pocos disfrutaban de la llegada de esta, y en su totalidad, eran labradores del campo. Pues la lluvia, comedida en su caer, sería beneficiosa para los cultivos de aquella primavera.
Solo una mujer, miraba aquella agua con amargura, pues no podía ver mas allá de ella, incluso con sus sentidos y sus poderes, no podía ver cosas que normalmente estaban a su alcance. Hacía tiempo que había echado el ojo a sus enemigos, pero aquella noche, no podría espiarlos.
Aquella cortina de lluvia, parecía sacada de un cuento, pues es como si aquel lugar en el que os encontrabais estuviera compuesto por muros de agua.
Falta otro post.
Siempre te tomabas a pecho todas tus obligaciones, y aquel día no había sido precisamente uno en el que te hubieras quedado durmiendo en tus quehaceres.
Y sin embargo, según llegaba la noche, y esperabas pacientemente a que diera comienzo la reunión ordenada por tu señor, te habías preguntado varias veces que pretendía de ti el destino, encomendándote tareas como buscar a un joven atolondrado.
Y como siempre, la tarea había revestido cierta complejidad. Al menos no había sido complicada, pero si tediosa.
No sabías que tenía el joven que decir a tu señor, pero parecía que aquella reunión sería importante, y puede que incluso marcara tu destino de alguna manera.
Había muchas cosas que no dejabas de preguntarte.
Quien era aquel escorpión. Si bien después de conocer a Kusanagi habías decidido que aquel clan no merecía tu atención, ni si quiera eran merecedores de una muerte honorable, no podías dejar de pensar, que había sido muy oportuno, que tan solo un par de días de conocer la información del Tombo sobre un ataque a sus tierras, apareciera acompañado de un samurái de ese clan.
Y lo más peculiar era, que lo habías observado con detenimiento toda la tarde. Se movía con soltura, con cierta agilidad, que reconocías a pesar de que tu vida anterior habías estado fuera de las murallas del carpintero. Aquel hombre era un guerrero.
Igual que tu compañero, no sabía ni dar dos pasos sin exponerse de alguna manera. Ese joven que había acompañado al Tombo toda la tarde, parecía no desencajar en ninguna situación. Se había comportado correctamente, no había hablado mucho, y evidentemente estaba intrigado por los sucesos venideros, pero sin demostrar falta educación, como solía pasar con Kusanagi.
No aquel hombre era un misterio. Como lo era también que Otomo sama quisiera organizar una celebración en mitad del patio con el tiempo como estaba.
Sin embargo, tu análisis de la carpa y sus componentes te dejo mucho más tranquilo. Habías reconocido ciertas marcas mágicas. Quizás el motivo de semejante reunión en la intemperie tuviera un sentido después de todo.
Había muchas cosas que querías escuchar, y parecía que con calma, todo se pondría en su lugar. Ya os podíais sentar. Y tras solo unos minutos Otomo sama hacia lo propio. Te miro a los ojos. Era como si pudiera ver tu alma por dentro.
Sabía que tú estabas inquieto, esa sensación te había llenado de pronto. Y te hizo centrarte en lo que dijera. Y tras sus palabras, un frio recorrió tu espalda. Había empezado a llover.
¿Coincidencia?
Falta otro post. Shusss.
El viaje había sido extraño. No es que no te gustara hacer bien tu trabajo. Habías recuperado al joven Tombo de una pieza, y eso era encomiable, sobre todo con la personalidad de este, que podría hacer que lo mataran por indiscreto en cualquier lugar del mundo.
Sino por aquel joven escorpión. No era como Kusanagi, este parecía de verdad peligroso. Aunque no había dado señales de serlo. Quizás eso era lo que te preocupaba.
En cualquier caso, ya estabais en la finca de Otomo, estabais a salvo. Habías estado entrenando a su personal de seguridad. Y conocías bien el lugar, así que no había problema de que pudiera ocurrir ningún incidente.
Poco más tarde de llegar y que empezaran los preparativos para la reunión. Llegaron el resto de tus compañeros. Parecían perplejos de que hubierais llegado antes, pero no habías tenido tiempo de hablar con ellos.
Hideki te había pedido que controlaras el perímetro de la casa mientras se realizaran los preparativos, y como era parte de tu trabajo, y te resultaba más cómodo que cualquiera otra tarea no tuvo que insistir ni siquiera un poco.
Pero finalmente allí estabas sentado frente a Otomo que te miraba a los ojos. Sabias lo que quería decirte. Que no bajaras la guardia. Sin embargo en cuanto hablo un escalofrió recorrió tu espalda, y empezó a llover.
Sabias que aquel día traería cola, como lo hacía siempre una nube negra de tormenta.
Falta otro post.
Aquel día había durado ya demasiado. La tarea de hacer de niñera de un joven que sencillamente no podía cuidar de sí mismo el solo era una tontería.
Pero en cierta manera era más fácil que otras cosas que Otomo esperaba que hicieras, así que te resignaste desde primera hora.
Sin embargo aquel idiota no aparecía por ningún lado, y no dejabas de darte de bruces una y otra vez con unos compañeros de clan un poco, impertinentes.
Pero el colmo fue ver que Kuni y Akodo te dejaban atrás. Qué clase de samurái deja atrás a un compañero. Desde luego, podían decir lo que quisieran, pero a ti no se tú hubiera pasado por la cabeza.
Cuando llegasteis a la finca, era como si no os conocieran. Todos habían estado ocupados mientras se preparaba la reunión. Todos y cada uno de ellos había evitado hablar del único tema importante, que os habían dejado tirados.
Y sin embargo, a pesar de que te molestaba, no dejabas de darle vueltas a otro tema importante. Quien era aquel escorpión. No lo conocías, o tal vez sí.
La verdad era que te resultaba conocido. Puede que incluso fuera contigo a la academia Bayushi, pero no estabas seguro. Al final, solo podías acordarte de las mascaras de los demás, no del resto de su cuerpo.
Fuera como fuera, no sabías que pintaba allí, y aquello te resultaba extraño. Puede que fuera algún tipo de espía, o algo parecido.
Pero no tuviste tiempo de preparar nada para averiguarlo. Sin darte cuenta la reunión había empezado. Y Otomo estaba mirándote a los ojos. Era como si te dijera que tuvieras paciencia, que no había peligro, que el también sabía que no podía fiarse de tu compañero de clan.
Al menos esa era la sensación que se te quedo hasta que termino de hablar. Luego empezó la lluvia y te distrajiste pensando, que aquella reunión a la intemperie era de las cosas más raras que habías visto hacer a Otomo.
Falta otro post.
El día había pasado lento. La búsqueda de Tombo san había sido un poco mas tediosa delo que podía haber parecido en un principio.
Pero esas cosas no solían desanimarte. Al menos habías podido disfrutar de un par de paseos en barco.
Durante un rato, te preocupo que a tus compañeros les pudiera haber pasado algo. Pero Kuni san te había demostrado que no solía dejar que nada le distrajera. Motivo por el cual, convenciste rápidamente a Kusanagi san para volver a la finca de Otomo.
Y tal y como pensabas, allí estaban todos. Incluso un escorpión que no conocías. No quisiste preguntar quién era. Pero si Otomo pensaba recibirlo en su casa, quien eras tú para discrepar.
Si, los escorpiones podían ser traicioneros, pero no más que cualquiera con malas intenciones, hasta los rectos podían torcerse. La historia de tu familia era una muestra doliente de ese hecho.
La reunión se realizaría en el patio. Aunque extraño a ti te parecía poéticamente bien, de algún modo era apropiado. No te importaba la lluvia, eras un hombre de honor, y voluntad, y la lluvia no podía hacer daño a nadie.
Así que cuando te vistes sentado, y con Otomo sama mirándote a los ojos, supiste lo que ellos querían decirte. Que habías realizado bien tu tarea, que estabas en conexión con el mundo.
Sus palabras despertaron en tu interior miedo. Si podías sentirlo, y también sentiste como la cortina de agua empezaba a manar de las nubes. Aquel día, daba inicio algo importante. Podías sentirlo en los huesos.
Falta otro post.
La niebla de la ignorancia poco a poco se desvanecía delante de tus ojos. En un golpe de extraña suerte, ibas a poder observar a tu anterior objetivo en profundidad.
Te habían concertado una reunión con Otomo sama. Aquella era una verdadera oportunidad, y te hacía sentir completo. Pues aunque ahora lo importante era la secta de Niebla Asfixiante, estabas seguro de que aquel contacto repentino, y la información que pudieras sacar de la situación sería valiosa, y agradecida por tus superiores.
Habías pasado todo el camino de vuelta al distrito Hayasu procesando todo lo que podías.
El León, Akodo Iroshi, era un soldado. Y se notaba, parecía únicamente interesado en la seguridad de los demás, y aburrido ante cualquier otra perspectiva.
El Tombo, era justo lo que parecía. No había cambiado su actitud en ningún momento. Joven e inexperto, fácil de manipular, quizás, pero sobre todo parecía soñador y lleno de vida. Una mezcla curiosa y quizás explosiva.
El Kuni por otro lado, parecía ser el más complicado de leer. Si, era evidente que era un tipo tosco, en sus maneras, pero también era shugenja, lo que podía traducirse por un tipo más inteligente de lo que parecía. No mostraba ninguna debilidad, no había mirado ni a los jugadores de la calle, ni las posadas o casas de té de la las muchas zonas por las que pasasteis.
Era, sin duda un tipo peligroso. Calculaste, que de querer, podría partir en dos a alguien con un arma, sin mucho entrenamiento. Notabas que el también te prestaba atención. Pero no de esa manera reprobadora, solo con la lógica desconfianza.
Pero aquellas reflexiones debías de dejarlas a un lado. Incluso tu peculiar objetivo, el joven Escorpión iba a estar presente en la reunión que tendrías con Otomo, él y un Unicornio enorme parecían ser el resto del grupo que había salido en busca del Libélula.
No obstante, en cuanto se supo de vuestra llegada, comenzó una carrera frenética para preparar la reunión. Algo era claro, Otomo sama era un tipo excéntrico, había montado una reunión al aire libre cuando el clima aconsejaba lo contrario.
Pero dedujiste que tenía que haber algún motivo. Vistes como había ciertos símbolos repartidos por entre la carpa. Y la mirada de satisfacción del Cangrejo te dejo la sensación de que aquella carpa no tenía nada de vulgar, aunque no pudieras saber en qué consistía su magia, si es que la tenía.
Te preocupo que todo aquel teatro fuera en contra tuya. Pero en cuanto Otomo sama miro a tus ojos, desapareció esa sensación. No lo habías visto nunca, o al menos no tan de cerca. Lo habías espiado en la lejanía, y ahora al tenerlo cerca, podías notar que era alguien poderoso, y peligroso, a pesar de su estado de salud.
Sus ojos te devolvían la mirada. Parecía venir de vuelta de todo. Si sabía a lo que te dedicabas, o simplemente se lo imaginaba no lo sabías. Pero parecía no molestarle tu presencia allí, todo lo contrario, parecía reconocerte de algo, como si conociera algo de ti, que aun tu desconocías.
Sus palabras te dejaron perplejo, y resonaban en tu mente. El nombre de vuestro enemigo decía. Ya conocía el nombre, y sospechaba que ellos también, y sin embargo, aquella afirmación parecían contener más información que la literal.
La lluvia rompió a caer a tu alrededor, y de alguna forma extraña te resulto conveniente, era como una cortina que ocultaba todo cuanto pasaba bajo aquella carpa. Si hubieras sido un asesino, quizás hubiera sido fácil deshacerte de aquella gente, sin que los guardias de fuera te vieran u oyeran. Y te diste cuenta de que la reunión no podía ser más privada, aunque estuviera a la vista de todo el que pasara por fuera.
Falta otro post.
La situación era tensa. Que iba a suceder. El tiempo, fiel compañero del dramatismo dejo sonar a lo lejos un trueno, rompiendo levemente vuestra concentración. Los ojos directos de Otomo sama viajaron finalmente hasta vuestro aliado del norte.
Este se tenso, se irguió, como si fuera posible erguirse mas de lo que estaba, el aire asomo a su boca y pronuncio las siguientes palabras.
Nuestro enemigo es muy peligroso. Mucho ha costado conseguir una sola palabra en contra suya. Pues los pocos que creen saber algo de ellos se sienten intimidados. Debemos de actuar con precaución. Dicen que una bruja guía sus pasos. Y tengo claro por mi propia experiencia cual es su objetivo. Destruir al los clanes menores, y al clan de la Mantis, por haber usurpado un hueco entre los grandes clanes.
No hay ningún clan mayor que quiera decir nada a favor de ellos, pero creo que puede haber espías o agentes que promocionan a este grupo. Son gente peligrosa y con recursos.
Hoy he averiguado algunas cosas de importancia. Pero creo que nuestro amigo Bayushi Haru san puede exponerlas mejor que yo.
Su voz, normalmente joven y traviesa, y su actitud desenfadada, habia cambiado a un tono mucho mas maduro, aunque seguia siendo patente, de que no era un cambio natural, sino la conclusion de una concentracion plena en el momento en el que estaba.
Así que el silencio volvió al lugar, solo interrumpido por el constante caer del agua a vuestro alrededor. Otomo pareció satisfecho del curso de la conversación, era difícil saber si el ya conocía estos detalles, aunque no se había reunido con Tombo san, o bien era una verdadera sorpresa para él. Pero antes de que nadie dijera nada más, continúo con la conversación.
Tengo muchos amigos en muchos lugares, y coinciden en que este grupo es una fuerza poderosa. Muchas acciones han sido silenciadas rápidamente cuando alguien intentaba investigar alguna de sus acciones.
Por fortuna tengo una red de buenos aliados, gente con la que podemos contar en caso de necesidad, ya sea para buscar información como para buscar una espada con la que luchar.
No obstante tendremos que observar con cuidado todo lo que tenemos a nuestro alrededor.
¿Y bien, Bayushi san, que información podéis compartir con nosotros?
A darle fuego, postad!
EDITADO: Por algun extraño misterio, este post esta listo desde el dia 7, y aun no se veia. y es que aparecia como solo para el director. no lo entiendo. Bueno, pues ahi teneis. Siento la espera.
El Escorpión guardó silencio durante un rato, mientras observaba detenidamente la cortina de lluvia que caía a su alrededor. Casi parecía que quisiera atravesarla con su mirada, intentando dar con algo que se mantenía en las sombras. Si las palabras del Tonbo lo habían sorprendido, su máscara hacía imposible notarlo.
El silencio se prolongó quizás demasiado, casi hasta volverse tenso. Finalmente el sujeto habló, aunque cuando lo hizo giró su rostro para dirigirse a quien presidía la reunión.
- No es mucho lo que puedo decir. – comentó con una voz susurrante y ambigua, cargada de oscuros presagios, muy típica de los miembros de su Clan. De todos modos, había un tinte de franqueza en ella, como una seguridad o un orgullo mal disimulados que tenía muy poco de Escorpión.
- Tal parece que somos varios los interesados en este grupo. Y como hemos dado con las mismas pistas, debo pensar que es quizás porque son los únicos cabos sueltos que han dejado.
- La información que manejamos es que este grupo… al que preferiría no mencionar… - comentó inclinándose ante el anfitrión, casi a modo de disculpa - … cuenta con dos bases completamente operativas en esta misma ciudad. Dado que han llegado tan lejos, infiltrando incluso la propia Otosan Uchi, es probable que existan otras muchas regadas a todo lo largo del Imperio.
- Desgraciadamente, nada sabemos de ellas. Solo tenemos algunos informes que hablan de movimientos sospechosos en el Distrito Jinjiko, aunque también estos deben ser corroborados. Me disponía a investigar estos descubrimientos cuando las Fortunas os pusieron en mi camino. – concluyó con un cierto dejo de orgullo en su tono.
Sentado en posición Seiza, escuchando a Otomo sama, espero entender todo lo que nos dice, pero mi mente me juega malas pasadas, -No entiendo por qué no nos avisaron de que tenian a Tombo san,esto es cosa de Kuni san - pienso mientras lo miro con ojos de rabia, de repente Otomo san ofrece la palabra a Bayushi y giro la cabeza hacia el escorpión que allí sentado estaba.
Miro a la nada con una expresión vacía en mi rostro, escuchando cada palabra e intentando analizar las consecuencias futuras de lo que se desvela, aunque las fortunas siempre se guardan alguna sorpresa con la que jugar con nosotros. Siento, en el fondo de mi corazón, como si hubiera fallado en mis obligaciones, de echo creo que así es Aunque sé que todo no está perdido, la empresa en la que me centro es difícil y quien sabe si imposible para alguien como yo, a caballo entre lo que soy y lo que debería haber sido.
Tras todo lo que hemos pasado y con una meta aparentemente clara en el horizonte, me siento perdido, pero no puedo dejar de lado mis obligaciones, aunque algunas requieran dejar de lado otras. Quisiera hablar con franqueza y pedirle a Otomo Sama que me deje continuar con la búsqueda de una cura, ya que todos los pasos que hemos dado hacia ese camino han sido infructíferos y mal parecía no remitir. Me sentía frustrado y desconcertado.
Por otro lado estaba el nuevo compañero de viaje, no lo había visto nunca antes de nuestro repentino encuentro del puerto, y aún así hablaba con conocimiento de causa, con muchos más datos de los que pudiéramos contar nosotros, y por supuesto muchos más datos que los que disponía nuestro otro escorpión. -Si me permite, está claro que nuestro destino, si queremos encontrar a este grupo, está en el Distrito Jinjiko, pero tendremos que determinar cuales son nuestras prioridades- digo mirando a Otomo Sama con la esperanza de que se percate de mi interés con seguir con la búsqueda de un tratamiento eficaz.
-Pues no se able mas, vayamos al distrito Jinjiko.-
Digo seguro de mi mismo y quizas por no saber muy bien la gravedad del asunto todavia, pero nunca habia visto a Otomo sama tan preocupado, ni si quiera por su estado de salud, por otra parte queria seguir buscando la cura de nuestro señor, ese hombre que nos contrato e hizo que nos sintieramos importantes.
Nuestro señor sabia que los enemigos eran mas importante que su propia salud y nos lo hizo saber en la reunion.Yo sabia, bueno, todos sabiamos que esta mision no era como las otras, esta era peligrosa de verdad y quizas alguno no regrese, solo queda rezar a los kamis.
El viejo diplomatico parecia meditar cada palabra que se habia dicho. Era consciente de cada connotacion, como lo habia sido cuando manejaba conflictos entre familias o entre clanes. Recuerdos de una epoca hacia tiempo ya estinguida.
Cualquier en su lugar habria optado por retirarse a un monasterio. Pero él no, sabia que el mundo lo necesitaria en algun momento. Y puede que fuera este.
Se sintio orgulloso de su ojo, habia elegido bien a sus jovenes samurais. Ya no podia brindarles los mismos tratos faciles de hacia muchos años, pero aun asi, no estaba muerto y sabia que todos y cada uno de ellos llegarian lejos.
Sin embargo, tenian que hacer las cosas con cuidado. No podian precipitarse sobre las redes de sus enemigos, ahora que sabian que estaban durmiendo cerca de ellos.
No, no tenemos que ir a ningun lugar. Me temo que ahora necesitabamos el trabajo de verdaderos espias. Un samuria preguntando en un distrito es un blanco facil. Y si se han acomodado ahi, es que tienen contactos en todas partes. Seria como ponerse una diana en al cabeza.
Tendremos que dispersarnos, ocuparnos durante una temporada de nuestras cosas. Cada palabra de las dichas aqui a encendido una vela sobre nosotros. Debemos dar la impresion de no estar demiaso interesados.
Nuestros enemigos son gente peligrosa. Ademas, es mas importante localizar el otro lugar desde el que operan. Si hemos averiguado uno de los dos, es porque quieren que esa informacion sea encontrada. Y deberiamos de preocuparnos mas del otro. Del que no sabemos donde y cuando podria atacarnos.
Otomo cerro los ojos unos momentos. Parecia concentrado. Estaba tomando decisiones complicadas. Decisiones que podrian poner no solo su vida en peligro, sino la de mucha otra gente. Tenia que ser cauto.
Aunque quizas alguno de sus subordinados tendria no solo el valor para enfrentarse a lo que se les ponia por delante, sino a tener alguna idea de como enfrentarse a sus enemigos.
Vamos que esto se acaba!. Si nadie quiere saber nada sobre el tema, se quedaran dudas en el tintero.
Cada una de las palabras dichas se ha ido depositando lentamente sobre mi consciencia, como los copos de nieve de la estación que se aproxima.
Todo este proceso de conocimiento acerca de un enemigo que deja mostrar alguna de sus cartas, me recuerda lecciones que me daba mi abuelo acerca de los campos de batalla. Ser un bushi significaba dejar de lado maquinaciones políticas, juegos de palabras, susurros tras las shoji. Sin embargo, la consciencia y la astucia se afilaban como flechas y eso daba ventaja en algunas ocasiones.
Tengo un mal presentimiento.
Recordando las lecciones de mi abuelo, "aveces, cuando quieres esconder algo has de hacerlo a la vista de todo el mundo". Ese susurro mostraba que mi inconsciente sabía que faltaba algo en todo lo que se ha dicho, y mi consciencia no podía verlo. Si alguien se dio cuenta de lo que dije no me importó.
La incomodidad de lo que sentía se hacía palpable en mi forma de estar sentado, pequeños tics hacían que el samurai que era, pareciese más un caballo nervioso. Sin pensarlo cojo el vaso de shencha que tenía delante y me levanto lentamente, como si no lo pretendiera... dos metros quince de samurai nervioso miran la copa que tiene en su mano, como si no hubiese nadie. Romper la etiqueta no me importa tanto como intentar poner palabras a lo que siento. Algo que arraigado en mi ser es normal, el silencio, está siendo aplastado por la imperiosa necesidad de decir lo que mi subconsciente sabe.
Que se sabe de "ellos",puede que no sea tan importante, según lo que ha dicho Otomo Sama -Empiezo a decir inconscientemente, más para mi mismo, que para los presentes-. De donde viene esa información puede ser más útil que la información misma. Si "ellos" quieren que sepamos algo, tal vez tengamos que buscar donde no se sabe nada. Hacer encargos de aquí para allá a lo largo de Otosan Uchi prestando atención de lo que se dice o hace, puede llevar demasiado tiempo. Si buscas un caballo perdido, buscas donde no hay caballos. Si buscas un caballo que se esconde, has de buscar entre otros caballos. Puede que estén incluso entre los propios mantis.
Pasados unos segundos, y aparentemente más relajado, tomo consciencia de como me encuentro, con una copa de te frío en la mano, de pié frente a una mesa ocupada por mis compañeros de la casa de Otomo sama. Ser consciente de esa ruptura de la etiqueta hace que me se incline más de lo normal en dirección de Otomo Fujimaki sama y me vuelva a sentar.
Lo siento. -El tono seco y directo de mi forma de hablar vuelve a ser patente, vuelvo de entre los sueños, y haber hablado tanto me avergüenza. Gracias a las fortunas que siempre llevo puesta mi máscara blanca.
Momento espuma de un Moto ;D
El joven Tombo daba vueltas a sus ojos mientras las palabras de unos y otros viajaban rapidas por la mesa. La energia del León al indicar sus ganas de perseguir al enemigo, incluso cuando era poco mas que humo entre espejos era encomiable.
Las palabras sabias de Otomo sama, sobre mantenernos en marcha pero a otro nivel. Incluso aquel extraño samurai, escondido bajo una mascara incluso mas ferrea que la del escorpion, le decia que aquellos hombres eran los indicados para la mision que su familia habia depositado en el.
De hecho, las utimas palabras del Unicornio tenian que ser tenidas en cuenta. Tenian que meditarse, pues aunque pareciera una verdadera incongruencia, quizas por eso, podrian ser facilmente posibles.
Me enciende el alma ver que la causa de los Libelula esta tan anclada en vuestros propios corazones. Se que yo solo jamas podria lidiar contra este grupo de enemigos. Se que no soy el mas fuerte o fiero guerrero de este imperio, se que no tengo aliados de peso entre los grandes clanes, y que no he conseguido audiencia siquiera en el palacio imperial. Pero me siento afortunado de haber encontrado hombres de valor que puedan seguir mi causa.
El joven Tombo realizo una pequeña reverencia destinada a valorara a cada uno de los presentes, ante sus ojos, todos hmbres importantes para su destino.
Sin saber bien lo que hacer y como si mi mente la ocupase una espesa niebla que no me permite ver con claridad mis pensamientos,de repente lo empiezo a ver más claro he intento dar mi opinión a todo lo que está pasando. Miro hacia Otomo:
-Otomo sama,- leve reverencia - con el debido respeto a mis compañeros, debo discrepar con Moto san, mi trabajo es su seguridad, y vuestra vida es más importante que la mia propia, sé que como escorpión puede que no sea el mejor, pero intento que mi trabajo se haga bien, por eso creo que si hay tanto peligro, lo mejor será dejar a alguien de nosotros a cargo de su seguridad. También es verdad que si hay alguna amenaza ahí afuera, lo mejor es erradicarla, pero si no sabemos a lo que nos enfrentamos, mejor es estar preparados y caer intencionadamente en su trampa, así "podremos ver, en un camino de tinieblas" y saber así cual es nuestro enemigo.
-termino con una reverencia bastante mas alargada.
Luego de su intervención, el Escorpión había vuelto a guardar silencio, permaneciendo tan sereno e inmutable como durante toda la velada. No parecía tener intenciones de intervenir en la discusión, como si su mera presencia se limitara a atestiguar lo que allí ocurría. Una ominosa y enigmática figura, puramente decorativa, cuyo único propósito era recordarles a todos la omnipresente presencia de la Mano Oculta del Emperador.
Sus ojos había estudiado con detenimiento a cada uno de los presentes, hasta que finalmente se habían posado en el anciano anfitrión. Poco más parecía importarle a aquel sujeto que las palabras y los gestos de quien los había convocado.
Solo una vez apartó su mirada del enigmático Otomo, y únicamente volvió a depositarse en él cuando el imponente Moto hubo recuperado su posición. Durante un largo rato rondaron en su mente las palabras del Unicornio. Parecía haber sabiduría en ellas, pero al Bayushi le costaría todavía un tiempo confirmar que no eran meras patrañas.
- No es fácil encontrar a los que llevan años sin ser vistos.- dijo de repente, con su habitual tono sosegado pero firme. – Y mucho menos para aquellos que no pueden distinguir a un reconocido herbalista de un simple y viejo truhán.
- Con el debido respeto, Otomo-sama… - dijo inclinándose nuevamente a modo de disculpas. – Habéis reunido mucho Coraje y Valor en esta reunión. Pero nos enfrentamos a una fuerza terrible, que supera ampliamente nuestras voluntades. Ya hubo otros, mucho más poderosos que nosotros, que intentaron oponerse a este Enemigo. Y todos fallaron.
- ¿Qué armas tenemos nosotros para enfrentarnos a este mal? Solo nuestra determinación… y quizás nuestra insignificancia.
Mucho y nada se había dicho en aquella reunión. El tiempo, que golpea incesante sin hacer oídos a las mudas suplicas de los que vivían en el imperio seguía su curso.
Las voces se fueron callando, pues cada presente en la reunión sabia que el tema con el que trataban era complejo, y no existía una respuesta fácil para atacar de frente a un grupo que podría comprometer la vida de muchos ciudadanos del imperio.
Los clanes menores, aunque poco poderosos políticamente hablando, eran la sal de la vida en muchos lugares, y gracias a sus cuidados y sus esfuerzos, muchas zonas de Rokugan podían ser habitadas.
El Bushido decía que había que ser uno con los demás, proteger a los débiles, porque esa es la obligación de un samurái. Y allí había buenos samuráis.
Creo que poco más podemos decir al respecto. Habrá que meditar cada paso con cuidado.
A un gesto casi imperceptible de Otomo sama, Hideki aparecía a través de la cortina de agua, con un pequeño toldo portátil. El señor de aquel lugar, se levanto, hizo una breve y escueta reverencia, prueba de su educación y se marcho. Se había acabado la reunion.
Poco a poco cada uno de los asistentes se marcho, el agua no ceso en bastante tiempo, así que cada cual acabo empapado antes de llegar a su lugar de descanso.
Todos erais conscientes que habías participado en algo importante. Era como un pacto silencioso de luchar contra aquel mal sin forma ni cara en cualquier lugar y en cualquier momento.
La noche paso lenta, pues el sueño era difícil de conciliar. La tormenta parecía cobrarse cada segundo de vigilia a través de los relámpagos y los truenos.
Muchos recordabais el enfrentamiento contra la líder de aquella secta. Si solo hubierais sabido más en aquel momento. Si pudierais haber acabado con ella.
Sin embargo todo llega, incluso el preciado descanso, y más tarde o más temprano, el sueño os invadió. Y la paz se hizo eco en vuestra mente.
Fin de la partida.