Partida Rol por web

No se exactamente cuánto tiempo ha pasado desde aquel beso. Sin embargo, se que no importa cuanto tiempo, cuantos años pasen: sigo siendo capaz de rememorar aquella sensacion, aquel tacto de sus labios sobre los mios. Tan solo fue un segundo, un fugaz segundo en el que la Tierra cambio su eje gravitatorio, en el que el universo cambio su centro y en el que todo aquel miedo, toda aquella culpa, toda aquella preocupacion desaparecieron, dejando paso tan solo a aquel placentero cosquilleo en el estomago, a aquellas mariposas que hicieron que, durante aquel instante, solo existieramos ella y yo en el universo.

¡Me habia besado! ¡Si!

En un primer momento solo senti ganas de saltar, de gritarlo a los cuatro vientos. De acercarla a mi y continuar lo que ella habia empezado. Habia tanto, tanto acumulado que luchaba por salir...

Sin embargo, y para mi desgracia, aquel no habia sido un beso normal entre adolescentes, de esos que acaba con la lengua de uno en la campanilla del otro y con un bonito atardecer retozando a la orilla del lago. No. Al parecer ni siquiera para eso podiamos tener una adolescencia normal.

Y es que alli estaba yo, recibiendo aquel beso que llevaba meses buscando, justo un instante antes de invocar en medio de un bosque desierto y peligroso a una chalada psicopata y asesina que habia puesto precio a mi cabeza. Cojonudo. Si es que tenia el don de la oportunidad.

-Ari... - de todo lo que me pasaba por la cabeza en aquel momento, de todas las cosas que podria haberle dicho, tan solo su nombre me paso por la cabeza, justo en el preciso instante en el que se separaba de mi, girandose y alejandose para intentar llamar a Rebecca, aunque aun no tenia demasiado claro como.- Esto no va a quedar asi... - fue lo unico que le dije, refiriendome a aquel beso, acabando por esbozar incluso una sonrisa, a pesar de las circunstancias.

Y entonces, cogi aire, observandola, observando su silencio. Suponiendo qué significaba.

Vamos Rebecca. Estamos aqui. Estoy aqui. No te hagas de rogar.

Ahora solo hacia falta esperar. Porque la suerte ya estaba echada.

Para cuando quiso darse cuenta, ya se había fumado el paquete entero. Se preguntaba si tendría otro de emergencia por algun bolsillo...