Partida Rol por web

A las 04:00 am reanuda el viaje la caravana. El Anfitrion es bastante estricto con el horario de viaje. Pero a las doce del mediodia ya llegan al primer pueblo donde se suman nuevos viajantes (Sebastien, Ely y Prudencia) (Michaelkis Bufon pnj).

Poco tiempo tarda el Anfitrion en encontrar a los nuevos viajantes, se incorporan al grupo. Son todos mutuamente presentados. El Anfitrion les da oro a todos y cada uno por sus servicios, escoltar la caravana, por cualquier cosa que necesiten y mas si le piden. Y mientras tanto, paran una o dos horas en el pueblo para reabastecerse.

Michaelkis Bufon, que tiene una severa fiebre pide el amparo de vuestro magnanimo Anfitrion y este se la consedio. Michaelkis sube a la caravana viaje a Castronegro gustoso y reposa en un catre improvisado....

 Consideraba algo tedioso el recorrido de la caravana, tortuoso por tener que soportar el paso de los más lentos pero consideraba que viajar en grupo siempre representaba una ventaja que superaba cualquier contratiempo, los peligros del camino siempre eran menos cuantas más personas se unieran al grupo. 

 William no era un tipo que le gustase el trato con las personas, dadas las circunstancias se le consideraba más bien un ermitaño, limitándose a hacer su deber por el bien común y devolviendo uno que otro saludo o conversación siempre por mera cortesía. Realmente prefería mantenerse cerca de su amada su esposa a quien no le quitaba un ojo en encima en todo momento para asegurarse que su bien más preciado se mantuviese a salvo hasta llegar a su destino.

- Mi señora, ¿Cómo están nuestras reservas?, el pueblo no parece muy grande pero seguro que podemos encontrar todo lo necesario, además me gustaría ver a un herrero para que se encargue de mi hacha.- la miró a los ojos esperando su respuesta.

¿Más gente?. Eso era lo que Josef tenía en mente, pero no era que exactamente le desagradará la compañía, solo que... Era bastante susceptible a enamorarse. Pero estaba claro, que tenía que seguir su código de caballero. Solo cumpliré con mi deber. Tan solo la caravana se detiene, Josef se percatá de que estuvo tanto tiempo pensando, que ni siquiera vio quienes eran los nuevos acompañantes.

Solamente se baja y se dirige a una posada donde paga tres monedas por una botella de Champan, y un recambió de mango para su espada. Y mientras hace el cambió cita las palabras de la Orden. *Cambiar mango*. La fuerza, puede ser vista hasta en la forma más pequeña, nuestra labor es simple, aprender a ser fuertes, por el bien de los débiles. *Afilar con Pedernal*. Encarnaré la fuerza, el odio y la ira misma por el bien de lo que considero justo. *Dejar la espada en la mesa*. Pero sin olvidar mis humildes orígenes. *Enfundar espada*. Con esas últimas palabras se retirá de la posada, donde las personas que comían en las mesas, lo miraban , unos con burla y otros con respeto.

Dirigiéndose a una sitio del pueblo, compra tres piedras preciosas, con el oro que había obtenido de sus viajes anteriores. ( Aquamarine, Esmeralda y Onix). Pero antes de irse, el joyero del pequeño pueblo le regalá un zafiro que le explica, sacaron del Permafrost junto a los restos de un caballero de la orden que había perecido a manos de unos soldados de un reino vecino, cayo en batalla y sus restos por razones desconocidas terminaron junto a un acantilado cerca del pueblo. Josef se dirigió rápidamente al punto donde los lugareños le indicaron, y en unos cuarenta minutos, bajo el cuerpo y lo enterró, en las cercanías del río más próximo, para finalizar clavando la espada del caballero caído en tierra. La misteriosa Orden de los Cosacos Escarlatas, son una Orden Errante, que consideran que su vida y su forma se representa en la piedras preciosas, que son donde sus almas quedarán al morir. O al menos eso es lo que creen, y eso también lo creo yo. *Levantar la mirada al cielo*. Por eso es que los inquisidores, nos persiguen, por no ser cristianos, más eso no afecta nuestra tolerancia a las ideas y religiones.

Regresa caminando al pueblo, se había gastado todo su dinero, a lo que solo vuelve a la caravana, para ver quienes son los nuevos, y comprobar el estado de la Anciana (Bilberg). Pero ya sobraba tiempo para ello.

Al llegar al pueblo, a Miriam no le importó que Josef la dejase sola. Allí debía estar a salvo, o al menos tanto como estaría en Castronegro. Tras ofrecer una bendición, se despidió del resto de viajeros y dio un paseó por las inmediaciones del lugar.

Durante la caminata meditó sobre su misión. Había estado en muchos otros lugares, con más o menos éxito en su tarea evangelizadora, pero no se recordaba tan inquieta. Zanjó esa idea asegurándose de que era por la excéntrica hospitalidad de su 'anfitrión', y su cuaderno de notas.

Al volver, hizo una breve parada en la posada, donde comió un poco y aprovechó para escribir una misiva. Se acercó a unas caballerizas, donde pagó para que llegara a su destino, y regresó al carromato.

Tendría que esperar un rato todavia a los demás, pero había hecho todo lo que requería de aquel lugar y no quería hacer esperar a nadie.

Quizás volvería para predicar en este pueblo, o la Madre Superiora enviaría a otra hermana. Pero eso sería en un futuro lejano.

Antes de concilar el sueño miraba a su marido preguntandose tantas cosas, extendia su mano para acariciarle el cabello mientras este dormia, finalmente se acurruco en el pecho de el y cayo rendida.

No tenia buenas expectativas de el viaje , tenia miedo, pero quiza solo estaba exagerando, las ventajas de estar casada eran que nadie la  notaria, a nadie le importaria su prescencia, salvo a su marido

Aquella mañana desperto y preparo el desayuno para ella y su marido, guardo las cosas meticulosamente despues de eso, y cuando se reunio con los de mas integrantes de la caravana les extendio un amable saludo 

-Buen dia a todos, espero hayan descansado, con el favor de dios hoy sera un buen dia -dijo antes de retirarse del brazo de su marido-Algunas provisiones mi señor y mas hierbas por si acaso, aparesuremonos a hacer las diligencias para no retrasar al resto-sonreia a el solamente , centrando su atencion en el, y deslizando su delicada mano hasta la de su marido entrelazandola , esperando que la guiase el, caminando a su lado con juna dulce sonrisa 

Prudencia con gracia y elegancia se presentó ante la caravana hasta su caminar era cuidadoso, tomando su vestido para que no arrastrara en la tierra - Un honor unirme a su viaje - bajando la mirada hace una reverencia a todos sus nuevos compañeros - Traigo conmigo prendas para el frío que yo misma tejo, será un honor compartir con ustedes, después de todo estás noches están siendo muy frías. - levanta la mirada para sonreír con amabilidad - un gusto conocerlos

El olor anunció la llegada de Sebastien a la caravana antes de su propia aparición. Era un olor desagradable a vida rural en estado puro e hizo a los más sensibles arrugar el gesto.

Cuando finalmente pudieron ver a la pareja que pretendía unirse a la comitiva, todo cobró sentido. Bueno... todo no. No podía comprenderse el sentido de que al Anfitrión se le ocurriese aceptarles en la caravana.

La pareja estaba formada por un hombre y un cerdo. Casi el segundo tenía más pelo sobre la cabeza que el primero, pero lo compensaba con una poblada barba. Al verlos más de cerca, se pudo apreciar que, contra todo pronóstico, el mal olor emanaba del hombre y no del animal. En realidad, el cerdo estaba limpio a conciencia y no presentaba ni siquiera manchas de barro. Todo lo contrario que el hombre.

Espero que tengan un marvilloso día vuesas mercedes. Gracias por permitir que Saul y yo nos unamos a la comitiva. - Expuso señalando al cerdo.

Le bautizamos así por las sagradas escrituras, claro. ¿O acaso se les ocurre un nombre más apropiado que el del primer monarca?

Indicó antes de estallar en una risotada aún más desagradable que su aspecto.

A mi pueden llamarme Sebastien.

Hizo una mal ejecutada reverencia y miró con lascivia a las mujeres de la caravana al levantarse. Sonrió mostrando unos dientes sucios y mellados y se repasó los labios mugrientos con su lengua. La mugre estaba tan pegada a la piel, que la lengua no pudo con ella.

Me alegra ver que viajaremos en buena compañía.