Partida Rol por web

Tras un rato, los sonidos normales de la noche volvieron a reinar, como si nada hubiese pasado. Durante los primeros minutos, Santana seguía mirando nervioso en todas las direcciones, temeroso de que algún caminante apareciese atraído por el disparo anterior... luego, pasado un tiempo, supuso que aquellos no tendrían buena memoria, y que no serían capaces de seguir el rastro a un único estampido que rompiese el silencio de la noche.

Pero claro,... confiarse es peligroso...

El resto de la noche transcurrió con calma, aunque a Santana le llego a cubrir por completo la oscuridad, el susto con aquel indio podrido hizo que no solo no se durmiese, sino que sus ojos y sus oídos estuviesen más alerta de lo habitual.

Comenzaba a amanecer, pronto tendría que despertar a su compañero y decidir si partir ya o revisar algo más del lugar aprovechando la luz del día, aunque no se podían demorar mucho, puesto que les tocaba caminar por el desierto hasta a saber cuando y el sol allí apretaba con fuerza.

Will amaneció cansado y con sueño, pero no podían demorar más la partida. Cuanto antes salieran, antes darían con el resto del grupo y podrían advertirles sobre lo que el sheriff les había contado. A decir verdad, cuanto más lo pensaba más irrelevante le parecía, pero ya que estaban en camino, no iba a cambiar de opinión y además, quería saber que había sucedido y si Jesse estaba bien, dentro de su gravedad. El resto le importaba un poco menos.

- ¿Miramos que hay en a cueva? - Preguntó William. - Supongo que ya no estará tan caliente, aunque dudo que quede nada que encontrar. Todo habrá ardido...

Sin esperar respuesta echó un vistazo al interior de la cueva el chamán esperando encontrar más bien nada, pero con la insaciable curiosidad de ver que había allí dentro antes de reemprender la marcha.

- Podemos desayunar por el camino. - Propuso mientras se acercaba a la entrada de la cueva. - Ya comeremos caliente al mediodía.

Y una vez hubiera revisado la cueva, ensillaría a Zorro y si Santana no tenía nada en contra, iniciarían de nuevo la persecución del grupo.

Sin pena ni gloria, pasó el resto de la noche... por fortuna, y con Santana on los ojos abiertos como los de una lechuza, hasta que por fín, pudo despertar a William, y dejar ese maldito lugar.

Eso sí... no tuvo mala idea el compadre; por lo menos, merecía la pena echar un vistazo. Lo mismo era donde escondía el Whiskey.

-Vemos que encontramos; por mirar, no se pierde nada.

Buscó un tizón humeante, una ramilla resinosa, un poco de hierba -no de fumar-, y apañó una tea; duraría poco, eso era cierto, pero lo justo como para echar un vistazo.

Con la luz lista en la mano, se acercó a la boca de la cueva, para entrar también y mirar a ver si había algo...