Partida Rol por web

Anochece por segunda ves para esta caravana en algun punto del paisaje a mitad de absolutamente la nada.

Los musicos. Como es la costumbre, arman carpas para todos, cazan la cena, cocinan la cena. Un gran fuego queda prendido en medio del campamento de la caravana. El Anfitrion se encierra en su carpa con los "musicos" escoltando la carpa que al pedido de ver al Anfitrion diran "duerme". Os quedais junto al fuego comiendo y mirandoos las caras con la poco alborarada nueva dama que no se presento, Bufon que toma solo sopa con un poco de fiebre y con la poco agradable compañia de Sebastien, que mejor perderle que encontrarle. Los demas ya os conoceis. Gracias al fuego, no sentis el frio de la noche.

Miriam miró con gesto reprobatorio al bufón. Comer sin bendecir los alimentos no era lo correcto. Así que extendió las manos, con las palmas hacia arriba, ofreciéndolas a quienes se sentaban a su lado, esperó unos breves segundos y recitó una pequeña oración:

—Te agradecemos Señor, por todo lo que das: la comida que comemos, las vidas que vivimos, y a nuestros seres queridos que moran tan lejos. Por favor, envía nuestras bendiciones y ayúdanos a todos a vivir nuestros días con corazones agradecidos. Amén

Luego comió tranquilamente, despacio, saboreando cada bocado que daba. Los sirvientes del 'anfitrión' se habían esmerado, y así se lo hizo saber. Cuando el viaje acabase, echaría de menos estos suculentos platos.

Josef se sentía algo incomodo por la cantidad de presencias esta nueva noche. ¿Será que me están empezando aparecer rasgos de ermitaño?. Tras terminar de ver como la Anciana, bendecía la comida, ante la flama de la noche solo veía como los demás comían, algo que lo hacía sentir solitario. *Suspirar*. Ya cuando vio que casi todos iban por la mitad de su comida, decidió comer para no sentir más pena. *Probar*. No tengo quejas ante está pollo. *Saborear*. La textura, el sabor, el color, está bastante bueno. Josef no se percataba, pero no era que la comida estuviera desabrida o de muy buen sabor, es solo que sin darse cuenta, actuó como si antes hubiera comido pollo, lo cuál jamás había hecho. Ah, desearía tener algo de arroz para acompañar.

La Anciana Bilberg se percató como si hubiera leído la mente del caballero, y le paso un cuenco de arroz. Gracias, se lo agradezco. Después de atiborrarse toda su parte, sin actuar como una persona puerca y sin modales. solo dejo los cubiertos junto a los platos, y junto a el calor, espero a que alguna de las personas rompiera el hielo del silenció.

Sebastien no se puso exquisito con la comida. Agarraba la comida que le ofrecían como si tuviese que darse prisa antes de que se arrepintieran de ofrecérsela y también compartía parte con Saul. Una vez tenía la comida en su haber, la devoraba con afán y sin miramientos. Desgarraba la carne con las manos tirando en direcciones opuestas y no utilizaba el tenedor en momento alguno. No así el cuchillo, que sí lo utilizó, aunque no fuera para lo que estaba pensado aquel instrumento sino para utilizar la punta afilada del mismo como mondadientes y quitarse restos de comida de los mismos.

En suma, los demás pudieron pensar que hasta Saul parecía tener mejores formas a la hora de alimentarse que Sebastien. Precisamente, Sebastien pareció querer firmar aquel pensamiento cuando aspiró fuerte por la nariz y, haciendo un gargajo en la garganta lo escupió al suelo a un lado del camino.

Ciertamente no tenía modales, pero era algo común entre los campesinos de aquellos días, por lo que era probable que no fuese por desprecio a los buenos modos, sino por puro desconocimiento de los mismos.

Vive Dios que ha sido una gran cena - Dijo satisfecho demostrando que pocas veces había tenido tanta comida a su alcance como en aquella ocasión. Se giró entonces hacia Miriam -. Y discúlpeme si la ofendo nombrando al creador, buena señora, pero creo que me lo he ganado a pulso pues, o mucho me equivoco, o esta noche estaré muy cerca de reunirme con él intentando hacer la digestión de este guiso.

Una desagradable risotada que no despertaba simpatía ninguna rubricó el comentario.

 La noche cayó más pronto de lo esperaba y el curtido cazador hizo lo suyo al momento de conseguir algo de buena comida para la caravana, su verdadera motivación no era el alimentar a todos esos desconocidos más bien lo era el mantener a salvo a su esposa a quien no dejaba sola ni un sólo instante a menos que la situación así se lo demandase. Cuando volvió dejó los pocos conejos que había conseguido apartando un par, se encaminó entonces para reencontrarse con su amada pelirroja y sin decir una sola palabra se apresuró a tomar sitio tan cerca del fuego como fuese posible.

 Con marcada paciencia y ante la mirada de todos los ahí presentes quitó las pieles de las dos piezas que había apartado y cuidadosamente las empaló los cadáveres para colocarlas al fuego, mirando las llamas agradeció en silencio y enseguida posó sus ojos sobre la anciana. Era bueno agradecer los alimentos así asintió levemente con la cabeza ante su gesto.

 - Hora de comer mi señora - le dijo a su pelirroja acercándole uno de los conejos que para entonces ya estaría bien cocido, además de eso permitió que ella tomase primero cualquier alimento que los demás le ofrecían y posteriormente sería el quien comería - Ha sido una larga jordana... - dijo con tono algo seco, estaba claro que se esforzaba por iniciar una conversación aunque no estaba acostumbrado a ello.

 Miró entonces a Sebastian, su aspecto y modales dejaban mucho que desear pero quedaba claro que no parecía un sujeto tan malo como su aspecto. - Es bueno saber que somos más, la seguridad se encuentra en el número, aunque nuestro Anfitrión parece tener prisa por irse a dormir pronto... - volvió a pronunciar con su voz profunda sin importar cuántos le escuchasen antes de seguir comiendo acariciando de vez en vez el cabello de su esposa

Lavar la ropa en el rio, ayudar a cocinar y servir es algo que hizo en el dia , acomodo los viveres y acabo los debers para cuando todos se sentaron a cenar ,"Gracias a dios " , dijo cuando la anciana bendijo los alimentos , comenzo a comer en silencio mientras observaba meticulosamente a los presentes, en especial a los nuevos miembros de la caravana , sonrio dulcemente cuando su esposo le ofrecio conejo y manjares de el anfitrion  "Gracias por dar tu valiosa vida para que nosotros sigamos con vida " , le servia vino a su esposo dejandolo hacer y decir , se acomodaba cerca de el para mantener el calor 

-Que la comida sea de provecho y nutricion para nuestros cuerpos -contestaba a su esposo sonriendo muy timidamente -si ha sido un largo dia-luego guardo silencio, no debia hablar con otros sin la autorizacion de su marido, asi que se limitaba a mirar la conversa, limpiaba con su  pañuelo la barba de su esposo de la comida -¿Puedo ofrecer un remedio para la digestion  a quien lo nesesite? - le decia a su esposo pidiendo autorizacion para hablar .

No le cabia duda que estaria segura al lado de su esposo , aun asi sabia cuidarse muy bien ella sola , estaba agradecida que su esposo estuviera de relativo buen humor, tanto como para animarse a hacer conversa, sonreia con la mirada abajo mientras me centraba en los alimentos . 

 Comía con cierta gracia, al menos comparado con el recién llegado William hace gala de muchos más modales además los cuidados de su esposa le mantenían limpio y complacido así que continuó comiendo su conejo mascando incluso los huesos más pequeños para asegurarse que de aprovechar la escasa carne antes de continuar con el arroz y el pollo. Miró a la pelirroja y entonces la tomó en brazos para sentarla en sus piernas cobijándola con esa pesada capa de pieles que él mismo había confeccionado rudimentariamente, hacía frío aquella noche y no quería que ella lo padeciera.

 Por supuesto que puedes querida - le respondió con tono profundo asintiendo además con la cabeza, aquel permiso no sólo se refería a la pregunta directa de Sharit si no también para que pudiese conversar con alguien más si así lo quería, no veía a nadie que pudiese representar un peligro y ahora que estaba en su regazo nadie se atrevería a coquetear de más con ella.

 - Las noches serán más frías a partir de ahora, quizá mi señora, quien recién se ha unido a esta tortuosa travesía podría ayudarnos en la confección de algunos abrigos. Incluso el puerco sufrirá frío... -  concluyó con una leve sonrisa tomando un buen trago de vino.

No te preocupes por este puerco, Willy. Saul me dará calor.

Respondió amistoso sin que apenas se notase que no sabía que puerco era un sinónimo de cerdo y no algo que le llamaban a menudo pero no sabía que significaba.

Elyzabeth había estado ausente durante todo el día. No se había acercado en ningún momento a ningún otro viajante, ni siquiera se había presentado. Tomó el cuenco de comida y esbozó una tímida sonrisa. Analizaba uno por uno a sus compañeros de viaje, y le gustaba lo que veía:

- Siento mi mala educación, lo cierto es que no estoy muy acostumbrada a conocer gente nueva, vengo de un pueblo en el que todos nos conocíamos...- se le nota la tristeza en el rostro al hablar de su pueblo.- Mi nombre es Elyzabeth, y me dirijo a Castronegro a abrir mi propia botica. Mis padres han fallecido recientemente, tras un ataque a mi antigua aldea de unos bárbaros invasores. Me he criado en una granja y me gusta mucho cazar, así que en eso puedo ser de ayuda por el camino. También me encanta la herboristería, así que puedo recolectar algunas hiervas y preparar una gran variedad de pócimas y bebidas, además de medicinas.- levantó la cabeza, que mantenía agachada mientras hablaba, y ofreció una tierna sonrisa a todos.- Podéis llamarme Ely.

Al escuchar la historia de Ely, Miriam se santiguó y rezó para sí misma una oración por las almas de sus vecinos y familiares fallecidos.

—Lamento lo que te ha ocurrido, joven, pues es triste para quienes quedamos aquí. Pero alégrate por sus almas, pues Dios las guardará en el Reino de los Cielos y castigará a los pecadores enviándolos con Belzeebu y Kasbeel—le mostró una sonrisa sincera, mientras intentaba animarla con su sermón.

—A mí me podéis llamar Miriam—continuó— voy a Castronegro a enseñar las palabras de nuestro Señor. No puedo confesaros, pues eso es algo que cada uno hacemos mediante la oración, pero sí puedo escucharos para que aliviéis vuestro espíritu siempre que lo necesitéis.

Una ligera mirada sorprendida , y luego una muy ligera risa , solo era William siendo William, marcando territorio y siendo sobreprotector, se acomodaba con el bajo la capa sentada en las piernas de su esposo , dejo que la abrazara , oyendo con detenimiento a los presentes, un grupo sin duda variopinto.

-Mi esposo se llama Wiilam y es cazador, y mi nombre es Sharit, venimos de muy lejos , buscando una vida mejor ,iba a ofrecer mis servicios pero por su aspecto deduzco que es alguien mas capaz señorita Elizabeth, si requiere ayuda haganlo saber y acudire con gusto -mencionaba con voz dulce -lo mismo para cualquiera de este lugar que lo requiera -luego se giraba hacia la anciana-muchas gracias por su ofrecimiento, es bueno que la sabiduria de sus años pueda ser beneficiosa para todos, Dios la ha mandado por una razon, y le estoy muy gradecida por eso, rezare esta noche para que todos lleguemos con bien y para que Dios nuestro señor en su sagrada misericordia le guarde muchos años , si mi amado esposo esta de acuerdo , compartiremos la caza con usted tambien.

Daba otro trago a su bebida clavando la mirada en la de su esposo esperando una respuesta 

 Soltó una sonora risotada al escuchar la frase de Sebastien levantando su copa en señal de aprobación. Enseguida volvió a quedarse serio, absorto en las caricias de su esposa y la calidez de su cuerpo sobre sus piernas, escuchó a la mujer recién llegada que había permanecido en silencio hasta entonces, levantó ligeramente una ceja.

 - Bienvenida mi señora, lamento mucho lo que le ha ocurrido. Es bueno saber que tenemos otra herborista con nosotros aunque debo decir que no he conocido a nadie mejor que mi esposa en semejante labor. Con respecto a la cacería, lo he hecho desde que tengo uso de razón pero nunca está de más algo de ayuda extra para recuperar las presas...-

  Terminó su copa y su alimento, solicitando que llenasen de nuevo su copa, miró entonces a su esposa sonriendo, sin dejar de hacerle mimos asintió con la cabeza, quizá sería por culpa del vino pero se sentía bastante alegre y permisivo aquella noche.

 - Tan amable como siempre querida, por supuesto que podemos compartir la cacería y también las llamas de la hoguera. Estamos destinados a caminar juntos por un largo tramo a Castronegro -

Bienvenida señorita Elyzabeth, mi nombre es Josef. Le diría mi nombre completo, pero ya creo que sería, muy grosero de mi parte hacerle perder, el tiempo, con su situación actual. Pudiera parecerle, algo impertinente de mí parte, pero si quiere estar segura, solo soliciteme que la escolte y me encargaré del resto. Con las palabras puestas en la mesa, Josef, agradeció el hecho de no haber arruinado nada. *Suspirar*. Que duro es ser yo. Josef, solo se limito a quedarse callado, esperando por si alguien solicitaba, o decía algo.