Partida Rol por web

A Nikómedes el extrañó ver a la mano del rey allí, y le avergonzó un poco no haberse dado cuenta de su presencia con anterioridad, por lo que saludándolo como correspondía a un hombre de su posición, se apresuró a decirle:

- Bienvenido Algedrian, me sorprende veros por aquí, vayamos a una zona más privada si así lo deseáis, estoy seguro de que serán asuntos importantes ...

Por suerte los asuntos que mencionó no eran demasiado privados, y Algedrian era el hombre de mayor confianza del rey, por lo que la información revelada no sería usada en su contra; pero tendría que tener más cuidado la próxima vez, puede que su siguiente invitado no fuera un "amigo".

Este tomó con cierta confianza a Nikomedes de su hombro, y accedió para dirigirse a un sitio más privado. Estos salieron de la habitación de su padre, y Nikomedes guió al mismo por un pasillo corto hacia una sala, y de esta, a una puerta que daba a un pequeño balcón.

Era una de las localizaciones preferidas de Nikomedes, puesto que podía observar con atención si alguien entraba a la habitación como para espiarles, y obviamente desde el único balcón que había en esa cara del castillo, nadie podría escucharles desde algún sitio exterior.

Allí, Algedrian comenzó a sincerar sus intenciones.

Como dije, estoy contento de que hayan logrado salir vivo de aquella guerra. El mariscal fue bastante astuto en enviarlos a Varion y a ti para auxiliar a Harald.

Estoy intrigado por un asunto en particular, ¿es verdad que Harald capturó a un conde de Pulkria?

Al escuchar la pregunta de Algedrian, Nikómedes se extrañó de sobremanera, "¿ésta era la pregunta tan importante que tenía que hacerme? ¿ha recorrido una distancia tan larga sólo para ésto? Sólo se me ocurre una persona que estaría tan interesado en el tema, y esa sería el traidor ..." dijo pensando para sí. No obstante aquello eran solo meras sospechas, pero habían sido suficientes para alertar en parte al señor de Elísea; por lo que saliendo del balcón y ofreciéndole un asiento a su invitado sin darle mucha opción a rechazarlo, y tomando él otro algo más alejado, para tomar cierta distancia entre ambos, le dijo:

- Sí, creo que capturó a un noble enemigo, pero no nos dijo quien era. De todas formas, yo me retiré rápidamente a descansar, para partir lo antes posible hacia mis tierras, y a la mañana siguiente ya se habían marchado casi todos, no sé mucho más sobre el tema - dijo a modo de media verdad, sin que su interlocutor pudiera dudar de él, y continuó diciendo - No obstante, antes de partir recibí un aviso de uno de los hijos Lord Harald para que me reuniera con su padre en la capital cuando acabara mis asuntos aquí, y lo haré en cuanto pueda, así que si queréis más respuestas podéis acompañarme cuando parta hacia Kennemer - dijo de forma cortés.

Nikómedes actúo tratando con naturalidad a Algedrian en todo momento, pero tras sus sospechas no iba a desvelar nada, y en cuestión de engaños tenía algo de experiencia. Además, la respuesta a su última petición sería bastante clarificadora, y para intentar saber más sobre la mano del rey añadió:

- Pero decidme una cosa más mi señor, ¿habéis hecho este viaje sólo para esto? La distancia entre Kennemer y mi ciudad no es sencilla que digamos y con un simple correo os podría haber avisado de lo que sé, ¿es realmente tan importante el asunto del noble enemigo? - dijo simulando perfectamente que no sabía nada - Además, si sabéis que Lord Harald es quien tiene al prisionero, ¿por qué no habéis ido a verle a él? - ante esto último si se mostró extrañado, pero poniendo una expresión cómo indicando que no sabía de qué iba todo aquello.

No, es una casualidad realmente que yo esté aquí, Nikomedes – dijo esto y echo a reirá unos instantes – el rey me ha enviado para hacer otro viaje de negocios diplomáticos en el reino de Lumen, más que nada para asegurarnos que ellos no se agiten demasiado con nuestra situación actual de guerra y que todos los tratados continúen con absoluta normalidad.

Paré en el camino aquí para saludar a tu padre y… - dijo esto ya de forma más incómoda – no es que quiera ser descortés, pero teniendo en cuenta el estado de tu padre, uno no sabe realmente cuando tiempo podría quedarle. No quiero perder tiempo que podría pasar con él, ¿sabes?

En efecto, Crasso y Algedrian tenían una relación muy larga y fuerte. Se conocieron hace casi unos 30 años atrás, y desde ese momento siempre tuvieron una amistad muy buena.

Eran varias veces los casos que Algedrian se le podía ver dentro de la ciudad de Elisea, haciendo compañía a su viejo amigo; siempre cuando no tuviera asuntos pendientes a resolver.

Ya veo, no sé qué asuntos tendrá que resolver en la capital, teniendo en cuenta que estuvo allí hace una semana – se encogió de hombros con cierta incredulidad – pero de mi parte, tengo mi viaje pendiente a Lumen para resolver estos asuntos diplomáticos.

Algún día quizás te lleve conmigo. Teniendo en cuenta tu posición allí, haría que los negocios resulten más fructíferos para nosotros  - esbozó una sonrisa -.

En fin, quería saber lo del noble pulkriano para ver si era verdad que esos perros han logrado atravesar las fronteras con ejércitos. Si ese es el caso, habrá que tener mucho cuidado porque podrían estar escondidos en cualquier sitio.

El lumeno respiró un poco más tranquilo al conocer la explicación, en apariencia sincera, de la mano del rey. Dudar de él no había sido justo, pero en los tiempos que corren y tras lo visto por Nikómedes en los últimos días, cualquier precaución era poca; además, podría haber empezado a explicarse por ahí. No obstante, para agradecer a Algedrian su visita y ayudarlo con el resto de su cometido dijo:

- Entiendo, y para mi es un placer recibir a un fiel amigo de mi padre como sois vos, vuestros motivos honran a mi Casa y estoy seguro de que mi padre es el que más os lo agradece - dijo mientras asentía con solemnidad, añadiendo - Y no os preocupéis, no es ninguna descortesía, la enfermedad de mi padre lo consume cada día más y los motivos por los que volví a mi ciudad con prontitud coinciden con los vuestros - dijo en un tono cercano - En cuanto a vuestra misión si hay algo que pueda hacer no dudéis en pedirlo, me encantaría acompañaros pero no sé si mis deberes me lo permitirán, no obstante puedo concederos algunos hombres de escolta o cualquier otra ayuda material que necesitéis. Además, si veis a mi suegro Agemón, decidle que si todo va bien pronto será abuelo - dijo con un sonrisa - estoy seguro de que eso lo animará y lo pondrá de vuestra parte en cualquier negociación con Lumen, tendrá que hacer todo lo posible por ayudar a la patria de su nieto, ¿no? jaja - dijo con una sonrisa de complicidad.

Finalmente tras escuchar sus respuesta, y para agradecer el noble gesto que había tenido Algedrian con su padre, se apresuró a decirle:

- Bueno, cuento con vos para la cena de esta noche, ¿no?, haremos un pequeño banquete para celebrar que un nuevo miembro de mi familia está en camino - dijo volviendo a sonreír orgulloso - y estaría encantado de que nos acompañarais, os pondré al día de todo lo acontecido en Brunstrack y estoy seguro de que pasaremos una maravillosa velada - dijo en tono amigable.

Este observaba con atención a Nikomedes y tras anunciar que estaba esperando un hijo, se había sorprendido bastante. Apoyó su mano sobre el hombro de él, y sonrió ampliamente.

Me alegro mucho por ti, sé que era algo muy deseado en tu familia y buscado, así que por fin tus dioses te están celebrando la vida.

Los caminos son muy misteriosos realmente – dijo, ya con un tono más serio como invitando a la reflexión.

Con gusto tomaré tu invitación para el banquete, y tras un buen descanso, partiré al alba a mi destino. Y por supuesto tomaré tu consejo de hablar con tu suegro, seguro esa noticia le decantará bastante para las negociaciones – rió brevemente.

Pasaran unas pocas horas y luego llegaba el momento del banquete, justo cuando tus hombres por fin habían aparecido.

Estos te saludaron y observaron con atención.

Muy bien, mi lord. Se ha cancelado el mensaje de auxilio a los reinos fronterizos, y comenzaron los reclutamientos en toda la región para conseguir incrementar las tropas.

En cuanto a los vikingos, varios aseguraron que les vieron volver para los países eslavos, así que posiblemente solo se trató de un desafortunado saqueo que costó la vida de esos campesinos.

¿Hay algo que pudiéramos hacer por usted? 

Agradecido de contar con Algedrian para su banquete y viendo que no tenía nada más que debatir, se despidió con cortesía y se dirigió al templo de Hera para hacer el sacrificio prometido. Una vez allí sacrificó a dos bueyes y varios corderos en honor a la diosa del matrimonio, y mandó que los sirvieran a la noche en la cena.

Después mandó al jefe del servicio que lo prepara todo, y que avisara a su mujer de que si se encontraba mejor, acudiera a la cena. Y tras pasar con su padre un rato se marchó para acudir al banquete, luego volvería con él, ya que dado su estado, Crasso prefería no hacer actos en público.

Antes de llegar al banquete se encontró con Sir Arion, que volvió exitoso de su cometido y asintiéndole en gesto de agradecimiento le dijo:

- Sí, necesito que enviéis a varias familias sin techo a la aldea destruida, que se establezcan allí y que la reparen. Los primeros meses estarán exentos de impuestos, para que puedan reactivarla lo antes posible, pero luego pagaran como todas las aldeas. De todas formas, eso puede esperar a mañana, ahora es momento de disfrutar; podéis acompañarme vos y algunos de vuestros hombres al banquete que va a tener lugar en honor a mi esposa, la cual está embarazada - dijo con una sonrisa - repartir también varios barriles entre las tropas que no estén de servicio esta noche; momentos así hay que disfrutarlos, pues no sabemos donde estaremos mañanas ni cuanto tiempo pasará hasta que podamos revivir momentos alegres como estos - dijo con un tono reflexivo.

Durante el banquete Nikómedes se lo pasó en grande, nada más llegar su señora alabó su belleza y pidió varios brindis en su honor. Les contó orgulloso tanto a ella como a Algedrian todo lo ocurrido en el castillo de Brunstrack y disfrutó de una velada más que agradable. Cuando Lady Medea anunció su necesidad de retirarse él la despidió con cortesía y le dijo que pronto volvería con ella. Se quedó un poco más disfrutando de la compañía de sus hombres satisfecho de ver su actitud agradecida para con él y su Casa, y empezando a entender porque Ageslao disfrutaba tanto con los hombres del ejército, además aprovechó el encuentro para decirle a la mano del rey:

- Por cierto Algedrian, ¿sabéis si vuestros asuntos en Lumen os demorarán mucho? Puedo esperaros aquí a que acabéis y podemos marchar juntos a la capital cuando retornéis - dijo de forma complaciente, esperando contar con su compañía para el viaje.

Tras ello fue con su padre para que no se sintiera olvidado y compartieron una buena charla sobre el reino, en compañía de Algedrian y sus dos nuevos Sires, los cuales dada su nueva posición debían ser presentados a su padre y contar con su beneplácito también. 

Finalmente cuando consideró que ya estaba bien por esa noche, se disculpó para retirarse a sus aposentos y tras despedirse cordialmente se fue a descansar. Al llegar a su dormitorio no sabía si su mujer estaría despierta, de ser así le contaría lo del traidor de la capital y que debía partir próximamente a la capital nuevamente; sino se lo contaría por la mañana. Lo que sí tuvo claro es que esa noche, abrazado a su amada, dormiría placenteramente, el peso de su alma se había aliviado en parte y la tranquilidad volvía poco a poco a su ser, y en consecuencia, sus sueños se volverían mucho más reparadores.

Los hombres acudieron a las órdenes de Nikomedes, y luego participarn del banquete. Algedrian se veía muy complacido y exclamaba:

Bueno, no podré decirlo a ciencia cierta. Es muy probable que me demore más tiempo del que os convenga para ir hacia la capital, si es que Lord Harald os ha prometido aguardar vuestra llegada antes de acabar con el traidor.

Mi viaje puede llegar a demorarse una semana o quizás dos, y tú tienes aún un viaje de casi una semana antes de llegar a Kennemer. No te preocupes, será mejor que vayas cuanto antes, y yo acuda también a mis responsabilidades.

Más tarde, estos participaron de una charla con Crasso y luego se retiraron. Algedrian se fue de la ciudad apenas amaneció, con su sequito, y Nikomedes estaría aun durmiendo. Luego le tocaría explicarle a su mujer que se retiraba a Kennemer nuevamente, porque ella estaba dormida cuando este fue a la cama.

Nikómedes se despertó con una profunda sonrisa al ver que su amada seguía aún a su lado, se pegó más a ella que estaba de espaldas a él y la abrazó por la cintura pegando su cabeza a la suya, inhalando su dulce aroma. Sabía que pronto debería marcharse nuevamente, así es la guerra, y por ello quería disfrutar profundamente de todos aquellos momentos. De esta forma hizo que su mujer se desvelara un poco, pero ella lejos de enfadarse, giró su cuello y al verlo allí le acarició el rostro con una mano y luego cerró los ojos y siguió disfrutando aquel momento como lo hacía su esposo.

Tras disfrutar ambos un rato de aquel agradable despertar, el lumeno se separó de ella y se dispuso a arreglarse para empezar su nuevo día, Lady Medea se levantó al poco y ambos fueron a desayunar a solas. Allí le explicó lo que había descubierto Lord Harald y el motivo por el cual debía partir nuevamente hacia Kennemer, sabía que no le gustaría, pero lo entendería, por lo que añadió:

- Ya sabéis que odio tanto como vos estar lejos de ti, pero quiero ver quien es el traidor de nuestro pueblo y asegurarme de que recibe el castigo que merece por sus crímenes. Después volveré pero me temo que será nuevamente un encuentro corto, dado que vendré para recoger a la mayoría de nuestras tropas y marchar hacia la guerra, y sabéis que por mucho que me guste teneros a mi lado no puedo dejar que corráis ningún riesgo, y ahora mucho menos, que estáis embarazada. Sir Arion se quedará con vos, ha demostrado ser un hombre leal y valeroso en el campo de batalla, si la guerra llega hasta aquí confío en que él sepa que hacer. La regencia de las tierras recaerá en mi padre, pero si se encuentra indispuesto deberéis ocuparos vos, y no dudo de que lo haréis sabiamente. Pero no nos preocupemos más querida por mi partida y dediquémonos a disfrutar de este día, prometo pasarlo enteramente contigo, siempre y cuando los asuntos de la corte me lo permitan.

¿Crees que sea necesario que tú tengas que acudir a la capital? Desde que me entere de esto, pues, me siento mucho más vulnerable ciertamente.

Pero entenderé que sea necesario para ti desenmascarar al traidor que provocó la muerte de Ageslao, y seguro padre también lo entenderá perfectamente.

Era normal que ella también se refiera a Crasso como padre, puesto que su relación era excelente.

No hay problema, cuidaremos de la ciudad en tu ausencia, como siempre.

Esbozó una leve sonrisa, y siguió desayunando.

Mi señor, lamento interrumpir – este había abierto las puertas de forma brusca, y luego vio la escena y se sintió un poco incómodo – tengo noticias importantes.

Se ha visto un grupo de barcos muy numeroso atravesar por el río del reino de Roland; iban en dirección al sur, y nadie ha vuelto a verlos.

Tengo fuertes sospechas de que pudieran estar dirigiéndose ahora mismo a la capital de Kennemer.

Como ya iremos hacia allí de todas formas, será prudente llevar tanta gente como podamos y apresurarnos.

Tengo un mal presentimiento de esto, mi amado. 

Fue lo único que alcanzó a decir, y quedose luego en silencio.

Al señor de Elísea se le partía el corazón cuando escuchaba la pena que sufría su amada por su pronta separación, e incluso estuvo tentado de hacerle caso y quedarse con ella; pero en cuanto Sir Leontes le informó de aquello ya sabía que no tenía elección. Por lo que mirando a este le dijo:

- Entiendo, preparad a todos los hombres para la marcha, en Elísea se quedarán la mitad de los veteranos de la batalla de Brunstrack más las nuevas levas que se están reclutando. El resto partiremos lo antes posible. Dad el aviso Ser Leontes, y vos Sir Arion quedaros, tengo otra misión para vos.

Y acto seguido, tras ver como Ser Leontes se marchaba y Sir Arion se acercaba para hablar con él, le dijo:

- Vos debéis quedaros en Elísea y aseguraros de la defensa de mis dominios, y en especial, debéis proteger a mi mujer por encima de todo, ¿me habéis entendido?, los asuntos militares pasarán a ser vuestra responsabilidad, aseguraros que las levas se reclutan a buen ritmo, mantened los puesto de atalaya y la exploración de mis dominios en constante actividad, dado que en caso de ataque vuestra mejor baza es atrincheraros aquí y esperar mi regreso y para ello lo mejor es estar siempre alerta. Si pasara algo no dudéis en avisarme lo más pronto posible - dijo mientras le colocaba una mano en el hombro en gesto de confianza.

Finalmente, con una expresión abatida en el rostro, se dirigió a su amada y le dijo nuevamente:

- Como ves querida, ahora sí que no tengo elección - y luego haciendo una pausa en gesto meditabundo tras las palabras de ella, le respondió - sí, todo esto me da mala espina, quizás el traidor ha conseguido avisar a las tropas de que estaban en Roland para que vinieran a rescatarlo o puede que sea algo peor ... - dijo con una nueva pausa reflexiva - pero sea como sea debo ir a ayudar, no obstante si veo que la situación se complica me retiraré sin dilación. Pero no nos preocupemos más por el tema, hasta que se preparen las tropas tenemos unos instantes que quiero pasar con vos - le dijo a ella con una sonrisa pícara mientras le ofrecía la mano para retirarse.

Nikómedes la llevó hasta sus baños privados, en los que ambos disfrutaron del placer de sus cuerpos desnudos y como consecuencia hicieron el amor, aunque él se comportó con más delicadeza dado el estado de su mujer, que afortunadamente aún no era tan avanzado. Tras ello, de despidió adecuadamente de ella y de su padre, y se reunió con Sir Leontes y sus hombres para partir e hicieron un sacrificio en el templo más insigne de su ciudad, el de Ares, su antepasado, pidiéndole su ayuda y fuerza para su próximo viaje. Y finalmente marcharon ordenadamente despidiéndose con la mano de todos aquellos que se habían reunido para decirles adiós.

Una vez en el camino, miró a su caballero y le dijo:

- Sir Leontes, ¿sabéis si este aviso les ha llegado también a los otros lores? si no es así, deberíamos informar al menos en las tierras por las que pasemos.

Sir Arion asentía a las indicaciones de este. Era un hombre de pocas palabras pero mucha acción.

Se le vio demostrar su poder y su fuerza en varias ocasiones en el campo, y su instructor de armas siempre dijo que era un soldado bravo y férreo, que siempre planta cara a las ocasiones más peligrosas.

En cuestiones diplomáticas, o bien del don de la palabra, este no destacaba y se limitaba a escuchar y entender las órdenes dadas. No sería la primera vez, en realidad, que pudiera confundirse entre lo que le dicen, y terminar sin poder discernir de cuál es su genuino deber.

Cuando se retiró, intercambió palabras con su esposa y finalmente la llevó al baño privado.

Medea estaba sumamente preocupada, pero no pudo resistirse al impulso de su marido cuando quiso llevársela a un ámbito más privado. Ella, en general, no solía dominar esos actos de este, y siempre terminaba dejándose llevar cuando Nikomedes tenía la necesidad de hacerlo.

Usualmente ella siempre termina gozando, es muy raro que le parezca forzado o no quiera hacerlo. Este caso sería la excepción, ya que no podía dejar su preocupación a un lado, y aunque no se negó a hacerlo, este terminaría dándose cuenta y quizás podría enfurecerse.

Una vez que se despidió de todos, y con los mejores deseos de su padre, que como siempre teme ver por última vez a su hijo antes de abandonar esta tierra, este se había dirigido a uno de sus hombres de mayor confianza.

La verdad no estamos enterado. Nos llegó este mensaje cifrado en un cuervo, pero le resultó fácil comprenderlo para el maestre, que logró hallar la respuesta rápidamente.

¿Qué quieres hacer? ¿Avisarles a los demás?

Nikómedes lejos de enfadarse ante la falta de interés de su mujer, paró antes de hacer algo que ella no parecía querer, la cogió entre sus brazos aferrando su cuerpo al suyo mientras con una mano la cogía suavemente de su barbilla y la obligaba a clavar sus ojos en los suyos, para luego decirle:

- Esposa mía, no quiero que os veáis obligada a hacer algo que os disgusta, sabéis que para mi sois lo más importante y si vos no disfrutáis yo tampoco, no temáis en dad vuestra opinión nunca más pues ya debéis saber que me es imposible enfadarme con vos. Entiendo tu preocupación y por ello no seguiré, el simple hecho de sentir el suave tacto de tu piel junto a la mía en este baño caliente ya es regalo suficiente, pero sabed que mi felicidad depende enteramente de la vuestra - dijo con una profunda sonrisa mientras hacía que apoyara su cabeza en su pecho y acariciaba su sedosa melena, esperando haberla tranquilizado y reconfortado en parte, para acto seguido besarla con pasión, mostrando con gestos que sus palabras eran realmente sinceras.

Así se quedó el lumeno, abrazado junto a ella y contento de aunque no había conseguido lo que quería, había obrado con rectitud y estaba seguro de que su esposa lo amaba aún más por ello, y ese siempre era el más deseable de sus fines.

Asintiendo ante la explicación de Sir Leontes y le dijo:

- No, no es necesario, si la alarma es cierta no quiero perder a más hombres haciendo de mensajeros. Si pasamos cerca de algún pueblo o ciudad daremos el aviso y que se encarguen ellos de transmitir la información a sus señores, nosotros no nos separaremos más de lo estrictamente necesario.