Gonzalo volvía a respirar aire puro, o como mínimo algo menos cargado de humo. Estaba de rodillas en el suelo, intentando recuperar fuerzas para volver a entrar en caso de ser necesario.
Esperaba la salida de sus compañeros ya que la casa estaba envuelta en llamas y podía derrumbarse de un momento a otro.
-Vamos Agustí, aguanta un poco más!- susurró el muchacho- Silvana y Sebastián van en tu ayuda.