Partida Rol por web

Te despertaste empapada de sudor…¿Qué había sido ese sueño?, viste una tierra tenebrosa, volcánica, llena de ceniza y muerte, como algo oscuro se despertaba tras tantos años y como sus ojos de fuego se clavaban en ti. Llegaste incluso a notar como decenas de tentáculos viscosos, rápidos y fuertes te agarraban y te sometían…preparándote para algo más terrible aún si podía ser.

Pero por suerte, en tu sueño, una luz celestial llegó, abrasando esos tentáculos, devolviéndolos a la sombra y mostrándote una clara imagen, siete tatuajes. Sabías bien que significaba aquello, las princesas y los héroes. El momento había llegado, el mal despertaba y no dudaría en tratar de conseguir a las princesas para poder conseguir su objetivo, un nuevo cuerpo que habitar. ¡Era algo que debía de evitarse a toda costa!, era algo que se enseñaba de generación en generación, cuando eras una pequeña aprendiz de druida te lo dejaron muy claro…el destino que podría tener vuestro mundo si “Él” se salía con la suya.

Te encontrabas en tu pequeña cabaña, metida en la cama y recién despierta tras ese “sueño”.

Aún era de noche, la luna brillaba con intensidad. La chimenea estaba encendida, crepitando de forma acompasada y protegiéndote del frío de KharazKhar.

El día anterior tuviste una tarde ajetreada, saliste en busca de ingredientes para tus pócimas y ungüentos, fue agotador, además de que casi te aplasta un enorme golem de hielo, no lo logró gracias al cielo, pero te dejó completamente calada de agua. Por culpa de ese incidente tus ropas se encontraban colgadas frente al fuego en un intento de secarlas y no congelarte.

Despertó con un respingo y pese al frío, Atelie sentía su cabeza arder. Inmediatamente recorrió su cuerpo con sus manos, palpándose: Aún tenía en la piel la pegajosa sensación de estar retenida por tentáculos mientras le observaban aquellos malignos ojos.

- Estoy entera... - murmuró suavemente antes de incorporarse en la cama. Tras un sueño como ese, tan vívido y terrorífico, no podría dormir nuevamente por la noche.

Atelie cierra sus ojos mientras calma la respiración. Su pálido cuerpo se encuentra desnudo, reflejando la luz nocturna que entra por la ventana. Puede escuchar el viento aullar allí fuera... si no fuese por lo bien aisladas que están las casas y lo cálido que es el ambiente gracias al cercano fuego, ni en broma podría estar así en su casa.

La joven se incorpora, su larga melena plateada oscilando tras cada lento paso hacia el fuego. Allí colgado tiene su capa, la prenda que más rápido se secaría por virtud de que, bueno, esa es su función principal: Absorber agua y secarse lo más rápido posible. Su delgado cuerpo y figura de proporciones moderadas y relativamente sutiles es prontamente cubierto por aquella capa y nada más: Atelie observa el fuego mientras contempla su sueño; aquella no es la primera vez que tiene una visión, pero rara vez son tan intensas.

- ... Supongo que he de emprender un viaje. - murmura por lo bajo. No, la visión no le indicó qué debía hacer... y quizás era una advertencia de que solo le esperaba sufrimiento si va en camino. Pero el destino habló: Le dijo que su rol era enfrentarse a la oscuridad.

- Aish, me perderé tantas festividades... - sonríe ella con algo de tristeza. Piensa en los tantos eventos de su pueblo, en la gente que ahí habita, en las fiestas y días especiales, en las cosechas y eventos... Es una paz que aprecia mucho, al igual que su rol como Druida allí, pero aquél añoro no atenta contra su determinación.

Aquella visión te había dejado mal cuerpo, pero al menos estabas en casa y nada malo te había ocurrido. Le dabas vueltas a aquel dichoso sueño, claramente podían ocurrirte cosas malas, era un viaje arriesgado, ¿por donde empezarías?

Desde luego te perderías una gran cantidad de fiestas y acontecimientos, tales como la fiesta del deshielo, el primer corte de pelo de un chico, la ceremonia del hidromiel, la cosecha…era una auténtica lástima, porque era cuando más te necesitaban, pero el destino del mundo era más importante que unas ceremonias y fiestas, a fin de cuentas si el Rey Demonio despertaba del todo y conseguía su propósito…ya no habrían fiestas para nadie.

El primer paso lo habías dado tu sola, tu rol era enfrentarte a la oscuridad, ¿pero por dónde ibas a empezar?. En una mesa donde solías preparar tus pociones y ungüentos se encontraba un mapa de Zelkova. Ahora mismo estabas en KharazKhar, con sus nieves y sus días de invierno inacabable, ¿pero dónde irías?

El mundo era tan grande y tu solo eras una pequeña motita de polvo…obviamente necesitabas algún tipo de guía…o puede que no, a fin de cuentas eras una druida, además, tenías coraje y determinación, ¡eras una motita de polvo, si, pero una motita de polvo valiente!

- Si la visión de mi sueño se cumple, no habrán más fiestas, no habrá más hidromiel, no habrán más cosechas... - concluye ella mientras revisa su viejo y confiable mapa. Bueno, tanto como 'confiable' quizás no, ¿realmente estaba a escala? ¿y dónde era que lo había adquirido? ¡Ah, sí, un viajero! Vaya historia aquella, cuando aquél mercader patoso llegó a su pueblo pensando que estaba de camino a las Montañas de la Manzana... Fueron unos días divertidos aquellos, ayudándolo a regresar a un camino seguro.

- Según mi sueño, eventualmente he de acabar en el Páramo de la Desolación. - habla para si misma mientras va de lado a lado preparando un macuto de viaje. Basa sus conclusiones en la visión que ha tenido. - Pero ir allí de forma directa e inmediata sería poco sabio. Lo primero, entonces... -

Atelie dibuja una ruta en dirección hacia la capital de KharazKhar. ¡Su primer objetivo es ir a buscar noticias sobre las princesas! Comenzando por Astrid, la más cercana.

Había tantas cosas que querías llevarte, ¿estaría bien llevar setas de nieve?, ¿y que había de los rábanos de luna?, tantos tarros no iban a caberte en la mochila, donde además necesitarías un macuto donde dormir. No sabías como era el mundo que te esperaba allá afuera, pero desde luego tendrías que estar preparada para todo tipo de cosas.

Miraste el mapa durante un rato, pensando en ir al Paramo de la Desolación…pero el objetivo más obvio por el momento era ir a la capital de tu tierra. Estabas segura de que ahí podrías recabar noticias, a lo mejor incluso hablar con la princesa Astrid, ¿te concedería una audiencia?, bueno, más valía preocuparse por esas cosas luego.

Tu objetivo ahora estaba claro, ayudar a las princesas, solo tenías que ir a la capital y fin del asunto, de ahí a lo mejor podías acompañar a la princesa o protegerla de alguna forma.

Con su plan hecho y mentalizada para el viaje, Atelie se acaba de vestir y continúa preparando las cosas para el viaje. Al primer alba mañana convocará una asamblea con los ancianos del pueblo para explicar la situación, y partirá lo antes posible~

¡Hay mucho viaje por delante, después de todo!

Te pasaste el resto de la noche preparando el macuto para el viaje, además de vestirte, claro, tampoco ibas a ir vestida con una simple capa al exterior por muy genial que eso pudiera ser, no todos los días se veía a una joven de pelo ceniciento caminando por la nieve en bolas.

Una vez salieron los primeros rayos de sol te armaste con tu bastón, la mochila y tus mejores prendas para salir a la aventura.

No tardaste mucho en llegar a la aldea, tal vez una hora a lo sumo. Al llegar ya te encontraste a los madrugadores de turno, granjeros de ciervos y cabras, incluso algún que otro aguerrido guerrero que había decidido marcharse a las montañas a pelear contra osos y yethees, lo normal.

Pronto te encontraste en el gran salón del pueblo, frente a los ancianos, los cuales no parecían comprender del todo tu misión.

-¿Pero que hay de las fiestas?

-¡Eso!

-¿y el hidromiel?

-¿y si nos vuelve a infectar la gripe del lobo?

-Peor aún…¿Y si nos afecta la gripe del murciélago?

-¿Y que hay de los osos de las nieves?

Estaba claro que los ancianos solo pensaban en el pueblo, era normal, no habían recibido visiones como tú, no sabían que podía acontecer si tu no partías…

Pero la vieja matriarca dio un buen golpe en el suelo con su bastón y no tardó en poner orden.

-Atelie es nuestra druida, si, y echaremos de menos su brebajes, ungüentos y consejos…¡pero abrid los ojos vejestorios!, si nos quedamos encerrados y no hacemos nada terminaremos por morir tarde o temprano, ¡hay que evitar que vuelva el maligno!.-Bramó molesta, provocando que todos agacharan la mirada y gruñeran por lo bajo, a fin de cuentas en la aldea mandaba la matriarca.

La mujer clavó sus ojos en ti.-¿Qué necesitas para tu viaje, Atelie?, tu siempre nos ayudas, deja que te ayudemos a ti ahora.

Atelie, tras dar las noticias, había permanecido tranquila mientras los ancianos exponían cada uno sus motivos para que se quede. No les interrumpe ni nada: Mantiene una sonrisa, alegre de que le tengan tanta estima, y orgullosa de ser parte de esa comunidad.

Afortunadamente, la Matriarca fue capaz de explicar sus motivos mucho más rápido y conciso de lo que Atelie jamás habría podido hacerlo. Aún así, tras la pregunta de la misma, Atelie decidió dedicar unas últimas palabras:

- Oh, Sabios de nuestro orgulloso pueblo: Nada me haría más feliz que cuidar de las fiestas, estar allí cuando se abra el primer barril de hidromiel del año, bendecir las cosechas, y curar toda gripe... pero el Destino es una dama caprichosa, y ha decidido que tengo un rol que cumplir.

- Lo único que tengo que pediros, oh Matriarca y sus Sabios, es algo que de mano en mano no puede viajar, algo que no sumará peso a mi espalda sino que lo quitará:

- Tan solo deseo la tranquilidad de saber que estaréis bien en mi ausencia. El resto ya me lo proveerá la naturaleza.

Ella sonríe alegre y se reverencia ante todos.

- Será un viaje largo.

Dedicaste unas palabras más que acertadas a los ancianos de tu aldea. No parecían estar contentos con que tuvieras que marcharte, las cosas eran así, pero no podían evitarlo, el mundo te necesitaba ahora. Tras pedir tranquilidad y saber que estarían bien tras tu ausencia la matriarca dio un golpe en el suelo con su bastón.

-Lo estaremos niña, el viaje será largo desde luego…pero cuentas con nuestras bendiciones y nuestros mejores deseos. No estarás desprotegida, eres una más en la aldea y desde luego rezaremos para que tu viaje sea fructífero y vuelvas con nosotros lo antes posible.-Comentó con voz mandona. Por otra parte se acercó a ti tras dar su bastón de mando a uno de los ancianos.

-Esto te protegerá de todo mal.-Murmuró entre dientes mientras ponía las manos tras su cabeza y se quitaba un amuleto que colgaba de su cuello. Con dulzura y calma te lo ató alrededor de tu cuello, dejándote ahora con el amuleto de la aldea, una piedra grabada con una runa de protección.-Ahora se buena chica, ve a los establos, escoge el caballo que más te guste y parte lo antes posible antes de que estos viejos verdes te pidan algo en el último momento.-Gruñó.

Atelie agradeció con una reverencia, recogiendo con solemnidad el amuleto, y luego ríe suavemente cuando llama al resto de ancianos 'viejos verdes'.

- Muchas gracias a todos. ¡Volveré lo antes posible, lo prometo! Ya veréis. - y ella cierra los ojos, contenta. En el fondo sabe que seguramente eso sea una mentira. En su visión se vio a si misma capturada por horribles tentáculos en los Páramos de la Desolación. Incluso si resulta no ser una interpretación literal de su destino, le ha transmitido que correrá mucho peligro... Pero ese es su destino, y está segura de que hay algo importante que ella ha de hacer... incluso si no sabe qué es aquello aún.

Tras despedirse de todos, Atelie emprendió el camino hacia los establos. Por el camino saludó y se despidió de los ciudadanos que estaban despiertos a esas tempranas horas. Dejó algunas medicinas que tenía preparadas en casa de una familia que dependía de ellas, y luego finalmente fue a escoger su caballo.

Siempre que a Atelie le toca elegir algo, ella se deja guiar por su instinto, deja que el destino la guíe. Es una de las ventajas de ser una vidente, después de todo: A veces simplemente 'sabe' qué ha de hacer o escoger, incluso si los motivos no se hacen evidentes hasta más adelante. Cerró los ojos, entró al estable, y al abrirlos ya había decidido cual llevarse.

El siguiente paso sería emprender su viaje.

Tras recibir el amuleto, bendiciones, dejar algunas medicinas en los aldeanos que necesitaban de tus servicios y despedirtr, terminaste yendo a los establos del pueblo. 

Dejandote guiar por tu instinto te acercaste a una preciosa yegua de color blanco nieve... Era en cierto modo como tú. 

Sabias de sobras que en Kharazkhar era una bendición y un símbolo de buena suerte el color blanco, ¿que te ocultaba de un depredador en la nieve?, tu pelaje, ¿y que abundaba en un sitio donde helaba siempre?, la nieve...entonces era una auténtica ventaja y nuevamente una bendición. Significaba que estabas tocada por los dioses. 

El hombre que se encargaba del establo no tardó en recibir la noticia de que ibas a irte del pueblo y tomar el caballo que quisieras, así que tras elegir a esa yegua no tardó en ensillartela.

--No tiene nombre... Y si te soy sincero no recuerdo haberla criado yo, ni que estuviera en este establo ayer por la noche. -Se quejó el hombreton mientras te llenaba las alforjas del caballo con comida para ti y tu montura. -A lo mejor va a ser verdad y los dioses nos observan, tal vez tu misión es tan importante que han querido recompensarte... O me he pasado bebiendo con el hidromiel otra vez. -Gruño encogiendose de hombros y quitándole importancia.

Así era la gente de Kharazkhar, ¿que un dragón despertaba bajo tierra y provocaba una avalancha?, cosas que pasan, ¿Que esa avalancha arrasa la aldea?, pues vaya cosa... ¿Que un hombre ha detenido la avalancha en el último momento usando una fuerza y furia digna de un berserker?, pffft... Eso lo hace todo el mundo.

Escépticos, mundanos, simples y aburridos, condenados a una vida monótona donde mueren peleando contra su entorno o viejos y marchitos, la vida de un nórdico, tu vida.

Una vez la yegua estuvo ensillada, Atelie se montó en ella y sonrió al hombre.

- Le llamaré Selena, entonces. - responde ella. Tras despedirse y agradecer, emprendió su camino hacia fuera del pueblo. Tiene un largo viaje por delante, uno que sin duda estaría lleno de dificultades, momentos difíciles, y también momentos de enorme belleza y felicidad. Así son, después de todo, todos los viajes.

Pronto dejará detrás aquél plácido pueblo, con sus gruñones pero trabajadores ciudadanos, personas sencillas pero con sorprendente profundidad.

- ¡Hasta más ver, todos! - se despide con la mano. - El destino me llama, y he de ser educada y atender. No vaya a ser que se enfade por hacerlo esperar~

¿Sería acaso la última vez que vea aquél pueblo, su preciado hogar? La joven espejo de la luna, Atelie, cabalga a paso ritmo pero determinado.

Tras montar a Selena y despedirte de tu pueblo, no dudaste en empezar a cabalgar hacia la capital. Dudabas de si sería la última vez que fueras a ver tu pueblo, tu hogar…pero estabas decidida, tenías un gran papel marcado por los dioses de tu tierra y el futuro del mundo se encontraban en tus manos, tenías que encontrar a las princesas, protegerlas o encontrar alguna señal que pudiera señalarte hacia que dirección moverte, pero en aquel momento…KharazKhar era el mejor lugar donde empezar.

El trayecto fue largo, duro a decir verdad, a fin de cuentas empezó a nevar con fiereza, pero Selena tenía casi tanta determinación como tú y no se detuvo. En el trayecto encontraste diferentes cosas que te llamaron la atención, entre ellas Yeethees observándote desde la distancia, un pequeño desprendimiento de nieve en una de las montañas de la distancia y unos guerreros de la capital que se dirigían hacia allí, ¿habría despertado algún dragón de nieve?

Pero finalmente llegaste a tu destino, la capital. Ya empezaba a anochecer, debían de ser las cinco de la tarde, estabas hambrienta y algo calada por la nieve, pero al menos llegaste a tu destino, ahora solo tenías que ir al gran salón, pedir audiencia con la princesa, comentarle tu misión y…

Frente al gran salón, una enorme estructura de madera, se encontraba un tumulto de gente, los cuales hablaban entre ellos temerosos y pálidos.

-¿Qué vamos a hacer?

-¿Quién nos defenderá ahora?

-¡Está todo perdido, vamos a morir!

Gritaban los presentes claramente nerviosos.

Frente a las puertas se encontraba un joven de cabellos rubios que se mostraba tranquilo.-Querido pueblo…no temáis, la encontraremos, ha nevado y posiblemente se haya resguardado en alguna cueva, hemos mandado soldados a las montañas para encontrarla y daremos con ella. Nuestros rastreadores nunca nos han fallado y desde luego son los mejores.-Anunció con decisión.

-¿Y que hay de los Yeethees?

-¿Y los dragones de nieve?

-¿Y los temibles “Rojos”?

El joven negó con suavidad.-Amigos…os prometo que está a salvo y que la traeremos de vuelta con nosotros, nuestra princesa , Astrid, es más dura de lo que creéis.

Espera…¿princesa?, ¿desaparecida?, ¿perdida?

Una sensación de desesperanza te atacó de repente, ¿ya habías fallado la misión antes de comenzar?, no, no podía estar pasando. Pero tan rápido como llegó ese sentimiento se marchó. Selena relinchó y comenzó a avanzar hacia la multitud.  

El viaje largo no le desanimó. ¡Ha tenido peores! Pero ciertamente este no está entre la lista de los mejores, tampoco. Si su propia tierra ya le está dando problemas, ¿cómo se las ingeniará en el resto del mundo? Esas dudas la asaltan, aunque realmente Atelie está comenzando por una de las zonas más peligrosas y difíciles que un aventurero novato podría pisar. ¡Normalmente las aventuras acaban en KharazKhar abatiendo dragones o algo por el estilo, no comienzan allí!

En cualquier caso, escuchar las palabras de los ciudadanos le heló la sangre más de lo que el clima podría haberlo hecho. La Princesa estaba en peligro. Sin tomarse tiempo para descansar, se bajó de su corcel y avanzó hacia la multitud.

- Señor. Deseo unirme a la búsqueda. He visto en sueños el peligro que acecha nuestras tierras, y mi destino es enfrentarme a él. -

En cualquier otra región del mundo, que alguien suelte eso provocaría risotadas y sin duda la llamarían loca... pero esto es KharazKhar, y allí los sabios y los místicos son el pan de cada día.

- Poseo mi propio caballo, mis propias armas, y mis propias provisiones: No necesito nada más que saber dónde se la ha visto por última vez.

Cuando te acercaste al gentío, el susodicho no pudo evitar clavar sus ojos en ti, susurrando entre ellos un tanto desconfiados y con razón. Una chica de cabello blanco, cabalgando un caballo blanco y de repente preocupándose por unirse a la búsqueda de la princesa. Era normal que desconfiaran de ti.

El joven que dio el anuncio se cruzó de brazos y entrecerró los ojos con desconfianza.-Ya se ve que estáis preparada…¿pero quien sois si se puede saber?, no nos gustan los forasteros y más si tienen intenciones ocultas.-Exclamó.

La verdad es que la desaparición de la princesa era algo desconcertante, normal que no se fiaran de nadie que quisiera entrar ahora al pueblo y unirse a la búsqueda, además…tampoco parecías una guerrera.

-Nuestros mejores hombres ya están en camino, es más, me jugaría el pescuezo a que ya la han encontrado y la traen de vuelta a casa.-Dijo con una sonrisa calmada.-¿Qué podríais aportar…señora?

La joven sonríe con gentileza y se reverencia ante el hombre. Comprende sus dudas y se dispone a responderlas.

- Mi nombre es Atelie, Druida de Brisa Gélida, hacia el oeste. - luego muestra con su palma a su corcél, - Y esta es Selene, mi más reciente compañera de viaje. Puedo aportar mi sabiduría natural y medicinal, buen hombre.

La actitud de Atelie es pacífica. Por supuesto que le preocupa el bienestar de la Princesa, pero su fe en el destino la mantiene relativamente tranquila. Sea lo que sea que haya de suceder, aquello era lo que debía suceder. Nunca ha intentado de 'contradecir' una de sus visiones, realmente: Ella cree que el futuro ya está escrito y cada uno tiene un rol que cumplir en él, y hasta el momento no se ha presentado ninguna situación en la que se haya visto obligada a intentar cambiarlo.

El joven te escuchó con atención sorprendiéndose ante el hecho de que fueras una druida.-Entiendo…entonces por favor, Lady Atelie, entre al gran salón, resguárdese del frío y en un santiamén pediré un plato de estofado caliente, si viene desde tan lejos estará agotada.

Rápidamente hizo un gesto y un mozo de establo se acercó a Selene, acariciándola con suavidad.

-No se preocupe, la llevarán a los establos, estará a buen recaudo, por ahora sígame, por favor.-Pidió amablemente antes de girarse hacia el tumulto.-Buena gente, está empezando a anochecer, es hora de resguardarse del frío, cenar y cuidar de nuestras familias…-Aquello pareció ser más que suficiente para los presentes, los cuales tras soltar gruñidos, suspiros y quejas comenzaron a dispersarse para marcharse en dirección a sus hogares.

Entonces el joven volvió a mirarte.-Perdonadme si fui algo brusco…no estamos acostumbrados a los forasteros y siendo una dama como usted…nunca se es suficientemente precavido.-Carraspeó.-Mi nombre es Dastan, soy el capitán de la guardia de la princesa Astrid, a su servicio.-Comentó haciendo una reverencia.

-Por favor, seguidme, comed algo caliente y entrad en calor.-Dijo haciéndote una seña en dirección al gran salón.

Si decidías seguirle te encontrarías con una enorme estructura de varios metros de altura, cargada de bancos, mesas, hogueras, antorchas, pieles…vamos, un auténtico palacio norteño y al fondo de la sala un trono vacío.

Fuera como fuera, Dastan te sentaría en una de las mesas y pediría al servicio un buen cuenco de estofado caliente con una buena hogaza de pan.

Ciertamente Atelie es muy joven para ser una druida, lo cual puede ser interpretado como algo sorprendente, pues quizás es alguien talentosa... o algo preocupante, pues quizás es alguien inexperta.

En cualquier caso, ella se despidió de su corcel tras acariciarle la crin y murmurarle algunas tranquilizantes palabras. Luego se dispone a acompañar a Dastan.

- No se preocupe por su brusquedad. Es la reacción apropiada para una situación como esta. - le sonríe ella. - Es un placer, Sir Dastan. - , le devuelve la reverencia y luego alza la mirada a él, tan amablemente alegre: - Y lo mismo digo: Estoy a vuestro servicio. No soy más que una humilde Druida en peregrinaje.

No le hace ascos a sus ofrecimientos: Ella estaba cansada y hambrienta así que en cuanto la sentaron y le trajeron comida, se dispuso a alimentarse. No es especialmente educada, ni especialmente maleducada: Es una persona muy tranquila y respetuosa, y eso se ve en todos sus movimientos... pero a la vez no tiene mucha idea ni interés en la etiqueta, entonces come como sea más cómodo y eficiente.

- Os agradezco la atención, sir Dastan. La comida caliente sienta muy bien después viajar en este clima.

Una vez sentada en uno de los bancos, con un buen cuenco de estofado y una hogaza de pan del tamaño de el puño de un troll de las nieves comenzaste a comer con tranquilidad, agradeciendo a Dastan su hospitalidad.

-Es lo menos que puedo hacer por una druida.-Comentó sonriente.-Pero para salir de viaje con este clima…tendrá que ser algo de peso, ¿no?, ¿tratos con la princesa?.-Preguntó con interés.

-Desapareció esta tarde, fue a cazar yeethees y no ha vuelto.-Te confesó antes de que pudieras preguntarle.-No se si es prudente, pero…una dama como vos…no deberíais salir en busca de un rastro, dejad a los hombres fornidos y criados en las nieves para semejantes tareas.

¿Acababa de piropearte?, ¿o acaso era una afrenta?

-No estoy diciendo que su majestad esté en peligro, Lady Astrid se desenvuelve muy bien y no es la primera vez que desaparece.-Comentó.-Luego la encontramos en una cueva acurrucada junto a un oso o compartiendo bebida con algún enano aventurero tras resguardarse ambos de una tormenta.-La verdad es que parecía muy convencido, pero claro…no sabían sobre el mal que había despertado.

Ella continuó comiendo con tranquilidad mientras Dastan hablaba. Le observa y asiente de tanto en tanto, dándole a entender que está escuchando. No le hizo caso omiso a los piropos del guardaespaldas real pero en estos momentos tenía cosas más preocupantes en mente como para darle mucho más espacio a ese tema que una pequeña sonrisa agradecida, amable.

Una vez él termina de hablar y ella de comer, se limpia un poco la boca y toma aire. - En cuanto he llegado os hablé de un sueño y un peligro.

- En un páramo desolado, ojos rojos se abren. Siete tatuajes, y una luz celestial. - explica con los ojos cerrados. Su tono es serio y sereno, pero habla en voz baja. Tras beber un poco de agua y tras aquella terrible pausa, continúa: - Me temo que incluso si desaparecer es algo frecuente para la señorita Astrid, a partir de ahora no es algo que puede tomarse con ligereza. Insisto me permita participar en la búsqueda, sir Dastan.