El dia cuarto la calma sorprende. Nadie muere. Y son silenciadas las premonicioned del Anfitrion de que alguien mas moriria.
La caravana avanza hasta el atardecer y el Anfitrion pregunta si quieren votar a alguien. Evidentemente no hay buenas razones para hacerlo. Y este no los obligara. No son barbaros, ¿O si?
En el camino encuentran un pequeño arroyo y deciden parar para abastecerse de agua.
El agua siempre sienta bien. Josef es el primero en bajarse de la caravana, y metiendo la mano en un saco que carga, sale entre el agarre de sus manos una cantimplora. Esta hecha de cuero y madera barnizada, pero tiene toques minúsculos para filtrar las impurezas. Dejando desprotegida su retaguardia, con confianza hunde la cantimplora en el arroyo. Para nuestra suerte, hoy hace buen tiempo, es agradable. El Caballero, quería dejar atrás toda, la sensación de desconfianza, y intranquilidad, pero sin descuidar, el hecho, de que algo, que no sabía que era, los seguía. ¿Será que William, habrá ignorado mi pregunta?. Fue lo último que pensó el caballero.
Miriam estuvo muy callada durante la travesía, siempre con gesto pensante. Claramente, lo ocurrido debía ocupar sus pensamientos. Sus rezos matutinos fueron dirigidos hacia el pobre bufón, y apenas comió unos pocos bocados.
Al detenerse, bajó del carro con la ayuda de Josef. Luego anduvo por la zona, siempre cerca del campamento, hasta que encendieron fuego y se acercó.
Un nuevo amanecer despuntaba en el horizonte bañando con los rayos del sol la caravana que se había detenido a descansar como cada noche aunque ahora los sueños de todos no eran tan plácidos como antes dadas las circunstancias de la noche anterior. William procuraba evitar el sueño profundo a toda costa pues la seguridad de su esposa estaba antes que su propio bienestar, de vez en vez le acariciaba la mejilla mientras esta reposaba para hacerle saber que estaba protegida.
Finalmente el sol lo iluminaba ya todo y no había rastros de una nueva victima a lo que suspiró alegrado, despertó a su mujer con beso en la frente - Buenos días querida, otro día nos aguarda - se arregló y salió de la casa de acampada que había servido de refugio desde que se habían aventurado a semejante viaje - Iré a llenar las cantimploras de viaje querida volveré en unos minutos, encárgate del desayuno - pronunció con voz profunda y enseguida cargó en hombros todos los cuencos vacíos.
Una vez en el rio se encontró con Harbin - Bien día - carraspeó para no asustarle - Se bien que haz estado vigilando anoche y agradezco tu esfuerzo, parece que hemos dejado esa cosa atrás - comenzó a llenar sus cantimploras - Y no, no he visto nada extraño...por ahora...Esperemos que aquello que dijo nuestro Anfitrión sea sólo una mala broma - Concluyó sin expresión en el rostro para volver sobre sus pasos una vez que su trabajo estuviese hecho, no quería dejar a su esposa a solas por mucho.
Josef le respondé mirando al reflejo del agua. No es nada, pero no me da confianza este hecho. Volteó a mirar directamente a William. A pesar de esa suerte, me gustaría que alguien más relevará la guardia. Devolviendo la mirada al arroyo, ve como un pez ronda por la parte menos profunda del agua. No te has puesto a pensar, que podría ser más de una cosa. *Voltea de reojo a la caravana*. Eso es lo que me mantuvo alerta hasta hoy. Como si fuera un niño, Josef pasa su mano por el agua, asustando al pez. Entonces propongo relevar la guardia, cada día un hombre distinto, pero me parece que, Sebastien y yo seamos los únicos que lo fuéramos a hacer, lo haría complicado. Josef procuró desde el inicio, hasta el final de su monólogo ser prudente.
Terminó de llenar sus cantimploras con calma, incluso tomó un poco de agua del arrollo con ambas manos para poder limpiar su rostro completamente, después de eso sacudió levemente la cabeza y miró a Harbin - Comprendo lo que dice mi señor. La seguridad del grupo podría estar en manos de quienes hagan vigilancia cada noche y sin embargo no hay nada más importante para mi que mi esposa. ¿Quién podría asegurarme su bienestar las noches que la guardia se encuentre a mi cargo?... - Secó sus manos en la gruesa capa que colgaba de sus hombros y tomó su carga para regresar a la caravana
- Perdonará usted, pero los años me han enseñado a ser desconfiado y ella es todo lo que me queda en esta vida. Si algo llegase a sucederle en mi ausencia no podría perdonármelo - carraspeó de nuevo, removió los hombros - Sin embargo hay algo que si puedo ofrecerle y son mis servicios como rastreador, incluso podría tratar de poner trampas, esa cosa no puede ser más lista que todos nosotros... -
Llevaba un par de dias sin sentirse bien del todo, pero el viaje tenia que continuar, tal vez las emociones estaba haciendo efecto en su cuerpo, cada vez se sentia mas cansada, afortunadamente su esposo tenia a bien cuidarla, y ella le daba lo mismo de vuelta , aquella noche habia dormido de lo mejor e los brazos de su esposo, aunque le habia sentido acariciandola en la noche
-Buenos dias mi señor -asentia ante la peticion de su esposo- preparare algo sustancioso , que dios guie su camino y le traiga de regreso conmigo sano y salvo -dicho eso, se disponia a preparara el desayuno y a limpiar lo que hacia falta, guardando todo meticulosamente en su lugar
Los dias eran cada vez mas pesados, comenzaba a sentirse cansada, y las mañanas le daban nauseas, dudaba si debia contarle a alguien sus malestares, especialmente a su esposo, no queria que se preocupara, la comida sabia diferente y sus "Sentidos" comenzaban a agudizarse, y a decir verdad no confiaba en esa otra herborista, desde que ella aparecio las muertes comenzaron, pero no debia juzgar o Dios la castigaria , tal vez era su castigo por aquella noche , en la que cometio pecado, mancillando los sagrados votos con William
Post solo para ti
Parece que todo fue una falsa alarma. Todos hemos comido ajos (menos Elyzabeth, ¿sigue usted con nosotros?), así que eso, sumado a que hoy todo ha amanecido tranquilo, es prueba suficiente de que los atacantes no formaban parte del grupo.
Se gira hacia su cerdo buscando apoyo.
¿Verdad Saul?
Es difícil de asegurar, pero cualquier observador atento podría jurar que vio poner los ojos en blanco al cerdo.
Prudencia no se hizo esperar para sacar un pedazo de tela y meterlo al agua para comenzar a limpiar su cara y cuerpo en general, evitando incomodar a los hombres presentes.
- Si Sebastien, sigo aquí, y comeré ajo si eso te tranquiliza...- Ely se echó un diente de ajo a la boca, con cara de asco.- ¿Contento? Es cierto que he estado un poco ausente, no lo voy a negar, pero no consigo sacar de mi mente la escena de mi cabaña ardiendo, con mis padres dentro. Pero bueno, prometo intentar estar un poco más activa.
Tras una breve pausa para beber de aquel arroyo, se dirigió a Sharit:
- Querida, quizás una vez lleguemos a Castronegro, podríamos trabajar juntas. Creo que mis ahorros alcanzan para montar la botica, y para pagarte algo por tus servicios, no mucho, pero espero que según avance el negocio algo más... ¿qué me dices?
A veces imaginó como si Elyzabeth, se escapará de ves en cuando, pero son solo maquinaciones mías. Debería intentar dormir esta noche. Josef suspirá como si se sacará un peso de la espalda, ante la situación actual, solo podría solicitar la ayuda del relevo a Sebastien, por lo que se acerca a dicha persona. Sebastien, tu harás relevo de mi hoy, por favor, creo que la única manera de llegar a salvo a nuestro destino es turnándonos. Sin esperar la opinión de Sebastien o la de su cerdo, solo se va a recostar en un árbol. Disfrutemos algo de paz, mientras hay.