Partida Rol por web

Te das cuenta que ahora varios de tus secuaces tienen que compartir montura. No te habías dado cuenta que había alguno más, y ya no queda nada de la ceniza. Son alguno más. Los "tragoncillos" van revoloteando alegremente entre las patas de los rinohauts. Incluso en el paseo, alguno es pateado.

La verdad, quedan bastante planitos.

Pero tras un rato, se re-inflan, y corren a reunirse con todos los demás.

Conforme avanzábamos, caí en la cuenta de que empezábamos a ser más, eso o que alguno de los rinohauts había muerto, y no me refería a los devoradores que ahora pululaban a nuestro alrededor, sino a otros desangradores. Lamentablemente, si no encontrábamos oponentes a los que enfrentarnos, nuestros números no servirían de nada, por lo que lo único que podía hacer era continuar al sur bordeando el mar, en espera de encontrar alguna otra población que destruir.

Además intuía que debía existir alguna en las proximidades, pues dudaba que muchos elfos adoraran al Príncipe del Caos tan abiertamente. Y si lo hacían, debían ser castigados por ello.

A lo lejos, en la distancia, unas velas se pueden otear, allá en el horizonte. Y no son las velas de típicas elfas. Más bien son una mezcolanza parcheada de barcos humanos. No son barcos imperiales, aunque igual fueron construidos allí tiempo atrás.

Sabes que muchos seguidores del Señor de la Inmundicia, se han tirado al mar (Son los que más, aunque no los únicos. El resto de cultos procura evitarlo) y son piratas por estas zonas, aunque también realizan incursiones más al sur, pero no suelen llegar a lustria ni al los desiertos del sur.

El resto de seguidores del caos que "toca" la mar, o son en pequeños botes, barquitos minúsculos o artilugios improvisados, pero no barcos.

Observaba el horizonte continuamente, esperando encontrar la próxima población de elfos en cualquier momento. Aún así, de vez en cuando desviaba la mirada al mar esperando encontrar algún navío que terminara delatando la presencia de un puerto cercano. Hasta que Khorne pareció complacer mis ansias de combate con la aparición de varias velas en el horizonte. Pero no eran élficas, sino humanas. El "problema" radicaba en que no podía haber humanos normales tan al norte, no en estos mares, no sin contar con las bendiciones de alguno de los dioses del Caos. Ese detalle me hizo reflexionar y, mientras encabezaba la comitiva hacia el lugar donde habían aparecido, daba vueltas a cual de los cuatro podían rendir devoción. Dudaba que Khorne decidiera enviarme un ejército para probar tan pronto; me extrañaba que el Gran Conspirador se atreviera a venir en mi contra en este mundo; esperaba que fueran servidores del Príncipe del Caos, refuerzos tardíos con los que no mostraría piedad; pero lo más probable es que fueran suplicantes del Señor de las Moscas.

La deducción no me desgradó, pues al menos éstos no me privarían de un combate. El mayor problema era que preferían postergar los enfrentamientos el máximo posible, dejando que el rival se debilitara con su mera presencia. Y quizás siendo tantos, podían contar con algún que otro demonio entre sus filas que podría complicar su masacre y advertir nuestra presencia antes de alcanzarlos.

El sol empieza a despuntar, y te das cuenta que el mar cede paso a una península y los barcos ponen proa hacia allí. Incluso te das cuenta que fondean a cierta distancia, y parece un pueblo elfo donde se encaminan. Estarán como a unos 4 ó 6 kilómetros, y a este paso aún tardarás como media hora en llegar.

Que interesante, al parecer íbamos directos a una batalla de la que los patéticos elfos no serían capaces de huir. Quizás hasta pudiera permitir salir vivos a los sirvientes de Nurgle sólo por ese detalle, o al menos recomponer sus filas mientras despachábamos cualquier superviviente y que así los dioses del caos pudieran poner a prueba a sus sirvientes. Pero eso sería más tarde. 

Primero debíamos alcanzar el poblado y, de no darnos prisa, quizás llegásemos al final de la confrontación. Sin embargo, contaba con que los sirvientes del padre de la descomposición actuaran lentamente, dándonos el tiempo suficiente para llegar y cazar a los elfos entre dos frentes. La masacre resultante seguro que sería muy divertida.

Quedan como menos de 10 minutos para llegar, y está claro que los del barco ya han terminado de masacrar a los elfitos. Además, por si fuera poco, algunas casas yacen ardiendo. Están saqueando lo que pueden, y parece que tienen algunos prisioneros que han embarcado con su sutil sistema de "empujar y patear".

Hay una gran casa, en un montículo de tierra. Además, parece que algunos seguidores de la descomposición están aporreando la puerta, para tirarla a bajo. Eso te recuerda al del pueblito anterior donde se ocultaron en la casa comunal, atrincherados. Además, e edificio es tan similar, que aunque no quisieras, ... ha de ser lo mismo.

La misma historia de antes, pero en esta ocasión daríamos un pequeño rodeo. En vez de ir directos a por ellos, empezaríamos por sus reservas mientras ellos daban cuenta de los acuartelados, así les pillaríamos por la retaguardia.

- Les dividiremos, atacaremos a los que regresan los barcos, luego continuaremos hacia los de la casa - le explico a los capaces de entender las órdenes - Dejad que las devoradores les persigan, eso los mantendrá entretenidos. Ahora... a por ellos.

Concluyo echando mano a la espada y dirigiendo el ataque según mis deseos. Estaba por ver cuántos putrefactos nos llevaríamos con nosotros antes de que su líder apareciera antes nosotros.

Mientras das el rodeo las voces dan la alarma.

Parece que os tenían controlados, y cuando desaparecisteis de su vista, escaparon. Cuando llegas al "Edificio Comunal" el barco ha zarpado. Lo más interesante es que no han sido capaces de prender esta construcción. Todo arde menos esa "casita". Las puertas siguen cerradas y no tienes nada claro lo que hay dentro, pero presientes vida. Sentidos trémulos como el miedo, y además, de más de un cuerpo. Estimas 7, pero pueden ser menos ... o tal vez más, si algunos son chiquillos.

Con frustración ves alejarse las velas. Todo huele a corrupción y putrefacción. - Han dejado huella esos cabrones.

Tus tropas, con extremo sigilo han rodeado el edificio. Las bolitas de dientes te siguen, formando una cuña, con el "favorito" en el vértice. El que más cerca está de ti. Te siguen ... como lo harían a un ídolo o héroe. ¿O están enamorados? Te dan ganas de patear alguno.

No estaba contento. Creía que los seguidores de Nurgle se quedarían a luchar, pero ni con esas.

Otros que escapan sin presentar batalla.

Pienso para mis adentros conforme centro mi atención en el edificio en el que nuevamente se habían guarnecido. Aún me quedaban dos explosivos para reventar las puertas y varios rinohauts para sacrificar, pero comenzaba a aburrirme de terminar sólo con los restos.

Probablemente estarían pensando en salir cuando usé otro de los explosivos para reventar la entrada y ponerme justo en medio. Quería que fuera lo primero que vieran y dependiendo de quién se encontrara en el interior, actuaría en consecuencia.

Las puertas parecen resistir tus envites explosivos. Pero han quedado muy maltrechas, con espacios por los que desde el interior se puede ver fuera. Dentro es más difícil por la cantidad nula de luz que en esa estancia hay.

Te avisan que unas velas de navío de exploración de los Elfos Oscuros se acerca. Sus velas están totalmente desplegadas. Cuando te giras, vez que "roza" las olas de una manera muy ... especial. - O la nave es mágica .... o el timonel es muy diestro.

Además notas una presencia de poder en él un tanto extraña. Un poder primigenio, antiguo y básico. Como si fuera un Alto Elfo en lugar de un Elfo Oscuro.

Tras las explosiones, observo por las aberturas de la puerta deseando encontrar un mago en su interior. Sabía que eso habría sido demasiada suerte y, tal y como íbamos, no esperaba que Khorne nos premiara de esa forma cuando ni siquiera nos había permitido luchar.

- Condenados seguidores del Príncipe del Placer, salid de ahí y plantadme batalla.

Les gruño molesto antes de volverme a por uno de los rinohaut y montar en el. Lo usaría como ariete contra la maltrecha puerta. Ni siquiera dudé cuando me avisaron de la cercanía de un navío aproximándose.

- Piraxia, dirígelos y tomad posiciones. Si desembarcan, destrozad a todos menos al alto elfo. Ese es mío.

Luego hago correr a la bestia contra la puerta. Acabaría con ellos.

Pues nada, rolea. La estampas y la terminas de destrozar haciéndola astillas.

Dentro hay dos Sacerdotisas del Templo de Khaine, dos mujeres más dedicadas a sus labores y una Gran Sacerdotisa, también del Templo, que te hace frente. Esta casi totalmente desnuda, y empuña dos pequeñas espadas, repletas de múltiples puntas discordantes. Además, le cuelgan unas pocas cadenitas, de varios sitios del cuerpo, con algunos pequeños garfios puntiagudos, anzuelos enormes y otras cosas metálicas cortantes, punzantes y de aspecto harto dolorosas.

La bestia carga contra la deteriorada puerta y la termina de hacer añicos, permitiéndome llegar al interior del edificio y descubrir sorprendido que se trata de una especie de templo. No dedicado a Slaanesh como había supuesto, sino a otro dios, aquel que parece un único aspecto de mi amo y señor, lo cual me resulta aún más sorprendente si cabe al considerar que había evitado el combate con los seguidores de Nurgle. Sólo había una posibilidad, que guardaban algo.

- Dádmelo.

Exigí tras desmontar y lanzarme contra la estúpida que osaba hacerme frente.

Tu ataque es imparable y no llega a herirá a la luchadora, que ha prado todos tus ataques, pero realmente la has tirado de espaldas, y por la mueca de dolor que muestra, no ha sido agradable. Tu peso es un ventaja, pero su habilida de combate con ambas espaditas es tremenda.

Te has dado cuenta de una cosa al atacarla. Tiene los ojos de un color un tanto extraño. Es como latón o bronce.

Sorprendentemente la elfa consiguió evitar que acabara con su vida con mi primer ataque, aunque acabó con sus huesos en el suelo, pero no quedaba ahí las sorpresas que guardaba, y es que estaba seguro de haber visto un detalle precioso en sus ojos. Ésta no era otra seguidora de Slaanesh.

- Levanta, ningún fiel a Khorne muere de rodillas - le ordeno cruzando las espadas a mis pies - o puedes entregármelo y a cambio te dejaré servirme en este mundo.

Había sido una sorpresa encontrarme a una elfa así, pero estaba muy lejos de ser alguien merecedor de la atención de mi amo, o siquiera alguno de sus oficiales.

Te habías dado cuenta que su habilidad era similar a la tuya, pero el combatir con dos armas le daba una ligera ventaja, y además, aunque fueras infinitamente más fuerte, y ella de menos peso, al ser más rápida, te ponía en un compromiso.

- Error habitual demonio. Soy una Devota, y creo que sabes cual es la única forma de convencer a una seguidora de Dios de la Mano ensangrentada.

En sus diferentes planos, uno del Panteón Élfico, el otro del Del Caos, pero ambos promulgaban detalles muy parecidos, excepto en la pureza, que el dios elfo exigía pureza y sangre. El tuyo Cabezas y corrupción. Por el resto eran muy similares.