-Así que estamos en un punto muerto, ni yo me fío de ti, ni tú de mí… Está bien, afrontaré un gran acto de confianza: te arrojaré tu parte. Creo que mi pellejo bien vale seiscientos míseros dólares. De este modo, ya podrás decidir en firme si te arriesgas o no a acompañarme.
Dicho y hecho, me dirijo hacia donde oculté el dinero y extraigo un par de sacas con la mitad del botín. Ahora con cautela, doy un rodeo, y me sitúo a espaldas de la chica. La puedo ver allí, junto al fuego, deshaciéndose en miradas en torno de sí, un blanco fácil si es que hubiese realmente ocultado un arma donde el botín. Anoto mentalmente esa precaución, la próxima vez será. Lanzó a sus pies las sacas y le aviso:
-Ahí tienes. Decide rápido. Esto empieza a ser aburrido.
Sobresaltada al oir el ruido de la bolsa al caer en el suelo, se gira rápidamente sobre si misma aún apuntando con el revólver. En frente ve al hombre esperando su respuesta, a sus pies una bolsa con parte del botín. Sin dejar de apuntarle se agacha abriendo la bolsa y comprobando que efectivamente lo que allí hay es dinero. Satisfecha al ver que así es, cierra la bolsa cogiéndola para si y se vuelve a incorporar.
Está bien... te acompaño a Hadleyville... y?
-¿Y? –repongo irónico. –Ahora la señorita me permitirá dormir un poco, por favor.
Me aproximo hasta el fuego, resignado. Busco el sitio donde me había acomodado en un principio, me siento y comienzo a taparme el rostro con el sombrero, diciendo:
-Sólo una horita, ¿vale? Estoy deslomado. Eeh, esto, oye… Necesito relajarme. ¿Cuánto por una limpieza de sable?
La mirada de Lilly a Ben lo dice todo. Malhumorada y sin responderle, se acomoda cerca del fuego, al otro lado de donde se ha tumbado Ben. A pesar de haber guardado el arma, lo tiene bien a mano y no quita ojo al hombre, sigue desconfiando de él. Los minutos pasan... Ben, impasible, termina quedándose dormido. La mujer resiste un poco más, pero no tarda en sucumbir a la tentación.
Lo que en principio iba a ser tan solo una hora, se convirtió en varias... el fuego se ha apagado hace tiempo, los rayos de solo comienzan a asomar débilmente en el cielo.