Marvin asintió. No estaba sorprendido en absoluto de que Emma lo hubiera echado.
— Ya lo creo. Entre tú y yo, esa Emma tiene un carácter de mil demonios... — dijo Marvin. — Supongo yo también que sí. Al abrir esas cajas se le quedó una cara... Parece que lo está pasando mal, el hombre.
Ante el comentario de los olores Marvin lo miró confuso. Levantó un brazo para olisquear su axila y se encogió de hombros. Nada del otro mundo.
— Nah, ya que estás ahí abajo y tienes ropa limpia, sigue tú. — no le apetecía nada andar tocando los muertos. Ya había tenido bastante con los palazos y registrar a Kezia. — Yo vigilaré desde aquí arriba.
- La verdad es que sí. Es una mujer indomable. No me extrañaría que aún fuese... ya sabes... - Noah bajó la voz ante el chismorreo. - virgen... Dudo que haya un hombre que sea capaz de hacerse con ella. Pero a pesar de eso me cae bien. No la buscaría como pareja... - Miró hacia el interior de la diligencia. Estaba claro por quien estaba colado. - ... pero como amiga la veo fiel y leal. Solo recuerda como te paró los pies cuanto acusaste la otra noche a... - Noah se quedó callado en ese momento. A él le parecía divertido eso de que Emma le disparase a los pies, pero seguramente a Marvin no le hizo gracia alguna y quizás aún estuviese resentido.
Había terminado ya con la ropa y miró a Marvin rascándose la cabeza. - Acercaré al decapitado y al otro a la hoguera, así estarán todos más o menos juntos. Supongo que si viene algo serán coyotes, así tendrás menos que controlar. - Dijo cerrando la puerta de la diligencia con cuidado. - Así le daré algo más de tiempo a Kane... no quiero que Emma me invite a salir de nuevo de allí.
Noah arrastró el cuerpo del infectado y lo dejó junto al del suegro de Curtis, luego fue a por el otro cuerpo del indio y lo colocó junto a ellos. Sudaba y sus manos apestaban. Ya aprovechó y le quitó el hacha de la cabeza al indio y se la puso en la mano al chamán. No estaba seguro de porque había hecho aquello, pero le pareció buena idea.
Miró hacia el tipi y luego a Marvin. - ¿No prefieres entrar tú? - Le preguntó sabiendo cual sería la respuesta, pero aún así se quedó a esperar cual era.
Más sereno me puse en pie, sin dejar de mirar a Emma. Se estaba convirtiendo en todo para mí de la manera más sencilla y sin usar palabras, solo con sus gestos y su belleza me había conquistado. Y aunque ahora sintiese dolor, sabía que pronto pasaría y que sentiría otra cosa especial y única por y para ella. Lo sabía porque ella era la única que había dejado acercarse tanto a mí en los últimos ocho años.
Sonreí a Emma y la ayudé a levantarse antes de acariciar su rostro de nuevo. - Debo enfrentarme a ello y terminar de dejarlo ir. Eran cosas importantes de Kohana y se irán con él. Salvo las fotografías, esas se quedarán conmigo si a ti no te importa.
Esperé su respuesta antes de comenzar a sacar cosas de las cajas. Habían mantas, aquella alfombra que tanto me gustó y que Nasha hizo una igual para mí. Aunque nosotros la usásemos en el suelo, realmente se usaba en invierno, para colocarla entre el suelo y las pieles y tener un aislaiento y pasar menos frío al dormir.
La extendí y siguió gustándome como aquella primera vez. Usaría las mantas para cubrir los cuerpos y la alfombra sería donde descansase el cuerpo de Kohana. La verda es que era la mejor pieza que había hecho Nasha en su vida. - Esta es la famosa alfombra que tuvo que hacerme una igual a mí cuando la vi. - Le dije a Emma. Seguí sacando cosas y lo llevé todo al tipi. Con los bancos colocados, comencé a poner un par de mantas abiertas sobre dos de ellos, para luego tapar los cuerpos con el sobrante.
Luego fui al banco de madera donde iría Kohana y dejé la alfombra sobre él y una bonita manta doblada a su lado. Llevé lo que quedaba en las cajas y lo dejé junto a la madera. Muchas de esas cosas eran adornos y objetos pequeños, que les acompañarían en su viaje al otro lado. Acaricié la alfombra al pasar a su lado con suavidad. Me estaba costando desprenderme de ella también, pero debía ser así.
Se abría un nuevo futuro con Emma si todo salía bien y no podía arrastrar mi pasado conmigo a pesar de saber el trabajo y el valor que tenía esa alfombra no solo para mí, sino para el chamán. Entré de nuevo en la cueva y saqué más madera en silencio. Noah tardaba en volver, pero no me importaba. En aquel momento estaba con la mejor compañía que podía tener y todo estaba casi listo. - Nos llevaremos la comida. No se tú, pero yo estoy cansado de las raciones de viaje. - Le dije a Emma. - La carne seca y la fruta envasada nos vendrá bien. El resto se puede quedar.
Y antes de acercarme al estante donde estaban los alimentos, miré hacia la salida y me abracé a ella en silencio. - Sin ti a mi lado no hubiese podido hacer esto. Debemos acabar ya. Ya ha oscurecido.
A Marvin la verdad es que Emma no le caía bien. Anoche casi le voló los pies con esa escopeta que llevaba, y le había apuntado varias veces. Le parecía que tenía un pronto muy malo y que era peligrosa.
— Si, si... Me acuerdo. Un poco más y me deja un agujero en la bota y en lo que tenía dentro en ese momento, maldita sea... — dijo sacudiendo una mano, intentando olvidar el tema.
Miró a Noah, suspiró y se levantó para bajar de la diligencia. Noah parecía asustado de Emma, y con razón. Marvin prefería evitarla después de lo ocurrido. Pero Noah no se decidía y le preguntó de nuevo si entraba él, así que, venga, entraría él. No tenía muchas ganas, pero tampoco le gustaba estar ahí fuera.
— Pues seguro que es virgen. No creo que nadie haya tenido ni las ganas ni la paciencia de aguantar a una mujer así de salvaje. Y gracias a Dios que es muda, porque te garantizo que nos tendría ya la cabeza como una grillera... — le dijo al pasar por su lado. — Deja. Ya entro yo a la tienda a ver si les puedo echar una mano. Ya han tenido un rato, y no es buena idea poner a prueba la paciencia de esa mujer entrando tú de otra vez...
Se acercó al tipi, dejó el rifle apoyado en la entrada y cruzó el umbral, rezando para que Emma estuviera tranquila y no tuviera el suyo cerca.
A Noah le daba apuro entrar de nuevo por Emma, no quería tentar a la suerte y que esta le mandase salir nuevamente de una manera más brusca, así que fue Marvin quien entró en su lugar. Pero segundos después, Noah entró también en el tipi. Su rifle estaba en su interior.
Ambos pudieron ver que casi todo estaba listo ya. Dos de los tres muebles de madera tenían mantas puestas, seguramente para cubrir los cuerpos con ella. El tercero, en el centro, tenía una bonita alfombra puesta sobre él y Kane parecía no quitarle el ojo de encima. Se notaba que le gustaba la alfombra y que la recordaba muy bien.
Salvo por los ojos un poco hinchado por haber llorado y la mirada de nostalgia a esa alfombra, el doctor parecía estar bien. Emma estaba a su lado, en silencio y les dedicó una mirada a Noah y a Marvin cuando entraron en el tipi.
- Yo... yo solo venía a por mi rifle... - Dijo Noah señalándolo con la mano y caminando con cierta inseguridad hacia él. La autoridad con la cual Emma le había hecho salir le había dejado huella al hombre y no quería molestar. - Dejé los tres cuerpos juntos... - La prueba era que olía a muerto. - Cuando quieras, Kane me avisas y te ayudo a colocarlos.
Y es que vio que todo estaba ya listo para la incineración, pero no quería dejar a Jesse demasiado tiempo sola, puesto que temía que los coyotes asomasen ya. - Y deberíamos darnos prisa... ya es de noche ahí fuera. - Añadió Noah antes de salir del tipi e incluso antes de que Emma le dijese que lo hiciese.
— Esto... ¿Todo bien? Me dijo Noah que... — dijo Marvin al entrar, y al momento entró el barbas — Cabeza, yo te hubiera sacado el rifle. — dijo mirando a Noah incrédulo — ¡No dejes a Jesse allí sola, caray! ¿Quién sabe qué mierdas puede haber ahí fuera, con lo oscuro que está?
Marvin suspiró. Ese Doc estaba medio tonto. No se fiaba de él un pelo. Si esta noche le daba un apretón durante su guardia era capaz de irse a cagar a un kilómetro y dejarlos dormiditos a merced de a saber qué hostias...
Cuando hubo salido se giró hacia Kane, intentando esquivar la mirada de Emma.
— ¿Le ayudo con esas cajas, señor Kane? O si necesita un rato más...
Sabía, por experiencia, que unas cuantas caricias y unas pocas sonrisas, podían hacer mucho más que todas las palabras del mundo. La vida me había retirado la voz, pero la experiencia me había mostrado lo que necesitaban los corazones rotos y las mentes frágiles.
Kane era más frágil de lo que parecía. Era un hombre roto por su pasado, pero sostenido al mismo tiempo por su concepto de la familia, pasada y presente, en la forma de Jesse. Aquellas muestras de una vida que jamás volvería, le habían causado un profundo dolor, y sin embargo era necesario, tanto como el dolor de un parto, para dar lugar a una nueva vida.
Yo solo podía ofrecerle cariño y comprensión, y eso fue lo que procuré que comprendiese y recibiese de mí, solo con el tacto de mis manos y de mis labios, y las miradas que era capaz de entregarle, dejando libre mi propio corazón para que buscase el suyo.
Su sonrisa era la mejor prueba de que lo superaría, aunque jamás olvidaría. Con sensatez, decidió quedarse con aquello que podía llevar y que más podía darle; las fotografías, escasas en aquellos tiempos que corrían, eran unas muestras únicas de todo lo que le había pertenecido. Me enderecé, y le ayudé a sacar las cosas, con delicadeza y tranquilamente, permitiéndole llevar la iniciativa.
Sus recuerdos eran tan importantes como que los compartiese conmigo. Tuve la tentación de agarrar su brazo y pegarme a él mientras lo examinaba todo, pero preferí darle espacio, dejar que compartiese los últimos momentos que tenía con todos aquellos objetos de otra vida.
Después me dijo de lo la comida, y asentí. No era exigente en ese aspecto, pero era una buena idea. Lo acompañé para recoger los alimentos, y cuando me miró y me dijo que no podía haber hecho eso, chasqueé la boca en desacuerdo. No pensaba que fuera así, pero todo era más fácil y tenía más sentido, cuando había algo a tu lado por lo que luchar. Coloqué una mano sobre su antebrazo y lo acaricié.
Yo tampoco había podido sentirme bien de nuevo conmigo misma, de no haber encontrado a alguien con quien podía tener un sueño.
Marvin y Noah entraron en el tipo cuando todo estaba ya bastante preparado. Los ojos de Kane se desviaban cada dos por tres hacia la alfombra, pero tenía la fuerza de voluntad de dejarla en donde estaba.
Noah parecía reticente a entrar. Sabía que era por respeto y no dije nada ni le miré de ninguna manera. Hacía tiempo que mi opinión por él era demasiado elevada como para ofenderle, pero debía reconocer que tarde o temprano, tendría que demostrarle mi aprecio de una manera sincera. Se fue antes de que tuviese oportunidad de decirle nada, pero me lo anoté mentalmente como una tarea.
Marvin era diferente. Parecía tan despreocupado y a la vez tan concentrado, que daba la sensación de estar para lo que hiciera falta, fuera lo que fuese. Era un hombre capaz de adaptarse a cualquier situación. Cogí algunos de los alimentos y me dirigí hacia fuera para guardarlos en la diligencia, y al llegar a ella, le eché un vistazo a Jesse. Todavía le quedaba mucho para estar recuperada completamente... si es que al final lo lograba, pero por primera vez, mi preocupación no era solo ella, sino también el estado anímico de Kane. Si la perdía... ¿cómo reaccionaría?
Me volví hacia él, aunque no podía verle porque estaba aún dentro de la tienda, y me di cuenta de que aún había demasiadas incógnitas, aunque al menos, algunas se iban ya despejado. Había algo por lo que mirar hacia delante con esperanza y eso ya nadie podría quitárnoslo.
Emma sabía lo que darme sin decir ni una sola palabra. Sabía en cada momento lo que necesitaba y eso la convertía en una mujer especial y única. Al menos para mí. Así que sus gestos y atenciones mientras estuvimos solos no me pasaron desapercibidas y sonreí cuando ví que no le importó que me quedase con las fotografías de mi familia. La alfombra era una historia a parte. Era de Kohana, se la hizo ella para él y la que me hizo a mí al ver que me gustó tanto, la perdí en el incendio de la granja, junto a ellos. Y a pesar de que todo lo de Kohana ahora era mío, no quería separar aquello que Nasha hizo con tanto amor a su padre del cuerpo de este.
A pesar de que realmente deseaba quedarme con ella, debía estar con su legítimo dueño. Así pues, a pesar de mis miradas hacia ella y tocarla una y otra vez, sabía que su destino sería ese: arder en la noche y acompañar a Kohana con su hija, su mujer y sus nietos. En ese momento entraron Marvin y al poco Noah.
El charlatán estaba nervioso, seguramente porque temía el temperamento de Emma, pero debía entender que esa era la única manera que tenía de expresarse sin su pizarra en sus manos y que lo hacía por mi bien. Pero ya hablaría con él llegado el momento. Aún teníamos cosas que hacer. Le vi salir con el rifle en sus manos y poco después a Emma con algo de comida de la estantería. - Marvin, aprovecha y mira a ver si hay algo de la comida que te guste y llévala a la diligencia. A Emma la he dicho que coja la fruta enlatada y la carne seca. Luego tráeme las tres botellas de whisky. Quiero que sea rápido y marcharnos ya.
Luego salí fuera. Tal y como se veía venir, la noche nos había dado alcance. - Noah, necesito que me ayudes a mover los cuerpos. Kohana irá sobre el que tiene la alfombra. Así que deja el rifle en la diligencia y ven. Los demás igual. Recoged todo, porque en cuanto esté todo listo y empiece a arder, nos vamos.
Y así fue como todos se organizaron en sacar y recoger las cosas útiles del tipi y las que habían sacado de sus alforjas, como las cantimploras o los rifles. Mientras Jesse descansaba, profundamente dormida en la diligencia, Kane y Noah comenzaron a meter los cuerpos de los indios y colocarlos sobre los muebles de madera.
Cada vez que colocaban a uno, Kane le cubría con la manta y decía unas palabras en navajo. El primero en ser trasladado, fue el que murió por el hachazo en la cabeza. Su brazo tenía la marca de un mordisco, pero no llegó a convertirse. El segundo, que dió algo de más guerra por no tener la cabeza en su sitio, fue el indio decapitado, el cual costó que la cabeza quedase de manera más o menos natural en el banco, teniendo que usar un par de piedras para que no se moviese y luego su cuerpo entero fue cubierto por la manta.
El tercero fue Kohana, quizás el más duro para Kane. Pero procuró no verle como quien fue, sino como el monstruo que era antes de dejarle descansar sobre aquella alfombra y cubrirle con una hermosa manta, donde recuperó para Curtis la figura de su suegro, padre de quien fue su mujer y abuelo de sus nietos, a parte de un amigo y maestro.
Recitó unas palabras en navajo para todos y le pidió a Marvin las botellas de whisky. El pobre hombre lloraba, pero no por los indios, sino por el alcohol derramado sobre ellos. ¡Cuanto desperdicio! Curtis vació una botella por cuerpo y salió fuera a por uno de los palos de la hoguera, que se estaba apagando ya. En ese momento todos supísteis que era hora de partir y mientras él prendía fuego a la madera que gracias al alcohol no tardó en empezar a arder, fuísteis ocupando vuestro sitio, ya fuese en la diligencia o en las monturas.
Kane arrojó el palo ardiendo dentro del tipi y por como brillaban las llamas supísteis que no tardaría en arder incluso lo que había en el interior de la cueva. Al mirar hacia la diligencia, Curtis vio a la lechuza subida sobre el frisón de Dan. El hombre miró a Noah. - Síguela. - Le dijo al ahora cochero.
Noah le miró confuso pero cuando hizo que los caballos se moviesen, el ave alzó el vuelo y sí pareció guiarles hacia algún sitio...