En cuanto terminé de hablar con Ari me acerqué en direccion a Ryan, con una delgada sonrisa en los labios. Me sentia estupido, aunque a la par no podia evitar encontrar aquel gusanillo que comenzaba a sentir con la pelirroja como algo agradable. Y sobre todo, me sentia bien. Ver a Kate hoy, haber tenido la oportunidad de hablar con ella, de verla, y no haber sentido nada... aquello era una señal, la señal que necesitaba para sentirme libre de seguir viviendo mi vida sin nada que me atara a ella, sin aquellos sentimientos que llevaban meses suponiendo un lastre para mi. Las cosas para mi ahora eran muy diferentes. Y, por primera vez en mucho tiempo me sentia bien, me sentia libre, a pesar de todo.
De todas las cosas que habia planeado para aquella noche, aun tenia algunas pendientes: dar su regalo a Vinny, algo que visto lo visto tendria que delegar en Erin, mi lechuza, besar a Arianna, algo que en realidad era una idea totalmente improvisada en la que, sin duda, habian tenido algo que ver la ristra de chupitos que habia acabado bebiendome y todo lo sucedido en aquella noche, en general, pero que dudaba mucho que fuera a suceder, y dar su regalo a Ryan, algo que, sin duda, si que podria hacer.
Camine hacia la pareja, deteniendome ante ellos, a una distancia prudencial que no interrumpiera su conversacion y clave mi mirada en el, tras cabecear a Isabella, a modo de saludo, y de disculpa por la interrupcion.
-Ryan, ¿Tienes un momento? Será solo un segundo. - dije, sin querer ser yo quien cortara el rollo entre ellos. No hacia falta ser un genio para suponer que cualquiera sobraba, despues de todos aquellos meses de Isabella en San Mungo.
- Le enviaré una carta a Derek. Después mientras Josh vivía fue como un hermano para mí. Quizás pueda sacarle algo. - No confiaba en ello, pero si no lo intentaba tampoco recibiría nada. Seguí pensando, mientras Isabella iba enumerando, haciendo su lista. Carrow no. No podría mirarlo a los ojos. Pero si a Grey. Grey podría ser la Gran Baza. - Grey. Es la mejor opción sin duda. Lo haremos, solo necesitaba alguien en quien confiar, alguien que estuviera a mi altura. - Por que por mejor o peor que me llevara con los demás, solo a Isabella la consideraba con la destreza, inteligencia y astucia como para compararse conmigo. O quizás, solo la maldad necesaria.
Quizás era aquello lo que tanto me gustaba de ella.
- No podemos seguir recibiendo golpes. - Lo tenía clarísimo. No me moví, dejando que se acercara. La miré a los ojos, alzando ligeramente el mentón, con una diminuta sonrisa, un juego en el cual me resistía los primeros segundos, solo para entregarle su merecida recompensa por mantener el gesto, besándola. Quizás un beso corto, no así el segundo, esta vez el que le di yo, besándola con cierto deseo. - Según tengo entendido tus padres no están en casa. - Y así, en un susurro, sin decirle nada se lo acababa de decir todo.
Don Paleto sería conocido ahora como Don Momento Oportuno. Quien sabe si lo hizo a proposito, o realmente no era consciente de lo que estaba haciendo, pero cuando este abrió la boca, ahora mismo me encontraba con Isabella entre brazos, besandola. Así que el hecho de que me llamara me sentó "un poco" mal.
- Dame un segundo. - Quizás hubiera dejado de besar a la chica, pero no la había soltado, girandome hacia Liam y colocandome al lado de Isabella. - ¿Te importaría ser breve? - Le pedí, con cierta amabilidad inclusive. Tenía prisa.
Casi me senti tentado a llevarme una mano a la cara, cuando vi la situacion en la que se encontraban. ¡Pero si hacia un segundo que solo estaban hablando!
Me senti gilipollas. Tremendamente gilipollas. Y lo peor de todo era que ya no tenia vuelta atras.
Suspire, asintiendo, con un gesto de disculpa, y acabe por buscar un pequeño paquete fino, y del tamaño de una cuartilla que acabe por tenderle a Ryan.
-Voy a intentar a hacerte caso y creo que voy a llevarme un rato a Ari por ahi... Asi que, por si no te veo... Feliz Cumpleaños. Queria habertelo dado antes, pero no ha podido ser. - le dije, sencillamente, esperando a que cogiera el paquete.
Y entonces, sin esperar siquiera a que lo abriera, me lleve dos dedos a la frente, a modo de saludo- Seguid pasandolo bien. Hablamos esta semana. - acabe por despedirme, girándome, con una media sonrisa en los labios, encaminandome de nuevo hacia el lugar en el que estaba Arianna.
El paquete contenia una fotografía, una que Ryan recordaria con total seguridad. La ultima fotografia que Liam y Ryan se habian hecho juntos antes de lo del bosque prohibido, antes de que todo se fuera a la mierda. Los dos aparecian juntos, cerca del lago de Hogwarts, y sonrientes, con sus libros y sus escobas de Quidditch de fondo.
Junto a la foto una nota, manuscrita por Liam
Feliz Cumpleaños.
No habia ningun otro mensaje aunque, a decir verdad, Liam tenia claro que tampoco seria necesario. Aquella foto ya hablaba por si misma.
Tomé el paquete, mirando primero a Liam, y después el paquete. Por último, volví a mirar a Liam. No pude evitar soltar una carcajada, había sido el único regalo de cumpleaños que había tenido. Me pareció entre irónico y extraño. - Esta semana hablaremos. - Acabé por decirle a Liam. - Disfruta de la noche. - Dije, en clara referencia a Arianna, esperando a que se marchara. Ya tendría tiempo para mirar el paquete.
- ¿Nos vamos? - Acabé por preguntarle a Isabella.
Liam recibió una mirada despectiva por parte de Isabella, pero nada más. Ni un chasquido de lengua, ni un afilado comentario. Nada. Tampoco reaccionó tras el regalo. Se limitó a mantenerse en silencio, hasta que mencionó a Arianna. El Gryffindor pudo ver como la chica contenía la risa. Debía parecerle de lo más graciosa la nueva casipareja. Sin decir nada le dejó marchar.
- Vámonos - accedió, asintiendo con la cabeza.
Os aparecisteis en el mismo sitio del que habíais partido hacía unas horas. Pero con algunas diferencias. Algo más cansados, bastante más borrachos y mucho más cachondos. No tardó en avalanzarse sobre ti, terminando con la tensión os separaba en las Tres Escobas. Para cuando llegasteis a su habitación tu ya estabas con el torso desnudo y ella sin vestido. No era la primera vez que estabas en ese cuarto, pero sí en esas circunstancias.
Las horas pasaron lentas pero más que placenteras. Para cuando ya estábais recostados el uno al lado del otro los primeros rayos de sol empezaron a colarse por la ventana. Isabella llevaba un rato acariciándote la cara. Tras unos minutos cesó el tacto. Se había quedado dormida.