Partida Rol por web

Resumen de personajes involucrados en la trama:

Agustí Blanch

Viajó desde Tortosa hasta Amposta huyendo de la peste que asolaba a la ciudad. Otrora bandido, ahora forma parte de la guardia personal del Barón Ricardo.

En el camino conoció a Gonzalo y Mara, con quien trabó amistad.

Es un hombre que, pese a las escasas ocasiones en que ha debido mostrar su faceta como guerrero, ha demostrado ser realmente diestro con la espada. Junto con Silvana salvó a Hernán de Gamboa del ataque de dos bandidos.

En estos momentos se halla prisionero en la fortaleza de Peñíscola perteneciente al Papa Luna.

Gonzalo "el Rata"

Otrora bribonzuelo en su antigua vida en Tortosa, también acabó en el castillo de Amposta a las órdenes del Barón Ricardo. Partió de su ciudad natal huyendo de la peste.

Mantiene una relación sentimental con Mara "la Barata", antigua prostituta y ahora criada del Barón. La conoció junto a Agustí Blanch en su periplo hacia Amposta.

Ahora es prisionero del Papa Luna, en la fortaleza de Peñíscola.

Hernán de Gamboa

Este monje está a cargo de la capilla que se encuentra en los dominios del Barón Ricardo. Ferviente religioso, sufrió una leve aunque molesta puñalada en una pierna en una reyerta tras custodiar a Charles de Lupo hasta Barcelona.

Ahora mismo se encuentra prisionero en el castillo del que se supone que es su principal señor, el Papa Benedicto XIII. Aunque su amo ha roto su vasallaje con el Papa, la pertenencia de Hernán a la Iglesia aún lo mantiene atado al hombre que en estos momentos posee la última palabra sobre lo que le deparará el destino.

Sebastián "el Manco"

Sebastián es un mendigo al que el grupo se encontró mientras escoltaban a Charles de Lupo hasta Barcelona en la que se suponía una misión papal en son de paz. Se lo encontraron en el camino, vagaba sin rumbo fijo, y encontró cómodo el acoplarse el grupo.

Siempre viaja con un ratoncito al que llama Garbanzo, del que parece estar bastante encariñado.

Ahora mismo está prisionero en el castillo de Peñíscola, tras la ruptura de vasallaje del Barón Ricardo con el Papa de Peñíscola.

Silvana "la Planera"

Bruja que ejerce de curandera en el castillo del Barón Ricardo. Sus deberes para con Richard MacCormak se aproximan más a curarle una resaca tras otra que a ejercer realmente sus capacidades como curandera y preparadora de brebajes, por lo que su oficio en el castillo infravalora sus auténticas posibilidades.

Es una mujer de carácter arisco. Todo presagiaba tirantez entre ella y Hernán de Gamboa, debido a su dispar modo de ver el mundo, pero sin embargo han conseguido un equilibro de mutua cortesía realmente sorprendente hasta el momento.

Ahora mismo se encuentra prisionera en la fortaleza de Peñíscola, junto al resto de los criados de Richard MacCormac.

Mara "la Barata"

Anteriormente fue una prostituta de Tortosa. Huyó de la ciudad a causa de la peste y fue a parar al castillo de Amposta. Por el camino trabó amistad con Agustí y con Gonzalo. Con éste último comenzó además una relación sentimental.

Actualmente trabaja en el castillo del Barón Ricardo, en la cocina. No acudió a Peñíscola junto a sus amigos por orden expresa del Barón.

En el momento presente sigue vinculada sentimentalmente con Gonzalo.

El más fiel de los criados del Barón Ricardo. Es el cerebro del castillo de Amposta. Su amo es el señor del castillo, pero es Aisslin quien lo mantiene todo en orden mientras el barón se dedica a vivir la vida.

Aisslin, por ser la mano derecha de Richard MacCormak, goza de unos privilegios en el castillo que los demás sirvientes no poseen ni poseerán.

Su esposa trabaja como sirvienta en las cocinas del barón. Incluso se la considera la "jefa" de la cocina. Dentro del castillo son los sirvientes con más estatus y más privilegios, pero también los que poseen más obligaciones.

El amo y señor del castillo de Amposta. Es un gigantón pelirrojo que vino a tierras mediterráneas a defender a su Papa, Benedicto XIII de los herejes de Roma.

El Papa utilizó a este fiel servidor suyo para conseguir escolta para su enviado, Charles de Lupo. Cuando éste asesinó al enviado del Papa de Roma en Barcelona, el Barón se sintió ultrajado y corrió a Peñíscola para pedirle explicaciones al Papa Luna. Como éste declinó dar ninguna, el hastiado y enfurecido Barón rompió su vasallaje con el Papa, forzando la cólera del humillado anciano.

Tras la ruptura de vasallaje, y debido a no se sabe qué misterioso encantamiento, el Barón ha sido capaz a desaparecer del castillo de Benedicto XIII. Sus sirvientes no han corrido la misma suerte, quedándose atrás.

Charles de Lupo utilizó a Richard MacCormak. Le solicitó escolta para llegar a Barcelona, aparentemente en son de paz. Sin embargo allí, cuando se reunió con el representante del Papa de Roma, Charles lo envenenó, motivo real para el que Benedicto XIII lo había enviado a Barcelona.

Tras su crimen desapareció de Barcelona, encontrando la forma de regresar junto con su perverso amo, el Papa de Peñíscola.

Es un ser despreciable, elitista, cicatero, zalamero y mentiroso. Trató a la escolta del Barón con desprecio, como si se trataran de seres inferiores. Es un tipo al que nada más verlo a uno le entran ganas feroces de darle un puntapié.

El Papa de Peñíscola, también conocido como Papa Luna.

Es un hombre muy anciano (máxime teniendo en cuenta la esperanza de vida de la Edad Media) que vive recluido en la Fortaleza de Peñíscola. Prácticamente todo el mundo le ha retirado su apoyo, pero sin embargo él se niega a rendirse ante Roma y renunciar a su condición papal, que pretende mantener hasta el momento de su muerte.

Estaba considerado "un antipapa fornicador, blasfemo, asesino, hechicero y hereje". La joya de la corona, vamos.

La ruptura de vasallaje del Barón fue el insulto más grande que había recibido nunca hasta la fecha (y no le han llamado pocas cosas a lo largo de su laaaaaarga vida). No ha podido vengarse del barón, pero tiene a sus criados prisioneros en el castillo de Peñíscola. Y a saber lo que pretende hacer con ellos...

Resumen de las partidas I y II de "Scripta Barchinone":

En Tortosa la peste está haciendo estragos, matando a la mayoría de la población, máxime entre las clases bajas. Este motivo, amén de la miserable vida que llevan allí, es lo que impulsa a Gonzalo, Agustí y Mara a escapar de ese infierno y buscar un futuro mejor.

Comienzan su andadura hacia Amposta por separado, pero a lo largo del trayecto acaban por encontrarse. La simpatía que se despierta entre ellos se hace patente desde el primer momento.

Durante el tiempo que les lleva llegar a Amposta surgen algunas pequeñas aventuras y desventuras, nada demasiado reseñable. Un leproso los intenta atacar, pero el certero Agustí y su fiel espada acaban con él en un instante. Descubren la guarida de una bruja muy simpática que los acoge durante una noche...

...Y esa noche los gritos de un hombre al que están atacando los despiertan. Logran salvar al hombre de los ataques de los bandidos, y éste en agradecimiento les promete inducir a su amo a cogerles como siervos en su castillo. Es la mano derecha del Barón Ricardo, y les cuenta que su amo es mucho más generoso y campechano que la inmensa mayoría de tiránicos señores que pueblan la península.

Al final acaban bajo el cobijo del Barón Ricardo, desempeñando roles muy diferentes de aquellos que habían llevado en su vida en Tortosa.

En el castillo conocen a Silvana y a Hernán, la bruja y curandera del Barón y el monje que sirve en la capilla a cargo de MacCormak. El grupo hace buenas migas y disfruta de momentos de asueto y relax entre las largas jornadas de trabajo, ya que cuando el barón se encuentra de buen humor y no tiene invitados, gusta de servir una lujosa mesa a sus criados y contarles mil y una batallitas de cuando luchaba por el Papa Luna.

Una noche llega al castillo un tal Charles de Lupo, enviado papal. Supuestamente ha sido asaltado por bribones en el camino. Solicita una escolta por parte del Barón para llegar a Barcelona, lugar en que debe reunirse con el enviado papal de Roma para establecer una tregua entre ambos. El Barón cumple con gusto la petición y proporciona a Charles a alguno de sus sirvientes para que lo escolten.

Así es como Silvana, Agustí, Hernán, Gonzalo y Mara parten hacia Barcelona en compañía de Charles, abyecto ser que los trata despectivamente en todo momento. Por el camino se les acopla un mendigo que pululaba por ahí y que parece deseoso de contar con compañía.

El grupo llega a Barcelona y, tras mandar a Charles al caraj..., digooooo tras despedirse del enviado de Benedicto XIII se van a recorrer la ciudad. Poco tiempo después les llega la noticia de que el enviado del Papa de Roma ha sido asesinado, y que el enviado del Papa de Peñíscola tiene todas las papeletas para ser el asesino. El grupo se desperdiga por Barcelona por si alguien los reconoce como los acompañantes del criminal.

Durante su separación Silvana y Agustí auxilian a Hernán, atacado por dos bandidos. Afortunadamente todo queda en un susto, aunque Hernán queda herido leve a causa de una puñalada recibida en una pierna.

A su vez un hombretón de lo más repugnante y baboso secuestra a Mara, a la que pretende solicitarle "favores". Gonzalo y Sebastián logran dar con ella y "persuadir" al despreciable secuestrador que lo mejor que puede hacer es poner pies en polvorosa, cosa que hace con sumo agrado.

El grupo reunido regresa a Amposta, al castillo del Barón, y le da las malas noticias a Richard MacCormak. La cólera del Barón es terrible. Se siente ultrajado por haber sido utilizado por aquel a quien siempre ha respetado y servido con devoción. Ordena a sus criados que lo acompañen a Peñíscola, donde pretende pedirle explicaciones al Papa Luna.

Por el camino se detiene en una cueva en la que desaparece. Cuando reaparece en escena parece haber envejecido unos años. No da explicaciones de lo sucedido y prosigue su camino, colérico y ansioso por liquidar este asunto.

En el castillo de Peñíscola pide cuentas al Papa, pero éste se ríe y se niega a dar explicación alguna a un insignificante súbdito. El Barón, harto y desdeñado, pronuncia las siguientes palabras:

Señor Don Pedro de Luna, yo, Ricardo, ricohombre, bésoos la mano y de ahora en adelante ya no me llaméis vuestro vasallo.

¡El Barón ha pronunciado las palabras asociadas a la ruptura del vasallaje! La cólera del Papa es terrible. Sin embargo, el Barón se gira y encara a sus asustados sirvientes para prometerles una cosa:

Lo siento, pero me juró que quería vuestra vida, no vuestra muerte. ¡Sariel, cumple lo pactado!

Y entonces se desvanece en la nada. El Papa, consciente de que aquel que lo ha insultado ha desaparecido, se enoja aún más si cabe y golpea el suelo con su báculo. Acto seguido, y de forma milagrosa, todos los criados del Barón caen al suelo, inconscientes. Ahora son presas del Papa, y éste nunca se ha caracterizado por su buen talante y su natural bondadoso...

Y aquí es, precisamente, donde se alza el telón de esta tercera parte. Veamos lo que el destino les aguarda a los criados del Barón Ricardo.