Partida Rol por web

No pudo evitar sentir tristeza al ver caer el cuerpo de Nakai "Al menos murió como un valiente, ¡que sus dioses honren su valor! Tristemente se ha reunido con sus ancestros sin saber que aniquilo a su gente..." mientras pensaba así, le sorprendió un resplandor seguido de una explosión que se llevo consigo la telaraña y los restos de las criaturas que en ella se encontraban. "Vaya, Zanc eres una caja de sorpresas ¿eh?"

Dio un paso en diagonal para evitar el área de oscuridad mas próxima y se movió entonces en línea recta entre el terreno calcinado mientras recargaba de nuevo su ballesta.

Zanc no puede ver ahora al arbol viviente porque las esferas siguen entorpeciendo su vision, asi que decide acercarse por detras de aquel ser con la esperanza de poder verlo mejor.

No podía hacer mucho más en aquella precaria situación, revelando así que el combate era más crudo de lo que en un primer vistazo nos hubiera dado a entender. Por ello seguramente el hombre lagarto cayó como un guerrero. Ya nos ocuparíamos debidamente cuando todo estoy acabara, concretamente con aquel árbol que había demostrado lo peligroso que podía llegar a ser.

El gnomo estaba enzarzado con aquel ser de madera, así que mi siguiente movimiento era acercarme a mi compañero de baja estatura pero poseedor de una gran voz e igualmente valor. Una vez a su altura, mientras en mis labios pronunciaba una especie de rezo al mismo tiempo que mis manos tocaron su magullado cuerpo, con el afán de aliviar su dolor. 

Alainnheïn vuelve a entrar en la oscuridad para curar al recién llegado Osfahlt, que tras aplastar el cadáver de aquella rata voladora se ha quedado pasmado viendo los zarzillos del árbol moverse en el aire. Todos los demás han aprovechado estos segundos de tregua para situarse bien en nuevas posiciones desde las que poder atacar mejor a aquel ser de madera inmóvil.

Viendo la oportunidad de un ataque seguro a la arborea criatura, Zanc recarga su ballesta y dispara, aprovechando que se encuentra mas cerca y desde donde es mas diestro en el disparo.

El virote impacta en el objetivo, pero observando el mutismo de la criatura sospecha que no le ha inflingido daño alguno.

Apuntó al árbol que les amenazaba y disparó, el virote impactó en su blanco. "Me pregunto si en realidad eso le hará algún daño..." y continuó avanzando en línea recta.

Al adentrarme en la oscuridad sentí como mi salud se debilitó, no fue mucho, y a pesar de haber recibido varios ataques que traspasaron mis defensas, seguí en pie. Aún tenía aguante de sobra para continuar luchando. No iba a rendirme tan fácilmente.

Una vez sanadas algunas de las heridas de mi compañero de menor estatura pero poseedor de un gran valor, apunto con determinación a aquel árbol con la intención de disparar. Y mis repetidos intentos tienen su recompensa. El virote se clava con bastante fuerza atravesando la corteza provocando así dolor en aquel peligroso ser de madera.

Era necesario derribarlo antes de que algunos de nosotros compartiera destino con el hombre lagarto, por suerte yo no estaba solo y el resto de miembros de aquella inesperada cuadrilla no tenían intención de retroceder. Casi podía ver el final de tal tenso momento, pero no tenía intención de bajar la guardia, ni tampoco me lo podía permitir.

El intenso olor a quemado se mezclaba con la noción de que sus fuerzas le abandonaban; y, mientras tanto, aquella aberración seguía en pie. Como vanguardia del grupo sólo podía escuchar de lejos el movimiento de sus compañeros, además de contemplar como los proyectiles que enviaban resultaban inútiles contra la gruesa corteza del enemigo común. El cadáver de Nakai seguía allí, atestiguando con su ausencia de vida su capacidad destructiva. Quizás también su destino estuviera ya escrito...

Pero de ninguna manera iba a dejar que la criatura se le cobrase como presa sin pelear contra ella con toda su determinación. Sin tan siquiera plantearse el dar media vuelta, siguió corriendo en su dirección. Las manos calibraban con destreza el arma que tantas veces le había servido fielmente. La mirada procuraba distinguir algún punto débil en el enorme tronco que se elevaba delante de él. Y de los hombros partió un pesado movimiento que, quizás irrealmente, aspiraba a partirlo por la mitad.

Las ligeras percepciones de Osfahlt eran ciertas, el árbol casi ni se inmutaba con los ataques de los compañeros que le atacaban, aunque tampoco es que los golpes asestados por este hicieran mella en la corteza del árbol. Parecía inmune ante todo golpe que se ejecutara contra suya, y sin embargo tenía gran parte de su follaje quemado.

Al ponerse al alcance de él descargó dos de sus zarzillos contra el gnomo. Uno tras otro intentaron agarrarlo e iban bien encaminados. Y mientras se guardaba los otros dos por si alguien más osara entrar a rango de aquellos.

..." ¡¡ Hermano Osfahlt, no gastes tus fuerzas en vano, deja que termine de achicharrar a este arbol ¡¡ necesito que os apareteis todos lo mas posible para que no os alcance la deflagracion "...

Zanc sabia que se le acababa su reserva magica, pero no podian eternizar este encuentro mas tiempo y perder aun asi la portunidad de asestar un duro golpe a un oponente inmovil, asi que Zanc permanece a la espera del resultado de sus palabras.

Retrocedí con cautela para salir nuevamente de aquella situación, el gnomo hechicero cuál nombre no conseguí acordarme nos advirtió de sus intenciones. Después de todo era comprensible, si aquel enemigo aguantaba nuestros ataques sin inconveniente causando así nuestra frustración, no teníamos muchas más cartas por jugar. 

- Osfahlt, guarda la distancia, permitamos que nuestro compañero se haga cargo con su magia. - Le sugerí con voz grave pero en absoluto imperiosa. Era la opción más sensata, es más, si nos acercáramos existía el riesgo de convertirnos en presas fáciles.

Esperé a que esto acabara pronto para dedicar una oración a nuestro compañero caído, pese a que su participación fue breve por funestas razones, se lo había ganado con su valor.

Ensimismado en sus propias acciones, escuchaba de vez en cuando algún grito de sus compañeros. ¡A alejarse del monstruo le conminaban! No les faltaba razón, pero la lógica no era la prioridad de Osfahlt en aquel momento. Aún así, quizás ya fuera tarde para él. Las ramas del árbol estaban intentando aprisionarlo, y las dudas sobre su capacidad para darñar el tronco del árbol se mezclaban con la urgencia de tratar por todos los medios de no quedar inmovilizado.

Con decisión, empleó los momentos de apremio en golpear al enemigo con el extremo opuesto de su martillo ganchudo, esperando que una herida punzante fuese lo suficientemente efectiva como para dañar a la bestia. El siguiente paso era salir corriendo de allí, pues acababa de ser testigo del gran radio de acción de las llamas invocadas por Zanc, y no tenía la menor intención de morir a manos de un conjuro mal dirigido por un estúpido gnomo que no sabía medir los riesgos.

Ante la advertencia de Zanc, Odnan decide retroceder un poco y aprovecha la ocasión para recargar su ballesta.