Partida Rol por web

Cuando despertó y antes de escuchar los gritos, Jamel no podía creer lo que había visto en sueños. Pero en ocasiones, los maestres decían que los sueños, o no se hacían realidad, o eran un presagio de un acontecimiento futuro mostrado mediante una imagen retorcida, bizarra, una imagen que no tenía nada que ver. Entonces los gritos de los aldeanos lo sacan de sus pensamientos.

Se levanta rápidamente, presta atención como los bandidos corren de un lado a otro. Agarra fuerte su espada.

-¡¡Todo el mundo en pie!! ¡¡Hay bandidos atacando la aldea!! ¡¡En pie!! ¡¡En pie!! ¡¡Vamos!! 

Fue moviéndose de uno a otro despertándolos mientras gritaba. 

Habían varios jinetes que portaban antorchas y pasaban por el pueblo a gran velocidad, quemando todo a su alrededor si esto estaba hecho de paja, por lo que el fuego se propagaba de forma rápida.

Los hombres del pueblo escapaban para refugiar a sus familias, ya que fueron pillados en medio del comienzo de la rutina y los trabajos matutinos. Los niños eran masacrados, al igual que las mujeres, sin piedad alguna. Algunos tomaban palos y horquillas para intentar defenderse, pero la diferencia era muy notoria.

Preparas a tus hombres y estos asienten rápidamente. Ni siquiera lo piensan ya que ellos también han sido víctimas constantes del saqueo y los bandidos, así que tienen experiencia y están totalmente identificados con lo acontecido. Se te unen los hombres del pueblo que son un total de 15 masculinos aún con vida, y 3 mujeres muy valientes que deciden meterse en el jaleo.

Los bandidos te identifican como un caballero dado tu armadura y el hecho de que estás manejando a todos los demás, y se agrupan para dar un ataque en conjunto.

Estos eran 10 bandidos, y tus fuerzas actualmente son de 10 hombres tuyos, Olympia, y 18 de este pueblo, total 30 incluyéndote.

Dado que les superabamos en número, a pesar de la inexperiencia de muchos de ellos, Jamel decidió dividir a su grupo en dos para rodear a los bandidos. Ordenó atacar sin remordimientos. Jamel encabezaba una de las ofensivas, Olympia la otra, por el otro lado, rodeándolos.

Los bandidos intentan defenderse de las tropas de Jamel, ciertamente son menor cantidad pero tienen mayor experiencia y mejor equipamiento para este desafío.

El encuentro fue muy duro y sobrevivieron solo 9 soldados de los tuyos. En algunas oportunidades te expusiste de manera muy clara a ser asesinado, pero siempre prevaleciste gracias a tu entrenamiento. Habías inspirado fuertemente la moral de los tuyos, y fuiste un héroe aquel día.

Olympia estaba ejecutando a un bandido tirado en el suelo, y se acercó lentamente a Jamel. Su rostro estaba cubierto de sangre, y se le veía satisfecha tras la victoria.

Y luego me dices que necesitas entrenamiento, ¿no?

Esta gente te debe la vida. Seguramente todos te seguirán ahora si hablas con ellos. Es el momento ideal para hacerlo.

Jamel miró a su alrededor, había vencido, aunque ¿a que precio?. Cuando Olympia se acercó le dedicó unas palabras seguida de una sugerencia.

-Aun así debo entrenar, podría haber evitado más bajas. Y si... es el momento, vamos a ello.

Terrel se acercó a la gente, a los supervivientes de la guerrilla y a aquellos pueblerinos asustados. Alzó las manos con gesto de calma y sonrió afablemente.

-Hemos podido ahuyentar a los bandidos, de hecho hemos acabado con casi todos... aunque a un precio muy alto. Prometo que eso no volverá a pasar. Pero necesito vuestra ayuda para levantar las tierras de Weibmark, prometo daros todo lo que necesitéis, un trabajo digno, una vivienda digna. Sin embargo... no puedo callarme y ocultar que Pulkria nos atacó... y estamos en guerra. Necesito vuestra ayuda gente de Harmrik.

Cuando la batalla había finalizado todos los hombres se juntaron y se rindieron tirándose al suelo. Exhaustos, estos por fin se otorgaron el lujo de respirar un poco y disfrutar de la victoria que recién habían terminado de conseguir.

Estos escucharon a su líder, Jamel, quien los había guiado con sensatez y astucia durante el encuentro. Y uno de los hombres terminó levantándose, y todos le admiraron con gran respeto y cautela. Era evidente que esa persona debía ser alguien muy importante dentro del pueblo, y su aspecto era, sin dudas, el de un sujeto muy fuerte y entrenado.

Este se demostraba frente a ti y alzaba su voz. Se veía sumamente confiado y seguro.

Mi lord, usted ha de ser Jamel Terrel. Puedo suponerlo tras haber dicho que era el señor de Weibmark, ya que aún no se ha presentado formalmente.

Todos aquí le deben su gratitud, mi lord. Ha salvado la vida de todos los presentes aquí, pero estoy seguro de que entenderá que tras este saqueo, se ha sufrido muchas bajas y perdidas en las cosechas del mes.

No podemos estar otorgándoles tantos hombres como sería posible en otra circunstancia, si esto no hubiera ocurrido. Sin embargo, puedo unirme personalmente a vuestra hueste y encargarme de que el reclutamiento en los siguientes pueblos sea altamente efectivo.

Mi nombre es Sir Henry, caballero banderizo de Lord Katarn. Llevo los últimos tres años recorriendo todos los pueblos del reino, para entrenar al máximo posible todas las aldeas y dejarlas en su mejor estado posible frente a ataques de bandidos o enemigos.

Con mi presencia reconocida en todo sitio, estoy seguro de que todos se unirán a vuestra causa. Puedo solo ofrecerle esto, y a lo sumo unos 10 hombres que podrían viajar con nosotros ahora.

¿Qué me dice?

Jamel se cruzó de brazos mientras escuchaba al hombre que se hacía llamar Henry. Recordó que Terrel no se había presentado formalmente, lo que había llevado a este a una pequeña mueca de descuido. Estaba molesto consigo mismo por fallar en algo así. Lo atribuyó a la lucha inminente que tuvo esa mañana, aunque cosas así podían pasar siempre. Debía mejorar en ese aspecto.

Lo comprendo perfectamente, y acepto su ayuda para el reclutamiento, y también esos diez hombres de los que hablaba antes. Así pues, prepáranse para partir lo antes posible, aunque... ayudemos un poco a esta buena gente a adecentar el pueblo tras el ataque.

Perfecto entonces, nos preparemos cuanto antes.

Este asintió cuando Jamel dijo que quería ayudar a la gente del pueblo, previo a retirarse de este, y en cierta forma se sintió muy complacido por ello.

Así, todos ayudaron para restaurar un poco las casas destruidas y apagar también los incendios provocados, y tras haber finalizado todas las tareas, marcharon al siguiente pueblo.

Muy bien, tomaremos camino ahora al pueblo de Wumzberg, tierras de Lord Harald. Veremos cuantos podremos reclutar allí. Por ahora llevamos 19 hombres.

Estos emprendían camino hacia el siguiente pueblo, y aprovecharon todos los descansos del viaje para comenzar a entrenar. Sir Herny era un entusiasta y excelente luchador, y enseñaba con grandes técnicas y paciencia a todos los campesinos.

Podría decirse que en muy poco tiempo, sería capaz de formar soldados muy buen modo para luchar en batallas grandes.

Al cabo de un día y medio llegaron al pueblo, y vieron que había un especie de festival, o bien una pequeña fiesta, donde había banquetes y algunos juglares. Evidentemente algo estaban festejando.

Muy bien, mi lord. Puede hablar con los habitantes del pueblo, o si desea, dejarme a mí hablar con ellos.

Como sea, habría que aprovechar al máximo que se hallan de buen humor. Puede sernos de utilidad.

Tras unos breves instantes, y antes de que pudieras tomar una decisión al respecto, te llegó un mensajero a caballo que estaba muy agitado y aliviado de haberte encontrado.

Este te informó sobre un grupo de barcos avistado sobre el río de Roland y que iban en dirección al sur. Las malas lenguas creen que podría ser un acto de guerra, y que esos barcos se dirigen a la capital del reino.